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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

“Un parlamento, es un parlamento, sólo bajo determinadas condiciones se convierte en una estafa, un ayuntamiento es un ayuntamiento, solo bajo determinadas condiciones se convierte en una cueva de ladrones, un tribunal es un tribunal, solo bajo determinadas condiciones se convierte en una broma de mal gusto. No se trata, pues, de inventar algo mejor o más lúdico, creativo o transversal que los parlamentos, los ayuntamientos y los tribunales, sino de cambiar sus condiciones”. Carlos Fernández Liria

Siguiendo esta línea de pensamiento considero que es una falacia el afirmar que del triunfo de Morena en los procesos electorales devendrá en “mandar al diablo a las instituciones” republicanas. Antes al contrario, si partimos de la premisa de que el Movimiento de Regeneración Nacional y su líder histórico no son revolucionarios radicales,  sino expresión de un reformismo progresista que, cuestionando las condiciones actuales de deterioro por las que atraviesan  las instituciones que el pueblo de México se ha dado, se propone  sanear éstas y ponerlas al día para que así respondan al interés de las mayorías y no únicamente al de una élite depredadora y empobrecedora de la vida nacional, estimo que su propósito último es fortalecer y no destruir el andamiaje institucional.

Y es en esto último que se sustenta a mi modesto entender tanto la penetración en el seno de la sociedad mexicana como el respaldo  político electoral que observamos en el lopezobradorismo. La gente no desea una nueva revolución, sino dar continuidad a un proceso que  habiendo iniciado en 1810, retome el “Sentimiento de la Nación” del ideario político de  Morelos y las reivindicaciones no satisfechas enarboladas por Zapata, Villa y  los Constituyentes de 1917, alejando de la vida económica, política y social del país todo vestigio de corrupción, impunidad, simulación, depredación  y secuestro de la voluntad popular, fortaleciendo a las instituciones republicanas y no destruyéndolas, priorizando honestidad, eficiencia y eficacia como pilares del cambio deseado.

El pueblo de México no es tonto, como se le quiere ver desde la cúpula del poder y sus adlateres. El solo pensar en que estaría de acuerdo en “mandar al diablo” a las instituciones republicanas, construidas a lo largo del tiempo con sangre, sudor y lágrimas, es tanto como persistir en considerar a los mexicanos como idiotas, incapaces de discernir lo  que a sus más caros  intereses conviene aceptando sin chistar lo que bien a bien se  le concede o impone bajo el régimen de un paternalismo de Estado que, en los hechos, niega el carácter soberano de la voluntad popular.

El pueblo sabe leer entre líneas. Así, cuando López Obrador discursivamente manda al diablo a las instituciones, la gente sabe a ciencia cierta que se trata de mandar al diablo el vaciamiento de que ha sido objeto el andamiaje institucional de la nación, recuperando para sí el sentido y razón de un estado de derecho que trascendiendo los límites estrechos de lo que entendemos como gobierno, da sustento al Estado-Nación.

Más que un gobierno para todos, gobernar entre todos como lo mandata la Carta Magna, es lo que la gente estimo interpreta del discurso de MORENA. De ahí la esperanza y confianza que anima al imaginario colectivo y su voluntad de expresarlo en las urnas. Libertad, independencia, y soberanía; no más corrupción impune; que la honestidad norme la búsqueda del bien común en nuestro futuro y el futuro de nuestros hijos. La nación y sus instituciones republicanas  lo demandan, así quiero entenderlo.

Hojas que se lleva el viento.

¡Para Ripley! Vaya cinismo del senador yucateco Emilio Gamboa Patrón -a quien sus paisanos conocen por el mote de “El chupón”-, cuando arropado por sus pares Yunes Zorrilla y Yunes Landa, viene a Veracruz a decirnos que el PRI si sabe gobernar. “No me defiendas compadre…” Dirían los candidatos priístas a las alcaldías veracruzanas.

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Teniendo como escenario de fondo el fracaso manifiesto de seis meses de gestión del gobierno de la alternancia (no hay nada que asegure lo contrario) así como la incapacidad del PRI para salir de su debacle,  los veracruzanos a una semana de la elección del 4 de junio velan armas dispuestos a dar la batalla en las urnas. Salvo que seamos masoquistas, es de esperarse que la mayoría le dé la espalda al PRIAN votando a favor de los candidatos de MORENA, partido al que se considera como el mejor posicionado en la contienda edilicia. Sufragar a favor del PRI o de las fórmulas postuladas por “la morralla” partidista o candidatos independientes, dividiendo y pulverizando el voto, se dice favorecerá a  la alianza PAN-PRD, apostándole a ello el gobernador Yunes Linares en su desenfrenado intento por hacerse de una base social de apoyo que dé continuidad a su proyecto familiar.

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Quienes en Veracruz habiendo tocado en la puerta equivocada, esperando encontrar en MORENA posiciones, prebendas y canonjías, toparan con pared, se ven impelidos a renunciar y buscar nuevos y más amplios derroteros en los que mojar su pambazo sea la recompensa. Nada nuevo bajo el sol. Es la “condición humana”, dicen los que confundiéndose ven el árbol y no el bosque. Lo que si resulta inédito es que por cada 2 que se van frustrados en sus intenciones,  se incorporan al lopezobradorismo 20 nuevos cuya motivación va más allá del dinero fácil. De ese tamaño es el descontento y el hartazgo.

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Mañana 31 de mayo da término la etapa de campañas del proceso electoral 2017 en Veracruz. El balón pasa a manos de los electores sin que el gobernador, partidos y candidatos contendientes, alcanzaran un marcador distinto al  ya anotado en la etapa previa.  Salvo el fraude electoral como última instancia, MORENA se levantará con el triunfo en el mayor número de los 212 municipios de la entidad y, para sorpresa de muchos, a no dudarse el PRI en alianza con el partido verde de Fidel Herrera, inercialmente quedará en segundo lugar en el tablón de resultados. El gobierno de la alternancia reducido a su mínima expresión. ¿O no es así?

Xalapa, Ver., 30 de mayo de 2013

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

 Al calor de la guerra sucia electoral con la que  la partidocracia en disputa pretende mantener la hegemonía de un grupo selecto de notables por sobre los intereses de la mayoría, todo es posible hasta el destapar no una sino varias Cajas de Pandora pretendiendo que no pasa nada. Exhibiendo  con todo descaro y cinismo el nauseabundo flagelo de la corrupción impune que tiene a este país de rodillas.

Todos contra todos, los secuestradores de la democracia representativa,  se hacen uno en la nefasta tarea gatopardista de cambiar fachadas, dejando intactos los carcomidos cimientos de un régimen político rebasado por la realidad de una sociedad que está harta del más de lo mismo.

Como si el tiempo no hubiera transcurrido ni la estructura social hubiere sufrido cambio alguno, la ramplona y corrupta llamada a sí misma clase política, de espaldas a la realidad opera electoralmente con la misma tónica y  bajo los mismos anquilosados moldes  del México de antaño. El mismo que tantos dividendos acarreara a la “familia revolucionaria” a lo largo de más de ocho décadas.

Mostrando en hechos y discursos  que no existe la más mínima voluntad de un cambio real que modifique el statu quo dominante; antes al contrario, exhibe sin pudor un manifiesto propósito de dar marcha atrás a las manecillas del reloj, en aras de consolidar privilegios y prebendas a favor del reducido grupo de notables que, por décadas, ha saqueado al país,  comprometiendo lo mismo soberanía e independencia que los escasos avances democráticos que la sociedad ha conquistado.

Vivimos los tiempos del alemanismo -me comentaba un viejo politólogo-, en el que el paradigma dominante en la política nacional era el saqueo de las arcas públicas en beneficio de familiares y amigos. Corrupción impune en todo su apogeo en el usufructo de la Revolución secuestrada e interrumpida, sin medias tintas que pudieran maquillar cinismo y descaro. De ese tamaño es el retroceso que se vive hoy día.

Basta con estar medianamente enterado de lo que la prensa nacional destaca sobre hechos irrefutables de corrupción oficial y enriquecimiento más que explicable en los círculos del poder, para constatar que nuestro experimentado amigo no sólo se queda corto en su apreciación, sino que la realidad nacional supera su dicho. Tanto que la violencia de una criminalidad desbocada y desplegada en gran parte del territorio nacional,  palidece ante el daño que la corrupción impune causa a un país que mereciera mejor destino.

La llamada delincuencia organizada está focalizada, identificada  y tipificada, sus horrendos crímenes como carta de presentación, sin justificación alguna es objeto de repudio generalizado y el abatirle está consensuado en el seno de la sociedad. No así la corrupción que anidando en la estructura del poder político, domina en todo el territorio nacional, penetra a la chita callando  bajo la cobertura de la simulación y la demagogia cual humedad a todos los rincones de la vida económica y social, causando un mayor desasosiego, incertidumbre e incontables atentados contra la integridad física y espiritual de millones de mexicanos que aquellos grupos antisociales de malandros que generando el clima de inseguridad que todos percibimos,  el Estado dice combatir a sangre y fuego.

Explicable, no justificable y condenable el terror impuesto por la llamada delincuencia organizada, pero también explicable, no justificable y condenable la conducta impune de quienes desde el poder sacrifican a las mayorías en aras de un insaciable afán de saqueo y enriquecimiento, condenando a millones de mexicanos a subsistir en condiciones de pobreza y pobreza extrema, sino es que a una muerte lenta pero segura,  privándose  de expectativas de vida digna, inclusión y progreso a las mayorías.

Ríos de tinta se han vertido para justificar la bondad de las presuntas reformas estructurales que impulsa el gobierno del Sr. Peña, a la par que se ignora o se hace de lado el que la verdadera reforma estructural que México requiere y la población demanda, es aquella que coadyuvando con el abatimiento del flagelo de la corrupción, reduzca desigualdad y pobreza fortaleciendo tejido social y  confianza en las instituciones. Esta sí reforma estructural, no se contempla en las altas esferas del poder; en las revueltas aguas ganancia de unos cuantos, los mismos que se oponen a un cambio verdadero en las estructuras políticas, económicas y sociales de un Estado que ronda peligrosamente los límites de lo fallido.

Paradigma neoliberal y crisis

Privatización del bien público y socialización del quebranto como paradigma neoliberal en boga, es lo dominante en el México de hoy. Esto en el marco de una crisis muldimensional y multisectorial del mundo globalizado que no ofrece ni encuentra salida viable en sí misma. Antes al contrario, en un proceso de profunda retroalimentación que lo mismo va del centro a la periferia que de la periferia al centro en la aldea global, profundiza crisis y contradicciones, agudizando desigualdad y pobreza en lo local.

Lo verdaderamente grave es que entre más se agudiza la crisis mayor es tanto el desaliento y resistencia de la población como la ostentación de la corrupción e impunidad que, bajo la envoltura de una riqueza mal habida, trasmina el hedor que ahoga a una sociedad en franca descomposición, sin que en la voraz partidocracia existan visos de enmendar rumbo y destino.

En este escenario cabe preguntarse si existe posibilidad alguna de retomar por la vía institucional el camino truncado de la Revolución Mexicana y sus reivindicaciones secuestradas o,  si estando inmersos en una nueva revolución silenciosa, jalonada por un cada vez mayor número de movilizaciones sociales en resistencia, es posible el poner en primer plano el objetivo trascendente de erradicar de raíz el andamiaje corrupto e impune de un régimen político que marcha de espaldas a la historia.

La respuesta viene de lo profundo de la sociedad mexicana. Desde abajo, organizado y consecuente el pueblo dirá la última palabra.

Hojas que se lleva el viento

Veracruz celebra su carnaval en medio de un estado de cosas negativo que sólo la alegría jarocha es capaz de olvidar momentáneamente para darle vuelo a la hilacha. Pasadas las carnestolendas  la resaca obligará a retomar el hilo cotidiano del descontento, desesperanza y hartazgo social que acompaña a un gobierno fallido que navega a la deriva entre el aquí no pasa nada, el atraso económico y la violencia delincuencial.- Xalapa, Ver., febrero 12 de 2015.

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J. Enrique Olivera Arce

 “Los moralistas quieren, ante todo que la historia les deje en paz…” León Trotsky  (Su moral y la nuestra)

Con la plena convicción de que la hipocresía es consustancial a la simulación, corrupción e impunidad  que domina a este país y que, para la gente bonita las “malas palabras” constituyen atentado flagrante a la cultura  y reglas elementales de decencia, respeto  y buen gusto,  con igual convicción quiero considerar que lo expresado en tribuna por la Sra. Senadora Layda Sansores, en relación al prácticamente hecho consumado de la privatización de los Recursos energéticos de la Nación por el mayoriteo del PRI y el PAN en el Congreso de la Unión, en su contexto coyuntural tiene un alto contenido de cultura política, elevando el lenguaje llano popular, por su énfasis y contenido, al rango de connotación objetiva de la realidad real que se vive en México.

  Aclarado lo anterior, salvando respetables excepciones y corriendo el riesgo de ser etiquetado como políticamente incorrecto, cito en todas sus letras lo expresado por la Sra. Senadora quien parafraseando a Saramago dijera a sus pares del PRI y del PAN:

 “[…] Vayan y privaticen a la puta madre que los parió […] No tienen vergüenza”.

 Expresión que se puede consultar en todos sus términos en la WEB, accediendo a la página de  YouTube, con dirección:

 http://www.youtube.com/watch?v=t2PTqrHTzsg&feature=youtube_gdata

Nunca en los últimos tiempos, en la vida política de México se había escuchado una frase tan contundente y tan bien aplicada. Reflejando no una postura partidista de una izquierda electoral que ni como caricatura es de izquierda, más sí, el hartazgo e indignación de amplios sectores de la población que, sin voz ni voto en los Congresos federales y locales, en toda su connotación política y social hacen suyo en forma y contenido el tajante y oportuno exabrupto.

Y aún más, la voluntariosa invitación de la política campechana se hace extensivo lo mismo a senadores que a diputados del PRI, del PAN, la morralla satélite o la fracción entreguista del PRD, que tras haber insistido en que con la reforma energética no se pretendía privatizar el recurso petrolero y eléctrico, patrimonio de la Nación, hoy alineados en el extremo de la ultraderecha de la partidocracia, exhiben carecer de vergüenza y de amor a México.

 La duda razonable ha sido disipada en el Senado. Lo que en el Congreso de la Unión se debate y se aprueba, es un proyecto privatizador a ultranza que pone en manos de las trasnacionales petroleras el destino de recursos que hasta hoy en principio son de la Nación.

 Decisión cupular de los partidos mayoritarios -sediciente representación de las más importantes fuerzas políticas de este país-, expresión de la alianza entre los poderes partidocrático y fácticos, que incluso, rebasa lo que de primera intención propusiera sobre la materia el presidente Peña.

 En el ejercicio democrático electoral en el que se sustenta la democracia representativa que nos rige, nadie mandató en las urnas al presidente de la República, senadores y diputados a tomar tan trascendental decisión. Tampoco éstos en campaña, ofertaron y pusieron a consideración a los votantes modificar la Constitución en tan lesivos términos con los que hoy se entrega petróleo y electricidad a empresas privadas domésticas y extranjeras.

 En los hechos, una pandilla de corruptos y farsantes simuladores, de motu propio y sin mediar consulta ciudadana alguna, toma para sí y entrega a particulares la riqueza nacional.

 Eufemismo. Los recursos petroleros en el subsuelo son de la Nación, en la superficie pasan a ser de empresas privadas.

Ultraderecha, objetivo cumplido. El artículo tercero transitorio ya establece un plazo a más tardar de dos años, a partir de que se publique la reforma constitucional para que Pemex y CFE dejen de ser paraestatales, y se conviertan en «empresas productivas del Estado«.

Muertos PEMEX y CFE, se acabó la rabia.

 Frente a este crimen -no se puede llamar de otra manera-,  es el que la Senadora Sansores haciendo uso de “las malas palabras”, en una frase calificara políticamente a los privatizadores, interpretando fielmente lo que las mayorías empobrecidas del pueblo de México piensan y sienten de una presuntamente respetable pléyade de indignos legisladores.

 Con ello, la tan atinada como combatida expresión de Andrés Manuel López Obrador, cobra plena vigencia para las mayorías de este país: “Al diablo con las instituciones”.

 No porque el pueblo de México pretenda vivir en la anarquía, desconociendo instituciones que él mismo se diera. Simplemente porque la pandilla en el poder despachándose con la cuchara grande en favor de intereses personales o de grupo, no honra la representación y mandato ciudadano.

 La serpiente devorándose a sí misma. Ante el pueblo de México el cínico e indignante entreguismo de la representación popular en las Cámaras, se exhibe como lo que es, negando la vigencia de la democracia representativa como mandataria de la voluntad popular.

 Paradoja, el gobierno impone por la fuerza para cambiar, el pueblo pacíficamente cambia rechazando imposición y autoritarismo.

 Lo que Leyda Sansores dijera en tribuna, forma ya parte del nuevo México en el que historia y cultura construyéndose cotidianamente en la calle,  el pueblo rescata, retoma y a su modo impone en el imaginario colectivo.

 PRI y PAN cierran el último capítulo de la Revolución Mexicana en su versión oficial y el pueblo, en su permanencia, retoma memoria histórica y le da continuidad. Así se escribe la historia. – Xalapa, Ver., diciembre 11 de 2013.

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J. Enrique Olivera Arce

Interesante aunque nada extraño el que en México, tras un cuestionado proceso electoral en el que la izquierda institucional se da por robada, hoy los extremos se tocan, poniéndose sobre la mesa una presunta alianza del PRD con el PAN. Pragmática alianza en la búsqueda del poder por el poder mismo, sin sustento ideológico ni principios y valores éticos que le acerquen en lo más mínimo a necesidades reales y sentidas de una sociedad que,  en medio del hartazgo  y la inseguridad, en la encrucijada quiere encontrar rumbo y destino cierto.

Sumar fuerzas en el Senado de la República para impedir que el PRI se salga con la suya aprobando una reforma laboral acorde a sus intereses partidistas y de grupo, es el pretexto. Como si de matizar una reforma laboral que nos regresa al Siglo IXX, dependiera que en lo sustantivo el PRIAN traicionando los intereses de los poderes fácticos se retractara de lo ya aprobado en la Cámara baja del Congreso de la Unión. Y, peor aún, si de las pretendidas reformas a la Ley Federal del Trabajo dependiera el destino de la nación en un país de leyes en el que la ley es letra muerta.

No se si el PRD peca de ingenuo ó de simulador. Aunque me inclino por lo segundo agregándole por mi cuenta oportunismo y colaboracionismo en el marco de un régimen de partidos políticos al servicio de la gran burguesía doméstica y externa. Lo cierto es que con su pretendida alianza a modo con el PAN, lejos de ganar pierde en su afán por hacerse del poder político en México por la única vía que conoce, que es la electoral. Para una gran mayoría del electorado, el ir contra natura de un partido que se dice representar a las fuerzas progresistas de este país, la presunta alianza tiene sabor a traición.

En Veracruz la situación es más simple y pedestre. Una alianza electoral de un PRD venido a menos con el PAN para los comicios locales en el 2013, que no tiene más propósito que derrotar al PRI en las urnas para hacerse de alcaldías y diputaciones locales para, en los hechos, saquear las arcas públicas tanto o más que los personeros del partido político que pretenden sacar de la jugada. Interés, personal y de grupo de dirigentes espurios, tras el mermado botín ahora en manos de los priístas, sin mediar simulación alguna que pudiera justificarles ante el electorado. Cinismo y descaro de una flaca izquierda institucional veracruzana que, en la búsqueda de las migajas del poder, se cobija con lo más rancio de la derecha jarocha.

Propósito aliancista  en el que el PRD veracruzano, cual galgo en alocada carrera en un esfuerzo inútil que sólo sirve a los intereses de los apostadores, jamás dará alcance al conejo porque así es la naturaleza del juego. El PAN velará por sus intereses, hoy coincidentes con los del PRI en una alternancia negociada, en tanto que el perredismo habrá de conformarse con las migajas del convite.

Lo que llama la atención es que perredistas honestos, bien intencionados, que los hay, se dejen ganar por el canto de las sirenas haciendo suya la idea de que el aplastante triunfo de Uriel Flores Aguayo como candidato del Movimiento Progresista a la diputación federal por Xalapa urbano,  fuera resultado de una inclinación tácita de las preferencias electorales a favor del PRD veracruzano y no fruto de unas circunstancias determinadas por el hartazgo social, un pésimo candidato del PRI , y el peso específico de la presencia de López Obrador en las boletas electorales como candidato a la presidencia de la República. Engañosa aritmética que la cúpula perredista pretende capitalizar en provecho propio pero que no convence a nadie como presunta expresión de una fuerza política de oposición de izquierda.

Y aquí cabe un paréntesis. Un destacado articulista xalapeño comentó que la izquierda no ha existido en Veracruz, confundiendo a la izquierda electoral institucional con la izquierda social. Equívoco histórico que niega lo mejor y más relevante de las ejemplares luchas obreras y campesinas en tierras veracruzanas, precursoras de la Revolución Mexicana imbuidas e impulsadas por ideologías socialistas y anarquistas, cuya contribución a la vida nacional no puede ni debe ser  ignorada.

El PRD es otra cosa. Salvo honrosas excepciones, sus militantes carecen de sustento ideológico de izquierda, su objetivo es cortoplacista, electoral y ajeno a la lucha histórica nacional e internacional de los trabajadores urbanos y rurales. Hasta aquí el paréntesis.

Hojas que se lleva el viento

Contra los malos augurios de la derecha internacional, el presidente venezolano Hugo Chávez logró derrotar a sus opositores en las urnas. Al término de los polarizados comicios presidenciales que tuvieran lugar el día de hoy con una afluencia de votantes de más del 80% del padrón electoral, se dio a conocer oficialmente la victoria clara del Presidente. Hugo Chávez quien se reelige con el 54% de los votos, frente a 44% del candidato de la oposición unificada, Henrique Capriles.

¿Por qué debemos aceptar que el parche del PRIAN a la Ley Federal del Trabajo, le es útil a la Nación? Entérese estimado lector consultando la explicación que sobre el particular ofrece a los veracruzanos el senador priísta Héctor Yunes Landa en su último artículo.

Y vuelve la burra al trigo. No obstante ser del dominio público que la bursatilización, engañifa de Fidel Herrera, en nada beneficio a los veracruzanos, el gobernador Duarte de Ochoa pretende fondear unas finanzas públicas quebradas con la misma fórmula, pignorando las aportaciones federales y acrecentando el endeudamiento bajo el pretexto de una nueva reestructuración de la deuda pública vigente. No es deuda dirá el secretario de finanzas y sus texto servidores orgánicos, sólo es la misma gata pero revolcada.

La lucha de la organización civil “Chucho el Roto” es justa y en ello coincide el legislador priísta Américo Zúñiga, pero lo que rechaza es el método para hacerse escuchar. Por ello el diputado local xalapeño se pronunció por aplicar todo el peso de la ley en contra de aquellos –que por justa que sea su causa- afecten los derechos de terceras personas, publica gobernantes.com. No cabe duda, en su desesperación por figurar en la terna de la que saldrá el candidato priísta a la alcaldía de nuestra ciudad capital, el protagonismo y sed de notoriedad gana en el ánimo de nuestra clase política local. Para el novel diputado Américo Zúñiga lo ideal sería que en lugares estratégicos de la entidad se establecieran “manifestodromos” adecuadamente regulados por la autoridad, para que las protestas ciudadanas no dañen los derechos de terceros. Guardándose de ir a las causas que dan lugar a manifestaciones, marchas y plantones por parte de ciudadanos que ya están hasta la madre de tocar puertas y no ser escuchados por funcionarios sordos, ciegos e insensibles, el diputado ignora que por encima de reglamentaciones administrativas está el sagrado derecho constitucional de la libertad de expresión. Xalapa, Ver., octubre 6 de 2012

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J. Enrique Olivera Arce

Dejo Mérida minutos antes de iniciarse el festejo con el que las autoridades estatales y municipales celebraran el que organismos internacionales, incluyeran a la ciudad blanca, con más de un millón de habitantes, entre las 100 ciudades más seguras y pacíficas del mundo.

Merida Yucatan. Norte-sur

Retorno a Xalapa, con la percepción de que dejo una ciudad enfrascada en sus propias y peculiares contradicciones y  contrastes. Un norte próspero y pujante con todas las ventajas urbanísticas e inmobiliarias que no es común observar en la mayoría de las capitales de nuestras entidades federativas, contrastado con un sur de la ciudad,  pobre, excluido de la modernidad y del interés de las autoridades por su desarrollo y bienestar de la gente, asiento de “colonias dormitorio” pobladas con migrantes del interior del estado y entidades vecinas, en su mayoría indígenas de origen maya.

Políticamente multipolarizada, la ciudad concentrando más del 50% de la población del estado, vive el derrumbe de un panismo que no asimila aún la derrota en la reciente elección municipal, careciendo del cómo y con quién recuperar la gubernatura y, un PRI que, aunque fragmentado, ya anticipadamente trabaja en la sucesión de Ivonne Ortega Pacheco que tendrá lugar en el 2012.

Esto en el marco de un gobierno estatal en el que la Sra. Ortega Pacheco auspicia la división del partido en el poder, a la par que se confronta con lo más representativo del mundo empresarial yucateco, expresión del poder fáctico que determina rumbo y destino de la Península; perdiendo aceptación entre la clase media y media alta por su altanería y frivolidad como estilo personal de gobernar.

Situación esta última que se agudiza a raíz de la intempestiva y sorpresiva presencia en Mérida de Carlos Salinas de Gortari, con el fin expreso de disciplinar a Ivonne Ortega Pacheco, como se interpretara entre los meridenses a los que no escapa el hecho de que su gobernadora está encaprichada en no aceptar fácilmente que se le imponga desde el centro a Emilio Gamboa Patrón, “el chupón” –así se le conoce localmente-, como candidato del PRI a la gubernatura en el 2012.

Arribo a Veracruz, enterándome que en el World Trade Center -sede oficiosa del gobierno estatal-, se le rendía homenaje al ex presidente Venustiano Carranza, con motivo del 96 Aniversario de la Promulgación de la Ley Agraria. Horas más tarde, leía en los medios informativos en línea, el contenido del boletín oficial y la versión publicada del evento en cuestión. Resultándome paradójico que en el discurso y lo declarado a la prensa, la trascendencia histórica de la Ley Agraria como antecedente del reparto cardenista de la tierra y del proceso inconcluso de Reforma Agraria, pasara a segundo plano. El Ejido, las Comunidades Agrarias y la reivindicación de una justicia social que nunca llega, no pesan en el ánimo de una nueva clase política que carece de conocimiento y sentido de la historia.

Paradójico pero lógico. No podía esperarse otra cosa.. Tras el desmantelamiento en el sexenio del priísta  Carlos Salinas  de la infraestructura de soporte al campo, la apertura legal a la privatización del ejido, y el TLCAN, tratado asimétrico de libre comercio que pusiera en desventaja al sector agropecuario nacional, -con el beneplácito de las organizaciones agrarias, corporativas y clientelares-, la visión que hoy se tiene del sector rural, responde estrictamente a la concepción neoliberal de un capitalismo en decadencia. El mercado como ley suprema, con productividad y competitividad mercantil individualizada como doctrinas dominantes, es objeto de culto; a la par que se “resuelve” pobreza y exclusión del sector social con la caridad nociva del asistencialismo. Nadie advierte que el modelo neoliberal está agotado, a más de inviable en la realidad veracruzana, como panacea de rescate, recuperación y expansión de la economía agraria.

La verborrea vertida en el espacio denominado en el idioma y concepción de nuestro principal socio comercial en el TLCAN, ignoró al campesino, a la agricultura de autosubsistencia, al ejido y comunidades agrarias, como expresiones aún vivas de la realidad del campo veracruzano. Privilegiándose el interés de una minoría de productores agropecuarios privados, enfocado a una presunta mayor competitividad y rentabilidad económica.

Pobreza, desigualdad, minifundismo, vaciamiento y migración en el agro, pérdida de soberanía alimentaria, así como exclusión y pobreza extrema en las comunidades originarias, rezagos históricos no superados, son prietitos en el arroz que no tienen cabida, salvo para retóricas promesas economicistas, en el discurso y en los hechos del neoliberalismo en el poder.

Una vez más, desde el World Trade Center, ante una clase política insensible e improvisados “campesinos” acarreados, el triunfalismo sin sustento y el aplauso fácil vuelve a las andadas.

No estoy soñando. Me encuentro nuevamente en el terruño, con su también necia realidad, asumiéndose que el escenario de fondo es la preparación anticipada de la maquinaria electoral priísta para lo que viene en el 2012. Promesas y compromisos difíciles de cumplir, por delante en el discurso oficial. Pareciera que el Dr. Duarte de Ochoa nuevamente está en campaña.

Fuentes:  E-consulta ; Política al Día ; Imagen del GolfoEntorno Político

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