Pulso crítico
J. Enrique Olivera Arce
“La peor verdad sólo cuesta un gran disgusto. La mejor mentira cuesta muchos disgustos pequeños”: Jacinto Benavente
Mal que bien, tenemos que reconocer que en el mundo convulsionado de hoy se impone el triunfo de lo más rancio de la derecha. Los afanes democratizadores en la mayoría de los países van a la zaga de instituciones y políticas públicas contrarias a los intereses vitales de las mayorías. La salida que toma a la austeridad gubernamental y a la precariedad del empleo como respuesta a la crisis global de un sistema económico y social injusto y en decadencia, es el denominador común que prevalece, socializándose las pérdidas y privatizándose la magra ganancia de un crecimiento económico venido a menos.
Crece déficit fiscal y deuda pública, se rescatan las pérdidas de la banca y poderosas empresas transnacionales, condenando a los más pobres, incluida una deteriorada clase media, a pagar los platos rotos en un clima de franca indefensión para los que menos tienen.
México no es la excepción. El triunfo de la derecha con Enrique Peña Nieto como presidente de la República, es inobjetable. Si se ganó en las urnas o se compró la presidencia, queda para el anecdotario popular. Lo determinante es que lejos de mejorar las condiciones del país, con la derecha en el poder la continuidad del modelo económico y social prevaleciente será la constante.
Podrán variar algunos matices, las aristas más agudas de la realidad nacional que ponen en riesgo la gobernabilidad pero, lo sustantivo es que el crecimiento económico deseable, de darse este, seguirá gravitando en torno a la concentración del ingreso en unas cuantas manos y el empobrecimiento de las mayorías. La llamada segunda transición del poder político en México, continuará por el mismo camino que su antecesora del 2000, sorteando mayores obstáculos, pero al fin más de lo mismo, bajo la egida de los poderes fácticos que, por cierto, no son ninguna mafia, simplemente son los dueños del país.
El adversario a combatir y vencer, para la izquierda, es a mi juicio en este escenario, éste y no otro en todas las latitudes del orbe y, en particular en nuestro país. Los malabarismos de la llamada izquierda, combatiendo al gobierno, sus adalides, y no al capitalismo rampante en su fase más salvaje de la historia, son eso, simples malabarismos políticos llamados a encubrir su complicidad con el adversario. Lo mismo en los llamados países del primer mundo, los emergentes o los condenados de la tierra.
No reconocer el triunfo de la derecha, exaltando el éxito de pequeñas escaramuzas que en lo virtual colocan a las llamadas izquierdas como la segunda fuerza política en México, es gloria vana. Tan virtuales y efímeros son los triunfos parciales como sus resultados para hoy, el mediano plazo y lo que se espera en un horizonte de largo aliento en tanto estos no apunten a una mejor calidad de vida de millones de mexicanos.
Reconocerlo para actuar en consecuencia, es a mi modo de ver la postura a asumir en congruencia con una realidad que, a gritos, desaforadamente anuncia la incapacidad y falta de visión de la izquierda para retomar el hilo conductor de la historia. Izquierda sin partido y partidos sin izquierda, más temprano que tarde terminan combatiendo fantasmas, como en lo que nos atañe sucede en nuestro país con los partidos políticos de la autonombrada izquierda, enclenques organismos carentes de vitalidad y de futuro cuya única función social y política es colocar la alfombra roja al paso del PRIAN, derecha electoral triunfante al servicio de los poderes fácticos domésticos y externos.
En unas horas Peña Nieto y su cohorte tricolor, protocolariamente inician la segunda alternancia, anunciando a bombo y platillo combate a la corrupción, eficiencia administrativa, crecimiento económico con incremento de productividad y competividad, seguridad pública, rescate del tejido social, así como nuevas medidas asistencialistas para paliar desigualdad y pobreza. La autonombrada izquierda elevará tibia protesta contra lo que dicen es imposición de un personaje que compró la presidencia, lo sustantivo, razón de Estado, queda en el tintero. Para tirios y troyanos tras una espesa cortina de humo en la algarada, lo relevante son las formas políticamente correctas, para el pueblo empobrecido el contenido implícito de un rumbo sin destino al paso de la derecha triunfadora.
Hojas que se lleva el viento
Dice el gobernador Duarte de Ochoa que se vale especular, ejemplarizándolo con su anuncio de que se irá en el 2017. La invitación del presidente electo a integrarse al gabinete, por hoy se rechaza, será en el último jalón de despedida del Sr. Peña, una vez alcanzada plena prosperidad para las familias veracruzanas cuando entregará los bártulos a su sucesor. El senador Héctor Yunes no cree en especulaciones, convencido de que el Sr. Dr. Duarte de Ochoa pronto tirará la toalla levanta la mano y dice: yo soy el llamado a gobernar a Veracruz, Pepe Yunes será senador de seis años y los delfines en un mar de lágrimas, con el bat en la mano quedarán en la banca rumiando su dolor.
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La verdad demostrada no aparece. Flor de un día la parafernalia mediática en torno al Segundo Informe de Gobierno del Sr. Dr. Duarte de Ochoa. 24 horas de labia cumpliendo con el protocolo y a otra cosa mariposa. Ni se le han cubierto adeudos pendientes a la mayoría de los medios impresos de comunicación con convenio de propaganda suscrito, ni el mensaje al pueblo veracruzano, preñado de mentiras por dos años de caprichos, inconsecuencias y estrafalario triunfalismo verbal, dieron para más.
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Malestar entre priístas. No ven con buenos ojos que desde palacio se jueguen dos cartas para la candidatura a la alcaldía de Xalapa. Una tricolor, abierta, con la efigie de Américo Zúñiga y otra boca abajo, con la de un aspirante de la maiceada oposición.
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Insólito, pero así es como se expresa el cariño sexenal. Nadie del priísmo veracruzano ha salido a dar la cara en defensa de Carolina Goudiño, alcaldesa del puerto y fidelista despechada.
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En Otero Ciudadano no se aprendió la lección. A propuesta de la alcaldesa Elizabeth Morales se tiene programado un nuevo encuentro para volver a escuchar más de lo mismo sobre su pésima gestión al frente de la comuna xalapeña y proyección de imagen. Pérdida de tiempo y ofensa a la inteligencia de los integrantes de la cada vez más sólida agrupación de la sociedad civil.