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Tag Archives: Régimen político en México

Pulso crítico

José Enrique Olivera Arce.

La crisis del régimen político tocó fondo. El sistema de partidos en México, agotado ya no se corresponde con las nuevas realidades del país y del mundo.

Parece absurdo, y lo es, no hay duda. Conforme avanza el proceso electoral, acercándonos al inicio formal de las campañas de los aspirantes a la presidencia de la República, al Senado y a la Cámara de Diputados, todo indica que los principales promotores del abstencionismo son los propios partidos políticos. Salvo las cuestionadas propuestas de Andrés López Obrador, partidos y candidatos, enfrascados en interminables dimes y diretes y barruntos de guerra sucia, no aportan nada positivo a una libre y sana reflexión en torno a lo que más conviene a un país en crisis y si, a la confusión y el rechazo en una ciudadanía harta de manipulación mediática y desprecio a su inteligencia por parte de la clase política.

La confrontación esteril entre el PRI y el PAN, tomándose como centro el pésimo desempeño del gobierno que encabeza Calderón Hinojosa –“pesadilla” dijo Pedro Joaquín olvidándose de Salinas y Cedillo-, a la luz de los argumentos vertidos, no deja duda de que ni uno ni otro partido y sus candidatos, están dispuestos a someter a la consideración del electorado propuestas concretas que pie a tierra y enriqueciendo el debate ciudadano, fortalezcan la intencionalidad del sufragio como opción válida para avanzar en democracia.

Las autoproclamadas izquierdas

En este escenario, las autoproclamadas izquierdas se presentan ante la ciudadanía divididas y sin rumbo claro respecto a su intención de contender electoralmente como Dios manda, eso si es que Dios sabe como desatar el Nudo Gordiano de un proceso sucesorio que se debate entre crisis del régimen político, crisis económica y deterioro del tejido social.

Paradójicamente,  radicando su fuerza en la candidatura de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de la República, el PRD, -partido mayoritario en la coalición de las autollamadas de izquierda-, le niega su respaldo al controvertido político tabasqueño, como se pusiera de manifiesto el domingo último en la definición de precandidaturas a senadores y diputados plurinominales. Las tribus, en su mayoría controladas por “los chuchos”, se despacharon con la cuchara grande en atención a sus particulares intereses, cerrándole las puertas a las propuestas de Andrés Manuel y Marcelo Ebrard. Como remate a la deslealtad, el Consejo Estatal perredista en Chiapas desconoció la designación de la senadora María Elena Orantes López como precandidata a la gubernatura impulsada por la dirigencia nacional del Movimiento Progresista.

Confirmándose lo que ya se había apuntado por quien esto escribe (“Última oportunidad para Andrés Manuel” 01/02/2012): López Obrador, a mi juicio en términos prácticos el mejor candidato de la contienda presidencial, no cuenta con partido que le respalde. El PRD no pretende ir más allá que mantener registro, prerrogativas y prebendas. Lo que hace nugatorio a su vez el papel que pudieran jugar el PT y Movimiento ciudadano que, por cierto, también le apuestan a obtener la votación mínima necesaria para conservar su registro.

La posibilidad, amenaza latente, de que Morena después de la elección del 2012 se constituya en el partido político de las fuerzas progresistas del país, opera en contra de esta Asociación Civil y del propio Andrés Manuel. De ahí que el Movimiento de Reconstrucción Nacional y quien le encabeza, prácticamente van solos en la búsqueda de la presidencia. La partidocracia con PRI, PAN y PRD en tácita alianza de facto, no les dejará llegar.

Opciones inútiles, por ahora

Y mientras esto sucede en el seno de la partidocracia, la ciudadanía cada vez está más convencida de que por el camino de la elección de julio próximo no va a ningún lado.

El abstencionismo y la idea del voto en blanco, así como el por ahora inútil que representa el sufragar por un  candidato independiente como sería el ex panista Manuel Clouthier Carrillo se incrementa, reflejándose en las mismas encuestas que, como herramienta propagandista, auspician partidos, candidatos, y la propia presidencia de la República.

Otra opción, si es que se le puede llamar opción, es el voto útil a favor de Josefina  Vazquez Mota, abanderada del PAN; promovido por quienes simpatizando con López Obrador de antemano consideran que no llegará. En última instancia prefieren cargarse a la derecha antes que regalar su voto al candidato de un PRI cuyo caduco discurso opositor ya no convence a nadie. El resultado de la elección del 2000, está aún fresco en la memoria colectiva, operando como motivador del voto útil pese a los nefastos resultados de la llamada “alternancia” con la elección de Vicente Fox y su sucesor.

Y mientras el campo de los indecisos crece y no hay forma de convencerles sobre la mejor opción electoral ofertada por los partidos mayoritarios, la brecha entre partidocracia  y votantes potenciales se amplía, sin que se perciba camino alguno en el propósito de fortalecer la incipiente democracia en México.

La crisis del régimen político tocó fondo. El sistema de partidos en México, agotado ya no se corresponde con las nuevas realidades del país y del mundo,  negándose la posibilidad de una auténtica y legítima representación popular, luego para la ciudadanía secuestrada por la partidocracia ¿vale la pena votar en julio próximo para validar y legitimar el más de lo mismo?

Salvo que el voto de castigo sea de tal magnitud como para romper con el “síndrome de Estocolmo” que tiene atada de manos a una ciudadanía indiferente, nada bueno se percibe para la democracia en México, mientras la hambruna y la supresión de garantías frente a la violencia criminal,  ya se otean en el horizonte inmediato.

Hojas que se lleva el viento 

Crece el rumor de que el Sr. Doctor Javier Duarte de Ochoa, gobernador de Veracruz, ya está “planchado” por Calderón Hinojosa. El apoyo a Peña Nieto se considera de dientes para afuera, en tanto se crean las condiciones para que el PAN arrase en Veracruz. “La orquestada campaña en medios de comunicación presuntamente coordinada desde palacio, destacando el cochinero y división del blanquiazul, es cortina de humo para ocultar el objetivo negociado con Calderón”, dicen por ahí. Lo que si se puede confirmar con la orquestada campaña mediática, es que la percepción generalizada apunta a que el priísmo veracruzano tiembla ante el petate del muerto que agita Miguel Ángel Yunes Linares. La sola posibilidad de que Fernando Yunes Márquez llegue al Senado constituyéndose en aspirante natural a la sucesión de Duarte de Ochoa, congela hasta al más pintado del tricolor. El grupo compacto del duartismo ya encendió los focos rojos, Alberto Silva Ramos, alcalde de Tuxpan, peligra en su intención de llegar a gobernar a Veracruz.

En la aldea culminó el encuentro nacional municipalista sin más perspectivas para Veracruz que seguir “adelante” con el mismo rollo, la misma ineficacia en el intento de hacer del Municipio Libre paradigma de crecimiento económico, desarrollo regional y bienestar para la gente. Atraso, pobreza, desigualdad y asistencialismo como respuesta gubernamental, se hacen acompañar de ausencia de visión de futuro, mediocridad política y carencia de ciudadanía responsable. Para muestra basta un botón: Xalapa, capital del estado.

Razón esta última para considerar como digno de encomio el esfuerzo organizativo de la Asociación Civil “Otero Ciudadano” que, conjuntando a un grupo de personas y organizaciones no gubernamentales representativas de la sociedad xalapeña,  sin distingo ni interés partidista trabaja en pro del mejoramiento de nuestro municipio.- Xalapa, Ver., 7 de marzo de 2012.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

El régimen político está agotado. Manlio Fabio Beltrones

 Ya lo veníamos comentando en este espacio. Todo indica que el sistema político en México pareciera estar tocando fondo. Los partidos políticos han perdido credibilidad y confianza; la ciudadanía les considera más un oneroso lastre que instituciones republicanas forjadoras de democracia y auténtica representatividad popular frente a los poderes instituidos. Sus personeros, a todos los niveles, son ajenos a los intereses de la Nación, manifestándose con desverguenza y cinismo extremo, anteponiendo el interés personal o de grupo  al bien común.

Se perdieron las formas y, con ello, también el contenido ideológico y programático que alimenta y enriquece el ejercicio de la política. El régimen político vigente en México y consagrado en nuestra Carta Magna, se agotó. Lo que hoy es común denominador en la llamada clase política es la mediocridad y desfachatez, que se hace acompañar de impune corrupción y ostentación de riqueza mal habida.

Los partidos políticos dejaron de ser funcionales a la par que el estado de derecho es letra muerta en México. El imperio de la ley no aplica para el sistema político vigente; prevaleciendo la “ley del embudo” que se maneja sin excepción al libre albedrío en todas las instancias partidistas.

Verdaderas mafias de cuello blanco se despachan a su antojo el botín en que han transformado a México, mientras de dientes para afuera dicen abogar a favor de la gobernabilidad, el crecimiento económico y el desarrollo del país. Auspiciando más que combatiendo inseguridad y violencia que, como la humedad, permea y se retroalimenta en el tejido social, deteriorándole a tal grado que no son pocos aquí y acullá  quienes califican al Estado mexicano como fallido.

En los prolegómenos del proceso electoral que desembocará con el relevo presidencial y la renovación del Congreso de la Unión, todos los partidos políticos se hacen una, sin diferencia alguna que oferte opciones diversas de un nuevo Proyecto de Nación que nos saque de la postración y el retroceso en que nos ha colocado una clase política corrupta, insensible y convenenciera, cuya mejor cara es la simulación y el gatopardismo.

Los mismos rostros, las mismas mañas en un proceso de contubernio y simulación en el que las nuevas generaciones de políticos se uncen al larvario parasitismo, retroalimentando al agotado sistema político nacional. No hay diferencia ostensible entre la vieja guardia partidista y su relevo generacional. Salvo que, en tanto que los viejos políticos requerían de 20 o más años para brillar en la pasarela y amasar cuantiosas fortunas, hoy a los jóvenes les bastan 3 años para pasar del anonimato y la medianía económica a un enriquecimiento que no tiene llenadera. Pragmatismo, corrupción e impunidad les iguala.

Salvo los círculos ampliados de beneficiarios del sistema político vigente que les sustentan, los partidos carecen ya de base social. El divorcio entre la clase política y la mayoría ciudadana es evidente. La calificación cuantitativa de los votos emitidos en las últimas elecciones federales y locales no se corresponde en número con la totalidad de sufragantes registrados. El ausentismo en las urnas y la inclinación consciente a favor de un negativo abstencionismo, otorga mayoría absoluta a una ciudadanía ajena a la oferta partidista.

Para qué votar si todo va a seguir igual, se asume, en demérito de la construcción de una tan auténtica como legítima y necesaria democracia representativa. El valor cualitativo del sufragio se substituye con la cantidad que ofrece el llamado voto duro, para así asegurar un pírrico triunfo electoral de mayoría relativa que para el pueblo en nada beneficia.

El pobre nivel que hoy acusa el sistema político se observa cotidianamente. A la necesaria fuerza de las ideas para salvar a México del desastre, se le oponen los dimes y diretes en un desafortunado juego de nunca acabar con el que mediáticamente se mide la fuerza partidista frente al poder presidencial.

A la inteligencia, compromiso y visión de Estado, se opone la mediocridad de una clase política cuyos intereses están por encima de la unidad nacional en el marco de un presidencialismo que, en los hechos, no termina de morir, ante la ausencia de otra opción válida y consecuente con las nuevas realidades de México y el mundo.

En este escenario habrán de tener lugar las próximas elecciones del 2012 si antes no despierta el México bronco bajo el efecto dominó de la crisis sistémica global, cuya profundidad está siendo puesta en evidencia por el hasta ahora heterogéneo y anárquico movimiento cada vez más amplio de los autonombrados “indignados”.

El ya basta y la obvia necesidad de cambio, no respeta fronteras en la aldea global. Frente a ello, nuestra llamada clase política en México se ha colocado peligrosamente en una situación de indefensión en medio de la corrupción, la simulación  y el despilfarro que le alimenta. En una crisis que estaría tocando fondo, el sistema político nacional no tiene respuesta válida frente a un pueblo que en su momento habrá de llamarle a cuentas. La simulación ya no engaña a nadie.

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