Pulso crítico
J. Enrique Olivera Arce
Partiendo de la premisa de que estamos en México, país surrealista en el que la incipiente democracia se corresponde con un régimen político caduco, corrupto y al servicio de los poderes fácticos, la tersa separación de López Obrador de los partidos que le postularan en segunda ocasión como candidato a la presidencia tiene múltiples lecturas, interpretaciones y, sin duda, mensajes entre líneas, que expertos politólogos y sesudos analistas irán desgranando al paso de los días.
Para quien esto escribe, se confirma la profundidad de la crisis del sistema de partidos políticos en México que, habiendo sido superados por el crecimiento cuantitativo y cualitativo de una sociedad plural, ya no responden a su cometido. El resultado impuesto de la elección presidencial y el hecho de que el sufragio, pese a todo, se dividiera en tercios, negando la posibilidad de hegemonía del partido que gobernará al país, es prueba de ello. La gota que derramara el vaso es sin duda la confirmación de que la oposición centrista, representada por las alianzas del PRD, PT y Movimiento Ciudadano, no tiene posibilidad alguna de acceder al poder bajo las reglas, usos y costumbres del régimen político actual.
Andrés Manuel López Obrador en buena ley no perdió la elección. Simplemente no se le permitió llegar, como de antemano estaba claro que ocurriría por así convenir a la partidocracia dominada por el PRIAN y los poderes fácticos a los que sirve. El resto de los partidos nacionales con registro, jugando de comparsas hicieron lo que tenían que hacer, como ha quedado claro con las declaraciones de Jesús Ortega, líder máximo de las tribus chuchistas del PRD. En este entramado la voluntad popular es un mal necesario aparentemente bajo control.
Como consecuencia de lo anterior, todos los partidos, sin excepción, ante la ciudadanía han perdido credibilidad, capacidad de maniobra y de respuesta e, ideológicamente, quedan totalmente desdibujados como instituciones al servicio de la sociedad. Si el primero de julio fuera atípica la participación cuantitativa y cualitativa de los sufragantes, hoy día, si se convocara a elecciones, el abstencionismo sería histórico. La mayoría de los votantes potenciales le pensaría dos veces antes que perder su tiempo concurriendo a las urnas. Cada uno de los partidos políticos, fuera de contemplárseles como agencia circunstancial de empleo, no tendría cara para convencer de que ahora sí contará la voluntad popular.
De ahí que resulta inverosímil el que López Obrador se separe de los partidos de la llamada izquierda, para crear otro, a partir del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), a sabiendas de que estaría obligado, bien como candidato presidencial o simplemente como líder moral, a jugar una vez más en la cancha y bajo las reglas del régimen político actual controlado por el PRIAN. Amén de que como partido político Morena estaría obligado a reconocer institucionalmente al Sr. Peña como presidente de México, contraponiéndose con la estrategia lopezobradorista de desobediencia civil en rechazo a la imposición validada por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
Como igualmente resulta por demás extraño que López Obrador se incline por una tersa separación de los partidos que le postularan, cuando es del dominio público que lo que procedía era el rompimiento franco con el PRD, partido que desde la cúpula tribal le jugara las contras colaborando con el PRIAN como saboteador. Quedando la impresión de que opta por lo primero con el afán de dejar abierta la puerta para futuras aventuras electorales o legislativas, compartiendo el lecho con su embozado enemigo.
Pero si resulta inverosímil y extraña la nueva estrategia puesta sobre la mesa por López Obrador, no podemos hacer de lado que también deja la interrogante sobre Morena: Mantenerle como asociación civil, o transformarle en partido político. Disyuntiva cuya solución deja en manos de una próxima asamblea nacional del movimiento que, en noviembre próximo, a su vez estará alimentada con los resolutivos de sendas asambleas estatales.
Poniendo así el cascabel al gato, jugando con los tiempos, auspiciando la desbandada en las filas del PRD y apoyándose debajo del agua en el PT y en Movimiento ciudadano, partidos pequeños que han contribuido y se han beneficiado de la creación, expansión y fortalecimiento de Morena.
Sea cual fuere la intención de López Obrador y sus estrategas, lo cierto es que a partir del domingo 9 Morena sale de las penumbras, manifestándose como una fuerza política opositora real e independiente que sacude al sistema de partidos y al régimen político en su conjunto que profundizará su crisis con el desfondamiento de la izquierda institucional, oposición a modo para mantener los equilibrios entre las diversas fuerzas políticas que participan en el juego, así como de instrumento de control de movimientos emergentes en el seno de la sociedad.
Lo otro a considerar al margen, es que como ya estaba previsto, pese a los esfuerzos del priísmo y de la cúpula perredista por eliminar de la vida pública a Andrés Manuel, tenemos López Obrador para rato.
Lo que está por verse es si Morena respeta sus bases estatutarias, rompiendo con las prácticas, usos y costumbres del viejo régimen, asimiladas y aumentadas por una izquierda institucional dominada por cúpulas colaboracionistas, corruptas y ajenas a las expectativas y necesidades reales y sentidas de las grandes mayorías de este país. Si es así, la asamblea informativa del domingo nueve será un parte aguas en los esfuerzos por imprimir aire nuevo en la larga lucha por democratizar la vida política de México.
Hojas que se lleva el viento
Optimismo desbordado del perredismo veracruzano, cuando su dirigencia anuncia a bombo y platillo que en la entidad el partido del sol azteca no registrará desbandada alguna. El diputado federal Uriel Flores Aguayo ya anunció que deja al PRD para incorporarse a Morena, pero después de la elección local del año próximo, confiando en que su partido le postulará como candidato a alcalde de la capital veracruzana. Oportunismo en uno de los mejores exponentes del perredismo cupular jarocho, que aún cree que gano la diputación gracias a un PRD desprestigiado y poco confiable. La desbandada y paso a engrosar las filas de Morena no se dará, ya se dio desde endenantes en las bases del partido y sólo resta confirmarla.
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Interesante la estrategia propuesta por el gobernador electo de Yucatán para transparentar la transición gubernamental. Rolando Zapata Bello designó a un equipo de la sociedad civil que se encargará de la recepción de la administración pública a cargo de Ivonne Ortega Pacheco. Más sociedad y menos política. Lástima que el paso dado sea incompleto ya que organizaciones y personas designadas representan en su mayoría al sector empresarial de la entidad y muy poco o nada a los yucatecos de a pie. Lo destacable es que ya se da un primer paso en materia de transparencia y participación social en las tareas gubernamentales.
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En Veracruz nada nuevo bajo el sol. Ya no hay nada que decir en una entidad federativa que es vanguardia nacional en todo, hasta en el número de indigentes morales que se regodean y hacen gala de su explicable enriquecimiento a costa del erario público.
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En febrero de 2011, el portal de noticias Sexenio.com.mx inició como un proyecto destinado a crecer; en Septiembre de este año cumplió su primer aniversario y a siete meses de haberse lanzado a través de la Internet, registra un promedio de 20 mil visitas diarias. El éxito del trabajo que se lleva a cabo en Sexenio fue reiterado apenas el pasado 23 de agosto en una medición de comScore, luego de aparecer en 5to lugar nacional, sólo por debajo de importantes medios como El Universal, El Informador, Reforma y El Norte. Mi más calurosa y sincera felicitación al equipo que ahora integra el Grupo Sexenio Comunicaciones por su exitosa labor. Cd. Caucel, Yuc., septiembre 11 de 2012