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Tag Archives: Reestructuración de deuda

Pulso crítico

Enrique Olivera Arce

Me pregunto si para aquellos que en la elección para gobernador de dos años votaran por la alianza PAN-PRD, cifrando sus esperanzas en un cambio orientado al rescate de una administración pública quebrada por un gobierno corrupto y fallido, hoy a cien días de la toma de posesión del Sr. Miguel Ángel Yunes Linares estos mismos electores guardan las mismas expectativas de cambio y de progreso con las que concurrieran a las urnas el año próximo pasado.

La respuesta está a flor de labios de estos esperanzados electores. Sólo ellos podrán afirmar a ciencia cierta, si su voto contribuyera a un cambio tangible en propósitos y objetivos del gobierno de la alternancia, o, por el contrario, su respuesta es negativa.

Empero, más allá de la respuesta explícita, para el observador cuenta lo que se percibe; más si se considera que socialmente toda percepción conlleva un alto contenido político que por sí mismo refleja el estado de ánimo de la sociedad. Y, en este caso concreto, todo pareciera indicar que existen más dudas que respuestas. El gobierno de la alternancia no responde aún a las expectativas de esa minoría social que sufragara a favor de la alianza y éstas se mantienen a la expectativa,  estando muy lejos de respaldar el quehacer de la administración en lo que va del mandato del Sr. Yunes Linares.

El beneficio de la duda que inspirara en la gente un nuevo gobierno dispuesto a imprimir cambios significativos en la tarea de rescatar a la administración pública veracruzana, se diluye e incluso, los partidos políticos que como tales llevaran al triunfo electoral a la alianza expresan públicamente más escepticismo que confianza; las dirigencias partidistas tanto en el ámbito nacional como en la aldea, guardan silencio y están dejando solo en el atolladero al gobernador al imponerse una ominosa realidad por sobre expectativas y esperanzas.

Más ahora, ya inmersos en el proceso electoral en el que los intereses personales y de grupo pesan más que interés y voluntad política de un gobernante empantanado en sus propias contradicciones. Miguel Ángel Yunes Linares está solo tanto en su combate contra fantasmas del pasado que en la difícil tarea de gobernar.

Se dice que ello es resultado de su estilo personal de gobernar, que está en su naturaleza pelearse contra todos y por todo. En justicia habría que insistir que por encima de tal consideración, están los factores adversos que, lo mismo en el entorno internacional que nacional y sin duda en nuestra propia entidad federativa se oponen a un terso rescate de la administración pública veracruzana; a todos consta que la federación respalda a Veracruz de dientes para afuera, dejó hacer y deshacer a su antojo a la pandilla de depredadores y hoy consiente impunidad y olvido forzando al gobernador a aceptar que en el régimen político vigente todo cambio es para permanecer igual.

Igualmente me pregunto si las mayorías que votaran en contra de la alternancia, lo hicieran para mantener el statu quo apostándole nuevamente al dejar hacer dejar pasar o, por el contrario, conscientes de que con la alianza Pan-PRD el esperado cambio y rescate de la administración pública estaría vedado, saliendo de guatemala para entrar a guatepeor. Esto sin contar en que para muchos el sufragar en contra, inercialmente mantendría la hegemonía priísta en la innoble tarea de gobernar saqueando pero salpicando.

El cómo esta mayoría lo mismo se mantiene indiferente que apostándole al más de lo mismo,  aceptando sin chistar las candidaturas partidistas a los gobiernos municipales que notablemente apuntan hacia un retorno al pasado, también para el observador se percibe poco o nulo respaldo al gobierno de la alternancia como opción de buen gobierno, manteniéndose al margen o bien, socavando con su silencio, en el mejor de los casos, la tarea que se echara a cuestas el gobernador de dos años.

Si esto es así, tanto para la minoría como para las mayorías, la base social de apoyo y respaldo en que se sustentaría el gobierno de la alternancia, a cien días de mandato para efectos prácticos podría afirmarse que es nula; cayendo en suelo estéril la semilla de unidad, compromiso y esfuerzo solidario que el gobernador reclama de la ciudadanía.

Cada quien para su santo, es la tónica dominante en el seno de una sociedad escéptica que aún no logra asimilar el cómo es que dejara que una pandilla de delincuentes diera al traste con una administración pública, arrastrando consigo a toda la entidad.

Así las cosas, pasarán otros cien días y otros más sin que el ansiado cambio y rescate se concrete; antes al contrario, el pronóstico es que las cosas irán para peor, incrementándose el deterioro político, económico y social en demérito de gobernabilidad y gobernanza en la entidad y, por lo consiguiente del bienestar de los veracruzanos. En todos está el dejar hacer dejar pasar nuevamente, o hacer posible el cambio desde abajo gobernando con una participación responsable a quienes gobiernan. Llegó la hora de rescatar la política y con ello la democracia representativa. Mañana será demasiado tarde.

El que calle hoy no tendrá cara para reclamar mañana.

Hojas que se lleva el viento

Histórico.  Para Ripley, la mayoría en el Congreso Veracruzano le dijo no a la solicitud del gobernador  de reestructuración de la deuda pública. La razón se impuso por sobre el voluntarismo de Yunes Linares complicando el arranque del gobierno de la alternancia.

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Escudado en un mediocre y triste desempeño como senador de la república, Héctor Yunes Landa más en un afán protagónico que con la intención de aportar algo positivo a la turbulenta vida política de la entidad, sin más  y en referencia a los primeros cien días del gobierno de la alternancia, afirma que a Veracruz le iba mejor con Javier Duarte. A él sin duda, para los veracruzanos tal aberrante aseveración sonó, con perdón de mis cuatro lectores, como mentada de madre. Por muy que el gobierno de Yunes Linares apunte a ser una administración fallida más, no puede comparar ésta con el inmisericorde saqueo impune, cinismo y desvergüenza del fidelismo-duartismo sin pecar de demagogo. Y aun así guarda la absurda esperanza de alcanzar en el 2018 la nominación como candidato del PRI al gobierno de la entidad. Aunque como andan las cosas de descuajaringadas en el seno de la partidocracia, todo es posible.

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Y a propósito de la partidocracia, en su expresión aldeana en su momento señalamos que el Movimiento de Regeneración Nacional al transformarse en partido político aceptaba tácitamente someterse a las reglas del juego de los dueños de las canicas, sumándose al juego de la partidocracia, sus contradicciones, mañas y trastupijes electorales, renunciando a sus orígenes. Lo que se observa en su participación como instituto político de interés público en el proceso electoral en curso, confirma nuestra aseveración; Morena, con sus asegunes,  ya es un partido más, bailando al ritmo de la descomposición política en la que Veracruz es nítida expresión del “desmadre nacional” de un régimen político que pide a gritos ser colocado en el basurero de la historia.

Xalapa, Ver., marzo 15 de 2017

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Quizá la decisión más importante hasta ahora de la administración a cargo del Dr. Duarte de Ochoa, sea la iniciativa de reestructuración de la deuda pública, aprobada con dispensa de trámite el pasado 28 de julio por las bancadas del PRI y del Panal en la LXII Legislatura.

Medida audaz, con la que en principio se ponen los pies sobre la tierra, aceptándose oficialmente que el gobierno de Veracruz está en bancarrota, al mismo tiempo que puede considerarse como señal inequívoca de un claro deslinde del Dr. Duarte. Lo que no es de su año no es de su daño.

No sólo se propone redocumentar pasivos bancarios y los servicios de la deuda no cubiertos en su oportunidad, también la iniciativa contempla la autorización para contratar nuevos créditos para cubrir compromisos no cumplidos de la anterior administración contraidos con el IPE, empresas constructoras, proveedores y medios de comunicación, que ascienden a más de 17 mil millones de pesos.

No se puede hacer gran cosa ni se puede exigir más del gobierno de Veracruz, cuando se hereda una deuda pública de 30 mil millones de pesos. Pesada lápida con la que se inicia el mandato del Dr. Duarte, luego la medida más que obligada, contiene a mi juicio dos aspectos relevantes.

 

Reconocerla y de ahí partir para rediseñar propósitos, estrategias, objetivos y metas para conjugar lo deseable con lo posible y, dejar claramente sentado que el despilfarro, pésima administración y presunto desvío de recursos, representa un daño al erario público que no se puede atribuir al gobierno duartista.

Quedando asentado en el Congreso local que sólo hay un responsable, Fidel Herrera Beltrán y la administración a su cargo y, en consecuencia, ello es antecedente a considerar en la revisión de la cuenta pública del 2010. Con el salvataje propuesto por el Dr. Duarte de Ochoa, sin necesidad de rupturas políticas incómodas, el ex gobernador es exhibido ante la opinión pública y para la historia de Veracruz.

Los veracruzanos tendrán que pagar en 30 años este conjunto de obligaciones que, a su vez, estarán garantizados por un porcentaje anual de las participaciones federales, lo que repercutiría en menores inversiones del gobierno estatal en bienes y servicios a favor de la comunidad. Como corolario, es de  considerarse que se incrementaría la dependencia financiera que se guarda con la federación e instituciones bancarias, reduciéndose en el futuro cercano el margen de maniobra de la administración pública estatal.

¿Quién será responsable de ello? Usted lo sabe estimado lector. Más claro ni el agua. Una vez que sea desahogado el trámite de redocumentación y contratación del nuevo crédito, será a partir de ahí que se podrá calificar el desempeño financiero de la administración pública veracruzana cargo de Duarte de Ochoa. Borrón y cuenta nueva.

Hasta aquí es lo que  puedo interpretar a grandes rasgos del contenido del texto del Decreto con el cual el Congreso de Veracruz autoriza al titular del ejecutivo la reestructuración de la deuda pública, asentado en la Gaceta Legislativa No.48 De fecha 28 de julio del 2011.

Lo que sigue es la gran interrogante: ¿Con qué recursos propios y de participaciones federales, sostendrá el Dr. Duarte de Ochoa el ejercicio financiero del gobierno en su sexenio sin recurrir nuevamente al endeudamiento? Esto no lo dice el decreto, puesto que las señoras y señores diputados del PRI y del Panal, seguramente o no lo analizaron o no lo tomaron en cuenta al aprobarlo sin mayor trámite, puesto que ni se relaciona la reestructuración con el Producto Interno Bruto de Veracruz ni con los presupuestos de ingresos y egresos del 2012 y años subsiguientes.

Al parecer ni Finanzas ni el Congreso tomaron la previsión de considerar un colchón que asegure un mínimo de liquidez para satisfacer las demandas de inversión y gasto corriente para lo que resta del presente año y el inicio del siguiente. Entre otras cosas, para terminar con el tiradero heredado de obras inconclusas. ¿O el reemplacamiento vehícular anunciado y la exigencia de pagos vencidos de tenencia no cubiertos en su oportunidad  es tal previsión?

2011 prácticamente ya se fue. Esperaremos lo que sobre el particular se apruebe en los presupuestos de ingresos e ingresos para el 2012.

De ahí que podríamos estimar que el sexenio del Dr. Javier Duarte de Ochoa, será el de un gobierno pobre que, parafraseando a Hank González, será un pobre gobierno, cuando los retos presentes y futuros por afrontar superan en mucho la capacidad de la administración pública veracruzana. Todo se lo debemos a Fidel Herrera Beltrán y aún así lo queremos como Senador plurinominal por Veracruz.

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