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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

“Señor, si me quitas el éxito déjame fuerza para triunfar del fracaso”: Mahatma Gandi

¡¡Te lo dije!! Me escribe un buen amigo, advirtiendo que “si Ebrard hubiera sido el candidato de las llamadas izquierdas, Peña Nieto no gana la elección”.

El hubiera no existe en política. El candidato fue Andrés Manuel y a ello debemos atenernos. Sin embargo la expresión de mi amigo da tema para la reflexión en torno a una situación que me llamara poderosamente la atención y que dejara asentado en mi artículo publicado el 22 de abril bajo el título “Andrés Manuel baila con las más feas. No hay de otra”. El político tabasqueño ha sido postulado por la coalición integrada por el PRD y las morrallas denominadas Partido del Trabajo y Movimiento ciudadano. Institutos electorales que en el marco de una partidocracia rampante y un régimen político obsoleto y corrupto, carecen de autoridad ideológica, moral y política para ser considerados como de izquierda. Una y otra vez señalé que estos partidos políticos más que aportar a la campaña electoral de López Obrador, constituían una pesada loza sobre las espaldas del candidato presidencial.

López Obrador superó los 15 millones de votos legítimos a pesar de, y no por el trabajo político desarrollado por la cúpula partidista de la Coalición “Movimiento Progresista”. Los candidatos al Senado y Cámara baja en su gran mayoría cartuchos quemados impopulares impuestos por “los chuchos” de ello dan constancia. El resultado aún en trámite de la elección confirma tal percepción.

Se jugo en la cancha de la partidocracia conforme a sus reglas y sus prácticas antidemocráticas. Luego nadie puede darse por sorprendido ante la cada vez mayor evidencia de escamoteos de la voluntad popular a lo largo y ancho del país. No obstante, gracias al Movimiento de Regeneración Nacional, “Morena”, en el que participan millones de ciudadanos convencidos de la necesidad de un cambio verdadero, irregularidades aparte de un proceso electoral inequitativo y amañado, Andrés Manuel llegó hasta donde le permitieron llegar. Hoy la decisión final y el futuro de México está en manos del “arbitro” y del Tribunal Federal Electoral, así es el juego. Los partidos postulantes de la llamada izquierda electoral ganan perdiendo.

“Morena”  trabajó intensamente a ras del suelo, en la calle, en las aulas, en el taller, en el surco, en el hogar, siempre confiando con voluntad de triunfo en el liderazgo del político tabasqueño. Jóvenes y no tan jóvenes se pusieron la camiseta y, contra la corriente y contra la estructura partidista de la coalición dominada por las tribus perredistas y sus corruptas y oportunistas dirigencias, sacaron adelante la campaña presidencial. De eso no tengo la menor duda.

Andrés Manuel cometió errores, no se puede negar. Pero así como se equivocó confiando en las estructuras partidistas coaligadas, fue certero al sustentar su campaña en “Morena”. Fue la ciudadanía organizada y movilizada la que le impulsó para cuesta arriba dejar atrás a Josefina Vázquez Mota y alcanzar a Peña Nieto. Con este impulso López Obrador gana en su propósito democratizador al lograr movilizar a más de 15 millones de mexicanos en pos de la esperanza democrática. La ciudadanía salió a la calle y con su voto manifestó su voluntad de cambio. Si hoy se pierde la elección, no fue en vano. La ciudadanía con su participación activa gano terreno y experiencia en la búsqueda de un camino más amplio para avanzar el  rescate de la voluntad popular, hoy secuestrada por la partidocracia y los poderes fácticos.

La construcción de la anhelada democracia transita por un largo camino de aciertos y errores, triunfos y derrotas. Los resultados no se alcanzan en meses o años sino en períodos históricos. Pero cada paso dado fortalece a quienes lo emprenden. Estoy seguro de que la experiencia vivida por la ciudadanía movilizada en este proceso electoral, pesará más en la vida política de México que el triunfo mismo de las llamadas izquierdas. Un importante segmento de la sociedad ha dicho basta y encontró el camino para avanzar participando consecuentemente.  Esto es un logro a mi juicio histórico. No cabe la frustración ni el desanimo, se dio el primer paso y eso es lo que cuenta. Lo que sigue para la izquierda consecuente es la autocrítica y sacar las conclusiones pertinentes para seguir marchando a paso firme y con la frente en alto.

Si Peña Nieto de ser ungido como presidente quiere gobernar, lo tendrá que hacer no en el vacío con el indignante y lastimero voto comprado. Más temprano que tarde tendrá que recurrir a la ciudadanía movilizada. En ella está el que se avance o se retroceda en la construcción del futuro de México.

Hojas que se lleva el viento

En nuestra próspera aldea jarocha siempre sí la elección presidencial, de acuerdo a los resultados preliminares (PREP), se fue a tercios. El triunfalismo priísta se vino abajo y el cacaraqueado triunfo por parte de su dirigente estatal, Erik Lagos fue pírrico. La dupla PRI-PVEM obtuvo un total de 1, 180,147 votos contra 1, 179,327 del PAN. Por su parte Movimiento progresista 1, 1012,818 sufragios. Así, Peña Nieto obtuvo menos votos en Veracruz que los obtenidos por Javier Duarte de Ochoa como candidato a la gubernatura. No cabe duda de que hizo falta el alquimista Fidel Herrera Beltrán para cumplirle satisfactoriamente al mexiquense de acuerdo a lo ofrecido.- Xalapa, Ver., Julio 4 de 2012

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Tal y como lo señalara en artículo anterior, el segundo debate no tendría mayor cosa que aportar como para modificar las tendencias ya definidas en la intención del voto. El domingo por la noche se confirmó. Tampoco se prestó para satisfacer el morbo de quienes esperaban un sainete mayúsculo en el que se hicieran pedazos los cuatro presidenciables. Lo único que de relevante hay que destacar es que gracias a la irrupción de los jóvenes a la política electoral, por primera vez en la historia un debate presidencial se trasmite en televisión abierta, al alcance de todo aquel que quisiera verlo en todo el territorio nacional. Ello es un avance que aporta a la vida en democracia.

 El debate entre los coordinadores de campaña de los cuatro contendientes, también trasmitido en televisión abierta bajo la conducción del presentador de noticias Joaquín López Dóriga, una vez concluido el presidencial en Guadalajara, transitó por el mismo camino. Nada nuevo bajo el sol que no hubiera sido ya tratado a lo largo del proceso electoral. Lo único novedoso quizá, fuera la tónica del spot cargado de perversidad y de mentira que el mismo domingo colocara en el espacio electrónico un PAN cuya candidata ya da patadas de ahogado. Por mendaz el spot ya fue retirado del aire.

 Y digo novedoso, porque hasta ahora no se había hablado abiertamente de que por segunda ocasión el pueblo de México debería considerar a López Obrador como “un peligro para México”. Utilizándose frases del propio candidato de las llamadas izquierdas fuera de contexto imagen y audio presentan a un Andrés Manuel proponiendo no perforar más pozos petroleros, en alusión a su propuesta en materia energética. Así como arengando a los universitarios en la Plaza de las Tres Culturas para que tomen el camino de la lucha armada.

 En el primer caso, Andrés Manuel si llamó a impedir se perforaran nuevos pozos en la Chontalpa y región lagunar del estado de Tabasco, en respuesta a los  graves daños al entorno ecológico y a la economía que en esos momentos registraba más de la mitad de los municipios tabasqueños, a consecuencia de la operación de Pemex en esa entidad federativa. Lo anterior quedó documentado en los informes que rendía el CICEN al presidente Salinas, al secretario de gobernación y al entonces titular de la Sedesol, Luís Donaldo Colosio.

 Por cuanto al llamado a tomar el camino de la violencia, nada más falso e insidioso. El discurso de Andrés Manuel en Tlatelolco fue ampliamente difundido en la mayoría de los medios comerciales de comunicación, en las redes sociales y en un video alusivo. El PAN y su abanderada a la presidencia de la república no sólo mienten sino que ponen de manifiesto el odio visceral que anima a quienes por cualquier medio pretenden impedir que el político tabasqueño pudiera alcanzar la presidencia de la República.

 lo que escuchamos el domingo fue un “anti-debate” en el que no se confrontaron propuestas concretas ni se atendió a profundidad y puntualmente a la temática pre establecida. Lo único que podría haber quedado claro es que en el último tramo del  proceso la contienda será entre Enrique Peña Nieto y López Obrador, Vazquez Mota y Gabriel Quadri están descartados. En este escenario Andrés Manuel reduce la elección de julio próximo a dos opciones para el electorado: “Más de lo mismo o un cambio verdadero”.

Para mi gusto, como lo señalara en mi artículo del 9 de mayo último, titulado El debate está en la calle, lo relevante es que si el IFE, partidos políticos y candidatos no propician un auténtico debate, si provocan que éste se de en el hogar, en las tertulias, en los centros de trabajo, con una muy amplia participación de ciudadanos discutiendo, defendiendo la camiseta, valorando y calificando lo que vieron y escucharon de acuerdo a las preferencias electorales de cada quién.

 Este segundo debate lo confirma. Más que la confrontación acartonada auspiciada por el IFE, en la plaza pública miles de ciudadanos atienden a la disyuntiva de elegir entre el más de lo mismo y la opción de un cambio con autenticidad que saque a México del atolladero. Marchas y concentraciones de jóvenes y no tan jóvenes se pronuncian a favor o en contra de las dos únicas opciones en las que se confía puedan dar lugar a un nuevo rumbo en la marcha de la sociedad; enriqueciendo la vida política secuestrada por una partidocracia insensible y voraz.

 Si se está a favor de uno u otro candidato ya rebasó el debate en la calle. Lo que está puesto sobre la mesa en la plaza pública es el cuestionamiento de un régimen político caduco, en el que los partidos y medios de comunicación dejaron de ser referentes válidos en el esfuerzo colectivo por construir y fortalecer un clima democráticamente solidario con oportunidades para todos. Para quien esto escribe, ahí reside lo relevante y trascendente del actual proceso electoral, con o sin debates entre presidenciables.

Hojas que se lleva el viento

 Al Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa le invade la paranoia. Sus últimos sondeos de opinión apuntan a la derrota de su partido en la mayoría de los distritos electorales en la entidad. El pasado fin de semana de urgencia convocó a su gabinete legal y ampliado para jalarles las orejas. No están cumpliendo en las circunscripciones que les fueran asignadas con las tareas de proselitismo a favor del PRI que se les encomendara. El “Jefe” teme con sobrada razón que en Veracruz el primer domingo de julio se le entreguen malas cuentas a Enrique Peña Nieto.

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Amigos priístas afirman que en democracia una elección se gana por un voto. Acepto sin conceder tal interpretación pero, a cambio, en con la misma lógica simplista afirmo también que una elección deja de ser democráticamente válida y, por tanto fraudulenta, con la compra-venta de un solo sufragio cuando este es oficialmente contabilizado a favor del candidato x o y. Dada la fragilidad de una democracia en pañales, no es posible esperar una elección químicamente pura y transparente, luego la posibilidad de que en algunos sectores de la población se perciba que el fraude ronda la elección presidencial en puerta, es a mi juicio legítimo. Cuanti más si a lo largo del proceso el voto es inducido entre la población económicamente más vulnerable con la distribución masiva de bultos de cemento, láminas, despensas y, ahora, hasta electrodomésticos como refrigeradores, estufas, computadoras y televisores de pantalla plana. Sin contar las amenazas. Cuando se observan tales irregularidades sin que la autoridad electoral se de por enterada, da que pensar.

López Obrador no aceptará la derrota, me dicen, por lo que recurrirá nuevamente al argumento del complot y el fraude. Yo contesto, ¿Peña Nieto la aceptará caso de ser vencido en las urnas? ¿Cuál será su estrategia post electoral y la de los partidos políticos que le postulan caso de ser derrotados?

 No anticipemos vísperas. Hagamos votos porque uno u otro de los candidatos punteros y los partidos políticos entiendan que el horno no está para bollos. México necesita y quiere paz social, unidad de propósitos y esfuerzos comunes para salir del bache. Pero también entendamos que para poder avanzar en democracia, la elección debe ser lo más transparente, creíble y aceptada por todos.- Xalapa, Ver., junio 11 de 2012

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Con debate o sin debate, es evidente que la decisión del electorado está tomada  de antemano, si las encuestas tienen algún valor más como indicador válido que como inductoras del sufragio. Para quienes se tomaran la molestia de ver y escuchar el debate entre los cuatro contendientes por la presidencia de México, posiblemente para éstos no hubo sorpresa alguna que modificara lo que sobre cada uno de los candidatos ya existe en el imaginario popular.

A lo sumo, cabría preguntarse como es que Peña Nieto adelanta con tantos puntos de ventaja a sus oponentes. Poco inteligente, de ideas cortas tuvo oportunidad de mostrar que lo hace estar en las preferencias del electorado como lo aseguran las encuestas y no la supo aprovechar, perdido en dar vagas respuestas a las provocaciones de Vázquez Mota, no logro establecer diferencia alguna de peso que le distinguiera frente a sus oponentes. Quizá la respuesta no esté en el terreno de lo político, correspondiendo a lo sociológico el explicar el por qué se ha mantenido como puntero desde fechas previas al inicio de la contienda formal.

El cuestionario y formato elaborado por el Instituto Federal Electoral no hace sino recoger aquello que los cuatro presidenciales ya han reiterado a lo largo del primer tercio de la campaña, lo mismo en el tema de la seguridad y justicia que en materia de crecimiento económico, empleo ó inclusión y desarrollo social. El debate en cuestión, al margen de los dimes y diretes, únicamente permitió una constante reiteración de lo ya expuesto en la plaza pública, ideas sueltas, generalidades, medias verdades, medias mentiras

Para el PRI, la participación del mexiquense en el debate, suficiente para que la balanza permanezca inclinada a favor de Enrique Peña Nieto, no porque sea el mejor del cuarteto, sino por contar con un voto duro mayoritario que sin mayor reflexión respalda al sobrino del ex gobernador Arturo Montiel, habiendo escuchado lo que quiere escuchar y visto lo que quiere ver. Ello sumado al más que obvio y sesgado respaldo del duopolio televisivo.

La actitud asumida por Salinas Priego no hace sino confirmar que para las televisoras y los más encumbrados opinadores de la prensa escrita o electrónica, con debate o sin debate ya se tiene un ganador. Los puntos de ventaja de Peña Nieto machaconamente reiterados por las casas encuestadoras, no tendrán variación alguna. “Carro completo para el PRI” en su triunfal retorno a Los Pinos, es el sentir del voto duro tricolor expresado sin ambages.

Con festinado entusiasmo afirman tener ganada la elección no porque su candidato sea el mejor de la contienda, sino porque el tenor de la parafernalia electoral muestra la fortaleza de una estructura electoral que, ni por asomo se asemeja a la pobreza de recursos humanos, financieros y materiales de partidos y candidatos que se oponen a la alianza del PRI y el verde ecologista.

En ello llevan razón. El imponente despliegue de recursos volcado por Peña Nieto no tiene parangón. Lo que se suma a una débil estructura electoral de sus oponentes, incapaz de vigilar y hacer valer el voto ciudadano a lo largo y ancho del territorio nacional, con los resultados ya por todos esperados. Con debate o sin debate, imagen mediática, gastos de campaña sin límite a la vista, compra venta de votos y conciencias, pesarán más en el ánimo pasajero del electorado, definiendo el resultado último de la elección.

Sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas, hasta ahora nadie ha tocado a profundidad el tema de los llamados “indecisos”, alrededor del 30 por ciento del padrón electoral según las encuestas publicadas,  ni el debate contribuyó en forma alguna a modificar su incómoda presencia en los sondeos de opinión,  Casi una tercera parte  de alrededor de 80 millones de electores que lo mismo podría no tener definida su inclinación a favor de uno u otro candidato, inclinarse a favor del voto útil ó simplemente negarse a sufragar.  Sea cual fuere el camino a seguir por estos “indecisos”, en la coyuntura podrían ser quienes dicten la última palabra el día de la elección.

Nada de lo dicho y hecho hasta hoy por los presidenciables ha modificado el porcentaje que desde los inicios del proceso se le asigna a unos “indecisos” cuyo número absoluto y su identidad nadie conoce. Con debate o sin debate, en el tiempo restante de campaña el que hoy es “indeciso” arribará a las urnas con la misma tesitura, salvo un imponderable que modifique el escenario. Así que, como estuviera previsto con antelación, la contienda se reduce a una pugna entre voto duro partidista en un proceso en el que a mayor disponibilidad de recursos mayor posibilidad de alzarse con el triunfo.

En este contexto, muchos se preguntan que es “Morena”, qué papel juega en el proceso electoral en curso, y si esta organización social existe más allá del discurso lopezobradorista, con suficiente presencia y fuerza en el territorio nacional como para suplir el endeble andamiaje de los autonombrados partidos de izquierda. Prestándose a confusión el hecho de que se le identifique como apéndice tribal menor del PRD y no como un movimiento social independiente, que lo mismo agrupa a militantes partidistas de diferente tonalidad que a ciudadanos sin partido deseosos de participar transitando por un camino diferente. En esta aparentemente difusa expresión política emergente ninguneada por los medios de comunicación,  confía Andrés Manuel López Obrador para inclinar de última hora la preferencia de los  “indecisos” a favor de su proyecto.

En honor a la verdad,  presencia, peso y capacidad del Movimiento de Regeneración Nacional” para revertir lo que ahora se considera triunfo inobjetable de Peña Nieto, sólo será visible para la mayoría de los mexicanos el día de la elección.  Ni antes ni después, con debate o sin debate se verá de qué cuero salen más correas cuando por principio, el rechazo casi unánime a los partidos políticos privilegia el sentido del voto ciudadano a favor del candidato que mejor sepa dar respuesta a las necesidades cotidianas,  reales o sentidas de las mayorías. Para Andrés Manuel contar o no contar con “Morena” el día de la elección marcará la diferencia.

Por lo pronto, hay dos propuestas sustantivas en un proceso electoral atípico que tiende a polarizarse: más de lo mismo ofertado por la derecha representada por Peña y Josefina ó el “cambio verdadero” que ofrece López Obrador. ¿O es que acaso hay otra opción viable puesta sobre la mesa?

Hojas que se lleva el viento

Conmovedor y contundente el discurso del Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa al anunciar ante los representantes de las fuerzas armadas la creación de dos nuevos organismos burocráticos,  encaminados estos a la protección de periodistas y atención a las víctimas de la violencia desatada en la entidad. Ahogado el niño pretender tapar el pozo con saliva resulta extemporáneo y fuera de lugar para un gobernador que está quemando sus últimas cartas, al haber abusado en exceso del beneficio de la duda que la ciudadanía le otorgara al inicio de su cuestionado mandato. Las presuntas buenas intenciones del gobernante ante hechos consumados se pierden en el vacío, bien  por una ganada falta de credibilidad en las instituciones estatales, bien por la falta de congruencia entre lo que Duarte de Ochoa anuncia a bombo y platillo y los magros resultados de la administración a su cargo.

No hay más beneficio de la duda. Duarte de Ochoa exhibió a lo largo de su aún corto paso por la gubernatura de Veracruz que no es digno de confianza como cara a cara le expresaran los directivos del Semanario Proceso. Sin credibilidad el triunfalismo banquetero se agotó como estrategia.

El aquí no pasa nada, heredado de la administración anterior y el “Veracruz seguro” cómodamente hecho descansar en las fuerzas armadas federales, no satisfacen a una ciudadanía que percibe lo opuesto a lo machaconamente reiterado. El tema de la seguridad pública vulnerada, al igual que en materia de abatimiento de desigualdad y pobreza, crecimiento económico, educación o infraestructura básica, el mundo real desmiente el cotidiano mensaje mediático gubernamental. La estrategia de saliva en 17 meses de mandato no le ha funcionado al Dr. Duarte. El triunfalismo sin sustento alguno que le justifique fracasó,  y así debería aceptarse como primer paso para enmendar el rumbo, si no es que el gobernante antes de tiempo tire el arpa, aceptando su incapacidad manifiesta para interpretar la realidad y actuar en consecuencia.

Por cuanto a la creación de los organismos anunciados, vayamos por partes.

El gobierno estatal ofrece garantizar la libertad de expresión, otorgándoles protección a los periodistas para que ejerzan su labor sin sobresaltos. Habría que preguntarle al Sr. Dr. en ciencias económicas a que periodistas se refiere, ya que por principio de cuentas para la administración pública estatal y municipal en la entidad, son periodistas aquellos que están uncidos al pesebre oficial, bien porque laboren como subordinados en un medio de comunicación que mediante convenio expreso sirve a los intereses gubernamentales, bien porque en lo individual se desempeñen como texto servidores al servicio del régimen. Quienes no se encuentran en tal tesitura, además de incómodos no son oficialmente reconocidos como periodistas y, por tanto, quedan fuera y en franca indefensión. Lo que le da carácter de inicuo tanto al organismo que se crea como al anuncio propalado a bombo y platillo para, coyunturalmente, taparle el ojo al macho frente a la presión nacional e internacional para que no queden impunes los asesinatos de periodistas en Veracruz.

Los veracruzanos no queremos atención caritativa a las víctimas de la ola delincuencial que azota a la entidad, exigimos justicia a secas. No más impunidad, simulación, ni desgarre de vestiduras. Lo deseable en un estado de derecho que se precie como tal, es que no haya violencia que lamentar ni llanto a derramar por víctimas de políticas públicas ineficaces.

Crear un organismo burocrático más para la atención de víctimas es aceptar que la violencia y sus daños colaterales no tienen para cuando acabar en Veracruz. Luego resulta que el “Veracruz seguro” que tanto se cacaraquea, para el propio Duarte de Ochoa no es tal. Vaya enredo, el discurso triunfalista terminó en bumerang haciéndosele bolas el barniz al Sr. gobernador. Mérida, Yuc., mayo 6 de 2012

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J. Enrique Olivera Arce

Analistas y expertos tenían razón, las elecciones en julio próximo no pueden considerarse más que como atípicas. No tanto por la conducta social y política de partidos y candidatos en la búsqueda del voto que les asegure el triunfo, que, en lo sustantivo no se diferencia gran cosa de la observada en las dos últimas contiendas presidenciales, sino en el  contexto interno y externo dentro del cual tiene lugar el proceso electoral en curso.

En lo interno, pobreza, desigualdad e inseguridad creciente percibida, condicionan lo mismo lo que la ciudadanía espera de las elecciones que el discurso proselitista enfocado a trasmitir lo que el electorado quiere escuchar. A diferencia del pasado, la audiencia impone el tenor del discurso y los candidatos demagógicamente a ello se pliegan.

En lo externo, la crisis global, -multidimensional como la califica Alfredo Halife Rahme-, que actúa negativamente lo mismo en lo económico y financiero que en lo social y político, requiere de respuestas congruentes y claras para el mediano y largo plazo sobre el rumbo a seguir por un país que, inserto en la globalidad del fenómeno se exige a sí mismo crecimiento económico con justicia social, para así atender a las necesidades crecientes de una población que rebasando los 110 millones de habitantes alrededor del 40% viven en condiciones de pobreza. Partidos y candidatos no pueden obviar el marco referencial de la crisis global, sin perder el marco conceptual de lo que la ciudadanía espera de ellos.

Lo atípico está dado en un proceso apenas perceptible de cambios profundos en el país y en sus habitantes a los que el traje a la medida ya les queda chico, como sucede también en otras latitudes del orbe. Lo típico es que partidos y candidatos se niegan a reconocerlo, pretendiendo ajustar tanto a la política como a los ciudadanos a sus ambiciones y  propósitos y no a la inversa. En el transcurso de las próximas semanas ya se verá de qué cuero salen más correas.

Congruencia

Conciliar el requerimiento electoral en la coyuntura en base a promoción de imagen, discursos a cual más trillados y promesas de campaña, con un planteamiento de fondo que concrete propuestas viables en torno a las reformas y cambios estructurales que el país requiere, es de considerarse nada fácil. Hablarle claro al electorado sobre los escollos a librar para retomar el camino del desarrollo en el mediano y largo plazo, si no se tiene honestidad intelectual y voluntad política para compartir con la ciudadanía un proyecto de Nación distinto y acorde con la realidad de México y del mundo, es bordar en el vacío. Sin congruencia todo queda en el discurso y así termina por juzgarlo un pueblo tan desencantado como incrédulo.

Lo que es o no es posible emprender, siempre bajo la óptica de cada aspirante a la presidencia de la república, debería ponerse en primer plano, aún a costa de sacrificarse aceptación  y simpatía entre aquellos sectores de la población que, privilegiando necesidades sentidas en la coyuntura, no necesariamente estarían de acuerdo en subordinar éstas a las necesidades reales de un país que, acusando estancamiento y retroceso, requiere de drásticas medidas para impulsar los cambios que México requiere.

Esto naturalmente que no entra en los planes y estrategias de campaña. Al electorado lo que hoy este quiere escuchar y está dispuesto a secundar sin mayores compromisos o sacrificios. La tarea inmediata es convencer para obtener el triunfo. El ya mañana Dios dirá termina por dominar la tónica de las campañas políticas, manifestándose como ausente el cómo y el con qué se pretende cambiar a México tras el relevo de titular del Poder Ejecutivo federal.

Complejidad

Lo complejo del asunto para los presidenciables es que para unos segmentos de la sociedad, el país no demanda más allá de maquillajes sectoriales y regionales, en tanto que, para otros, la solución a problemas coyunturales pasa necesariamente por un cambio estructural a fondo que genere las condiciones necesarias para que la atención a necesidades sentidas de la población, vaya de la mano con las reales que el México de hoy demanda, para así enfrentar y salir avante en el entorno de la crisis globalizada y la problemática interna de estancamiento económico con inseguridad.

No se puede satisfacer a todos sin generar conflicto al atentarse contra intereses creados aún siendo estos legítimos y respetables, cuando a diferencia del pasado dominado por el partido hegemónico, la elección presidencial se reducía protocolariamente a un simple cambio de estafeta ó, más recientemente, a la llamada “alternancia”, trasvase entre equipos gobernantes de una partidocracia con intereses y propósitos más o menos comunes.

Otro México, otra ciudadanía

A ello habría que agregar el que los candidatos hoy se enfrentan a una ciudadanía plural, más joven, informada y beligerante que, tras una supuesta apatía e indiferencia, a su modo participa, juzga y califica, como se pudo constatar en Tres Marías, Morelos, cuando Josefina Vázquez Mota queriendo darse un artificioso “baño de pueblo”, interrumpiera el descanso del Jueves Santo de los paseantes ahí reunidos. La irreverencia de la improvisada audiencia que le abucheara a su antojo, le obligó a poner distancia de por medio abandonando el lugar con la cola entre las piernas. Es otro México, otra ciudadanía, a la que hoy enfrentan partidos y candidatos.

Aquí en Yucatán, el priísmo con mayor sensibilidad al contrario, hizo mutis, respetando el asueto generalizado del fin de la Semana Mayor pero, bien se las arregló para financiar el traslado, tortas y refresco de miles de humildes familias de diversos municipios del interior a los más de 10 sitios de playa de la costa yucateca. La compra de conciencias y voluntades no podía faltar dentro de lo típico del proceso electoral en curso, aprovechando el tricolor ocasión y necesidad de la población objetivo.

Hojas que se lleva el viento

Los aspirantes al Senado y a la Cámara de diputados, ayunos de comprensión de la realidad del país y de sus respectivos distritos electorales, carentes de ideas propias para convencer a sus electores se acogen al discurso de los presidenciables, haciéndose eco, sin mayor aporte en su ámbito de competencia, de lo que estos dicen o dejan de decir. El voto diferenciado en su momento les abrirá los ojos.

Chelem puerto, Yuc. 7 de abril del 2012

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