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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

El Veracruz con el que sueña el gobernador no es el que a diario construyen con esfuerzo, rabia contenida  y no pocas penurias cientos de miles de veracruzanos.

Duarte-III-Informe

El Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa entregó formalmente al Congreso de la entidad su Tercer Informe de Gobierno y, en exclusivo show mediático en la literalmente fortaleza de San Juan de Ulúa en la ciudad y puerto de Veracruz, un balance de los tres años de su mandato al frente del Poder Ejecutivo Estatal.

El contenido del Informe aún no es del conocimiento de la opinión pública, sin embargo es posible adelantar  que no se puede juzgar lo plasmado en el documento bajo una óptica maniquea. Ni todo ha sido negro ni todo gris en el desempeño de la administración pública de Veracruz. Con claroscuros, el gobernante ha hecho lo que ha podido, ni más ni menos y así lo dio a conocer tanto en el show como posteriormente en entrevista televisiva.

Lo que se hizo en el pasado, estuvo malhecho, refiriéndose al gobierno de su antecesor. Hoy Veracruz es otro y las cosas se están haciendo bien, fue la tónica de su mensaje.

Triunfalismo sin sustento aparte, el gobernante en los 36 meses de su mandato ha cumplido hasta donde su circunstancia personal lo ha permitido. Expectativas truncas y deterioro evidente de la administración en áreas sensibles como, entre otras, salud, obra pública y fiscalización, establecen los límites de su gestión.

Habiéndosele concedido  el beneficio de la duda, para el Dr. Duarte de Ochoa el reto era convencer. No lo ha logrado a lo largo de tres años de gestión. Son más las dudas que genera que reconocimiento de la ciudadanía.

Iniciando bajo la oscura sombra de su antecesor, aventó su juventud por delante como garantía de un buen desempeño. El no entender que el poder no se comparte, le marcó. Hoy, a tres años de distancia,  la mano que mece la cuna le aparece hasta en la sopa,  en demérito de prestancia, autoridad y buen gobierno.

La herencia.

 Financieramente recibió arcas públicas de facto quebradas, con una pesada deuda pública hasta ahora injustificada, poco clara en medio de la opacidad, misma que a su vez incremento en circunstancias parecidas;  así como abultados compromisos de pronto pago que, hasta este momento, no se cubren del todo a contratistas, prestadores de servicios y prensa oficialista.

A ello habría que agregar el nada despreciable servicio de la deuda que hace ineludible el pago puntual de comisiones e intereses.

Recibió un tiradero a lo largo y ancho de Veracruz; Fidel Herrera entregó malas cuentas y una absoluta falta de confianza y credibilidad en las instituciones estatales, que hasta hoy sigue pesando en el ánimo de los veracruzanos.

No obstante, el Doctor ha venido capeando el temporal. Con limitada experiencia como servidor público y como profesional de las ciencias económicas, tapando un hoyo cavando otro ha tenido que sortear la sequía presupuestal del último año del presidente Calderón y el sub ejercicio del año de aprendizaje del Sr. Peña.

Mal que bien, la administración pública estatal y municipal no se ha paralizado; a jalones y estirones ahí precariamente la llevan.

Ocupando el quinto lugar entre las economías de mayor presencia nacional, la veracruzana se ubica en el lugar 22 entre los estados con menor crecimiento del PIB en el período 2010-2013 (Dr. Hilario Barcelata Chávez, Abriendo Brecha 14/11/2913), manteniendo su paso inercial con un magro crecimiento (o.3 %), en tanto que en lo social el descontento, insatisfacción y hartazgo generalizado en el país, se ha mantenido acotado en la entidad sin barruntos preocupantes de desestabilización y gobernabilidad.

Su aporte a la generación de empleos y disminución de desigualdad y pobreza, así como el abatimiento de la economía informal, atendiendo a cifras divulgadas por el INEGI, es mínimo y cercano al estancamiento en tales rubros. Reflejando limitada respuesta de la administración pública estatal y municipal por falta de visión de conjunto y recursos presupuestales suficientes para la tarea.

Aunque plausible el esfuerzo aplicado, Mixtla de Altamirano y Tehuipango, paradigmas estadísticos de histórico abandono, no cubren todo el mapa de la pobreza extrema y hambre  en Veracruz.

Lo que no se puede ocultar es el también inercial problema de la inseguridad en la mayor parte del territorio estatal y la pérdida de confianza en amplios sectores de la población respecto a la procuración y administración de justicia. Asignaturas pendientes de resolver que tienden a agudizarse.

Triunfalismo.

Sigue pareciéndome inaceptable el triunfalismo sin sustento válido que le justifique, lo que denota deshonestidad intelectual para aceptar y señalar por su nombre a una terca realidad, así como una gran dosis de simulación, engaño y demagogia por parte del gobernante y su círculo más cercano de colaboradores.

La campaña mediática previa a la presentación del informe, así como forma y contenido del mensaje emitido en San Juan de Ulúa, no escapan a tal apreciación.

Desde los inicios del mandato del Sr. Dr. Duarte de Ochoa quien esto escribe lo ha señalado, arando en el desierto. La estrategia de comunicación social, lejos de fortalecer aceptación e imagen del gobernador demerita al Sr. Dr. Duarte de Ochoa ante una opinión pública cada día más informada y crítica, que se expresa por la libre y cotidianamente en redes sociales de la Internet, círculos opositores y en tertulias familiares o de café.

El Veracruz con el sueña el gobernador no es el que a diario construyen con esfuerzo, rabia contenida  y no pocas penurias cientos de miles de veracruzanos.

Esto último, quiero pensar podría tener como origen tanto carencia de capacidad para afrontar la realidad tomando al toro por los cuernos, como impotencia ante la imposibilidad de dar cabal cumplimento a las demandas reales o sentidas de los gobernados, y no necesariamente, estrategia aviesa y perversa de poner en duda la inteligencia de los veracruzanos.

En la euforia del momento, el colmo: “…Veracruz tiene una economía fuerte, es una de las más sólidas del país y la décima más importante en América Latina, afirmó el gobernador Javier Duarte de Ochoa. Imaginémonos la sonrisa velada de más de un gobernador de los 8 que asistieran al show de teatro, maroma y circo en la fortaleza transformada para el efecto en bunker.

“Plan veracruzano de desarrollo”.

El contar un “Plan Veracruzano de Desarrollo” como guía para la acción no basta; antes al contrario, confunde y limita visión de largo aliento en un escenario complejo de rumbo incierto determinado por factores exógenos, como la crisis económico-financiera globalizada cuyo impacto golpea a todo el país.

No se puede hacer de lado que el plan no es tal ni guarda congruencia con la realidad, por lo consiguiente, no garantiza ser instrumento válido para encausar con racionalidad y buen juicio las tareas del desarrollo. Derivado de promesas de campaña, elaborado sobre las rodillas,  propuesto por el Ejecutivo, avalado por el Congreso y expresión de continuidad del desgobierno de Fidel Herrera Beltrán, no pasa de ser una ecléctica conjugación de propósitos y buenos deseos  ajenos a los tiempos y circunstancias de Veracruz en el contexto nacional.

Si a nivel individual o familiar resulta elemental el equilibrar lo deseable con lo posible a partir de las disponibilidades presentes y futuras, con mayor razón esta fórmula simple de economía doméstica debería ser norma de conducta en lo colectivo. Más,  si se trata de fundamentar un plan sexenal de desarrollo de una entidad federativa que, en tamaño, potencial y complejidad ocupa uno de los primeros lugares en el país.

A partir de fantasiosos buenos propósitos se formularon objetivos por alcanzar en el mediano plazo,  estableciéndose metas por cumplir en tiempo y espacio sin atender a disponibilidades presupuestales reales, obteniéndose un desfase entre lo deseable y lo posible. Hoy los buenos propósitos de prosperidad para todos, ha hecho de dulces sueños pesadilla para gobernante y gobernados.

No se puede, entonces, afirmar que en los primeros tres años de gobierno del Sr. Dr. Duarte de Ochoa se superaron expectativas plasmadas en dicho instrumento.

Aunque desde palacio se afirme lo contrario, lo deseable se vuelve inalcanzable; objetivos y metas trazadas, no se corresponden con esa terca realidad que día con día desmiente los decires del Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa.

Necesidad permanente de reafirmación.

Es difícil saber cuántos pasos se avanza hacia adelante y cuantos para atrás, en medio de la cortina de humo del triunfalismo sin sustento. Aunque con toda seguridad, el gobernante si lo sepa y de ahí su obvia impotencia para cumplirle a cabalidad a sus electores, reflejada en su permanente necesidad personal de reafirmación ante el espejo y a través del cotidiano discurso a modo.

Como la serpiente que se devora sí misma, la circunstancia personal del gobernante  se diluye en el discurso facilón, trivial y anodino que hoy día al cumplimentarse 36 meses de gobierno, engalana un III Informe que no trasciende más allá del provinciano ruido mediático y del disciplinado y estéril beneplácito a conveniencia de una representación popular que no representa a nadie.

Se hizo y se sigue haciendo lo que se puede, no lo que se debe. Mentir afirmando que las cosas se hacen mejor que antes, iguala el desempeño del Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa con el de su antecesor. La mentira más temprano que tarde cae ante la luz de la verdad. Mal inicio para un segundo trienio que echa por tierra expectativas de cambio y de progreso.

Lo que viene.

Desbordado de un falaz optimismo, el Sr. Dr. Duarte de Ochoa nos dice que en 2014 será un año de consolidación de grandes proyectos que marcarán el futuro de Veracruz, gracias a la conjunción de esfuerzos de los tres órdenes de gobierno, con el respaldo del presidente Peña.

Buenos deseos que compartiríamos, si no fuera porque el mismo rollo, el mismo énfasis y la misma intencionalidad, no modifica discurso y conducta que a lo largo de los tres primeros años de gobierno cotidianamente ocupa los titulares de la prensa.

Más de lo mismo, no porque tal fuera el propósito consciente  del gobernante, sino porque en los años venideros, sin pretender ser fatalista, la circunstancia personal del Dr. Duarte de Ochoa se empata con la del Sr. Peña en un escenario político y económico adverso, en el que las primeras plateas ocupará sin duda la presión social ante la muy posible eventualidad de la no correspondencia entre lo deseable y lo posible en los propósitos y objetivos comunes. No olvidemos que el gobernador veracruzano y la oscura sombra de la que aún no se sacude, no están en el ánimo del  actual primer mandatario de la nación.- Xalapa, Ver., 16 de noviembre de 2013.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

México es un país de leyes. Son tantas, tan variadas, unas absurdas otras contradictorias que entre ellas, como dicta la conseja popular, el que no cae resbala…En ellas descansa nuestro surrealista e inverosímil  Estado de derecho…

Confundidos, entre otear el futuro y renovarse ó  retornar al  pasado maniqueo, los priístas se pierden entre sus propias contradicciones mientras el país se les escurre entre las manos.

Ya nada será igual para el PRI

 La historia no se repite, nadie se baña dos veces en el mismo río y, sin embargo, insisten en tropezarse con la misma piedra con el manido pretexto de modernizar al país.

Con Peña Nieto a la cabeza, tras un pírrico triunfo en la elección presidencial del  2012 y no obstante que los resultados de esta se fueran a tercios, confiaron en una tersa restauración del presidencialismo de antaño. Ignoraron la composición real de las fuerzas políticas y el clima de descontento y hartazgo de importantes segmentos de la sociedad mexicana que, en la alternancia, heredaban de dos sexenios panistas. Así como minimizaron un movimiento social convergente que diera a López Obrador más de 16 millones de votos.

Les fallaron los cálculos. México ya no es el que pensaran tanto en el diseño de la campaña presidencial de Peña Nieto como en la de arranque del sexenio.

 Peña Nieto hoy

 Los mexicanos de hoy no le dieron vuelta a la página para iniciarse confiados en nuevas lecturas de la realidad bajo la restauración del viejo régimen priísta por sus epígonos.

Antes al contrario, reafirmando tanto su percepción subjetiva como objetivamente viviendo en carne propia las condiciones de deterioro del país en todos los órdenes de la vida nacional, con resistente suspicacia antes que borrón y cuenta nueva el mexicano de hoy asume que la alternancia no enriquece por si democracia política y bienestar social. Dicen que la burra no era arisca…

En los inicios de la actual administración a cargo del Sr. Peña, quien estas líneas escribe señalaba la valía y plena vigencia de la conseja popular que nos dice: “Más vale paso que dure que trote que canse…”, en referencia a un ímpetu desbocado por diferenciarse de la administración calderonista, sin atender a la realidad real de un México que al margen del gobierno se construye y reconstruye día a día.

 El arrancar el sexenio queriéndose comer todo el pastel de un solo bocado, trae hoy a cuento lo que para muchos representa el fracaso del primer año de gobierno del Sr. Peña. Mucho ruido y pocas nueces sin resultados dignos de apuntarse como materialización de promesas de campaña.

 Peña Nieto y las mayorías

 Sustentado en un falso diagnóstico, se consideró que con tener bajo control a las dirigencias del PAN y el PRD a través de un acuerdo cupular mal llamado “Pacto por México”, con ello en automático cooptarían a las militancias opositoras para respaldar mayoritariamente tanto la legitimización del Sr. Peña como al ramillete de reformas presuntamente estructurales que, a su particular modo de ver las cosas, se requieren para encarrilar al país por el camino de la modernización, abundancia y el bienestar.

Fallaron los cálculos. La militancia de los tres principales partidos en que se sustenta el régimen político, no ha respondido de manera homogénea y consensuada a lo pactado por sus dirigencias con el presidente Peña; tampoco ha quedado demostrado fehacientemente que sumadas,  constituyan la mayoría de las fuerzas políticas que se requiere para legitimar el mandato del Sr. Peña y avalar sus reformas empobrecedoras y privatizadoras.

Más de dos tercios de la población en edad de votar, se mueven por la libre, aceptando, cuestionando o rechazando; no se sienten incluidos en los acuerdos cupulares del llamado “Pacto por México” y el control de este segmento mayoritario de la sociedad no está a cargo de los partidos políticos. En ello reside la debilidad del intento de restauración del viejo régimen y sus afanes por conducir al país por la vía del autoritarismo gatopardista.

Hoy a nueve meses de distancia de haber tomado las riendas de la administración pública, el Sr. Peña ni ha obtenido la legitimización por parte de sus gobernados ni mucho menos, el aval mayoritario a sus reformas.

Aplaudido por unos y denostado por otros, el único logro a la vista es la continuidad de la polarización social y política en un clima de incertidumbre, descontento y hartazgo. Cuestionándose lo mismo desde la confusa y fragmentada izquierda que en los bastiones empresariales de derecha, a un régimen que no está cumpliéndole a las mayorías.

 Democracia representativa y división de poderes en duda

 La unidad consensuada en torno a una visión presuntamente modernizadora a la que aspiran Peña Nieto, su partido y los poderes fácticos, queda en el tintero mientras la  división entre los mexicanos se agudiza en un escenario económico adverso y socialmente deteriorado que auspicia mayor desigualdad, pobreza y exclusión.

Que mejor prueba de que se viene arando en el desierto, que frente al rechazo popular el Primer Informe de Gobierno del presidente Peña se entregue al Congreso de la Unión por la puerta de atrás del el recinto de la Cámara de Diputados, convertido este de facto en bunker blindado con cercos metálicos y bajo la custodia de la fuerza pública al que el mexicano de a pie no tiene acceso. Nada mejor para ilustrar el divorcio entre un régimen caduco y un pueblo que no es escuchado.

Y ahí, en el rincón del bunker, el mismo día por la noche, se fraguaba la traición a México. Bajo el asedio de unos cuantos miles de profesores, al amparo de la Bandera Nacional  los diputados protagonizaban  un ignominioso y vergonzoso espectáculo seguido paso a paso por las cámaras del Canal del Congreso; unos aprobando por consigna y mayoriteo sin mayor análisis y discusión y otros simulando férrea oposición, para en el pleno entre eufóricos alaridos y de espaldas a la Nación, aprobar una ley más de las muchas con las que en el papel, solo en el papel, se soporta al Estado de Derecho, la inconsulta ley general de profesionalización docente.

Más allá de lo que en sí representa esta ley secundaria para la educación y para el magisterio y sus derechos constitucionales, más allá de su aceptación o rechazo, lo que queda en evidencia para la historia es la confirmación cínica, premeditada y servil, de una tácita renuncia a la democracia representativa en México, por parte de quienes el pueblo eligiera como sus representantes.

Con toda propiedad y certeza, el diario La Jornada en su edición del lunes 2 de los corrientes, destaca en primera plana tan vergonzoso sainete con el titular: “El pacto por México aplasta al Congreso”. El acuerdo cupular, ilegítimo y antidemocrático colocado por encima de la soberanía en que se sustenta la democracia representativa.

Peña Nieto y su partido se anotan un triunfo pírrico más; el vergonzante ensayo para lo que viene con la iniciativa de reforma energética les es exitoso. Para el señor Peña ha quedado  plenamente demostrado que el mayoriteo por consigna en el Congreso de la Unión, sin mayor trámite  es el camino. «Las reformas van», afirma sin el menor rubor.

En el inter, las mayorías de un pueblo ofendido aprenden la lección y se preparan por su lado para lo que sigue en un ejercicio más del juego del gato y el ratón.  

A partir del pasado lunes en su cambiante devenir México y su realidad real, es otro. Frente a la burla legislativa y la simulación plasmada en el primer informe de gobierno del Sr. Peña, la correlación real de fuerzas políticas y sociales se enriqueció en toma de conciencia. La percepción de una democracia representativa secuestrada por la partidocracia se objetiviza,  el descontento, hartazgo y rechazo disperso, toman forma coherente y organizada en el imaginario colectivo.

Lo que no entraba en los fallidos cálculos de los restauradores del viejo régimen.

Peña Nieto gana al imponer sus reformas, perdiendo de entrada su oportunidad de trascender como el gran reformador, así como la partidocracia su viabilidad como opción política para impulsar por el sendero democrático las tareas del desarrollo. Inmersos en la simulación se están quedando solos,  y en ello reside hoy la fuerza de la protesta social.

Con reformas o sin estas, con más leyes o sin estas, la democracia representativa y división de poderes, están en duda. El Congreso de la Unión se descalifica a sí mismo. Será la correlación real de las fuerzas políticas internas en México la que hablará por sí sin falsos intermediarios.- Xalapa, Ver., 3 de septiembre de 2013.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

“Si se quiere que las cosas sigan como están es preciso que todo cambie”: Giuseppe Tomasi di Lampedusa 

 El bombardeo mediático en las primeras escaramuzas de los presidenciables y aspirantes a ocupar un lugar en el Congreso de la  Unión,  a intensidad plena.

 Los medios de comunicación con todo para cumplir con su cometido, para eso les pagan. La vida cotidiana de la gente les tiene sin cuidado, la prioridad la tienen los candidatos en un proceso electoral que camina sobre el curso previsto, atosigar al electorado para vencerle por cansancio.

 No se puede ver de otra manera, día y noche se bombardea a una opinión pública a la que al parecer, por ahora, parece no importarle lo que hagan, piensen o digan partidos políticos y candidatos. La gente se prepara para el disfrute del asueto de Semana Santa, la política y todo lo que de ella se deriva en tiempos electorales ni le va ni le viene. Cómo estirar el dinero para simultáneamente cubrir los gastos del hogar y sacarle jugo a las vacaciones, es la preocupación que está presente en el ánimo de la población.

 Lo paradójico hasta donde es dable enterarse por lo que difunde la prensa, es que teniendo como objetivo el convencer a los indecisos, toda la carne en el asador está puesta en convencer a los ya convencidos. Eventos masivos, declaraciones y tenor del discurso se ven arropados por el voto duro partidista. La pasarela, los acarreos, el lonche, las porras y el aplauso fácil coronan el festejo electoral como si entusiasmo y cuantiosos recursos derramados, tuvieran efecto multiplicador en el ánimo de los llamados indecisos e incluso en aquellos para los que la mejor opción es el abstencionismo, el voto nulo ó el inútil a favor del independiente  “Juan de los palotes”.

 Si tal efecto multiplicador es el propósito buscado, este se revierte. Para unos, los que se consideran “pensantes”, la parafernalia electoral confirma corrupción, manipuleo y simulación. Para los más, el ruido mediático es eso, ruido sin ton ni son que no invita a participar en el jaleo, mucho menos al debate o la reflexión sobre el mensaje emitido por los ahora salvadores de la patria. Entre más bombardeo mediático mayor es la desconfianza y el rechazo que nos merece la partidocracia.

 Más cuando para el imaginario popular no escapa que el costo de la parafernalia electoral descansa sobre los hombros del contribuyente. “Si el dinero que hoy se tira a la basura se destinara a obras y servicios en beneficio de la colectividad, otra cosa sería”, se escucha. Nadie está de acuerdo en que se dilapiden recursos públicos para sostener campañas políticas anodinas en las que la imagen de los candidatos y el manido discurso “unicode”, preñado de lugares comunes, van por delante de propuestas y soluciones viables para un país que exige respuestas.

 No más pobreza, no mas hambre”, promete un Peña Nieto coreado por la cauda de grises candidatos a senadores y diputados. Más de lo mismo, lo mismo de siempre en un ejercicio que se repite trienio tras trienio, reciclándose promesas que jamás serán cumplidas. El gatopardismo como estrategia, principio y fin del círculo perverso de la política electoral. Ofrecer el cambio para seguir igual.

 El deber obliga, convencido o no por tal o cual candidato el electorado en su mayoría le cumplirá a nuestra incipiente y deformada democracia. “Tu voto vale” nos dice de manera reiterativa el slogan del IFE. Valga o no, la gente votará en julio próximo no por el candidato que mayores o menores recursos dilapida, tampoco por el mejor o el menos peor, sino para reafirmar la reivindicación largamente agitada y aún no materializada en el México de hoy y de siempre: democracia participativa y legítima representación popular.

 Reclamo vivo y latente en la memoria histórica, que no por pacífico y por los cauces legales, deja de ser auténtico como expresión del viejo anhelo de vivir con dignidad en libertad. Aunque partidos y candidatos la ignoren, la ciudadanía en las urnas la refrenda, una y otra vez, para recordarse a sí misma que la esperanza muere al último.

 Hojas que se lleva el viento

 Andrés Manuel López Obrador advierte que el destino de la elección presidencial se sustenta en el escandaloso dispendio sin control alguno de dinero por parte de sus adversarios. Llama a contrarrestar la avalancha con participación consecuente de la ciudadanía. Multiplicar participación y organización desde abajo pide a sus seguidores, mientras Peña Nieto le responde con más estruendo mediático en lo que será la campaña más dispendiosa e inútil de la historia de México.

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Muere Miguel de la Madrid Hurtado pero no el recuerdo de un hito histórico. Frente a la parálisis del gobierno tras el sismo del 85, la gente en la ciudad de México salió a la calle, sin distingo partidista se solidarizó con sus hermanos en desgracia y se organizó con eficiencia y eficacia para atender las tareas de rescate. El pueblo sabe responder cuando la ocasión lo amerita ¿por qué no ahora que la simulación y corrupción nos conducen al desastre?

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 Mala suerte de Josefina, cuando no se le vacían los estadios, las palabras se le hacen bolas en el discurso. Por el mareo no hay tos, cualquier candidato pierde el piso cuando se sube al ladrillo.

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 En la aldea el silencio simulado decretado por Javier Duarte en atención a la veda electoral para los servidores públicos, hace agua. La tentación le gana a la razón, el triunfalismo mediático sustituye a lo que debemos entender por buen gobierno. ¡Lleno total en puntos turísticos! ¡La verdad cae por su propio peso! ¡Pese a las campañas sucias el turismo ha llegado a Veracruz!: Javier Duarte de Ochoa en tiempos de veda.

 Si Veracruz cuenta o no con dos de las playas más sucias del país, es el tema de los dimes y diretes entre  el gobierno de la entidad y la Semarnat. Ya en el arranque del período vacacional de Semana Santa, con o sin “campaña sucia”” de por medio por parte de la autoridad federal, de ambas versiones aún siendo dudosas es más fácil creerle a la vertida por la Semarnat. No por nada pero lo cierto es que el gobierno de Veracruz tanto miente y tan seguido,  que ha perdido toda credibilidad. Por lo pronto nuevamente estamos a la espera de “2.5 millones” de turistas de jícama y horchata a los que les importa un rábano lo que se diga o deje de decir sobre la calidad del agua en las playas, lo importante es el remojón. Esperemos que a la secretaria estatal de turismo no se le despinte el bikini o le de sarpullido, tras la zambullida oficial ordenada por quien dicen manda en Veracruz. Mérida, Yuc., abril 4 de 2012 

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Sin duda, la nota en el ámbito de la política mexicana del día de ayer, fue el escándalo provocado por los Ipads que se «regalaron» los diputados del PRI. «Regalos» adquiridos con nuestros impuestos. La compra consistió nada más y nada menos que en 237 iPads con valor de 10, 999 pesos cada uno. Según información de NOTIMEX, el coordinador de los diputados del PRI, Francisco Rojas, justificó la adquisición de dichas tabletas afirmando que sólo es parte de una actualización tecnológica, que «los Ipads son herramientas de trabajo y que si no los recibían, los legisladores corrían el riesgo de ser analfabetas funcionales». El cinismo de la bancada del PRI, NO TIENE PRECIO, escribe Karla Casarrubias en Gurú Político

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J. Enrique Olivera Arce

Lo menos que se puede esperar de quien ocupa un cargo de elección popular es que como mínimo respete a los electores que le encumbraran y sin embargo no es así. Una vez que toman posesión del encargo  bien se cuidan de ignorar al electorado velando por sus propios  intereses o de aquellos del partido político que les postulara, confirmando en los hechos la inoperancia de la democracia representativa en nuestro país.

No bien toman posesión y ya se disponen a buscar un nuevo encargo, como es el caso de los diputados y alcaldes veracruzanos que ante la proximidad de la elección del 2010 ya anuncian su disposición de tirar el arpa mediante el cómodo expediente de la licencia, para embarcarse en una nueva aventura buscando ser postulados por su partido, bien para alcaldes, bien para diputados locales, o el caso del diputado federal Javier Duarte de Ochoa de quien se dice está por pedir licencia para buscar ser candidato del PRI a la gubernatura.

Cual chapulines brincan de un comal a otro abandonando el encargo para el cual fueran elegidos sin mediar, cuando menos, aviso previo a los ciudadanos a los que en teoría se deben. Lo cual hace suponer que pueden disponer a su antojo de la representación popular.

El fenómeno es recurrente. Tanto que prácticamente constituye ya expresión de inveterada e irrelevante costumbre a la que el electorado con  su silencio legitima. Y aún así, con toda desfachatez hablan de la necesidad de la reelección tanto de legisladores como ediles. ¿Reelección para qué?  Si de antemano y con honrosas excepciones a nuestros inefables representantes populares  les vale la opinión de la ciudadanía,  y el terminar el periodo para el cual fueran electos no  entra en sus planes  cuando se trata de honrar usos y costumbres impulsando su ascendente «carrera política» y mantenerse trompeando la batea que el erario público pone a su disposición.

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Más de 8 mil millones de pesos para que los 78 millones de ciudadanos, si asisten todos a las urnas (lo que no va a ocurrir), elijan a sus diputados.


Aquí no pasa nada, parecen decir las autoridades del Instituto Federal Electoral (IFE) y los dirigentes de los partidos. Éstos, en conjunto, recibirán para gastos de campaña, gastos ordinarios y otras «actividades específicas» la cantidad de 3.6 mil millones de pesos, aproximadamente, más lo que cuesta mantener el IFE, cuyo presupuesto de operación es de alrededor de 5.2 mil millones más. La suma de gastos presupuestados, según la nota de Alonso Urrutia en La Jornada (27/1/09), rebasa la que se estimó en el acuerdo del Consejo General del Instituto para el ejercicio fiscal de 2008, en el que se presumía de ajustes por austeridad, para luego pedir a Hacienda una ampliación de casi mil 500 millones más por necesidades derivadas de la reforma electoral. Como sea, estamos hablando de más de 8 mil millones de pesos para que los 78 millones de ciudadanos, si asisten todos a las urnas (lo que no va a ocurrir), elijan a sus diputados.


A ojo de buen cubero cada diputado costará 16 millones de pesos, más lo que ganen mensualmente durante los tres años que ocuparán sus curules. Por otro lado, pero dentro de las mismas cifras mencionadas, partidos que nunca debieron tener registro, como Nueva Alianza (de Elba Esther Gordillo), recibirán (en este caso) 254 millones de pesos. El Socialdemócrata un poco menos: 190 millones.


Agréguese a lo anterior el costo de las campañas locales para gobernadores, presidentes municipales y diputados locales que también se llevarán a cabo este año. Estas cantidades millonarias se antojan todavía más extravagantes cuando uno se asoma a los métodos por los cuales se está designando a los candidatos a diputados.


En todos los partidos (sí, en todos) las candidaturas se están decidiendo por cuotas de poder de grupos internos, de gobernadores en turno y hasta por nepotismo de líderes bien colocados, nada que ver con asambleas de delegados democráticamente electos o por votación directa de las bases de los partidos.


Es cierto es que así ha sido antes y más cuando el PRI era el partido «casi único». Pero uno esperaba (quizá con ingenuidad) que la transición democrática iniciada hace 30 años siguiera en curso y que los partidos se hubieran puesto a tono con esa esperanza de millones de mexicanos.


Nada. Las cosas siguen iguales que antes, pese a que el corporativismo sindical ha disminuido su peso sustancialmente.


Los partidos insisten en arreglos de cúpulas y los miembros de éstas continúan el palomeo que antes dominaba en el priísmo como modus operandi de los de mero arriba, comenzando por el presidente de la República. Éste influye poco ahora, pero los gobernadores, los dirigentes partidarios, los líderes «indispensables» y otros que por ahí andan son los que deciden y los que, a la vez, se oponen a toda suerte de democratización en el interior de sus organizaciones políticas. Las bases de los partidos, que no han sabido exigir sus derechos (incluso estatutarios), no cuentan; el 5 de julio se convertirán en bases de la sociedad, comunes y corrientes, y votarán o no según su amor por la camiseta partidaria (que en realidad es prestada), casi de la misma manera que los ciudadanos sin partido que no resuelvan abstenerse.


Si no hay democracia en el interior de los partidos, ¿por qué la habría en el ejercicio de la representación política? Aunque sea criticable (que no debiera serlo) que en las cámaras los diputados y los senadores respondan a los partidos que los llevaron ahí, razón por la cual a cada partido se le reconoce una bancada y un líder, uno esperaría que las lealtades de los legisladores fueran con su partido (y con sus electores) y no, como ocurre y ocurrirá, con quienes les dieron el visto bueno para ser candidatos, tanto uninominales como plurinominales. (Dije entre paréntesis que no debiera ser criticable que los legisladores respondan en primer lugar a sus partidos y luego a sus electores, porque en una sociedad con partidos políticos se supone que los ciudadanos votan por éstos, por sus propuestas y planteamientos, y no por quienes individual o grupalmente los hicieron candidatos mediante arreglos en la cúspide ajenos a la democracia más elemental y a las bases de esos mismos partidos.)


Las próximas elecciones entrañan ya (y nadie podrá cambiarlas) vicios de origen: por un lado un IFE que, al igual que los candidatos a diputados y que los anteriores consejeros electorales (Ugalde y compañía), es producto de negociaciones partidarias entre los «peor es nada» que escogieron para dirigirlo y, por otro lado, partidos divididos e incapaces de escoger a sus candidatos mediante reglas democráticas y transparentes para todo mundo.


No deberá sorprender a nadie, así las cosas, que la abstención el próximo julio sea mayúscula. Si esto ocurre el costo de cada diputado será muy superior al señalado al principio, por el escaso beneficio que obtendrá la República.


Mientras tanto, miles de personas pierden sus trabajos y otras miles (millones) no los consiguen, los costos de los productos básicos e indispensables para más o menos vivir aumentan, la inseguridad persiste, cierran empresas, disminuyen las remesas de nuestros paisanos en Estados Unidos y, en fin, se ve un horizonte negro que los panistas no quieren que se explote en las campañas de la oposición (porque la crisis no la provocó -dijo Germán Martínez- Felipe Calderón).


Sin embargo, hay una pequeña luz de esperanza: que el PAN y sus aliados (reales y formales) sean derrotados en todos los frentes y no sólo en la Cámara de Diputados federal.


Tomado de: La Jornada 29/01/09

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