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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

La gran confusión de Trump y sus allegados es que no estamos en una época de cambios, sino del cambio de una época.-  Luis Manuel Arce Isaac

Los días transcurren, uno tras otro en suelo veracruzano sin que las aguas se  asienten. La turbulencia política en un clima de inseguridad en todos los órdenes de la vida social y económica, mantiene en ascuas a la población.

Una entidad federativa que, mereciendo mejor destino no encuentra rumbo cierto, es el pan de cada día en medio de un aciago entorno nacional e internacional adverso en el que para México, se blande lo mismo la amenaza del proteccionismo norteamericano que la recesión económica y el deterioro social.

Confundiéndose política con política electoral, la brújula gubernamental gira incesantemente en todas direcciones, perdiéndose la oportunidad de racionalizar el quehacer público en un legítimo y auténtico esfuerzo por rescatar a Veracruz de su postración.

Si nos atenemos a percepciones generadas a partir de notas y columnas periodísticas y no solo de especulaciones estériles, la terca realidad señala que no es aventurado anticipar un nuevo fracaso para una administración pública perdida entre la ausencia de visión de Estado y de recursos frescos en las arcas públicas.

Atrapado el gobierno de la alternancia entre el poder y no poder, brilla por su ausencia la honestidad intelectual suficiente para reconocer que no solo no se cuenta con una varita mágica, tampoco con claridad para encontrar la diferencia entre un pasado tortuoso y las exigencias de un presente que exige gobernar a partir de tiempo y recursos disponibles escasos.

No es pesimismo infundado ni se pretende en estas líneas asumirse como agorero del desastre. Anticipar el fracaso de la alternancia es atender a las tendencias por ahora observadas y ampliamente difundidas por la prensa en los escasos 75 días de la administración a cargo del Sr. Miguel Ángel Yunes Linares. Administración por cierto en la que parece estar ausente la alianza partidista PAN-PRD que transita en el margen, ajena a las expectativas generadas y sin mayor interés que el jaloneo electoral, con vías a la elección edilicia como prolegómeno de lo que esperan obtener en el 2018.

Percepción que a diferencia de la oficial, anida cada vez en mayor medida en amplios sectores de la población. Más de lo mismo,  dominando los temas de inseguridad, desempleo, bajos salarios, pobreza creciente, deterioro de los servicios de educación y salud, así como el de la cada vez menos accesible vivienda digna para todos.

Arropada esta percepción en un clima político preñado de un interminable perder el tiempo en una guerra sin cuartel, en la que los frentes abiertos, cual hongos se multiplican día con día.

Si lo que se pretendía con un discurso acorde con lo que la gente deseaba escuchar, era el justificar carencias y desorden administrativo como nefasto legado del saqueo y gobierno fallido de los sexenios previos, el tiro salió por la culata; el tremendismo se desinfla ante una opinión pública que se da por defraudada.

Hasta ahora, las necesidades cotidianas y el incumplimiento de lo ofertado en campaña se imponen por sobre el discurso oficial; los buenos deseos de la minoría que sufragara a favor de la alternancia van quedando atrás, desconfianza y pérdida de expectativas de cambio se generaliza.

Si el dilema es no poder en el ejercicio del poder, aún es tiempo de corregir y enderezar el rumbo, gobernando para todos sin distingo y sin prejuicios. El pasado es pasado; tan necesario como urgente es construir el presente si en algo se valora el futuro para las nuevas generaciones. Veracruz está a la espera.

Xalapa, Ver., 15 de febrero de 2017

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Los que saben del asunto de la guerra dicen que lo trascendente en toda conflagración bélica no es el ganar o perder una batalla sino ganar la guerra. Y si como dicen los conocedores del paño, “la guerra es la política por otros medios”, bien podría establecerse como válido que en la política electoral es quien gana la guerra y no una batalla el que a la larga se hace merecedor al triunfo.

Bajo esta lógica, y atendiendo que el pasado domingo se diera inicio formalmente a la carrera electoral que desembocará en las urnas el 4 de junio próximo con la elección de alcaldes en los 212 municipios veracruzanos, cabe considerar que el PAN-PRD y MORENA, los dos grandes contendientes a enfrentarse con relativo éxito, se encontrarán en la tesitura de ganar o perder una batalla en el largo camino de ganar la guerra.

Por ahora y en lo que toca a la vida política postduartista de la entidad, la alianza PRD superó a Morena ganando la batalla por la gubernatura de dos años, más no la guerra; debiendo refrendar su triunfo parcial en la batalla por las alcaldías veracruzanas como prolegómeno para la gran batalla del 2018.

Por su parte, MORENA estará en la obligación de ganar la batalla parcial en el presente proceso electoral si quiere aspirar al triunfo de la guerra en el 2018, alzándose con la gubernatura local y la presidencia de la república.

Siempre bajo este orden de ideas, habría que considerar si alguno de los dos grandes contendientes tiene conciencia plena del con que armas cuenta no para ganar batallas, sino de manera relevante para ganar la guerra no a nivel nacional que es otro cantar, sino en territorio veracruzano.

Y es que bajo mi punto de vista personal, bajo esta óptica habría que analizar los pros y contras en el abanico de posibilidades reales de ganar la contienda, más que en los actores que de manera destacada circunstancialmente en ella participan.

Para empezar, habría que partir de si ambas fuerzas electorales tienen en mente ganar la guerra o sólo contiendas parciales; no por la intencionalidad que en eso no hay duda, ambas aspiran a la sucesión del enterrador del PRI en la presidencia de México, pero los buenos deseos no bastan, se requiere algo más que buenas intenciones y es aquí en donde a mi juicio la alianza PAN-PRD en Veracruz está en desventaja frente a MORENA.

A la cabeza de dicho contubernio sui generis de intereses locales en el que el sol azteca va sobre la espalda del blanquiazul, se ubica al actual mini gobernador Yunes Linares, cuya visión de mediano y largo plazo es prácticamente nula al estar obsesionado más en atacar fantasmas del pasado que en gobernar con visión de futuro.

Al frente de las huestes azul-negro amarillas, no tiene nada que ofrecer a una sociedad ávida de cambios que positivamente pongan al alcance de los electores mejores condiciones de vida material, política y social. No existe, cuando menos en el discurso, un proyecto-programa de acción que apunte al mediano y largo plazo; el quehacer político se reduce a una coyuntura inmediatista en el que el objetivo último es borrar del mapa a las corrientes fidelistas y duartistas enquistadas en la administración pública estatal y municipal. Ya mañana Dios dirá.

Por el contrario, MORENA –siempre a la luz del discurso- tiene más claro que el objetivo último es ganar la guerra y no solamente batallas aisladas; ofertando al electorado lo mismo hipotéticas respuestas a la coyuntura que se vive en Veracruz que expectativas, más o menos viables de florecer, plasmadas en un nuevo proyecto de nación enmarcado por un escenario internacional fuente permanente de incertidumbre, descontento y hartazgo ciudadano; vinculando el sentir popular frente a un gobierno local transitorio, “zombi” con poco dinero en efectivo y mucha deuda e incapaz de auspiciar crecimiento y desarrollo, con el pésimo gobierno priísta de Peña Nieto que lastima lo mismo inteligencia que el bolsillo de las mayorías.

Líneas arriba insisto en que mi apreciación se sustenta en el discurso-mensaje político electoral. Los hechos concretos están aún por verse en el marco de la terca realidad, toda vez que depende en mucho el que MORENA sepa capitalizar a su favor la batalla del 2017, aglutinando a la mayoría electoral en torno a democracia e inclusión en su base militante y corriente de simpatizantes para convencer a los indecisos; implicando esto el mayor esfuerzo por seleccionar a los mejores candidatos con amplia aceptación a las gubernaturas edilicias. Y aquí es donde, a mi juicio, la marrana tuerce el rabo, cuando el discurso no se hace acompañar por una praxis congruente y consecuente menospreciando a las bases y pragmáticamente recurriendo a prácticas antidemocráticas y antipopulares presuntamente superadas, dejando en manos de Andrés Manuel López Obrador la última palabra, cuando es evidente que este desconoce antecedentes, probada militancia y nivel de compromiso para con el partido y ciudadanía de la mayoría de los que -dejándose llevar por lo que la dirigencia estatal recomienda-,  con su dedo señale como precandidatos y candidatos en su momento a contender por las alcaldías.

En las filas de MORENA ni están todos los que son ni son todos los que están, dejando abierta la puerta de acceso a oportunistas de toda laya como le consta a los veracruzanos, y en ello debe poner atención tanto el líder moral del partido-movimiento como la dirigencia nacional, evitando lastimar a una militancia auténtica que a brazo partido se ha rajado el cuero acompañando a López Obrador en la lucha por la soberanía nacional y defensa del petróleo desde el 2006.

Mostrar el músculo, evidenciando la fortaleza de MORENA frente a la alianza PAN-PRD como gobierno local,  como se observara el pasado domingo en la capital veracruzana, no basta si el objetivo último es ganar la guerra. Por si no lo sabe Andrés Manuel, un buen de veracruzanos ya aprendió a leer entre líneas; cansados y agotados están de más de lo mismo y este malestar se inicia y concreta a partir de los gobiernos municipales.

Ganar una batalla a cualquier precio puede significar el perder la guerra.

Hojas que se lleva el viento

En plena incertidumbre y a goteo las arcas públicas en materia de convenios de comunicación y propaganda, la mayoría de la prensa veracruzana añorando el pasado da palos de ciego en torno a la vida política de la entidad; aspirando entre sueños al retorno a un pasado que Yunes Linares pretende sepultar. Solo así se explica que el cada vez más estrecho círculo priísta siga figurando de manera relevante en notas de prensa y columnas políticas, dándole más importancia que la que en la realidad tiene o pretende tener. Situación inercial que habrá de reflejarse durante el Foro “Medios de comunicación, comunicadores, libertad de expresión y derecho a la información”, que se realizará los días 13 y 14 de febrero en las instalaciones del Congreso del Estado y convocado por Instituciones de educación superior, públicas y privadas de la entidad.

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Si el gobernador veracruzano Miguel Ángel Yunes Linares no alcanzó su propósito de “cimbrar a México”, Andrés Manuel lo logró con creces con tres magnas concentraciones en Michoacán, Estado de México y Veracruz en las que se ratificara el “Acuerdo político de unidad por la prosperidad del pueblo y el renacimiento de México”. Confirmándose la amplia ventaja del tabasqueño rumbo al 2018 y un PRI que se desdibuja en el escenario nacional.

Y a propósito de Don Miguel Ángel, ni la burla perdona al afirmar que la prioridad de su administración es “Combatir la pobreza y el rezago social… por lo que se mejorará la calidad de vida de un millón de familias en materia de alimentación, salud, vivienda, educación y bienestar”. Ni dinero ni tiempo, tampoco claridad respecto a lo que en Veracruz representa pobreza y desigualdad, pero sí tremendismo mediático de un triunfalismo sin sustento. Javier Duarte al inicio de su mandato afirmó lo mismo, sólo que con mayor modestia, pues sólo se comprometió a reducir la pobreza en un 50%.

Xalapa, Ver., febrero 8 de 2017

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Pulso crítico

Enrique Olivera Arce

En la política estatal como en el clima, la primavera inicia lloviendo sobre mojado.

Tanto se ha abusado de la crítica, el cuestionamiento y la denuncia mediática de lo que en lo interno y externo abruma a una administración pública estatal que con el Sr. Javier Duarte de Ochoa ha venido transitando sin rumbo, sin brújula y sin proyecto claro y contundente, que todo lo que pudiera decirse está dicho y todo lo que pudiera tener de punible a la luz de un auténtico Estado de derecho, “ni perjudica ni beneficia sino todo lo contrario”.

No pasa nada ni pasará, el fracaso de un gobierno, corrupción impune y simulación compartida, vacunados.

Crítica y denuncia al paso del tiempo, se transformó para la opinión pública en un lugar común irrelevante. A lo hecho pecho, indiferencia y cinismo en los de arriba, rabia e impotencia en los de abajo, es la triste y terca realidad que hoy se vive en Veracruz.

Frente a lo reiterativo nada pasa y si pasa, el hilo se revienta por lo más delgado, se castiga a quien agarra la pata y se premia a quien la mata. La corrupción impune se impone por sobre lo que la gente pudiere pensar sobre una administración pública fallida.

Si acaso, este lugar común sirve al interés partidista en un año electoral y/o al anticipado proselitismo con vías a las elecciones del 2016 y 2018. Utilizado como herramental mediático de descalificación y posicionamiento de tal o cual actor en el ánimo de votantes potenciales.

En tanto que la crítica fundamentada, denuncia, señalamiento, especulación y denuncia no hacen la menor mella en los círculos del poder público estatal, no contribuyendo a una sana autocrítica del gobernador para corregir y enderezar el rumbo, si contribuyen a una mayor opacidad, al cinismo y descaro, operando a favor de un gatopardismo en el que el más de lo mismo se impone, desgastando todo intento bien intencionado de los veracruzanos por salvar el bache de una crisis económica y social que se profundiza.

La nula atención gubernamental a marchas, plantones, ignominiosa desnudez femenina en la vía pública, y exigencias de diversos sectores de la población, es otro lugar común que no sirve para otra cosa que justificar el talante crítico que la audiencia espera de los medios de comunicación. Ni se observa ni se escucha, bajo el manido criterio o estrategia mediática de una administración pública convencida de que ocultar la realidad con un dedo es sinónimo de gobernabilidad. Aquí no pasa nada y, si pasa, que mejor que achacar el entuerto a la caída del precio del petróleo, el recorte presupuestal federal, o al descalabro del peso frente al US dólar. La quiebra financiera, moral y política que en el gobierno del Sr. Duarte de Ochoa se vive, se ventila ante la opinión pública como consecuencia de factores externos y no como ineficiencia, improvisación, ignorancia y evidente corrupción; la irritación por la paja en el ojo ajeno es mayor que la ceguera que la viga en el propio impide aquilatar el peso de una necia realidad.

La cuantiosa deuda nunca aclarada, el triunfalismo sin sustento, la quiebra de las arcas públicas, la incapacidad para llevar a Veracruz a buen puerto, no cuentan, no existen en el catálogo de problemas e insuficiencias del gobierno a cargo del Sr. Duarte de Ochoa. Corrupción, opacidad e impunidad sólo anidan en la mente aviesa de los agoreros del desastre, o es tema intrínsecamente argumentado con fines electorales.

En este escenario en el que los lugares comunes cierran un círculo perverso, Veracruz se debate entre la incertidumbre y la duda, esperando una respuesta clara y contundente a una compleja problemática en la que más allá de los escollos nacionales, consecuencia de una crisis global mucho más amplia que la simple ineficacia de un gobierno que transita por senderos equívocos, se genera y sustenta hoy día lo mismo en la ausencia de gobierno que en la omnipresente corrupción e impunidad que campeando en todo lo alto califica la gestión del Sr. Duarte de Ochoa.

¿Qué sigue?

Se pregunta la gente, a la par que expresa un no más a crítica, cuestionamiento y denuncia estériles, esperando una respuesta válida al ¿qué hacer? para retomar rumbo.

No más discurso y especulación sobre un oscuro pasado, es la exigencia popular a partidos, clase política y medios de comunicación, cuando ya no se puede desandar lo andado. Los veracruzanos quieren luz al final del túnel no ramplonas “reingenierías” ni promesas de hacer valer el peso de una ley que no sea la de Herodes para limpia el cochinero. Ya nos jodieron, ¿qué hacer para que no nos vuelvan a joder?

No queda otro camino que el de propuestas viables enriquecidas con participación responsable y consecuente de todos. Respuestas concretas al ¿qué hacer?, surgidas desde abajo y con el peso político que la sociedad otorga a quienes comprometidos están por rescatar democracia, bien común y buen gobierno. Propuestas ciudadanas para salir del bache, aquí, hoy y no para un mañana incierto, es el reclamo.

¿Estarían dispuestos los veracruzanos a afrontar el reto? Por el bien de todos, espero que así sea.

Hojas que se lleva el viento.

Más que anticipado el “destape” por interpósita persona del senador Yunes Zorrilla para la candidatura priísta al gobierno de dos años, tras igual número de años de un obvio proselitismo que más que fortalecerle en sus aspiraciones, lo ha venido exhibiendo ante la opinión pública como uno más de los aprendices de brujo que bajo paradigmas neoliberales han hundido a México. Co artífice como presidente de la Comisión de Hacienda y Crédito Público del Senado, lo mismo de “reformas estructurales” que no inciden en los problemas estructurales sustantivos que históricamente arrastra el país, como de políticas públicas equívocas y fallidas que más que combatir y abatir desigualdad y pobreza, conducen economía y empleo al despeñadero, nada nuevo y relevante para enderezar rumbo en la entidad oferta a los veracruzanos. Más de lo mismo, si acaso, prolongando la agonía de un Veracruz que exige mejor destino.

Lo reitero, con un Yunes, rojo, azul o tornasol, o un Juan de los Palotes, dos años no son suficientes para barrer bajo la alfombra, restaurar solvencia en las arcas públicas y corregir rumbo para recobrar confianza y credibilidad en el hoy fallido gobierno veracruzano. Con su tempranero destape “Pepe” Yunes avala hoy y no mañana el perverso juego transexenal de Herrera-Duarte, reflejado en la anti popular gubernatura de dos años para un Veracruz tendido en la lona. Seis años o nada, debería ser en congruencia a lo que le apuesten quienes realmente estén dispuestos a servir con honestidad y buen juicio a los veracruzanos todos.

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“Desde el Ayuntamiento de Xalapa impulsamos una política incluyente, con perspectiva de género, para fortalecer los derechos y valores de las mujeres en nuestra sociedad”, afirma Américo Zúñiga Martínez, alcalde de Xalapa. Quizá por esa política incluyente es que tolera en nuestra ciudad capital el bochornoso e indigno espectáculo de Cesar del Ángel y sus pupilas desnudas en la vía pública.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

La participación de la industria naval veracruzana en la construcción de flota menor de Pemex, sin duda es una buena noticia. 30 años de capacidad instalada en franco desuso no son cualquier cosa, si tomamos en cuenta el efecto multiplicador de una actividad que requiere de tecnología, materia prima, suministros y equipo y, sin duda, de mano de obra especializada con alto nivel de calificación.

Y si la industria naval asentada en el puerto de Veracruz a lo largo de tres décadas vegetara de espaldas al mar, habría que preguntarse entonces cuantas décadas atrás nuestra entidad se ha manifestado ajena al potencial que nos ofrece un litoral de más de 700 kilómetros de extensión. Si de aprovechar nuestros recursos costeros se trata, que mejor que hacerlo por la vía inmobiliaria y una incipiente industria sin chimeneas, negocios presuntamente más lucrativos y con recuperación casi inmediata del capital invertido, sin importar si estas actividades atenten contra el medio ambiente y sean altamente vulnerables a los caprichos de la naturaleza.

Para quien esto escribe, a vuela pájaro, baste señalar que cuando se habla y festina de la activación de la industria naval veracruzana, lejos se está de considerar a esta actividad como un renglón sustantivo del comercio marítimo de cabotaje y de la pesca de altamar, y de cómo podría incidir en incrementos de producción, productividad, abatimiento de costos y derrama económica en un marco de integralidad en el aprovechamiento de nuestros recursos costeros.

Industria pesquera

Se ha hablado mucho de la importancia que la pesca tiene en la economía veracruzana; se ha presumido del aporte veracruzano al mercado y consumo de alimentos pero, en realidad, lejos estamos de aprovechar toda su potencialidad. Nuestra pesca se sustenta en actividades ribereñas y acuacultura rústica en aguas interiores que, en términos latos se reduce a una actividad primaria, meramente extractiva y muy lejos del status deseable de una industria próspera, tecnológicamente avanzada con un impresionante efecto multiplicador sustentando a otras ramas industriales afines, diversificación productiva, protección del medio ambiente y expansión del empleo tanto en cantidad como en calificación.

Correspondería a los expertos dar cuenta del desempeño de la actividad pesquera en la entidad y de cómo esta incide en la economía estatal, trátese lo mismo de inversión, composición del capital, capacidad instalada, empleo y volúmenes de producción que a su vez, inciden en ingreso y calidad de vida de quienes participan de los beneficios de esta actividad.

Sin embargo, muy poco podrían hablar de las actividades concurrentes que le dan soporte.
Veracruz no cuenta en cantidad y calidad con una industria naval que distribuida a lo largo del litoral surta de embarcaciones de mediana altura y de altura a la actividad pesquera.

Tampoco se conoce de empresas productoras de avíos y artes de pesca o de volúmenes importantes de financiamiento bancario refaccionario y de avío a los productores. Siendo también prácticamente nula la presencia a lo largo del litoral de una red integral de frío para la conservación y transformación, así como de transporte especializado que aporten a una mejor calidad de los productos pesqueros en el mercado nacional e internacional.

La sola inexistencia de este soporte, habla por sí de que en pesca, a diferencia de otras entidades federativas lo mismo en el litoral del Golfo de México que en el del Pacífico o mar Caribe, estamos en pañales desaprovechando nuestro potencial y especulando siempre de espaldas al mar de la riqueza de nuestras costas.

Que mayor prueba que el considerar a la actividad pesquera veracruzana como renglón productivo marginal, ajena a la promoción industrial y atendida como patito feo por una dependencia ineficiente e ineficaz como la Sedarpa, incapaz esta de encauzar por mejores caminos a la pesca artesanal ribereña y a una acuacultura incipiente y tecnológicamente atrasada.

Lo paradójico es que Veracruz ha contado desde hace varias décadas con la carrera de ingeniería naval de la UV, con escuelas técnicas pesqueras a nivel de bachillerato y con un Instituto Tecnológico del Mar, cuyo potencial ha sido miserablemente desaprovechado y peor aún, ignorado por las autoridades en sus fastuosos programas de promoción económica.

Recuerdo bien que ya en tiempos del presidente Ruíz Cortines se hablaba de la marcha al mar. No pasó de un slogan de moda para la entidad veracruzana. En sexenios posteriores se creó la planta industrial de Productos Pesqueros Mexicanos en Alvarado, correspondiendo a los lugareños y al gobierno estatal el dejarle morir. Con el presidente López Portillo se dotó a las cooperativas veracruzanas de barcos camaroneros de median altura, crédito, asistencia técnica y canales de comercialización nacionales y en el exterior -respaldados por Productos Pesqueros Mexicanos y Ocean Garden-, hoy estas naves yacen hundidas en la laguna de Alvarado.

Es obvio y de todos conocido que Veracruz no está aprovechando las ventajas comparativas que le ofrece su exuberante potencial en recursos naturales, clima, población y ubicación geográfica. Baste señalar que el peso específico en la economía agraria veracruzana descansa en el monocultivo de la caña de azúcar -empobrecedor del suelo, con muy bajos índices de productividad- , así como el proceso industrial de la gramínea, obsoleto, en decadencia y permanentemente subsidiado, son una pequeña muestra de ello y, ni qué decir de una ganadería extensiva depredadora del medio ambiente, tecnológicamente atrasada e inserta en un mercado volátil que frena reinversión y expectativas de mejoría para los productores. El permanente ignorar por décadas a la industria pesquera y su rico potencial a lo largo de más de 700 kilómetros del litoral veracruzano, lo confirman.

Hojas que se lleva el viento

En el marco de la celebración del Día de la Libertad de Expresión, se teje fino en la transformación de “tigres de papel” en confortable zalea para amortiguar los pasos de los adelantados por los escabrosos senderos de la simulación y el engaño.

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J. Enrique Olivera Arce

Valiéndose del hecho de que no existe oposición partidista al frente,  el gobernador Duarte de Ochoa turna a la legislatura (sin H y con minúsculas) la iniciativa de ley de armonización educativa para el estado de Veracruz y, en menos de 24 horas,  con una abstención y 2 votos en contra, los diputados pastoreados por el priísta Juan Nicolás callejas Arroyo la aprueban sin mediar nada que justifique, tanto inusitada premura como legalidad del agandalle y, mucho menos legitimidad social de dicho ordenamiento. ¡No tienen vergüenza!

Para colmo, Emilio Chuayffet, Secretario de Educación, insinúa que la aprobación de la ley estatal de marras será impugnada por la federación por contravenir lo dispuesto en la reforma educativa peñista (Sociedad 0.3, marzo 5 de 2014).

Si en el pasado para los priístas aquello de que la forma es fondo se tomaba en consideración en los actos de gobierno para taparle el ojo al macho, esto se perdió. La suerte sigue al principal y las decisiones se toman sin más con cinismo y descaro. Y así como hoy el presidente Peña deja atrás la sana distancia con su partido,  pasándose por el arco del triunfo el gobernar para y con todos a que obliga una sociedad plural, en Veracruz la desvergüenza de una dócil y ovejuna pseudo representación popular, se pasa por lo más pando a sus representados, votando al vapor, sobre las rodillas y sin el menor apego a las formas, una inconsulta ley que por principio es rechazada por el principal interesado y afectado como es el magisterio veracruzano.

Pueden cantar a los cuatro vientos que la legislación aprobada está plagada de bondades y beneficios y que sólo es rechazada por una “minoría de güevones”, pero eso no obsta para que conste  el que la ciudadanía se sienta engañada y burlada una vez más por un gobernante y sus lacayos que no dejan de pensar que gobiernan para un pueblo de menores de edad.

Y aquí cabe también calificar como lacayuno el aval al gobernador y sus diputados por parte de los espurios liderazgos oficiales y oficiosos del sindicalismo magisterial, mafia al servicio PRI-gobierno y parte sustantiva de la corrupción en el sector educativo.

Qué bueno que este vergonzoso y ofensivo desaire a la ciudadanía ocurre durante las fiestas de carnaval. Así queda exhibida la mayoría de la diputación local como lo que son: simple comparsa de simuladores que bailan al son que toque el  ahora madrugador gobernador. Ojala y esta imagen perdure en la mente de los veracruzanos para, con todo derecho de causa, den la espalda a la partidocracia en los próximos procesos electorales.

Votar ya no tiene sentido. Si el concurrir a las urnas se consideraba como la única oportunidad de expresarse en democracia frente a un régimen político caduco, autoritario y corrupto, esta oportunidad ya está cerrada.

Las formas hablan por el fondo, democracia representativa deviene en caldo de cultivo para simulación, gatopardismo, corrupción e impunidad sin el menor respeto a los votantes. Y aún hay más, aprobada la ley de marras no garantiza su cumplimiento… Al tiempo

Y a otra cosa mariposa, a propósito de dignidad.

Lamentable es que el gremio de los tundeteclas de a pie renuncien de un día para otro a su rabia y sed de justicia a cambio de un frugal desayuno invitado por el Sr. Dr. Duarte de Ochoa. Lo que hoy se ve a continuación de la rueda de prensa que el gobernador ofrece los lunes, ni es acercamiento con los periodistas ni mucho menos con los veracruzanos todos. Tampoco nueva cara del duartismo como dicen los apologistas de la prosperidad mediática; es simple y llanamente una faceta demagógica más de simulación con la que entre medias verdades y medias mentiras, el poder público pretende reconciliarse con una sociedad que acumula frustración y hartazgo.

Si los reporteros de los diversos medios de comunicación de la capital veracruzana lo que buscan para ganarse el pan de cada día es información de primera mano, no necesitan de que medie un desayuno salpicado de chistes y frivolidades para cumplir con su tarea. Básteles con “refritear” el boletín de prensa que publica la oficina de prensa en la Internet dando cuenta cotidiana de las ocurrencias de la administración pública estatal. Poco profesional, pero seguramente más digno para quienes quieran y estén dispuestos a respetarse  a sí mismos.

Hojas que se lleva el viento

El tiempo transcurre y la población observa. El beneficio de la duda otorgado al joven alcalde de la capital veracruzana, tiene límites. Desde estas líneas recordamos al Sr. Zúñiga Martínez que para cada xalapeño la ciudad empieza en su calle. Cerros de basura en las esquinas, profundos y amplios baches en calles y avenidas, talleres mecánicos y auto perreras o auto macetas a media calle, pésimo y caro servicio de transporte público, nula vigilancia nocturna, desorden en tianguis y mercados sobre ruedas e incuestionables daños a terceros por el comercio informal tolerado, no es la imagen que deseamos para una ciudad que será sede de los más deslucidos Juegos Centroamericanos y del Caribe de que se tenga memoria. Antes que costosas obras de relumbrón, a lo que la ciudadanía aspira es a una ciudad limpia, ordenada, habitable, segura  y digna para propios y extraños…  Ojo, Sr. Alcalde.

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J. Enrique Olivera Arce

Es preciso revertir una peligrosa tendencia que se sintetiza en una consigna rayana en el suicidio: “al enemigo no se lo estudia sino que se lo combate.” Atilio A. Boron

Los tragos decembrinos no son buenos consejeros cuando de satisfacer el ego y alimentar el morbo de lo más atrasado de los lectores se trata. Sólo así se explica el que un renombrado periodista veracruzano afirmara sin más que “cualquier pendejo es presidente”, haciendo referencia a la elección y presuntas reformas estructurales del Sr. Peña Nieto.

Ligereza e irresponsabilidad cuando cualquier papanatas se asume periodista, porque si de algo carece el presidente de México es del atributo que el culto tundeteclas le atribuye.

Una cosa es estar en desacuerdo con su entreguista estrategia y desempeño neoliberal y otra, muy distinta, el considerar que esté actuando por ignorancia y  sin conocimiento de causa en asuntos de la mayor trascendencia para el presente y futuro de México.

Atribuirle debilidad mental  al presidente es ignorancia supina de quien cuelga la etiqueta; el Sr. Peña desde su toma de posesión hizo suyos los tiempos, jugó en abierto sus cartas, incorporó al PAN y a la izquierda electoral al llamado pacto por México, haciéndoles partícipes de la traición a México; propició una amplia difusión de sus pretensiones privatizadoras, dando lugar de facto a un amplio debate público al que no faltó lo más lúcido de la academia,  sin ceder en lo más mínimo en su propósito imponiéndose a la crítica y a la protesta popular.

Por la vía del fast track, contando con la complicidad de senadores y diputados, salió avante con sus presuntas reformas estructurales. Aprobadas estas por el Congreso de la Unión y ya promulgadas, nos guste o no, son de observancia general.

Los resultados son los que cuentan y, aunque a mi juicio pírrico e ilegitimo, no se le puede escatimar al Sr. Peña un triunfo fruto de alguien que sabe como mover el abanico en un sistema político decadente y antidemocrático que responde a intereses ajenos a los más caros de la Nación.

De paso, alineó a la mayoría de los gobernadores en su propósito de restauración del viejo régimen presidencialista, recuperando para el centro el control de las entidades federativas en manos de cuasi virreyes.

Y por si fuera poco, eliminó al PRD como expresión opositora en el Congreso de la Unión jugándole el dedo en la boca; poniéndole la zanahoria por delante, en éste se apoyó para dar paso a un nefasto bipartidismo de ultraderecha que está llegando para quedarse.

Y aún hay más.

Así las cosas, el Sr. Peña no es ningún “pendejo”. Que no nos guste el modo es otra cosa. Que el pueblo de México perdido en la indiferencia y en el “buen fin” previo al canto de los villancicos navideños, haya optado por dejar hacer, dejar pasar, descansando en lo que bien a bien pudiera hacer el oportunista y acomodaticio PRD en contra de la aprobación de las reformas, es diferente.

Como otra cosa también es el hecho de que las clases medias empobrecidas y sin conciencia plena de su situación y expectativas económicas y sociales, en su momento le dieran la espalda a López Obrador y su movimiento en contra de la privatización de la industria petrolera nacional.

Hoy, a toro pasado, se reacciona mal y  tardíamente. Frente al autoritarismo de una nueva manifestación del presidencialismo centralista, ante hechos consumados gritos y sombrerazos y,  peor aún, expresiones soeces fruto de incomprensión e impotencia cuando lo que cabe es la reflexión y autocrítica constructiva por aquello que como mexicanos no hemos sabido o no hemos querido defender.

Ofender al hombre sin referencia al sistema que contextualiza el ejercicio del poder, o es ignorancia o pedestre mala fe. Ubicar los propósitos privatizadores como debilidad mental de un presidente y no como objetivos sistémicos neoliberales de ajuste global, es ignorar la realidad del mundo y el papel que a México históricamente le asignan poderosos intereses de nuestro vecino del norte.

El ofendido es presidente de la República, el que ofende es cuenta cuentos pueblerino, he ahí la pequeña diferencia.

Paradójico, quien acusa al gobernador de Veracruz de restringir la libertad de expresión, cae en el más corriente libertinaje en el ejercicio de la libertad que dice vulnerada. Ayuno de ideas arremete contra molinos de viento, haciendo de la crítica vulgar parodia de un aldeano tundeteclas que así mismo se cuelga del pescuezo la etiqueta: “Cualquier pendejo es periodista”.- Cd. Caucel, Yucatán, diciembre 30 de 2013.

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J. Enrique Olivera Arce

En toda reunión familiar o entre amigos, nunca se deja de tocar el tema de la corrupción y su inseparable compañera, una evidente impunidad. Lo mismo se hace referencia al gobierno en general, a un partido político o bien, a un servidor público en lo específico. Todo mundo opina, ilustra la platica con ejemplos, la mayoría por todos conocidos y, a continuación viene todo un rosario de lamentaciones, concluyéndose que no se puede hacer nada para frenar tal fenómeno antisocial, “la corrupción somos todos” y, con ello se da por concluido el tema para pasar a hablar de futbol o de la estrellita de moda de la tele su vida privada y sus escándalos públicos.  

Nada que indique una acción propositiva que mueva y conmueva, todo queda en el terreno de la crítica estéril. Nada que abone a tomar conciencia de la necesidad de participar responsablemente, coadyuvando en el combate a la corrupción y su negativa secuela de enriquecimiento más que explicable e ilícito de tal o cual servidor público o particular involucrado. Las cosas son como son y es la condición humana la culpable. Hasta ahí llega el deshoje de la margarita. 

El proceso electoral en marcha, da para eso y más entre la gran familia veracruzana. Trátese de aspirantes a diputados o alcaldes, o de quien o quienes desde la cúpula del poder, mueven la cuna para que los momios cuadren y se de sin sobresaltos el relevo en la Legislatura local o en las autoridades edilicias. 

Nadi habla de virtudes, capacidades y buenos propósitos. La cola es demasiado larga como para que cualquier candidato corra el riesgo de que se la pisen. Nadie se salva del escarnio público y los medios informativos poniendo más leña al fuego, se encargan de darle sabor al caldo con estudiadas denuncias que no conducen a nada, salvo para restarle presión a la inconformidad y el hartazgo social.  

Ah, pero eso, sí, a toro pasado todo mundo se encarga de justificar la caída en desgracia de tal o cual fulano o fulana, atribuyéndole causas y razones que a lo largo de su desempeño público nadie tocó, salvo en los terrenos del rumor y la especulación. Muerto el rey viva el rey… el que sale se constituye en enemigo público en tanto no vuelva a ser premiado y,  el que entra, si sabe aceitar bien la maquinaria, “corregirá entuertos y limpiará la casa”.  “Si da, es amigo”, o todo lo contrario. 

Nadie objeta, todo se acepta sin chistar para, a soto voce, escudriñar vida y milagros del favorecido, desatando nueva andanada de rumores y maledicencias. Y así es y será todos los días en la tertulia jarocha. 

Los recientes cambios en el gabinete duartista se inscriben en este nefasto escenario, mientras la simulación, la corrupción y su correlativa dosis de impunidad permanecen intocados. “La culpa es de todos por no exigir”, se concluye en la tertulia y vuelta a lo mismo, cerrándose el círculo.  

Igual fenómeno se da en torno a la alcaldesa de la capital veracruzana. Teniéndose los pelos en la mano se le señala corrupción e ineficiencia y todo queda en simple rumor. Nadie se atreve a intentar siquiera el recurrir a la vía legal para ponerle en su lugar. Mucho menos la prensa, que para silenciar la crítica ciudadana recibe parte de los más de cuarenta millones que Elizabeth Morales destina anualmente para proyectar su imagen y pretendidos logros que a nadie satisfacen. 

Ciudadanía veracruzana sin ciudadanos. En este escenario, de manera acrítica e irresponsable se premia o se castiga en las urnas a los candidatos impuestos desde la cúpula del poder. 

El proceso electoral en curso no escapa a esta situación. El escrutinio público a que se somete a los aspirantes a un cargo de elección popular, se reduce a una simple especulación en torno a si es bien o mal visto por el gobernador, atendiendo a si supo o no brillar entre el montón a ojos e intereses del gobernante. La ciudadanía no participa en la selección de candidatos, nos los imponen, luego el desquite por su condición de mirón de palo en una democracia simulada, transita por el torcido camino del rumor y la maledicencia. Nadie exige sus derechos, nadie está dispuesto a cumplir con su deber cívico.  

Es más cómodo pontificar a salvo en la tertulia,  especulando en torno a si los candidatos han sido palomeados por el gobernante en turno o por su antecesor, de quien se dice que ya armó todo el tinglado colocando a sus alfiles en lugares clave para asegurar  la sucesión al Dr. Javier Duarte, una que responda a los intereses de la púrpura «fidelidad». 

«El gobernador ya abdicó en beneficio de Fidel», se dice, corriendo de boca en boca el rumor.

El Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa, gobernador de Veracruz, se ufana de que la entidad se cuenta con   “una sociedad con una gran estatura cívica, con una cultura democrática de primer nivel”. Desconozco cuales sean los parámetros de medición para arribar a tal conclusión pero, la verdad a mi juicio es que el señor está muy lejos de percibir nuestra realidad o bien, adula al pueblo con no muy claros propósitos. La muy baja estatura moral de la clase política veracruzana se hace acompañar de ciudadanos siempre dispuestos a dejar hacer dejar pasar, enanos que, en el estira y afloja de la vida cotidiana, se abstienen de crecer participando en su propia formación ciudadana. Quizá esto explique el por qué la clase política vea en el pueblo a una muchedumbre de menores de edad a los que hay que hablarles y tratarles como tales. 

No es que así sea nuestra condición de seres humanos. Nada nos impide crecer, salvo la carencia de una mejor y más amplia educación que lleve implícito el alimento vital de la cultura. Lo que no nos proporcionará ninguna reforma oficial por más que se le llame “estructural”. La educación se mama, decía mi abuela. Empieza en casa y se fortalece en la escuela, en el trabajo y con la participación consecuente en la comunidad. Así pensaban nuestros ancestros, hoy eso se ha olvidado.  

Cada quien para su santo, rascándose con sus propias uñas, dando la espalda a la sociedad que le cobija. No basta la suma aritmética de individualidades, la calidad de ciudadano se adquiere y se construye participando colectivamente en la también construcción del bien común. 

¿Cómo y cuando crecer para alcanzar tal calidad de ciudadanos? No hay recetas, depende de cada uno de nosotros. Pero de lo que si estoy seguro es que en el camino de la participación conciente y consecuente, con aciertos y errores, en un proceso colectivo permanente de aproximaciones sucesivas en la búsqueda de una auténtica democracia, encontraremos la mejor escuela para lograrlo. Respetuosamente propongo dejemos de ser los enanos de siempre y atrevámonos a ser ciudadanos.   

Hojas que se lleva el viento

Por razones ajenas a nuestra la voluntad, el semanario en línea  “Pulso crítico” nuevamente aparece en la Internet como “sitio suspendido”. Desde estas líneas pedimos disculpas a nuestra estimable audiencia. Xalapa, Ver., a 13 de marzo de 2013.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Cuanto más corrompido es el Estado, más numerosas las leyes, decía, y sabía por qué lo decía, Tácito (Publius Cornelius Tacitus), historiador, senador, cónsul y gobernador del imperio romano.  José Blanco

La evidente derrota de Peña Nieto en Veracruz tiene muchas lecturas, tela de donde cortar sobra, sin embargo no puede hacerse de lado que el voto anti priísta ha estado y sigue siendo alimentado por el propio gobernador emanado de las filas del tricolor. Aunado a la parálisis gubernamental resultante de los cuantiosos adeudos heredados de la administración fidelista, como de manera reiterada se ha estado señalando a lo largo de más de 18 meses, el gastado discurso triunfalista con el que mediáticamente el Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa adorna su precario paso por la titularidad del poder ejecutivo estatal, más que convencer lastima, ofende la inteligencia de los veracruzanos y genera rechazo más que aceptación, reflejándose ello en las urnas.

Carente de sustento, el triunfalismo de saliva, onerosamente soportado con propaganda política pagada (¿o fiada? Inserta cotidianamente en los medios de comunicación, choca lo mismo con la realidad que con la percepción ciudadana, deslegitimando el quehacer de la administración pública y poniendo en duda el manido slogan publicitario que afirma que “el PRI si sabe gobernar”. Los hechos, frente al palabrerío hueco, desmienten tiro por viaje al gobernador Duarte de Ochoa. Lo mismo trátese de seguridad pública, procuración e impartición de justicia, que de crecimiento económico, generación de empleos ó bienestar de la gran familia veracruzana.

No hay día que mediáticamente no se destaque el primerísimo lugar que ocupa la entidad en el camino del progreso y la prosperidad. Cuando simplemente se trata de tapar el sol con un dedo para tratar de ocultar lo que la realidad ofrece a la gran mayoría del sufrido pueblo gobernado por el Sr. Dr. Duarte de Ochoa, que en más del cincuenta por ciento rasguña los umbrales de la pobreza, el abandono y la desesperanza.

El discurso triunfalista si desde el inicio de la actual administración como continuidad de la precedente, fuera desmentido por la realidad misma, a estas alturas, actúa en contrario de los propósitos de legitimación de una administración pública calificada por la ciudadanía como inepta, proclive a la corrupción y ajena a las necesidades reales y sentidas de la población.

Paradójicamente, cuando el gobierno estatal se declara satisfecho por encontrarse a la vanguardia en materia legislativa frente al cambio climático, la Secretaría de la Función Pública exhibe a Veracruz como un pésimo administrador de los recursos que por conducto del FONDEN, se destinan a paliar los efectos de fenómenos climatológicos que en los últimos años afectaran social y económicamente a miles de familias veracruzanas. Improvisación, simulación y corrupción frente al desastre y no previsión, racionalidad y honestidad, arrojan las estimaciones del gobierno federal respecto a la atención de regiones enteras afectadas.

Lo que apenas se calificara como tormenta tropical puso al desnudo el nivel de previsión, políticas públicas y eficacia operativa del gobierno estatal. “Ernesto” exhibió lo mismo la indefensión de Veracruz frente a fenómenos naturales como la ineficacia de una legislación a modo en materia de prevención frente al cambio climático. La ley no controla a la naturaleza ni esta respeta esfuerzos legislativos que buscan taparle el ojo al macho. Sin la acción consecuente de autoridades y población, la ley es letra muerta. Veracruz en materia de prevención, si que es un desastre, como lo señala la Secretaría de la Función Pública.

Y así como se señala tal contradicción, lo mismo se podría destacar otras de igual o mayor envergadura. Lo mismo en turismo, educación, salud, generación de empleo, seguridad pública, agricultura y ganadería, desarrollo urbano, comunicaciones y transporte, obra pública, que en gobernabilidad y transparencia, Veracruz a los ojos de sus habitantes es un desastre que no se corresponde con la tónica del discurso oficial preñado de triunfalismo y buenos deseos.

Las preferencias electorales expresadas el pasado primero de julio lo confirman. El voto en contra del PRI y de su candidato presidencial, fue voto de castigo. Nadie en su sano juicio calificaría con nota de excelencia a la administración que preside el Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa.

Se dice que el Sr. Peña llamará a cuentas al gobernador veracruzano. Lo deseable es que sean los propios veracruzanos los que juzguen, califiquen y exijan cuentas claras, en un esfuerzo por corregir y enderezar el rumbo de la administración pública que hoy padecemos. Los votos perdidos por el PRI son palo dado, lo que cuenta en adelante es saber si Duarte de Ochoa está dispuesto a corregir.

Tal para cual

Lo mismo podría decirse de la administración pública que a nivel municipal preside la alcaldesa Elizabeth Morales en la capital del estado. Mucha saliva, mucha paja verbal y excesivo y oneroso apoyo brindado por los medios de comunicación, pero el ruido no se hace acompañar de ls nueces esperadas, como no se puede esperar cosechar peras de frondoso olmo. Son más las voces que descalifican la labor de la Sra. y su cuerpo edilicio que las que le aplauden y queman incienso a su paso. Xalapa y sus cientos de colonias colgadas de los cerros, abandonadas a su suerte o asentadas en zonas de alto riesgo, es pálido reflejo de una realidad veracruzana que no va de la mano del discurso triunfalista.

Hojas que se lleva el viento

Estamos a escasas horas del que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la federación califique la elección presidencial. Tirios y troyanos en espera de una decisión sobre un tema que se percibe ya como cosa juzgada. El resultado previsto deberá poner a prueba lo mismo a Calderón Hinojosa que al Sr. Peña. Ya veremos si a una voz desde Los Pinos, parafraseando a Alfredo V. Bonfil, “este país se incendia o se apacigua”.

En el ínter, la acometida en contra de la exigua canasta básica de la mayoría de los mexicanos va que vuela a la confirmación de que un estómago vacío ni toca buen son ni mucho menos, lo baila al ritmo que le imponen.

En la prolífica inventiva de los mexicanos ya se acuñó la frase que dice que lo mismo hay escasez de huevos en el mercado que en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Ni hablar. Mérida, Yuc., agosto 28 de 2012

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Javier Duarte de Ochoa

Todo gobernante se gana el repudio o el cariño de su pueblo con el tiempo y un ganchito, por sus obras se le reconocerá. Valorándose identificación con las necesidades reales y sentidas de sus gobernados y su visión y capacidad para, con los pies en la tierra, saber distinguir entre lo deseable y lo posible para actuar en consecuencia. La historia escrita puede manipular la verdad, destacando simulación y halagos cortesanos para calificar a un estadista, el ciudadano acude simplemente a los hechos que guardando en su memoria, dictan la última palabra.

Lo que es, es y lo demás son palabras que se lleva el viento.

En los últimos días nos hemos enterado por la prensa de una actitud asumida por la gran mayoría de nuestra aldeana clase política, en la que se reitera, a mi juicio de manera irresponsable, que no pasa nada en Veracruz, que todo va bien, minimizando el grado de deterioro del tejido social que, a lo largo y ancho de la entidad cada vez es más evidente.

Considero preocupante que lejos de ayudar al gobernador del estado en la compleja tarea que se le tiene encomendada, se le engañe, adulándole por medidas que a todas luces se podrían calificar como desaciertos y, ocultándole el hecho innegable de que conforme pasan los días, sectores importantes de la población ya expresan su percepción de que la brecha entre la administración pública y la ciudadanía se amplía.

No se toma conciencia entre la clase política de que dadas las circunstancias por las que atravesamos, la política electoral debe subordinarse al interés más general de Veracruz. En especial por lo que toca al PRI, pues no responde a ninguna lógica el que por un lado se aplauda la decisión del gobierno federal de implementar el programa “Veracruz seguro”, aceptándose tácitamente tal respuesta a la situación que se vive en la entidad y, por otro, sin más interés que lo electoral, desde diversas trincheras del tricolor se le atribuya a Calderón Hinojosa la responsabilidad única del deterioro social y económico de  México.

Resultando absurdo, por tanto, el descalificar al gobierno panista exaltando la figura del gobernador del estado, atribuyéndole ser el artífice de la propuesta que diera lugar a “Veracruz seguro”, cuando la realidad dice lo contrario, subordinando al gobernante veracruzano a las estrategias federales, coordinadas y ejecutadas bajo la conducción de un “mando único” designado desde el centro del país.

Flaco favor el de endulzarle el oído al gobernador, reflejado en los medios de comunicación veracruzanos que, en su gran mayoría, multiplican el halago cerrándose a aceptar que faltando aún ocho meses veinte días para la elección del 2012, no es el momento de lanzar cohetes sino de recoger las varas, expresándose con verdad como su función social les obliga.

Quienes aplauden y  se desviven por exaltar la acción de gobierno en Veracruz, incluida la diputación federal y local, no paran mientes en aceptar sin más que, para buscar solución a la problemática existente, Veracruz debe ceder soberanía. Realidad esta que el Dr. Duarte de Ochoa se obliga a apechugar en solitario, desprovisto incluso del respaldo de su propio partido político que, desde su dirigencia, hace como que la virgen le habla.

Hasta el momento, fuera de las interesadas zalamerías del presidente del CDE del PRI, ni la cúpula partidista nacional ni los gobernadores priístas, han dicho esta boca es mía en apoyo al gobernador de Veracruz. Antes al contrario, el senador Manlio Fabio Beltrones habló para criticarle, más por interés electoral que por aportar constructivamente a una mejor conducción de la administración pública veracruzana.

En este escenario, Javier Duarte de Ochoa, dejándose querer por un priísmo a modo, no tuvo empacho en declarar que: “Si nos atacan por ser priístas, que nos sigan atacando”.  Sin tomar en consideración que si se “le ataca” o se le cuestiona no es por ser miembro distinguido, “jefe político” de su partido en Veracruz, sino por hablar de más; reflejando lo mismo inexperiencia que desprecio a la inteligencia del pueblo que gobierna.

Dejándose envolver por el halago cortesano, no ve o no quiere ver que la lisonja no tiene más intencionalidad que satisfacer intereses personales y de grupo cuando los priístas veracruzanos mienten al gobernante, deshaciéndose en aplausos al paso del emperador estrenando vestimenta.

Sin distingo partidista, lo mismo el pueblo llano que empleadores destacados, no comulgan con el halago desmedido ni con la simulación. Dueños de su verdad percibida, esperan resultados de un gobierno para todos. Si Javier Duarte de Ochoa es priísta, tuitero de corazón, o iniciado en el dogma Peña Nieto, como lo afirma, es irrelevante. Lo que de él piden los veracruzanos es que sepa gobernar con apego a una realidad que a ratos parece rebasarle.

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 J. Enrique Olivera Arce

Mientras no escriba sobre el gobierno, la religión, la política, y otras instituciones, soy libre de escribir cualquier cosa.
Pierre Augustin Beaumarchais

El pasado martes, en la comida que con motivo de la conmemoración del “Día de la Libertad de Expresión”, ofreciera la revista veracruzana “Analisis Político” a sus colaboradores y amigos, el Maestro Guillermo Zúñiga Martínez al dirigir unas breves palabras a los presentes, entre otras cosas puntualizó que la libertad de expresión tiene carácter universal e inalienable y, en lo que toca al periodismo, honra a quien la ejerce con honestidad y compromiso con la sociedad a la que se sirve; requiriéndose valor en cada quien para expresar su verdad en libertad.

Reflexionando sobre las palabras vertidas por Zúñiga Martínez, pregunté al Maestro: ¿Cuál es el límite?

A lo que certeramente contestó: “No debería haber más límite para el ejercicio de la libertad de expresión en el periodismo, que lo que establece la ley. En cuanto al valor requerido, el límite es personal y queda sujeto a lo que a cada quien dicte su conciencia y compromiso en el desempeño de la profesión”; ejemplarizando con algunos casos en los que en los Estados Unidos de Norteamérica, destacados periodistas han puesto contra la pared a su gobierno.

Teóricamente, inobjetable la respuesta. Sin embargo, la interrogante que le formulara al Maestro, me queda en el aire, puesto que en términos prácticos, a mi juicio el límite para un sano y deseable ejercicio de la libertad de expresión en el periodismo, objetivamente no depende ni de la ley,  ni individualmente de la conciencia de cada quién salvo contadas y honrosas excepciones que efectivamente honran a la profesión.

Ello en el desafortunado contexto dentro del cual se da el periodismo en nuestro país;  atendiéndose, por un lado, a la amenaza de la violencia desatada del crimen organizado y, por el otro, a presiones autoritarias y represivas en los tres órdenes de gobierno, o bien, al interés de los poderes fácticos en atención a su rol hegemónico y necesidades de autodefensa sistémica.

 Marco que condiciona el libre ejercicio de la libertad de expresión, lo mismo a propietarios de medios de comunicación que a redactores, reporteros y comentaristas, poniendo a prueba el valor individual de quien o quienes obligadamente ponen en la balanza la integridad física de su persona y la de sus familiares cercanos, y el expresar su verdad con honestidad y compromiso.

Eso en términos generales. En lo específico, no podemos hacer de lado que en el ejercicio de la profesión el límite real lo ponen, objetivamente, la mayoría de los empresarios y dueños de los medios de comunicación, atendiendo a lo que es “económicamente correcto”, en tanto que, los gobiernos dicen respetar y proteger la libertad de expresión, sin más límite que lo que consideran “políticamente correcto”.

Estas reflexiones vienen al caso al recibir en mi buzón un escrito, tendenciosamente anónimo y doloso, en el que haciéndose coincidir con la “celebración del “Día de la Libertad de Expresión” en Veracruz, narra a detalle la gravedad de las condiciones clínicas por las que atraviesa el compañero periodista Carlos de Jesús Rodríguez, tras la brutal golpiza que se le propinara al interior del centro penitenciario de Pacho; hecho ocurrido entre el día de su detención y su salida del penal con libertad bajo caución.

Nada nuevo salvo el dolo implícito y explícito del texto. La noticia de lo acaecido corrió como pólvora entre los círculos políticos y periodísticos minutos después de que el periodista y propietario del portal de internet “Gobernantes.com”, fuera entregado a sus familiares y abogados  en la puerta del penal en condiciones tales, que se temió por su vida. Y sin embargo, todos en su momento guardamos silencio.

Los medios callaron. Lo mismo sucedió en quienes cotidianamente compartían el pan y la sal en la mesa del periodista, que con aquellos que en algún momento difícil generosamente nos extendiera la mano. El silencio fue unánime. Los medios que se dieran gusto exhibiéndole como delincuente tras el altercado y presunta agresión a una dama, motivo de su detención, no dedicaron una sola línea al vergonzoso e inhumano suceso, dejando a su suerte a Carlos de Jesús, no obstante que en Gobernantes.com se diera cuenta de manera sucinta de la gravedad de su estado de salud.

Nadie pidió a medios y articulistas señalar presuntos culpables del brutal atentado contra un compañero periodista, que representara amenaza alguna de represalias. Bastaba con cumplir con la tarea de informar a sus lectores de un hecho execrable. Lo menos que se podía esperar fue una muestra de solidaridad y compañerismo, lo que no se dio.

¿Por qué el silencio cómplice?

¿Dónde quedó el valor y compromiso para con la sociedad? Callando ante el vergonzoso episodio que pusiera al borde de la muerte al periodista Carlos de Jesús Rodríguez.

Quizá me equivoque, pero, a mi juicio, el silencio se hizo patente por no existir respuesta válida a la interrogante que le formulara al Maestro Zúñiga: ¿Cuál es el límite?

La conciencia y el valor personal y colectivo para expresarse en libertad, se desmoronó en Veracruz ante la amenaza de la  incertidumbre ante lo desconocido.

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