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Pulso crítico
J. Enrique Olivera Arce

En el marco del policromo escenario de un país forzado a conjugar desigualdad y pobreza con expectativas de desarrollo y una cuestionada prosperidad relativa, todo es posible, incluso un régimen político sustentado en el secuestro de la democracia representativa y el escamoteo de derechos sustantivos de los mexicanos.

Y es en este escenario en el que nunca como hoy, la partidocracia se viera enfrentada a la ciudadanía en un proceso electoral que en unos días desembocará en la elección nacional de diputados federales, así como en diversas entidades federativas gobernadores, diputados locales y alcaldes.

Días contados para poner toda la carne en el asador en un horno que no estando para bollos, lo mismo exuda lo mejor de una sociedad en movimiento, que los detritus de una partidocracia que en un país sin rumbo se revuelca en su miseria moral y política.

Si ya para el análisis simplista y lineal basado en experiencias previas de procesos electorales, resulta harto difícil plasmar en letra de molde lo que entre brumas dicen tantas bolas de cristal como opinadores existen, cuantimás si la complejidad de la elección en puerta reviste ya no sólo incertidumbre y confusión por lo que está en juego en el todo nacional, también por hacerse acompañar de elementos inéditos, como el estar insertos, y a la vez perdidos, en una crisis mundial multidimensional y globalizada con sus secuencias de deterioro económico, político y social que todo lo trastoca.

Y a ello, el sumarse en México una también inédita confrontación en varios frentes entre el régimen político vigente y su partidocracia, contra lo mismo una delincuencia desbordada que con una ciudadanía marcada por descontento y hartazgo que está diciendo basta.

Todos contra todos sin un mínimo de claridad que deslinde lo que es la disputa por el poder político y la confrontación entre intereses creados en la esfera de los poderes fácticos, en tanto que para las mayorías empobrecidas lo que se vislumbra es un intento por el rescate para todos lo mismo de la democracia secuestrada que de un modelo de país sustentado en justicia social y bienestar para todos.

En este complejo galimatías tanto partidos políticos, candidatos y la mayoría de opinadores, tratan en vano de acomodar las piezas, optando los más por la comodidad del análisis simplón, haciendo prevalecer más el interés coyuntural y protagónico de los actores en contienda, que el análisis serio y de profundidad que, con visión de futuro, vislumbre y comparta lo que a México depara de seguir marchando por el camino equivocado.

Lo que se disputa, a mi juicio, va más allá de la simple confrontación electoral entre partidos, candidatos y electores potenciales. Ubicándose ya en un universo más amplio de desconfianza en las instituciones, dualidad de poderes en cada vez más extensos territorios, ingobernabilidad y movilización contestataria. Es en este terreno y no otro es en el que estimo se habría de ubicar al actual proceso electoral y los venideros.

Considerar de manera simplista que es y será lo que antes fue, no tiene sentido. El México de hoy es otro y su circunstancia política por lo consiguiente es diferente. No es por nada el que las campañas electorales transiten por un sendero y, en paralelo, la sociedad ajena a propósitos, objetivos y propuestas de la partidocracia, reivindique el derecho y voluntad mayoritaria de darse un nuevo pacto social que contemple un nuevo régimen político. Cobrando una inédita connotación lo que se conoce como “elección intermedia”.

Plebiscito

A manera de plebiscito ciudadano, el 7 de junio próximo habrá de conocerse a pie de urna, profundidad y alcance de tal confrontación entre un régimen político agotado y una ciudadanía que despierta.

En este contexto lo inédito manda y, seguramente, es por ello que no se alcanza a percibir con objetividad el por qué para la clase política y la gran mayoría de los medios de comunicación, así como para partidos políticos y candidatos, las estrategias electorales a escasos diez días de la elección, entre el lodo topan con pared; las campañas no prenden en el ánimo de los votantes potenciales en la medida de lo esperado, diluyéndose entre pinceladas de una realidad nacional que, reflejada en una percepción en el imaginario colectivo cada vez más arraigada y más amplia, parece indicar que es el régimen político vigente y su partidocracia el adversario a vencer en las urnas. El 7 de junio por la noche se sabrá si lo que cuenta es tal percepción o los votantes se inclinan por el cómodo más de lo mismo, avalando una marcha sin destino cierto.

Hojas que se lleva el viento

En Veracruz no se tiene más nada que perder y si todo por ganar dándole la espalda a la continuidad de un estado de cosas que ya no se resuelve con dinero. La clase política, sin excepción válida, agotada se revuelca entre corrupción e impunidad mientras sociedad y economía aceleran su caída. Y esto no es especulación ni protagónico y mal intencionado cuento chino para amarrar navajas. Los números duros lo confirman.

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Erradicar corrupción e impunidad a periodicazos, sin sentido y pérdida de tiempo. A las ratas públicas y privadas las reproduce, prohija y cobija un sistema económico y social cuyo motor es la apropiación privada de la riqueza social, por el medio que sea. No tiene rostro ni patria, y sus principios éticos y morales se sustentan en la ganancia y la acumulación. Por ello resulta hasta cómica lo mismo la denuncia mediático-protagónica que el discurso anticorrupción de los corruptos. O se combate al sistema corrupto y corruptor o se toleran a las ratas, he ahí el dilema para una sociedad que a trompicones avanza sin rumbo y sin destino.

Cd. Caucel, Yuc., mayo 26 de 2015
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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Como dice la canción: “… esta flor ya no retoña, tiene muerto el corazón.”

Pudiera entenderse que toda reforma en la vida institucional del Estado mexicano se inscribe en un proyecto viable que respondiendo a necesidades concretas para avanzar en el azaroso e incierto camino del desarrollo, ésta debe a su vez atender en sus propósitos y objetivos a condicionantes también concretas, tanto en lo económico como en lo social del entorno en el que habrán de operar.

A mi juicio, estas condicionantes a considerar, a groso modo y salvo la mejor opinión de expertos y estudiosos podrían sintetizarse en:

Entorno global como contexto externo;
Condiciones internas económicas, políticas y sociales;
Confianza, credibilidad y certeza sobre la bondad de las reformas;
Respaldo consensuado de la población;
Capacidad operativa de las entidades encargadas de su implementación.

Si esto es así, cabe entonces preguntarse si tanto el proyecto de nación como las reformas neoliberales presuntamente estructurales que impulsa el presidente Peña, atienden a estas premisas para una tersa implementación, o bien, si se han pasado por alto atendiéndose únicamente a un afán voluntarista y autoritario.

A la luz de lo que la realidad ofrece en los tiempos que corren, es de considerarse que los aprendices de brujo desde la presidencia de la república, partiendo de la certeza del qué, cómo, dónde, con cuánto y con quién se contaba para sacar adelante el paquete de reformas legislativas, no dudaron en arrojarlas en cascada y casi de manera simultánea, atendiendo más a lo deseable que a su factibilidad, topándose con pared.

En lo externo, el entorno global inmerso en una crisis aún no superada, es del todo negativo y escasamente favorable; el respaldo social está muy lejos de sustentarse en un amplio consenso, antes al contrario, la sola aprobación de las reformas planteadas polarizó a la sociedad y generó malestar y rechazo, incrementándose desconfianza y credibilidad, así como duda en torno a la certeza sobre la bondad de las medidas adoptadas por el gobierno del Sr. Peña. Observándose que existe más audacia mediática e improvisación que capacidad operativa real de la administración pública en los tres órdenes de gobierno para su implementación.

A ello habría que agregarle condimentos no previstos, fruto del deterioro histórico del tejido social y de la dinámica inercial de un régimen político caduco, infiltrado hasta el tuétano por la corrupción impune.

El resultado a dos años de distancia del asalto a la presidencia de la república por el Sr. Peña, su grupo de amigos y colaboradores cercanos, así como de su partido, está a la vista. La realidad real del entorno global y del Estado-nación en lo interno, han pesado más que la intencionalidad de un proyecto de futuro sustentado a reformas que, lejos de apuntar a resolver añejos problemas estructurales como desigualdad, pobreza, corrupción e impunidad, les han profundizado a niveles críticos, agudizándose las condiciones de subdesarrollo y dependencia del exterior en que se históricamente se debate la sociedad mexicana.

Las reformas propuestas y aprobadas por el Congreso de la Unión, están quedando en el papel, en tanto que sus artífices son conducidos por la opinión pública a la picota del descrédito, destacando la vertiginosa caída del nivel de aceptación del Sr. Peña Nieto tanto en el exterior como en el entorno nacional. Si éste último en su mejor momento le fuera funcional a los poderes fácticos, hoy estorba siendo objeto de serias descalificaciones en las que va de por medio su autoridad moral y política, amén de su integridad personal como servidor público.

Tomados por sorpresa, aprendices de brujo y partidos políticos que les respaldan, el castillo de naipes se les derrumba. No estando el horno para bollos en la economía mundial, en lo interno la abrupta caída del precio del petróleo sobre el que descansa economía y finanzas públicas, echa por tierra la bondad de la panacea soñada, poniendo a México en franca indefensión, a la par que exhibe imprevisión y torpeza en el reducido cónclave de los artífices ya no de las reformas presuntamente estructurales, sino de un desastre más que anunciado.

El Congreso de la Unión se lava las manos tras aprobar la cauda de medidas económicas propuestas por la presidencia de la república. No ve, no escucha y hace de su silencio cómplice cómoda instancia para mantenerse al margen, sin el menor viso de interés por corregirle la plana al Sr. Peña y retomar el camino perdido.

Y es en este escenario en el que la partidocracia privilegia sus intereses por sobre los de la nación entera, dedicada a lo suyo, intentando mantener y acrecentar privilegios y prebendas hoy en riesgo, impulsando un proceso electoral contra corriente en el que se ignora el clima de descontento, hartazgo y resistencia de una sociedad en la que amplios y de lo más diversos sectores de antemano retiran confianza y credibilidad en partidos y candidatos. No siendo circunstancial el que por doquier surjan candidatos independientes que al margen del espectro partidista, con respaldo de la ciudadanía estén dispuestos a enfrentar la maquinaria oficial.

Esto último, en el marco de las reglas del juego político electoral. Más allá, trascendiendo los límites de la legislación electoral vigente, movimientos sociales de diversa composición, intencionalidad y reivindicaciones, proliferan a lo largo y ancho del país en franco rechazo y resistencia a institucionalidad y autoridades, poniendo en jaque a un régimen político que, como en el caso de Michoacán, Guerrero y Oaxaca, se manifiesta incapaz y rebasado para manejar y controlar la fuerza de la resistencia social.

Esto, observando la punta del iceberg. Lo que no se ve o no es destacado mediáticamente, es lo que se cocina en las profundidades de una sociedad en proceso de transformación y cambio a la que la estructura actual del Estado mexicano y concomitantemente el régimen político vigente, ya no le es funcional.

Y en este caldo de cultivo de hartazgo y resistencia teñido de violencia criminal, la partidocracia confía en sus añejas estructuras y añosas mañas para sacar adelante un proceso electoral que legitime el secuestro de la democracia participativa; y tan convencida está, que sin distingo del color de la camiseta oferta a la ciudadanía un ramillete de aspirantes y candidatos para la elección de junio próximo, que siendo los mismos de siempre le apuestan al más de lo mismo.

Estando la moneda en el aire y no habiendo más que de dos sopas, la incertidumbre se apodera de la ciudadanía. Si la única salida viable al descontento y al hartazgo está en las urnas, como bien afirma López Obrador, ¿por quién votar? ¿Por los partidos y sus candidatos, o por los candidatos independientes?

La respuesta está en un proceso serio de reflexión a lo largo del escaso período de precampañas y campañas, siendo el tiempo y a tiempo el que en su momento aclare el panorama.

Hoy por hoy, de lo que se puede estar seguro es que el magro desempeño económico y el deterioro del tejido social modifican la correlación de fuerzas políticas en México, fortaleciéndose una creciente resistencia social que tomando protagonismo viene por lo suyo.- Cd. Caucel, Yucatán. Enero de 2015

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

“El país arde, y nosotros discutimos de quién son las mangueras”. Xosé Manuel Beiras

Círculos políticos y prensa de acompañamiento en Veracruz, entretenidos en el sempiterno juego de intereses electorales encontrados, parecen sentirse cómodos manteniéndose al margen de la peor crisis política de los últimos treinta años en México.

Tanto a nivel partidario como al interior de la administración pública estatal y municipal, la prioridad está puesta en el proceso electoral en marcha así como en dimes y diretes en torno a la viabilidad de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, siendo este evento deportivo parte del herramental utilizado para descalificar lo mismo a los de casa que al adversario u adversarios de enfrente.

Salvo contadas voces con intención de llevar agua a su molino más que por genuina preocupación, el malhadado crimen que ha puesto en jaque al gobierno de la república y al régimen político del Estado mexicano, exhibiendo la profundidad de su crisis terminal, la mayoría de la llamada clase política y la prensa oficialista de la entidad, no parece escuchen, sientan, se preocupen u ocupen por los pasos que retumban en el tapanco.

Si la violencia criminal de la delincuencia organizada no existe en Veracruz y los delitos de baja estofa se combaten con “robocops”, no hay purrum en el cotarro. Todo está bajo control y la airada voz de una sociedad lastimada, sólo es de llamar la atención cuando incurre en “vandalismo”; la protesta ciudadana y en especial la de los jóvenes estudiantes, es legal y tolerada si es pacífica, modosita, bien portada y no incurre en el exceso de afectar intereses de terceros ó pedir la cabeza de Peña Nieto.

La prioridad es dilucidar el quien, el cómo y el cuando habrán de postularse fulano o perengano como candidato a la sucesión del que dicen manda en Veracruz. En torno a ello, afecto y desafecto, tinta y lodo por delante, transcurre la bucólica vida política de la entidad, mientras la nave se hunde con la lumbre llegándole a los aparejos.

Nadie en estos círculos, rojos, azules, amarillos, verdes o tornasoles cercanos a un poder que le apuesta a no poder, alcanza a percibir que por los antecedentes documentados, o bien por la obviedad de una realidad presente, Veracruz podría encontrarse en igual o peor tesitura que Guerrero o Michoacán. Prever y con oportunidad limpiar la mugre bajo la alfombra, no está en el ánimo ni en las prioridades en un próspero granero que tiempo ha viene transitando en los márgenes de un estado de derecho deteriorado y cuestionado.

Las airadas voces de alerta ni se ven ni se escuchan. Ni Guerrero ni el país entero son Veracruz, que éstos con su pan se coman una crisis que no es de la incumbencia de los veracruzanos.

Hasta que el hilo reviente por lo más delgado… Y cuidado, que ya se está tensando más de lo que la paz social recomienda; lo que el torrente de desigualdad, exclusión y pobreza arrastra bajo sus aguas podría dar la sorpresa.

Hoy son los jóvenes estudiantes quienes alzan la voz, maña quien sabe…

Y en este escenario, es de llamar la atención el que voces calificadas rompan el esquema, haciéndose eco de la paranoia que invade al primer prísta del país. El respeto al mandato constitucional y el que nos merecen las instituciones republicanas, tiene límite. Cuidemos de su integridad y reflexionemos civilizadamente sobre su futuro, antes que ir contra ellas, dicen desde el mismo seno de las instituciones cuestionadas.

No se paran mientes en que el hartazgo, indignación y protesta, bien puede no ser justificado ni legal a la luz de los intereses de un régimen corrupto, pero sí legítimo en el ámbito del derecho natural de un pueblo a cuestionarse sobre la forma de gobierno que el mismo se ha dado. Al fin y al cabo ¿quién lanzó la primera piedra, infringiendo la ley?

La violencia sea cual fuere su origen, motivación o expresión palpable de conductas antisociales, no es deseable, pero no puede descalificarse a priori sin tener los pelos de la burra en la mano. Frente al monopolio de la fuerza del Estado, ejercido a tras mano, en lo oscurito y con aviesos propósitos, ó la violencia criminal de la delincuencia organizada o desorganizada que daña todo lo que toca, no puede dejar de justificarse la violencia de los ofendidos, hoy indefensos ante la ausencia de un estado de derecho que por ellos vea.

Hoy son ellos, juventud vulnerable y victimada, mañana bien podríamos ser nosotros, todos por parejo.

No nos engañemos. No se puede ni debe estar cómodamente al margen de una crisis social y política que, arrastrando a toda la sociedad, no tiene respuesta valedera por el camino de las urnas. La política electoral y con mayor razón la politiquería que vela por el reparto del botín, no es hoy prioridad. No es una elección lo que está en juego como tampoco el buen nombre de las instituciones republicanas, es algo más, de mayor relevancia y trascendencia, el pacto social que da cohesión al Estado mexicano.

Reflexionemos. México vive la hora de su definición. O se está por la continuidad del más de lo mismo, sujetos a un régimen político corrupto y caduco, o se compromete por la reconstrucción democrática del Estado por los amplios caminos de la participación consecuente y responsable de todos.

Lo otro, la grilla palaciega, es lastre que bien puede tirarse por la borda.

Hojas que se lleva el viento

La seguridad pública es el mayor legado en 4 años de mi gobierno, afirma ufano el Sr. Doctor Javier Duarte de Ochoa. ¿Hay razón o argumento de peso para dudarlo y desmentirle?

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De nueva cuenta las imágenes de mujeres, viejas y no tan viejas mostrando sus descarnadas miserias en la vía pública, dan la vuelta al mundo. Nadie frena tan ignominioso espectáculo; la autoridad coludida con el movimiento lumpen autodenominado “Cuatrocientos pueblos” es parte del show. Auspiciando, financiando, manipulando y utilizando el bailoteo de féminas en cueros -protagonistas y víctimas per se del clima moral de domina la vida política de la entidad-, desde las esferas del poder se construye cortina tras cortina de humo para encubrir sin resultado práctico su propia desnudez política y moral.- Cd. Caucel, Yuc.a 26 de octubre de 2014.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Sea quien fuere el o los responsables, la agresión que sufriera Eduardo De la Torre Jaramillo, candidato del PAN a la diputación local por Xalapa urbano, da una idea del nivel de incivilidad, intolerancia y nulo respeto para los electores, que alcanzara un proceso electoral amañado, desaseado y corrompido desde sus inicios, por decir lo menos en la entidad veracruzana.

Los varios meses de intercambio de lodo, agresión de palabra y obra a la inteligencia de los veracruzanos llega su fin. La elección del próximo domingo, a su vez punto de partida para la negociación de la sucesión del inepto gobernador Duarte de Ochoa, correrá la misma suerte que las campañas de proselitismo, expresiones antidemocráticas de un régimen que se quedara anclado en un turbio pasado.

Si asumo que la irrupción de la imagen del llamado “candigato Morris”, es expresión velada del descontento y el hartazgo de un importante segmento de la población ofendida, debo asumir entonces que en  la fiesta cívica no serán pocos los que en las urnas se inclinen a favor de un castigo ejemplar a una clase política que, salvo contadas y honrosas excepciones que el pueblo tiene presentes, se le identifica como corrupta, acomodaticia, simuladora y pedestre. El voto de castigo se hará presente y los ciudadanos cumplido su deber y ejercido un derecho electoral inalienable, festinarán con gozo el triunfo de la nulidad del sufragio.

Esta sería la lógica en la construcción de un escenario electoral y post electoral viciado y repudiado de origen. Más sin embargo, en una sociedad plural, con un muy bajo nivel de cultura política, no podemos hacer de lado al voto duro legal o extralegal, aquel que respondiendo a intereses personales y de grupo, sumiso e ignominiosamente de antemano otorga su voto al partido que como priístas de abolengo dicen  no sólo les da de comer, también la oportunidad de participando en el festín del triunfo esperado les ofrece no pocas oportunidades de enriquecerse a costa del erario y bien público, o en muchos casos, acaso migajas.

En este orden de ideas, es de esperarse entonces que la contienda electoral del 2913 en Veracruz, se resuelva entre el voto duro de los partidos y candidatos participantes.  Quien o quienes ganen  en esta confrontación, arrastrarán consigo la mancha de la ilegitimidad de un proceso electoral disputado entre minorías y diseñado y operado para someter a las mayorías.

Honestamente no puede esperarse otra cosa. Del total del padrón electoral vigente que para el presente año asciende a más de cinco millones de electores potenciales, menos de la mitad del total de sufragios se distribuirá entre los candidatos triunfadores y sus oponentes. El partido que se alce con el triunfo no obtendrá posiblemente ni siquiera el 20 por ciento del total del padrón.

Y si en suerte le tocara al PRI declararse ganador, el número de votos obtenidos pondría en evidencia la limitada legitimidad del Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa, gobernador y primer prísta de Veracruz, frente a una base social mayoritaria descontenta y harta de simulación.

Así lo quiso Fidel Herrera Beltrán, artífice perverso de un proceso electoral como pocos en la historia política de la entidad, en la que la falta de respeto a la inteligencia y voluntad ciudadana, ha sido la constante.

Puedo estar equivocado y ojala así sea, Veracruz no se merece ser arrastrado a la ingobernabilidad  por una clase política que no ve, no escucha y mucho menos percibe la dinámica de una sociedad que ya no quiere más de lo mismo.

Hojas que se lleva el viento

Como para los Shows de televisa, el saqueo de bodegas del PRI en Catemaco, Veracruz en las que se resguardaba desde electrodomésticos hasta dinero en efectivo,  presuntamente para ser repartidos entre la población el próximo domingo. Y aún hay más, no se lo pierda.

Y seguramente más de un partido o candidato se saldrá con su domingo siete burlando las reglas establecidas de la contienda electoral defraudando a la ciudadanía y a las aspiraciones democráticas. Está en su naturaleza, pero no hay porqué alarmarse, las mismas reglas vigentes establecen que de ser sorprendidos, tras un largo litigio legal todo quedará en una multa al infractor, algo así como estacionarse en lugar prohibido deliberadamente. Todo se arregla con dinero y este en política  no es problema, como se observa en los excesos de gastos de campaña de un candidato cuya  imagen aparece hasta en el papel con el que envuelven las tortillas.

Cumplamos con nuestro deber sufragando y a otra cosa mariposa.- Xalapa, Ver., julio 3 de 2013.

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J. Enrique Olivera Arce

Pese a la opinión generalizada de que el proceso electoral en Veracruz que desembocará en la elección de diputados locales y autoridades edilicias, está viciado de origen careciendo de legitimidad democrática, el siete de julio próximo la ciudadanía tendrá la oportunidad de decidir si desea más de lo mismo o está por un cambio substancial en la vida económica, social y política para su ciudad, su distrito, su región, o para Veracruz.

De cómo se comporte ante las urnas dependerá el si da un paso adelante en el largo camino de la construcción de la democracia, ciudadanía y bienestar para todos, o deja hacer, deja pasar, para que las cosas sigan igual o, lo más probable, peor que el día anterior a la elección.

En cada quien estará el tomar libremente la decisión de no concurrir a la fiesta cívica, votar por los candidatos de su preferencia, o por ninguno sufragando por el candigato Morris o cantinflas, nulificando su voto. Y, dado el caso, hasta optar por la opción ignominiosa pero económicamente pragmática para un sector desclasado, de vender el voto,  a sabiendas de que se beneficiará a los mapaches de siempre.

No obstante, lo trascendente es entender que la democracia no es una dádiva graciosa del poder, se conquista en un largo proceso de aproximaciones sucesivas. Teniendo esto claro, no cabe ni el desanimo ni la frustración y, mucho menos la indiferencia. Frente a un derecho conquistado no cabe la renuncia, hay que defenderlo y enriquecerlo, ejerciéndolo con plena conciencia de que el valor del sufragio reside en lo que individual o colectivamente  esperamos de la participación ciudadana

Sin esta, la clase política se va por la libre, sin obstáculo popular que se le oponga. Condenando a la sociedad al ostracismo, atraso y retroceso, caldo de cultivo propicio para que siga prevaleciendo corrupción e impunidad en las esferas gubernamentales. Lacras sobre las que no cabe la menor duda, constituyen el más destacado elemento estructural de oposición al crecimiento económico y desarrollo humano en México.

Se sabe que es por demás intentar acabar de golpe con la descomposición moral de la clase política; está en su naturaleza la proclividad al saqueo de las arcas públicas, como se pone de manifiesto en el número creciente de casos en los que políticos y gobernantes se despachan con la cuchara grande, en medio de una absoluta impunidad.

Pero también está en la naturaleza de un pueblo responder a un mínimo de principios y valores éticos en los que sustentar una armónica y sana convivencia. Si no aceptamos esto, dando por sentado que cinismo y descaro es patrimonio vital de todos, sin distingo del rol social y político que se juegue en la sociedad estaríamos acabados. Quien esto escribe, se niega a la aceptación plena de tal situación. Los pueblos suelen equivocarse, pero no son suicidas.

Sabemos bien que propuestas y promesas de campaña, son sólo eso, promesas que no se cumplen y propuestas que se quedan en el papel. Ni hay voluntad política para concretarlas, ni conocimiento, racionalidad y visión de futuro para encauzarlas en beneficio de las mayorías. Luego no cifremos falsas esperanzas ni nos empalaguemos con expectativas irrealizables.

Esto es lo que hay y así hay que entenderlo para ir tomando conciencia de la necesidad de un cambio que nos libere de una partidocracia que hoy por hoy nos tiene secuestrados.

Insisto, la construcción de una sociedad democrática es un proceso de largo aliento que se materializa paso a paso. No tengamos temor de dar uno más hacia delante ni de retroceder otro cuando ello es necesario para recuperar fuerzas para un nuevo impulso. La historia está del lado de las mayorías, en ello radica la fuerza de estas y de ahí debe desprenderse paciencia y confianza en el futuro. Todo a su tiempo.

Concluida la elección y con los resultados en la mano, la tarea siguiente es demostrar que somos los electores los que definimos el triunfo o derrota de tal o cual candidato, exigiendo cumplimiento, transparencia y rendición de cuentas. Si no es así, seremos cómplices obligados a guardar silencio frente a la corrupción e impunidad.  

Faltan 10 días escasos para la elección. Tiempo suficiente para reflexionar sobre la decisión a tomar frente a las urnas. Actuemos en consecuencia dispuestos a ejercer lo mismo  el derecho a expresarnos que a votar en libertad; a los que no debemos renunciar. Está en nosotros los electores el legitimar no a partidos y candidatos sino a nuestra voluntad de participar. 

Hojas que se lleva el viento 

El secretario de energía Pedro Joaquín Coldwell afirma que no se venderá ni un solo tornillo de PEMEX. Juego de palabras con el que el PRI pretende convencer de la bondad de la reforma energética que impulsa el Sr. Peña, pero que no aclara si constitucionalmente se aprobará la participación de otras empresas, nacionales o extranjeras en la industria petrolera dejando a la paraestatal al margen hasta su paulatina extinción.

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Cuando elegimos a nuestros senadores, esperábamos que éstos representaran el interés de todos los veracruzanos sin tomar partido a favor de unos en detrimento de otros. Lo que no es así no obstante que para ello les pagamos y estamos obligados a exigir. Tanto José Francisco Yunes Zorrilla como Héctor Yunes Landa trabajan electoralmente a favor del PRI, uno en Veracruz y el otro en Baja California, construyendo su plataforma de despegue para el salto siguiente, la sucesión del Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa, mientras la entidad marcha a la deriva.  No se vale.- Xalapa, Ver., 26 de junio de 2013.

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J. Enrique Olivera Arce

En la lucha contra la pobreza, “hay que ponerle calor militante, de compromiso: José Mujica, Presidente uruguayo.

Como lo he expresado de manera reiterada, el actual proceso electoral en Veracruz que desembocará el 7 de julio próximo con la elección de diputados locales y 212 ediles, no merece a nuestro juicio el mínimo de confianza. Es un verdadero cochinero antidemocrático y exhibe la crisis terminal de un sistema de partidos políticos en México rebasado por la realidad presente y expectativas de futuro de las mayorías. En congruencia, por tanto, no estamos ni a favor ni en contra de partidos y candidatos. Que con su pan se lo coman.

No obstante y dado el interés superior de Veracruz y en especial Xalapa, no deja de ser ajeno a mi preocupación el curso que toma el proceso a unos días de iniciadas las campañas de proselitismo de quienes aspiran a los cargos de representación citados.

Llamándome la atención la recurrencia a lugares comunes y slogans que no dicen nada a la ciudadanía, reflejando en forma y fondo que es más el interés de los aspirantes por alcanzar una migaja de poder, acceso a la manipulación ciudadana y manejo de recursos públicos, que un interés real por servir a los veracruzanos. Flaca caballada en contienda que en sus “elaboradas propuestas” y promesas de campaña, expresan pobreza conceptual y una franca miseria de conocimiento y capacidad para enfrentar la problemática de un estado y una ciudad capital cuya complejidad les rebasa.

Salvo algunas respetables excepciones que el pueblo conoce y reconoce, se percibe que los ahora candidatos o candidatas, están más cerca del triunfalismo sin sustento de quien ahora gobierna a la entidad y de quien en su carácter de alcaldesa de Xalapa, marchan de espaldas a una realidad abrumadora que habla de estancamiento y retroceso en todos los órdenes de la vida económica y social de la entidad, que de la más mínima intención y voluntad de cambio.

Así las cosas, no es de dudar que los resultados del proceso electoral arrojarán más de lo mismo, profundizando el estado de cosas que hoy prevalece en la sociedad veracruzana.

Es curioso, pero así es, nadie en campaña se ocupa de enmarcar propuestas y promesas en la estrategia de gobierno del presidente Peña y, por lo consiguiente, en el llamado plan nacional de desarrollo y su equivalente para el estado de Veracruz aprobado por el Congreso local.

Grave a mi juicio, las reformas constitucionales aprobadas por el Congreso de la Unión pasan necesariamente por el aval de las legislaturas locales y en nuestro caso específico por la diputación que será elegida el 7 de julio. Y ni que decir de su implementación en la célula básica de la administración pública a cargo de los alcaldes.

Tanto diputados como ediles actuarán por consigna y de espaldas a la ciudadanía en temas del mayor interés para la Nación. Su compromiso para con Veracruz es coyuntural y meramente circunstancial, en tanto que el cargo para el que serán electos, será apenas un escalón más en el encumbramiento político personal de los hoy aspirantes, en su mayoría “chapulines”.

La reforma laboral, la educativa, la de comunicaciones, y las que vienen en materia financiera, fiscal y energética, así como la cruzada peñista contra el hambre, no figuran en la agenda de campaña de los candidatos y candidatas. A lo sumo y de manera más declarativa que de compromiso, se hace referencia al combate a la pobreza y al abatimiento de desempleo, informalidad e inseguridad, sin ofrecer el como y con qué habrán de enfrentar tales fenómenos económicos y sociales en la entidad y en los 212 municipios veracruzanos, siendo estos temas los de mayor relevancia para las mayorías que pretenden representar.

En nuestra ciudad capital en donde clase política y medios de comunicación concentran con mayor intensidad las escaramuzas de  una guerra sucia sin sentido, se privilegia la exhibición de la mugre de los trapos propios y ajenos, evitándose o desconociéndose el carácter integral y multidimensional de la problemática de una ciudad que ya no da para más. El candidato de la coalición que encabeza el PRI, declara que el problema de la vialidad no frenará el desarrollo de la capital veracruzana, sin reconocer que el caos vial es consecuencia de la inviabilidad de todo proceso de racionalización y modernización de una ciudad que, por principio de cuentas, carece de plano regulador y visión de conjunto, así como de una iniciativa privada con serias carencias de iniciativa y disposición para invertir productivamente para generar empleos de calidad.

Xalapa está muerta y sus habitantes exigen sea resucitada. Ello implica no sólo cuantiosas inversiones en infraestructura urbana que hagan de las colonias colgadas de los cerros espacios habitables y seguros, se requieren además fuentes sustentables de trabajo, salarios remunerativos y, sobre todo, visión de futuro, compromiso y voluntad de cambio en sus autoridades. El qué, el cómo, el cuando, en donde  y el con qué, no se percibe en el discurso de campaña y mucho menos en slogans mediáticos que no dicen nada a los ciudadanos, salvo que nos espera más de lo mismo, o mucho peor en el caso de los xalapeños excluidos, a los que se les ofrece hoy una despensa o una lámina de cartón a cambio de pignorarles el futuro.

Y por si fuera poco, borrón y cuenta nueva. Los desmanes de Elizabeth Morales en su desempeño al frente de la comuna xalapeña, quedarán en el olvido. Corrupción e impunidad no se tocan, concluirá impertérrita su mandato y no hay candidato que le ponga cascabel al gato demandando rinda cuentas ante la justicia.

Frente a esta percepción me pregunto si vale la pena entrarle al juego del apapacho o descalificación de partido o candidato alguno. La respuesta es más que obvia, para quien esto escribe no vale ni tiempo  ni esfuerzo, ya los ciudadanos valoraran en su momento la calidad de su voto. De ellos dependerá apostarle al más de lo mismo o expresar su deseo y voluntad de cambio en las urnas.

La interrogante entonces la dejo en el aire: ¿De los candidatos impuestos por la partidocracia, alguno merece ser votado en respuesta a ese deseo y voluntad de cambio de la ciudadanía?

Hojas que se lleva el viento

Quien esto escribe y el semanario en línea “Pulso crítico.com”, se unen al cúmulo de felicitaciones que ha recibido el portal informativo “Crónica del Poder” con motivo de su quinto aniversario en la Red de redes, expresando nuestro sincero reconocimiento  a sus fundadores y sus actuales directores, Felipe Hakim Simón, Francisco Saucedo Ramírez  y Marco Aurelio González Gama, por su compromiso  para con el ejercicio de la libertad de expresión y servicio a la ciudadanía, agradeciéndoles su generosidad al brindar un espacio valioso a los maquinazos del suscrito.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

“Señor, si me quitas el éxito déjame fuerza para triunfar del fracaso”: Mahatma Gandi

¡¡Te lo dije!! Me escribe un buen amigo, advirtiendo que “si Ebrard hubiera sido el candidato de las llamadas izquierdas, Peña Nieto no gana la elección”.

El hubiera no existe en política. El candidato fue Andrés Manuel y a ello debemos atenernos. Sin embargo la expresión de mi amigo da tema para la reflexión en torno a una situación que me llamara poderosamente la atención y que dejara asentado en mi artículo publicado el 22 de abril bajo el título “Andrés Manuel baila con las más feas. No hay de otra”. El político tabasqueño ha sido postulado por la coalición integrada por el PRD y las morrallas denominadas Partido del Trabajo y Movimiento ciudadano. Institutos electorales que en el marco de una partidocracia rampante y un régimen político obsoleto y corrupto, carecen de autoridad ideológica, moral y política para ser considerados como de izquierda. Una y otra vez señalé que estos partidos políticos más que aportar a la campaña electoral de López Obrador, constituían una pesada loza sobre las espaldas del candidato presidencial.

López Obrador superó los 15 millones de votos legítimos a pesar de, y no por el trabajo político desarrollado por la cúpula partidista de la Coalición “Movimiento Progresista”. Los candidatos al Senado y Cámara baja en su gran mayoría cartuchos quemados impopulares impuestos por “los chuchos” de ello dan constancia. El resultado aún en trámite de la elección confirma tal percepción.

Se jugo en la cancha de la partidocracia conforme a sus reglas y sus prácticas antidemocráticas. Luego nadie puede darse por sorprendido ante la cada vez mayor evidencia de escamoteos de la voluntad popular a lo largo y ancho del país. No obstante, gracias al Movimiento de Regeneración Nacional, “Morena”, en el que participan millones de ciudadanos convencidos de la necesidad de un cambio verdadero, irregularidades aparte de un proceso electoral inequitativo y amañado, Andrés Manuel llegó hasta donde le permitieron llegar. Hoy la decisión final y el futuro de México está en manos del “arbitro” y del Tribunal Federal Electoral, así es el juego. Los partidos postulantes de la llamada izquierda electoral ganan perdiendo.

“Morena”  trabajó intensamente a ras del suelo, en la calle, en las aulas, en el taller, en el surco, en el hogar, siempre confiando con voluntad de triunfo en el liderazgo del político tabasqueño. Jóvenes y no tan jóvenes se pusieron la camiseta y, contra la corriente y contra la estructura partidista de la coalición dominada por las tribus perredistas y sus corruptas y oportunistas dirigencias, sacaron adelante la campaña presidencial. De eso no tengo la menor duda.

Andrés Manuel cometió errores, no se puede negar. Pero así como se equivocó confiando en las estructuras partidistas coaligadas, fue certero al sustentar su campaña en “Morena”. Fue la ciudadanía organizada y movilizada la que le impulsó para cuesta arriba dejar atrás a Josefina Vázquez Mota y alcanzar a Peña Nieto. Con este impulso López Obrador gana en su propósito democratizador al lograr movilizar a más de 15 millones de mexicanos en pos de la esperanza democrática. La ciudadanía salió a la calle y con su voto manifestó su voluntad de cambio. Si hoy se pierde la elección, no fue en vano. La ciudadanía con su participación activa gano terreno y experiencia en la búsqueda de un camino más amplio para avanzar el  rescate de la voluntad popular, hoy secuestrada por la partidocracia y los poderes fácticos.

La construcción de la anhelada democracia transita por un largo camino de aciertos y errores, triunfos y derrotas. Los resultados no se alcanzan en meses o años sino en períodos históricos. Pero cada paso dado fortalece a quienes lo emprenden. Estoy seguro de que la experiencia vivida por la ciudadanía movilizada en este proceso electoral, pesará más en la vida política de México que el triunfo mismo de las llamadas izquierdas. Un importante segmento de la sociedad ha dicho basta y encontró el camino para avanzar participando consecuentemente.  Esto es un logro a mi juicio histórico. No cabe la frustración ni el desanimo, se dio el primer paso y eso es lo que cuenta. Lo que sigue para la izquierda consecuente es la autocrítica y sacar las conclusiones pertinentes para seguir marchando a paso firme y con la frente en alto.

Si Peña Nieto de ser ungido como presidente quiere gobernar, lo tendrá que hacer no en el vacío con el indignante y lastimero voto comprado. Más temprano que tarde tendrá que recurrir a la ciudadanía movilizada. En ella está el que se avance o se retroceda en la construcción del futuro de México.

Hojas que se lleva el viento

En nuestra próspera aldea jarocha siempre sí la elección presidencial, de acuerdo a los resultados preliminares (PREP), se fue a tercios. El triunfalismo priísta se vino abajo y el cacaraqueado triunfo por parte de su dirigente estatal, Erik Lagos fue pírrico. La dupla PRI-PVEM obtuvo un total de 1, 180,147 votos contra 1, 179,327 del PAN. Por su parte Movimiento progresista 1, 1012,818 sufragios. Así, Peña Nieto obtuvo menos votos en Veracruz que los obtenidos por Javier Duarte de Ochoa como candidato a la gubernatura. No cabe duda de que hizo falta el alquimista Fidel Herrera Beltrán para cumplirle satisfactoriamente al mexiquense de acuerdo a lo ofrecido.- Xalapa, Ver., Julio 4 de 2012

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