Pulso crítico
J. Enrique Olivera Arce
De conformidad con la información difundida por agencias noticiosas, la noche de hoy 31 de diciembre Estados Unidos caerá técnicamente en el llamado “precipicio fiscal”, una vez que la Cámara de representantes decidió entrar en receso hasta el primer día del 2013. Esto a pesar de que el presidente Barack Obama anunciara que un acuerdo estaba a la vista para evitar un alza de impuestos a la clase media.
Tal acuerdo en principio incluiría aumentar los impuestos a todas las familias con ingresos de más de 450 mil dólares anuales, 200 mil dólares más alto que el propuesto por la casa Blanca.
Con la caída de Estados Unidos en el «precipicio fiscal» se recortaría el gasto gubernamental, se elevaría el impuesto sobre las nóminas de 4.2 a 6.2 por ciento, se demorarían las devoluciones tempranas de impuestos y se anularía la ayuda por desempleo para dos millones de estadounidenses.
El maratón negociador en el Congreso, sin embargo, continúa, comenta la prensa. El intento «in extremis» sería llegar a una suerte de acuerdo mínimo que afronte sobre todo la parte fiscal, para impedir que el martes se produzca un aumento generalizado de los impuestos.
La Oficina Congresional del Presupuesto (CBO) advirtió al inicio del mes que la caída del país en el «precipicio fiscal» podría empujarlo a una nueva recesión.
En este amenazador escenario que para el presidente Obama anuncia graves consecuencias para la economía norteamericana, inicia el segundo mes y primero del nuevo año del gobierno del Sr. Peña. Considerando el alto grado de dependencia de México en su relación comercial con nuestro vecino del norte, sin mayor análisis salta a la vista la necesidad de ser previsores. Los ambiciosos objetivos y metas por alcanzar plasmados en el llamado “pacto por México”, más los que comprometa la casa presidencial con las entidades federativas, corren el riesgo de quedarse en el tintero.
Si le va mal a Estados Unidos no podemos esperar que a México le vaya bien en medio de una crisis globalizada. El combate a la desigualdad, pobreza y desempleo van de la mano con el comportamiento de una economía que en lo interno depende más de la informalidad y por ende, de restricciones y desequilibrios fiscales de primer orden.
En lo externo, de frenarse nuevamente la economía norteamericana, entrando en una fase más de recesión, en lo que ya de sí es una profunda crisis económica financiera, política y social, la estrategia planteada por Enrique Peña para impulsar crecimiento y desarrollo podría topar con pared. La tesis de libre mercado como paradigma de inserción de México en el mercado mundial, tendría que esgrimirse frente al proteccionismo obligado de nuestro principal socio comercial, con resultados poco probables de éxito.
De ahí que las políticas públicas de déficit cero y congelamiento de los impuestos, de hecho atan de las manos al actual régimen. Sin incremento de la base gravable, aumento de la tasa impositiva y sin endeudamiento público, el gobierno del Sr. Peña tendría que agendar más temprano que tarde nuestra propia versión de “precipicio fiscal”, dejando para mejores tiempos su afán modernizador.
Lo curioso del caso es que gobernadores como el de Veracruz, lejos de asumirse preocupados, salgan a declarar que si el 2012 fue propicio para avanzar en la atención a rezagos económicos y sociales históricos, el 2013 será mejor. Ignorancia o valemadrismo, para el caso es lo mismo frente a una crisis que tiene de rodillas a la primera economía del mundo y que, por donde se le quiera ver, nos afecta poniendo en entredicho el futuro bonancible anunciado.
Y más curioso aún, es el observar que la acción política, sin distingos partidistas, se pierda en los vericuetos de presuntas “reformas estructurales”, por un lado y, por otro, en construir alianzas en torno al discurso peñanietista, sin parar mientes en que lo prioritario no estriba en buenos propósitos sexenales, sino en atender a una economía que se derrumba víctima de la informalidad y el desempleo en medio de la crisis globalizada.
Pero en fin, estamos en México. Desear con optimismo renovado prosperidad y bienestar para el año que inicia es lo obligado, cifrando las esperanzas en que el PRI si sabe salpicar, aunque la realidad nos ofrezca lo contrario. Cd. Caucel, Yuc., diciembre 31 de 2012