Alejandro Hernández / Pulso crítico
Mi ciudad, Xalapa, para garantizar una buena calidad de vida a quienes la habitamos, depende de todos los ecosistemas que la rodean, tanto de la alta montaña al norte como del bosque de niebla al este, de las cuencas hidrológicas de la cañada de Actopan como del clima cálido que arrastra la brisa de la costa. De esto poca cuenta nos damos la mayoría de los que aquí vivimos; será por eso que a muy pocos les ha interesado la consulta ciudadana, convocada por la SEMARNAT, que se lleva a cabo desde el día 19 de enero de este año, para ver si se aprueba o no la explotación aurífera en la mina Caballo Blanco, en el vecino municipio de Actopan, Veracruz, y cuyo principal inversionista es el hombre más rico del mundo, Carlos Slim.
La apatía ecológica que la población xalapeña demuestra, debe obedecer a que muchos desconocen lo que una mina de las características de la que nos ocupa le puede hacer a la naturaleza. La minería a cielo abierto es una actividad industrial de alto impacto ambiental, social y cultural. Es también una actividad industrial insostenible por definición, en la medida en que la explotación del recurso supone su agotamiento. Es decir, en un principio se destruyen todos los ecosistemas circundantes, se contaminan sus aguas con cianuro o con mercurio —elementos indispensables para recuperar el oro—; luego, las comunidades aledañas a la mina se llenan de técnicos, gambusinos y obreros, mismos que establecen una sociedad de alto consumo de bienes y servicios que encarecen la economía local, además de atraer todo tipo de vicios, tales como el alcoholismo, la drogadicción, la prostitución, robos, etcétera; para que al final, una vez agotado el mineral, dejar la región totalmente devastada, contaminada en tierra, agua y aire, y con un nivel de vida para la población de muy baja calidad y pocas veces recuperable a los niveles que tenía antes de la mina.
La explotación del oro requiere, de manera intensiva, grandes cantidades de cianuro y/o cromo, sustancias altamente tóxicas que permiten recuperar el mineral del resto del material removido. Para desarrollar todo este proceso, se requiere que el yacimiento abarque grandes extensiones y que se encuentre cerca de la superficie, dando como resultado cráteres gigantescos, que pueden llegar a tener más de 150 hectáreas de extensión y más de 500 metros de profundidad. Las consecuencias son: La producción de grandes cantidades de desechos sólidos y líquidos, los impactos sobre las poblaciones aledañas, y la transformación completa del entorno junto a una severa modificación de la morfología del terreno; obviamente también desaparece la agricultura, la ganadería y la pesca. Hoy cientos de hectáreas de cultivos de caña de azúcar, papaya, naranja, limón, maíz y frijol dependen del riego que les proporciona el río Actopan, amén del turismo que visita los lugares por los que éste pasa, si la contaminación que produzca la mina alcanza los veneros que surten su cauce, el impacto será de proporciones catastróficas, tanto al medio ambiente como a la economía de la región.
Bernardita Bielsa, de la Asociación Ornitológica Cuenca Del Puelo, Lago Puelo, Chubut, sitio amenazado por la minería en Argentina, escribió esto: “El oro ha significado muchas cosas a lo largo de la historia del hombre. El afán por encontrar oro hizo colapsar civilizaciones enteras; esto es miles y miles de hombres, mujeres y niños muertos por enfermedades, enfrentamientos, desnutrición, hambre. La codicia del hombre no tiene límites, y los nuevos conquistadores han aprendido la lección, y saben utilizar del diccionario todas estas palabras: mentir, engatusar, engañar, embaucar, fingir, aparentar, disfrazar, falsificar, prometer. El provecho, las ganancias, los réditos, son siempre para ellos y sus empresas.” Lo cual se aplica perfectamente a los inversionistas que pretenden destruir, por un puñado de oro, ecosistemas valiosos para la vida.
Urge, tal como lo han estado pidiendo grupos ambientalistas, que la SEMARNAT realice una asamblea de información para que la gente conozca en voz de los paneles de expertos, los pros y los contras de la mina, para que así pueda decidir dar su voto a favor o en contra.Hoy la humanidad, por poseer oro y riquezas, es capaz de morirse de hambre, justamente como le ocurrió al legendario rey Midas. No esperemos a que eso ocurra cerca de nuestra ciudad, informémonos y participemos, nuestro futuro y el de la región —y no es lugar común esto que les digo— está en juego.