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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Se escuchó hasta el cansancio la frase acuñada por Calderón Hinojosa: “López Obrador es un peligro para México”,  y de ello derivó el rechazo de amplios sectores de clase media a las aspiraciones del político tabasqueño de alcanzar la primera magistratura del país en la elección presidencial del 2012. La izquierda se equivocó con la postulación de López Obrador, si se hubiera inclinado a favor de Marcelo Ebrard, demócrata sensato y bien portado, Peña Nieto no se levanta con la presidencia, se dijo en su momento.

Hoy esa misma clase media ramplona se desgarra las vestiduras ante los excesos de corrupción en la administración calderonista, que demuestran que el  verdadero enemigo residía en Los Pinos.

Seis años antes, esa misma clase media votó en contra de Andrés Manuel convencida de que nada bueno podía esperarse de un candidato que viendo moros con tranchete, resumía toda su propaganda electoral denunciando a las mafias que, desde los poderes formal y fáctico, saqueaban a la nación. Dos frases del tabasqueño fueron suficientes para concretar el rechazo: “Al diablo con sus instituciones” y,  “Ya cállate chachalaca” en referencia a los constantes y estúpidos exabruptos del presidente Vicente Fox,  abriéndole el camino a Felipe Calderón.

Hoy día, esas mismas clases medias, empobrecidas, frustradas en sus intentos de movilidad social y ascenso económico, son las primeras en reconocer y aceptar que López Obrador tenía razón al calificar en lenguaje llano como “chachalaca”,  a un presidente que aún ahora en su carácter de ex, no controla ni la  lengua ni a su familia. Así como acepta y lo expresa de diversas formas, en privado o en la calle, que las corruptelas que no cesan, o las  políticas públicas aprobadas y puestas en práctica por el poder formal respondiendo a los dictados e intereses mafiosos del poder fáctico,  tienen al país en un brete.

 Así como se reconoce en amplios sectores de la clase media,  que en el actual estado de cosas las instituciones republicanas se corresponden con un pacto social que para México resulta ya anacrónico y obsoleto. “Al diablo con sus instituciones”, es un sentir cada vez más generalizado entre esas clases medias que le abrieran la puerta a una trunca transición política que hoy de manera casi explícita, nos lleva a un nefasto bipartidismo bajo la conducción de un PRI que, con Peña Nieto como presidente,  retoma del viejo régimen y recicla  centralismo, autoritarismo y simulación.

Siendo evidente en la sociedad de un México plural que ya no es la del 2006 o 2012, el rechazo a partidos políticos,  organismos electorales, de defensa de los derechos humanos, de trasparencia y acceso a la información, de seguridad, procuración y administración de justicia, de asistencialismo social, entre otras instituciones del Estado,  y ni que decir, de las municipales, hacendarias y de promoción económica tiende a polarizar a la sociedad. Ausencia de credibilidad y confianza en las instituciones republicanas, es la constante.

Estado de derecho, instituciones públicas  y conducción política, han dejado de ser referentes del pacto social que históricamente nos diera identidad, pertenencia, cohesión y unidad como Estado independiente y soberano. El México de hoy, como en su momento afirmara Andrés Manuel López Obrador, requiere de un nuevo pacto entre los mexicanos que responda a las necesidades de nuestro tiempo; no basta con reformas presuntamente estructurales ni mucho menos con una reforma política ajena al sentir y necesidades de participación ciudadana, cuyo único beneficiario es una parasitaria partidocracia. El país exige un cambio verdadero desde abajo, democratizando la vida de la nación.

Vueltas que da la vida, a 12 años de distancia, el “al diablo con sus instituciones” y el “ya cállate chachalaca”, con un “¡Ya Basta!”  Y,  “que se vayan todos”, refrendan su valia,  dándoles plena vigencia en un México que día con día cambia para seguir igual.

Hojas que se lleva el viento

Definitivamente la humildad no es virtud en la administración pública veracruzana. No se quiere aceptar que en una cajetilla para 20 cigarrillos no caben 500 ni haciéndolos talco. Ni con toda la infraestructura hotelera y restaurantera con que cuenta la entidad, es posible en la conurbación Veracruz-Boca del Río, alojar y dar de comer  a 2 millones de visitantes durante los tres días que dura el carnaval jarocho. Euforia y triunfalismo sin sustento continúan siendo la tónica en una administración pública estatal que gobierna con anuncios de ocasión.

-ooo-

No se quiere aceptar que lo primero es lo primero. En el orden de prioridades de la agenda veracruzana los medios de comunicación ya impusieron el tema de la sucesión por sobre la búsqueda de soluciones a problemas ingentes de la población. O no quieren al Sr. Dr. Duarte de Ochoa y ya les urge que se vaya, o bien, toman parte en la construcción de una cortina de humo que desvíe la atención de los veracruzanos para minimizar denuncia, protesta y reclamo social que sube de tono. Y en este escenario, la consigna parece ser la de confrontar y desgastar en el camino a los dos senadores priístas y el solitario  del PAN que aspiran a la gubernatura. Xalapa, Ver., Marzo 1 de 2014.

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Pulso crítico

 J. Enrique Olivera Arce.

 “No es mi intención dividir a México”, reitera el Sr. Enrique Peña Nieto deslindándose de la guerra sucia que empaña al proceso electoral en curso. La carga histórica que lleva a cuestas es más pesada que sus intenciones, el país no solamente está polarizado desde la elección presidencial del 2006, además el PRI se encargó de dividirlo en un proceso paulatino pero creciente de auspicio a la exclusión, desigualdad y  pobreza. Todo lo que el tricolor le señala a los gobiernos panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón, aunque no se aleja de la verdad es la cereza de un pastel en el que  la inmensa mayoría sólo ha recibido migajas.

 Incluso, al interior del Revolucionario Institucional, pese a que se presuma de una sólida unidad, esta es fruto de una disciplina partidista impuesta con la zanahoria por delante. Es público y sabido que la alta burocracia y su círculo cercano de tecnócratas y amanuenses se despacha con la cuchara grande, lo mismo por la vía legal asignándose altísimos emolumentos, canonjías y prebendas, que por la ilegal participando en el carrusel de la corrupción mientras que la mayoría de la militancia está integrada por una masa informe de manipulados descamisados sin presente ni futuro. El acarreo electoral del llamado “voto duro”, funciona por que existe un clima de necesidad y miseria del que se vale el tricolor para mostrar imagen de fortaleza y unidad.

 México está dividido desde endenantes, el reto para partidos y candidatos no es convencer de buenas intenciones como la expresada por el Sr. Peña, es el como atemperarla reduciendo la brecha de la desigualdad para, con equidad solidaria, acercar a quienes todo lo tienen con aquellos que ya no tienen nada que perder. La palanca es sin duda económica, sin generación de riqueza y crecimiento sostenido no hay nada que repartir con sentido de justicia, pero esta herramienta se sustenta a su vez tanto en  voluntad política como en un clima social propicio para que expectativas y oportunidades den seguridad y certeza para afrontar las tareas del desarrollo. Sin un plan preconcebido que con carácter participativo y visión de amplio espectro marque rumbo, objetivos y metas por alcanzar  el reto es mayúsculo.

 En medio de la parafernalia electorera, el discurso a modo, promesas, propuestas y compromisos de partidos y candidatos sueltos y deshilvanados, el electorado no alcanza a percibir que tal reto esté presente en el ánimo de los presidenciales, salvo Andrés Manuel López Obrador, que no pierde congruencia en torno al hilo conductor de su propuesta de un nuevo proyecto de Nación sintetizado en 50 puntos, que vinculan  los grandes temas torales de la problemática histórica de México con el que hacer en el mediano y largo plazo. Para algunos, utopía, romanticismo trasnochado ó falacia electorera, para otros realista y esperanzador, pero al fin un documento marco, punto de partida para la reflexión, el debate y construcción de consensos.

 En tanto no se asuma con seriedad el como afrontar en las campañas electorales el reto de la desigualdad, la pobreza, la corrupción y el crecimiento con equidad y justicia el clima baciniquero de la descalificación per se, dominará el escenario. La guerra sucia entre partidos y candidatos generará en la sociedad más morbo y desanimo que interés por participar contribuyendo con un voto razonado en una elección que como bien señala López Obrador,  “… es definitoria, última oportunidad para salvar al país”,  en un escenario de crisis en que la economía se derrumba, arrastrando consigo más deterioro social, más pobreza y violencia. En lo político no puede echarse en saco roto lo que afirmara Calderón Hinojosa a su homólogo peruano Ollanta Humala sobre un crimen organizado que ya reemplaza funciones del Estado. Preocupante,  de la dualidad de poder a la ingobernabilidad y el caos sólo hay un paso. Únicamente la unidad consensuada en torno a un proyecto de Nación incluyente, con visión democrática de futuro que atienda a la deteriorada realidad de un México plural  y dividido, podrá ofrecernos la tablita salvadora.

 Hojas que se lleva el viento

El primero de mayo, Día Internacional del Trabajo, no es motivo de celebración ni fiesta nacional propicia para el asueto, el descanso y la recreación, es un llamado a la memoria histórica de los pueblos para recordar que las banderas de la lucha obrera por un mundo mejor, libre de la opresión del hombre por el hombre están de pie.

 Nos solidarizamos con «Proceso» y nos unimos a la indignación y enérgica condena por el artero asesinato de Regina Martínez Pérez, mujer ejemplar y destacada periodista, reportera y digna corresponsal del semanario,  que con valor y compromiso honrara la palabra escrita. Diversos comentaristas independientes le han manifestado al Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa que si no puede renuncie. El acumulado en año y medio de ineptitud, simulación, escándalos, corrupción e impunidad derramó el vaso, por el bien de Veracruz el gobernador efectivamente debe renunciar. Mérida, Yuc. Mayo 1 de 2012

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Estimado Sr. Lino Perea:

En primer lugar agradezco se haya tomado la molestia de comentar en una larga misiva una afirmación que hago en mi más reciente artículo de opinión que titulé” Caída de Josefina complica escenario a Peña Nieto” respecto a la baja en las encuestas de la candidata del Partido Acción Nacional, Josefina Vázquez Mota.

A propósito de mi afirmación de que “la campaña de la candidata oficialista hace agua y que pese a los golpes de timón, la guerra sucia y el presunto refuerzo de personajes cercanos al presidente Felipe Calderón, el tour proselitista de la panista va rumbo al naufragio”, hace usted un amplio recuento sobre diversas cuestiones en abono a su tesis de que el estancamiento de la campaña de la candidata presidencial panista no es tal y repasa algunos aspectos de las nefastas prácticas políticas o de coacción del voto que caracterizan al PRI, la manipulación de los medios de comunicación, de sus percepciones sobre el posicionamiento de los candidatos y de la forma cómo se ha gobernado nuestro país, entre otros puntos que pretenden ser una defensa, al final, de la posibilidad de que Josefina Vázquez Mota gane la elección del próximo 1 de julio.

Entiendo desde luego que no comparta mis puntos de vista respecto al rumbo que lleva proceso electoral en curso, habida cuenta su militancia en Acción Nacional, y mis asertos sobre el estancamiento que cuando no caída en las preferencias electorales tiene la señora Vázquez Mota y mi opinión sobre el saldo de doce años de gobiernos panistas. Lo de la baja en las encuestas no es invención del suscrito sino una evidencia que puede encontrarse al revisar los más recientes sondeos de las casa encuestadoras y lo del desencanto que hay en amplias capas de la población sobre lo que han hecho dos administraciones blanquiazules queda de manifiesto justamente en los problemas que ha enfrentado su candidata para entusiasmar al electorado, pues si estuviéramos ante el final de un gobierno que deja ampliamente satisfecha a la población lo lógico sería que la abanderada del partido en el poder estaría cosechando el apoyo masivo de la gente y sería la candidata puntera en todas las encuestas. Pero es evidente que ello no está ocurriendo.

No obstante, en su comentario sobre mi artículo pareciera que usted interpreta que estoy defendiendo o que simpatizo con la posibilidad de que Enrique Peña Nieto sea el próximo Presidente de México. E incluso al final de su texto afirma “quedamos cien panistas a sus órdenes para un debate público, de quien gobernó mejor México, el PRI en el siglo pasado o el PAN en este siglo”.

Le doy mi respuesta: La posibilidad de un regreso del PRI a Los Pinos me parece que sería algo lamentable y que se explicaría antes que en las fortalezas o un nuevo rostro u oferta del partido hegemónico en el siglo XX en nuestro país, por el quiebre de las expectativas, enormes expectativas diría yo, que había entre la sociedad mexicana con la alternancia en el poder que se dio en el año 2000 y la llegada del PAN a la Presidencia de la República. Entusiasmo democrático que se convirtió doce años después en decepción y frustración.

En el año 2000 el triunfo de Vicente Fox sintetizaba el anhelo de cambio de millones de mexicanos –entre ellos el que escribe- por construir una nación más democrática, con una mayor participación de los ciudadanos en el escrutinio de los asuntos públicos, con rendición puntual de cuentas de los gobernantes, con equilibrios y contrapesos reales entre los poderes públicos, con un ejercicio republicano del poder, con el combate a fondo a la corrupción y la impunidad, entre una larga lista de temas pendientes, entonces y ahora -lamentablemente-, en la agenda nacional.

El PRI perdió en el 2000 por el hartazgo de los mexicanos con la simulación, la corrupción, la mezcla de los negocios y el uso patrimonialista del poder que eran moneda corriente en su forma de ejercer el poder y lo sigue siendo en las entidades que gobierna, y el PAN, o concretamente el ex mandatario Fox, enarbolaron la bandera del cambio, de acabar con las “tepocatas”, las “víboras prietas” y demás alimañas, como decía el guanajuatense, e iniciar una nueva etapa de transformaciones que consolidara nuestra transición a la democracia y la calidad de vida de las familias. Pero ello no sucedió. Ni se combatió la corrupción ni se fortaleció a cabalidad nuestra vida institucional o se abatieron rezagos en materia económica o social.

Fox dilapidó el enorme capital político con que llegó a la presidencia. Parece que su agenda se agotó al recibir la banda presidencial, su único afán era sacar al PRI de Los Pinos y lo logró, pero luego o no supo qué hacer o encontró el camino fácil: apropiarse de los resortes, mecanismos y maniobras de la cultura política priista para beneficiar a unos cuantos –su familia en primerísimo lugar- y se olvidó de sus promesas de renovación. Recordemos los escándalos de corrupción en que se vieron envueltos los hijos de su esposa Marta Sahagún, los lujos y excesos con que vivieron en la residencia oficial, las denuncias penales contra el propio Fox presentadas desde la legislatura número 59 por legisladores de partidos de oposición, que no avanzaron por el encubrimiento de la PGR, y lo que todos vimos al final: el enriquecimiento del ex presidente que es totalmente explicable por la ecuación poder y negocios que inauguró en su tiempo el PRI y que siguió tan campante en ese primer gobierno federal de extracción panista. Ya lo dijo quien fuera su operador financiero de campaña en el 2000, el empresario Lino Korrodi: “cuando era gobernador de Guanajuato no tenía más que una vaca, y tenía una deuda de un millón de pesos. No tenía riquezas y ni con su sueldo ni el de Marta como vocera hay justificación de su fortuna”. Y hoy el ex presidente tiene hasta su Centro Fox.

¿Y qué decir del actual gobierno de Felipe Calderón? El hoy primer mandatario llegaría a Los Pinos después de una muy cuestionada elección de la que no pocos están convencidos que le fue robada a Andrés Manuel López Obrador, el entonces enemigo común de la pedestre derecha gobernante y de los grandes empresarios de este país reacios en ese tiempo y siempre a perder privilegios.

Felipe Calderón llegó a la presidencia precedido de esa mancha de origen que habría de seguirlo siempre y que hoy, a unos meses de que entregue la banda presidencial que recibió en medio de abucheos, mentadas de madre, a empujones y resguardado por panistas y priistas en una caótica y memorable sesión de Congreso General, arroja un saldo desastroso que mantiene al país en una situación límite, evidencia de nueva cuenta y con claridad el agotamiento del experimento de doce años del Partido Acción Nacional en el poder.

Ahora, a poco más de dos meses de la elección presidencial y de diputados y senadores, es más que evidente que el tan manoseado cambio nunca llegó y la transparencia gubernamental o la vigencia plena del estado de derecho se quedaron en el discurso.

¿En donde se torció el camino y se diluyó la posibilidad de impulsar una genuina renovación de la vida pública en México? ¿O es que nunca se tuvo la intención de llevarla a cabo, sea por cortedad de miras –donde la falta de preparación académica y de formación cultural en el caso de Fox jugaron un papel fundamental para explicarse los dislates y la errática conducción política, y donde la tozudez, el trauma de origen, el desgano y aún el aislamiento en su grupo de amigos y de copas, de Calderón prohijaron un escenario de catástrofe- o porque nunca se tuvo claro para que querían gobernar este complejo país los panistas? Lo cierto es que hoy existe un mayoritario sentimiento de desencanto por la alternancia fallida y los magros resultados de las administraciones de Fox y Calderón que, para pesar de su partido y de Josefina Vázquez Mota, ponen cuesta arriba la continuidad de su partido en el poder.

Ejemplos de esa pesada herencia abundan. Enumero algunos, los más visibles y que han sido en los años recientes tema obligado en editoriales periodísticos, en columnas políticas, en tertulias de café, en charlas de sobremesa, en el aula universitaria, en cualquier reunión de más de tres personas y, ahora, desde luego, en los discursos de los candidatos opositores al PAN:

1. La descontrolada guerra contra el crimen organizado que tiene acorralado al Estado mexicano y que es, sin duda, el más grave problema de seguridad nacional que se recuerde, que ha convertido a vastas zonas del país en escenario de ejecuciones y cruentos combates entre bandas de narcotraficantes y las fuerzas armadas, donde los muertos se cuentan por decenas de miles, con familias enlutadas, incontables desaparecidos, dolor y zozobra por doquier, mientras el poder corruptor del narcotráfico sigue tan campante pervirtiendo la vida pública, reclutando jóvenes sicarios, comprando conciencias, protección policial y apoyo logístico de quienes dicen combatirlo, y diseminándose entre clases sociales y gobiernos de todo signo.

2. La persistencia de un estado de derecho simulado, con un aparato de procuración e impartición de justicia corroído por la corrupción, con la impunidad como norma, con transparencia a conveniencia y rendición de cuentas acotada, sin que se persiga a los lavadores de dinero, a ex gobernantes, políticos y personajes varios profusamente señalados por sus abusos, latrocinios y complicidades con el crimen organizado que viven tan felices sin que nadie los moleste.

3. La falta de resultados tangibles en los bolsillos de los mexicanos en materia económica, donde la estabilidad macroeconómica en los indicadores –aunque se publicite que tenemos las menores tasas de inflación en los años recientes o de que nuestra economía está blindada para resistir crisis internacionales- no se ha traducido en capacidad de nuestro aparato productivo para revertir desequilibrios, fortalecer a las pequeñas y medianas empresas y lograr un crecimiento sostenido capaz de atender la creciente demanda de empleo y de mayor ingreso.

4. La derrota en el combate a la pobreza, al tiempo que crece geométricamente el número de mexicanos que se ve obligado a cruzar la frontera, no en busca del “sueño americano”, sino para encontrar el empleo y la subsistencia que no encuentran en el campo o en las ciudades.

5. La incapacidad para generar acuerdos con un Congreso opositor y la falta de reloj político y de estrategia para concretar las reformas estructurales, lo mismo en materia fiscal, laboral, energética, en materia de telecomunicaciones y en un largo etcétera, que abortó toda posibilidad de modernizar y poner al día a nuestro país para lograr con bases sólidas un crecimiento económico real y asegurar la reforma política e institucional que habría permitido acceder, de verdad, a la transición democrática que se ha quedado suspendida en el tiempo.

Puedo seguir la enumeración de las insuficiencias e inconsistencias de dos sexenios del PAN en la Presidencia de México, pero ya me he extendido demasiado.

Sin embargo lo hecho, hecho está y basta con conversar con cualquier ciudadano de a pie para ampliar la lista. La conclusión de algunos es que estábamos mejor cuando estábamos peor. Y ese es un escenario lamentable: el retorno del PRI de siempre, incorregible, ducho para los negocios y el ejercicio patrimonialista del poder, envalentonado porque ya le urge volver a las andadas desde Los Pinos, como lo hacen alegremente en las entidades donde gobiernan.
La gran pregunta es si la apuesta del presidente Calderón, el verdadero coordinador de campaña de la señora Vázquez Mota, es confiar en la flaca memoria de la gente, en la maquinita de repartir dinero y hacer votos, en el clientelismo que nunca falla, en la intromisión gubernamental en el proceso electoral sin que alguien lo impida, en la guerra sucia o en lo que sea para evitar entregar el poder a sus adversarios.

La sociedad mexicana, el ciudadano, tiene en el voto la mejor arma para hacer oír su voz, para castigar o premiar al gobernante, para decir hasta aquí llegamos, nos seguimos de largo u optamos por una tercera opción, según la visión de cada quien.
Ojalá despertemos del letargo y remontemos el desencanto que paraliza. Que los mexicanos ejerzamos a plenitud en la próxima elección y todos los días nuestra condición de ciudadanos.

Ya el 1 de julio, más allá de sus opiniones o las mías, los mexicanos dirán la última palabra en las urnas.

Lo saludo cordialmente, y celebro la posibilidad de que podamos contrastar nuestros puntos de vista.

Gracias por su atención y estoy a sus órdenes.

Emilio Cárdenas Escobosa

jecesco@hotmail.com

www.cronicadelpoder.com 

 

Réplica publicada en Periódico Veraz

 

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Habiéndose servido de México como plataforma para incidir en la política interna de Cuba, el papa Benedicto XVI abandonó nuestro país sin pena ni gloria. Inserta su visita en el proceso electoral federal en curso, las luces de los reflectores mediáticos se dispersaron a lo largo de la visita papal, privilegiándose más la imagen de un Felipe Calderón comulgando en público y la presencia en misa de los tres presidenciables,  que el mensaje del pontífice contra las adicciones y el llamado a la paz y la concordia en el marco de la libertad de conciencia.

Para quienes aseguraran que la visita papal a México incidiría en el proceso electoral, induciéndose el voto católico a favor de la derecha y ultraderecha panista, la cosa no les resultó tan así. Fuera de quienes desde distintas partes del país y de la propia entidad federativa sede, concurrieran a los tres días de festejos religiosos, en la mayor parte del territorio nacional la presencia de Joseph Ratzinger en México al parecer no tuvo mayor impacto y relevancia, aún entre quienes profesan la fe católica.

Atendiendo a la amplia difusión mediática, la visita papal se prestó más a los ya clásicos dimes y diretes propios de la clase política, que a la reflexión sobre la razón de Estado tanto para el Vaticano como para México, de la presencia del sumo pontífice cómo paso previo a su misión en Cuba.  Si el perredista Guadalupe Acosta Naranjo desairó al presidente Calderón dejándole con la mano extendida ó si Fox saludó de mano y le palmeó la espalda a López Obrador, fue el tema para descalificaciones, comentarios y chascarrillos en torno a la visita papal.

El desacato presidencial a lo dispuesto por la Constitución Política de los estados Unidos Mexicanos, comulgando Calderón Hinojosa en público en un acto protocolario oficial de encuentro de dos jefes de Estado, fue la cereza del pastel con la que la visita de Ratzinger dejara de ser tema mediático sustantivo  para pasar a ser simple accesorio en la vida político electoral doméstica. La perversidad de nuestra ramplona clase política, se impuso a los propósitos papales.

Pasarela de políticos, mensajes subliminales referidos al proceso electoral en curso, opacaron así el reto lanzado por el pontífice al Estado mexicano en relación a la modificación y aplicación en su caso del Artículo 24 Constitucional, referente a la libertad de conciencia. Tema retomado por Ratzinger como eje central del objetivo buscado frente a pueblo y gobierno cubano.

De manera abierta o velada, tanto en la expresión corporal como lo dicho en entrevistas al calce, la clase política mexicana presente en los servicios religiosos dejó entrever su prioridad, la elección de julio próximo, antes que tomar con toda seriedad el mensaje papal. Benedicto XVI aró en el desierto.

De cómo reaccione el gobierno cubano en su proceso de reformas económicas y mayor apertura a partir de la visita papal, accediendo a un “aterrizaje suave que abra un futuro de esperanza y una transición democrática digna del ser humano y del cubano” se constatará si el periplo del líder de la grey católica fue exitoso, o todo se reduce a un anodino intercambio protocolario entre Jefes de Estado.

Lo que sin temor a equivocarnos se puede afirmar, es que poco o nada influyó la visita papal en la intención electoral del PAN. El peso de la mala vibra que arrastra Calderón Hinojosa,  influye más en el pueblo de México que la visita de un papa. Tan no fue determinante la presencia de Ratzinger para los propósitos de la derecha que hubo necesidad de lanzar una nueva cortina de humo mediático, el espionaje telefónico a Josefina Vázquez Mota. Así que, a unas cuantas horas del inicio de las campañas presidenciales, las cosas para el panismo siguen estando iguales o peores que antes del arribo de Benedicto XVI a México  y la exhibicionista comulgada de Calderón en Guanajuato, cuna de la reacción cristera.

Hojas que se lleva el viento

Tan pero tan pobre se manifiesta la caballada priísta en Veracruz, que Enrique Peña Nieto tuvo que echar mano de un “chilango” para coordinar su campaña en tierra jarocha. En mala hora su decisión, acelerada e improvisada conociendo el negro historial de Jorge carvallo a su paso por el estado de México, así como presuntamente desconociendo el mafioso papel que el ahora diputado local y titular de la Comisión de Coordinación Política del congreso local, jugara como presidente del CDE del PRI durante el mandato de Fidel Herrera Beltrán. La venta de alcaldías y diputaciones locales, más el paso de charola para financiar las campañas del Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa, son del dominio público en la prospera aldea. Entre el pueblo veracruzano también el priísmo local tiene memoria y no perdonará prepotencia y autoritarismo de quien consideran arribista y «malandrín».

Con la cuestionada mancuerna integrada con  Jorge Carvallo y Erick Lagos, uno coordinador de campaña de EPN y el otro, presidente del CDE del PRI en la entidad, todo apunta a que el tricolor se dejará ganar la elección presidencial por un panismo dividido y maltrecho, si es que no por una coalición de las llamadas izquierdas que, pese a prácticamente no pesar en la vida política veracruzana, pudiera dar la sorpresa. Así están las cosas en el partido del cual es líder moral y promotor del voto el Sr. que dicen manda en Veracruz.

Por cierto que no obstante la ley es muy clara al respecto, el Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa durante la campaña electoral no renunciará a la mediática en la que teniendo como centro si imagen, tratará de hacer tanto ruido como sea necesario para justificar su paso por el gobierno de Veracruz y su persistente propósito de demostrar que con “Adelante” se acabarán los pobres o cuando menos la mitad de éstos. No tiene otra cosa en la faltriquera, ni siquiera dinero público, sólo cuantiosas deudas en un erario saqueado. Además aún lo logra entender que gobernar a periodicazos es tan ineficaz como efímero. Sobre todo cuando la publicidad política es fiada y los dueños de los medios informativos no saben para cuando se les autorizará el pago de facturas pendientes estando las cosas como están en una tesorería quebrada.

Lo que todo es hoy miel y saliva en materia de comunicación social, podría revertirse en contra del gobernador veracruzano si algún audaz se atreve a denunciar ante las autoridades electorales, el desacato en que incurre el gobierno estatal al promover la personalísima imagen del titular del poder ejecutivo.

La prensa nacional es importante si se trata de comunicarle al país que Veracruz tiene gobernador. Pero más importante es la local cuando de agitar el cotarro se trata. Así que aguas, no se vale tener seco el pesebre.  Mérida, Yuc., marzo 28 de 2012

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Sí cargué los dados contra López Obrador en 2006: Fox

Milenio

México.- Vicente Fox Quesada reconoció haber “cargado los dados” contra Andrés Manuel López Obrador en la contienda electoral de 2006 por la Presidencia de la República.

En el programa Antena Radio Primera Emisión, la pregunta directa de Mario Campos fue: “¿Cargó los dados contra López Obrador?”

“Pues claro que sí, en lo que pude, claro que sí, y es democrático; por eso lo digo yo y lo dije: fue un segundo triunfo para mí”, respondió Fox en la entrevista que se difundirá hoy y de la cual se transmitió ayer un fragmento relacionado con los comicios federales de hace cuatro años, en el último año del mandato del guanajuatense.

El ex presidente Vicente Fox, quien marcó una nueva era panista al sacar al PRI de Los Pinos, acepta que para las próxima elecciones (2012) los priístas volverán a meterse a la casa presidencial. “Por lo pronto los dados dicen eso, los dados y los datos”.

En entrevista, el ex mandatario considera que debe haber el incentivo del poder para la siguiente elección, “los que creen que van a ganar, arreglemos la casa y te llevas el poder y además gobiernas muy padre y muy cómodo”.

—Cuando dice “los que creen que van a ganar” ¿se refiere al PRI?

—¿Para esta que viene? Pues sí…

— Pero Calderón dice a los panistas “vamos por el tercer periodo para el PAN”, ¿usted no lo ve así?

—Cada quien va a hacer su lucha y otra vez va a ser una lucha que si bien divida electoralmente, conjunte en un proyecto sexenal cuando menos. Me parece que es una buena oportunidad este tramo que falta para ciertos acuerdos.

Al preguntarle sobre la actitud del presidente Felipe Calderón, quien parece estar más interesado en ser jefe del PAN que del país, Vicente Fox considera que cada quien “juega sus canicas a su manera, no todo lo que se ve es lo que sucede, yo noto al revés que está echando lazos y conexiones ahorita para algún propósito que espero tendrá que ver con el país; está mucho más voluntarioso en ese sentido.

“Claro, él tiene que echar el lazo a su partido, cómo le pides que no lo haga, pero también tiene que echar el lazo hacia el PRI para las reformas que todavía se pueden alcanzar”.

Cuestiona la guerra contra las drogas desatada por Calderón y que tiene “costos ocultos” y daña la imagen de México. Advierte: “No puedes combatir el crimen violando los derechos humanos y el proceso jurídico”.

Dice que al narcotráfico no se le puede terminar, “se le administra” y ningún presidente en el mundo —ni (Barack) Obama, ni (José Luis Rodríguez) Zapatero— pretenden acabar con la droga. La prioridad para Calderón no debe ser esa. El tema es que no puedes romper todos los balances y todos los equilibrios a la vez y aquí se rompieron. Si lo quieres poner gráficamente, yo diría, hay que regresar al genio a la botella de nuevo y taparla”. El Uiversal

Lo publica «Notiver» y se difunde por correo electrónico


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J. Enrique Olivera Arce

Que tiempos aquellos

Que tiempos aquellos

Tan flaca nuestra memoria histórica que hasta hechos políticos recientes que repercutieran negativamente en la sociedad, los echamos al saco del olvido. El día de ayer el gobernador de Veracruz acusó de pendenciero al dirigente nacional del PAN, Cesar Nava, por lo que quedó asentado en un informe signado por toda la cúpula del partido blanquiazul, con el carácter de oficial.

“Las declaraciones de tipo pendenciero del dirigente nacional del PAN, César Nava, en nada contribuyen a generar los acuerdos para sacar adelante el Paquete Económico del presidente Felipe Calderón”, expresó Fidel Herrera Beltrán. Dando, por hecho, que una actitud menos beligerante, con mayor grado de civilidad y de respeto entre adversarios políticos, del dirigente nacional panista, permitirían generar acuerdos en torno al proyecto político calderonista secundado por una política fiscal recesiva expresada en la iniciativa de Ley de Ingresos para el 2010. Proyecto político e iniciativa de ley, que ya ha sido rechazada por la mayoría de los mexicanos.

Por principio de cuentas, pendenciero o no el tal Cesar Nava, el pueblo de México no espera del PRI y su aberrante alianza con el partido verde, ningún acuerdo con Calderón Hinojosa y su partido, tendiente a sacar adelante un  paquete económico contrario a los intereses de la Nación. Luego resulta ocioso que el gobernador Herrera Beltrán confronte mediáticamente, una vez más, al titular del poder ejecutivo federal, del que es vocero oficioso el presidente nacional del PAN.

Lo paradójico, es que en Veracruz, tenemos a otro no menos pendenciero, el presidente del CDE  del PRI, que como vocero, también oficioso, del titular del poder ejecutivo estatal, mantiene abierta una guerra sucia en contra del panismo o de los partidos localmente opositores al régimen de la fidelidad.

Pero volviendo al tema de la memoria histórica, se nos olvida que cuantas veces se le dio la gana a Vicente Fox venir a Veracruz, siempre lo hizo bajo el cobijo y apapacho del Maestro Fidel Herrera Beltrán. Aprovechando ambos mandatarios cada ocasión para anunciar los acuerdos y voluntad política conjunta para otorgar a los veracruzanos las perlas de la virgen. Fox nunca cumplió y Fidel se quedo colgando de la brocha. Sin embargo, tan amistosa mancuerna alentó a muchos incautos a votar a favor de Felipe el breve en la contienda por la presidencia de la república, bajo el supuesto de que éste daría continuidad a los fantasmagóricos proyectos de primer mundo que quedaron en eso, simples fantasmas de lo que pudo haber sido y no fue.

Los tiempos y las circunstancias cambian. Hoy, frente a la posibilidad aún remota de que el PRI desbanque al PAN, recuperando la silla presidencial. O más concretamente, en tanto en  Veracruz otro fantasma, el de Miguel Ángel Yunes Linares,  siga rondando pensamiento y acción de Fidel Herrera,  a falta de ideas que echen por tierra lo expresado en el informe autocrítico de la cúpula panista, en el que simplemente se dice textualmente: “… que Acción Nacional perdió su mística y se alejó de sus orígenes, al grado que muchos mexicanos lo ven ahora como otro PRI”. En otro pasaje de dicho informe, se califica  a los gobernadores como “señores feudales”, nada nuevo bajo el sol, así se les identifica ya en la jerga política nacional. Se recurre al epíteto de pendenciero para el amanuense, pero bien se guarda la esperanza de llegar a acuerdos positivos con quien firma el nefasto proyecto político e iniciativa de Ley de Ingresos, el Sr. Calderón Hinojosa.

¡Vaya incongruencia! Menos mal que en Veracruz ya estamos acostumbrados a lo que se dice un día y al otro también, aunque lo dicho hoy se contradiga mañana.

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Yo robo, tú robas, él roba… ¡todos roban!

Acostumbrados a los escándalos políticos, y eufóricos por haber encontrado un argumento más (¡como si no tuviésemos suficientes!) sobre la calidad moral de Carlos Salinas de Gortari, todos nos enfocamos en los señalamientos de Miguel de la Madrid sobre el propio Salinas y su funesta familia. Quién robó. Quién no. Quién se aprovechó de los millonarios contratos de Pemex, y quién cobró tal o cual comisión. Quién, cuándo y dónde tuvo contactos (la palabra es demasiado vaga para ser acusación) con el narcotráfico.


¡Pobres de nosotros! Estamos tan acostumbrados a los escándalos banales que nadie, salvo Carmen Aristegui, se enfocó en ese momento en el fondo de la entrevista con De la Madrid. A la pregunta lapidaria de la periodista siguió la contestación devastadora del ex presidente: ¿La justicia estorba para ejercer el poder? A veces sí, respondió asombrosamente De la Madrid.


En ese momento Aristegui supo que estaba en el umbral de una mina de oro que jamás había sido explotada; porque ese tipo de cuestionamientos fueron tabú en los tiempos del PRI, y la cultura del presidencialismo continúa impidiendo el diálogo franco con los mandatarios. ¿La impunidad es condición necesaria para que la maquinaria siga funcionando en México?, preguntó Aristegui a un De la Madrid apabullado por la evidencia histórica, impulsado por la necesidad de limpiar su legado, o simplemente atrapado por la habilidad de una periodista que lo fue llevando de la mano hasta el momento de la verdad.


Sí, contestó a secas. Y con esa palabra destruyó el legado histórico del PRI; un partido que todos sabíamos o sospechábamos había gobernado 71 años al margen del estado de derecho y envuelto en un manto de impunidad (después vendría un lastimoso desmentido que nadie creyó, destinado a reivindicar a Carlos Salinas, no al país). Sí, y con esa simple aseveración De la Madrid destruyó la credibilidad del sistema político y reconoció la falla principal de nuestra fibra social.


Aristegui, tan segura siempre de sí misma, se quedó unos segundos sin habla: “Es tremendo lo que dice –balbuceó incrédula–. Es dramático”. Sí, volvió a asentir De la Madrid, revelando la triste realidad de nuestro Estado fallido.


Que me perdonen el presidente Calderón y los analistas que rechazan la teoría del Estado fallido con argumentos puntillosos de ciencia política. Un Estado en el que un ex presidente producto del sistema reconoce que la justicia estorba para ejercer el poder, y que la impunidad es condición necesaria para que funcione el Estado es, ¡aquí y en China!, un Estado fallido. Si la justicia estorba, es imposible instalar un Estado de derecho, y cuando la impunidad se vuelve condición necesaria para que funcione la maquinaria estatal se derrumban las barreras infranqueables que deben existir entre los poderes Ejecutivo y Judicial; los pesos y contrapesos diseñados para sostener la viabilidad de cualquier gobierno democrático.


En esas condiciones el Ejecutivo, cuya tarea primordial es vigilar el cumplimiento de la ley, se convierte en dictadura. Presidentes cómplices o delincuentes, mandatarios que actúan al margen de la ley, y ex presidentes que viven y mueren en la impunidad, son las coordenadas que fijan el mapa político de la República Mexicana. Echeverría fue exonerado de la matanza de Tlatelolco, y Salinas, acusado por tirios y troyanos de haberse robado la mitad de la partida secreta, está convertido hoy (merced a una inmensa fortuna y a su característico desprecio por la ley, que él pretende disfrazar de pragmatismo) en factótum de la política nacional. Fox, por su parte, traidor de la democracia y encubridor de su esposa y sus hijastros, viaja con desenfado a Emory University para recibir un doctorado honoris causa (¡Dios bendiga la inocencia de los gringos!) por sus dotes de diplomático (éstos jamás se enteraron del nomás comes y te vas), colaborador (¿de Marta?) y visionario (por poco me caigo de la silla).


Una segunda entrevista de Aristegui con Roberto Madrazo (que no es ninguna blanca paloma, pero conoce el modus operandi como pocos) le asestó el golpe de gracia a lo que él llama el sistema. El sistema vive y el país está muerto, declaró quien ha sido gobernador, presidente del PRI y candidato presidencial de ese partido.


Pero eso no debe regocijar al PAN, porque Madrazo, que conoció bien a Fox y negoció con él, acusó al panista de traicionar la transición y la reforma política. Fue un presidente perezoso e inestable, concluyó. Ha llegado el momento de abandonar el sillón de la tele para tomar cartas en el asunto. La impunidad es un cáncer que está devorando a la República. Vivimos, como sostiene Madrazo, envueltos en una delincuencia oficialmente admitida, donde el Estado mexicano es “un cártel más”, y el crimen organizado un Estado paralelo. El Estado está colonizado por el narcotráfico, terminó Madrazo, destruyendo con ese comentario cualquier posibilidad de triunfo en la lucha contra el crimen organizado. ¿Qué sigue?


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Tomado de: La Jornada 29/05/09

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

A dos años de distancia, las condiciones de polarización política en que arribara Calderón Hinojosa a Los Pinos, no sólo no han amainado circunscribiéndose al movimiento de resistencia pacífica del lopezobradorismo, van incrementándose a ojos vista en sectores más amplios de la población, ante lo que se considera una pésima conducción del gobierno de la República por parte del panismo en el poder. En tal contexto, el llamado a la unidad de los mexicanos para enfrentar las crisis que aquejan al país, caen en el vacío. Más cuando la intención de la convocatoria implícita y explícitamente guarda estrecha relación con el proceso electoral del 2009, invalidando todo esfuerzo gubernamental por obtener cuantitativa y cualitativamente la participación ciudadana deseada.

Si para algunos ya fue suficiente con seis años de gobierno a manos de un idiota, al que la iglesia católica considera inepto mental para contraer nuevas nupcias, dos años de gobierno en manos de un inepto es la gota que derrama el vaso. La pérdida de credibilidad y confianza en las instituciones de la República está alcanzando su punto más álgido; el horno no está para bollos como para que la población responda a llamados a la unidad en torno a tareas que siendo responsabilidad del Estado, este se manifiesta incapaz de atenderlas con la eficacia y en el tiempo en que la sociedad lo reclama.

Resultando fuera de lugar, por tanto, el que el gobernador de Veracruz, a su vez, convoque a cerrar filas en torno a Felipe Calderón Hinojosa. Y si es bien sabido que tal convocatoria es fruto de un doble lenguaje, con mayor razón resulta inviable el atenderla. No se puede cerrar filas en busca de la unidad con un personaje, cabeza de un partido político al que en la entidad se le tiene declarada la guerra. Somos o no somos, podría decirse parafraseando a nuestro buen amigo Noé Valdés.

A la demagogia que anima el discurso de Felipe Calderón, se corresponde la demagogia de Fidel Herrera Beltrán. Antes que convocar a la población, cabe la autocrítica objetiva y la acción consecuente en ambos personajes. No se puede confiar en gobernantes que soslayando la existencia de un muladar en casa, llaman a limpiar entre todos la casa del vecino. En tanto el Estado mexicano, en sus tres órdenes de gobierno, no emprenda a fondo un combate frontal contra la corrupción y la impunidad en el ámbito del servicio público, los llamados a la unidad y a la concordia son llamadas a misa a los que una población no creyente, bien puede darse el lujo de desdeñar.

¿Por qué habría que renunciarse al movimiento contestatario de oposición, cuando las causas más profundas que le originan permanecen latentes? ¿Para allanarle el camino electoral al PAN y al Sr. Calderón Hinojosa? ¿Para facilitarle al PRI su retorno a Los Pinos? ¿Para que el gobernador Herrera Beltrán legitime la imposición de su sucesor? ¿Para que una vez más se recurra al fraude electoral? Interrogantes, entre otras muchas, cuyas respuestas flotan en el aire, más ahora que pese a la insistencia en ofender la inteligencia de los mexicanos, estos confirman la validez de un imaginario propio en el que, anticipándose al Vaticano, diagnosticaron incapacidad mental a un narcisista  que desde el tálamo pre nupcial, aseguraba gobernar a México.

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