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Tag Archives: La economía en México

En Perspectiva

J. Enrique Olivera Arce

“Espero que el próximo gobierno de Estados Unidos que encabezará el demócrata Barack Obama, tenga suficiente talento y sentido común y no cometa el error de renegociar el Tratado de Libre Comercio para América del Norte”

Felipe Calderón Hinojosa

Si de algo tenemos que estar convencidos es de que los Estados Unidos de América no tienen amigos, tienen intereses. La designación de Hillary Clinton en el Departamento de Estado y la confirmación de Robert Gates, secretario de defensa de la administración Bush, no hace sino ratificar lo anterior, mostrando la intención de Barack Obama de mantener una política exterior agresiva, con el objetivo de restaurar el hoy desquebrajado dominio del imperialismo norteamericano en el mundo.


No podía esperarse otra cosa. Más allá de una política interna llamada a fortalecer el aparato productivo, la capacidad de consumo de las clases medias, y la seguridad social destinada a las capas más desprotegidas de la sociedad norteamericana, tendiente a recobrar confianza, credibilidad y margen de maniobra política frente a la crisis global, el imperialismo no puede renunciar a su hegemonía económica y militar en el resto del mundo; so pena, como afirman prestigiados analistas, de ceder iniciativa geopolítica, energética y comercial frente a China, Rusia, o la India, potencia emergente a considerar.


De ahí que resulte ingenuo esperar que el imperialismo renuncie a sus intereses en México, en nombre de una mal entendida amistad. Como resulta no sólo ingenuo, también ceguera política, el que el Sr. Calderón Hinojosa tratara en Lima, Perú, de enmendarle la plana a Barack Obama, oponiéndose a la revisión de un Tratado de Libre Comercio que ya no le es funcional a los Estados Unidos. Por elemental lógica habría que considerar las prioridades de nuestro vecino en materia de política interna y exterior y no las propias, a partir de los déficits –comercial, fiscal, de inversión, climático, de valores, de igualdad y de responsabilidad- que según el premio Nobel, Joseph Stiglitz, frente a la actual crisis acusa la nación más poderosa del planeta. Subsanarlos y obtener el equilibrio deseable, exige un gran esfuerzo hacia adentro pero también en lo externo, y en ello va por delante el interés nacional por sobre amistad y buena vecindad.


Inversión, empleo, fortalecimiento del mercado interno, y reactivación de los procesos de expoliación imperial de la riqueza en el resto del mundo bajo su hegemonía, a través de una política monetaria y comercial agresiva con el respaldo de la bota militar, dicta la lógica. Bajo este supuesto, es de considerarse que la inversión productiva y las políticas de empleo se concentren en territorio nacional, beneficiando a sus connacionales a costa de la reducción de flujos de capital al exterior y de la mano de obra proveniente del extranjero. En tanto que en el mundo subdesarrollado bajo su dominio, sacarán raja de los demoledores efectos de la crisis global, haciéndose de recursos naturales de países empobrecidos en beneficio del imperio.


México, atrapado entre el coloso del norte y los países emergentes de América Latina que vinculándose a China y Rusia, vienen construyendo su propio espacio frente a los Estados Unidos, con Tratado de Libre Comercio con América del Norte, o sin este, seguirá condenado a repetir su historia de país dependiente, expoliado, de rodillas en un permanente estado de subdesarrollo, víctima de sus propias contradicciones internas y la ceguera y corrupción de sus gobernantes.


Bajo esta óptica, la administración de Barack Obama, es más amenaza que esperanza para México. O aprendemos a rascarnos con nuestras propias uñas, rescatando con honestidad, trabajo y defensa de lo más caro de nuestros intereses nacionales, a un país que se hunde más cada día, o seguiremos atados a nuestro destino manifiesto hasta que se reviente el hilo por lo más delgado.


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México. El endeudamiento de familias es ya el más alto en la historia.

Adeudan a los bancos un billón 350 mil millones de pesos, o sea, 13.5% del PIB: Ídem

La cartera vencida de la banca comercial en el segmento de préstamos al consumo, formado principalmente por las tarjetas de crédito, llegó en septiembre a 37 mil 539 millones de pesos, un incremento de 40 por ciento con respecto al nivel registrado en junio de este año, indican datos de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores.


La crisis económica se empieza a sentir por la combinación de elevada inflación con alza de las tasas de interés, más la presión de ese débito, dijo el director de estudios económicos de Scotiabank


El disparo en las tasas de interés y de la morosidad entre los usuarios de crédito ocurre en un momento en que el endeudamiento de las familias con el sistema bancario alcanzó el nivel más alto registrado jamás, mientras la capacidad de pago se reduce a consecuencia de la crisis económica en la que entró el país, indicaron reportes oficiales.


“El endeudamiento de las familias es históricamente el más alto en este momento”, comentó ayer Francisco Gutiérrez, director de estudios económicos de Scotiabank.


La deuda de las familias mexicanas con el sistema bancario creció hasta un billón 350 mil millones de pesos, cantidad que equivale a 13.5 por ciento del producto interno bruto (PIB), de acuerdo con datos del Banco de México.

El endeudamiento de las familias con el sistema bancario incluye los pasivos contratados a través de préstamos hipotecarios, tarjetas de crédito, financiamiento para adquisición de automóvil y préstamos personales.


Una de las formas en que la crisis económica se comienza a resentir en México es, explicó Gutiérrez, una combinación de alta inflación con alza de tasas de interés y elevado nivel de endeudamiento de las familias. En términos anuales, la inflación general subió en la primera quincena de noviembre a 6.18 por ciento, más del doble de la estimada por el banco central a comienzos del año, e incluso arriba del nivel máximo de 6 por ciento calculado por el Banco de México a principios de este mes.


El alza de la inflación, combinada con un mayor riesgo para la recuperación de los créditos bancarios, también ha tenido un efecto en el costo de las deudas de los usuarios de préstamos al consumo. Los 13 bancos que concentran 90 por ciento del mercado en tarjetas de crédito –el renglón más importante de los préstamos al consumo– cobraron en promedio el mes pasado una tasa de interés, incluidas comisiones, de 69.49 por ciento anual. Se trata de un nivel superior en 17 puntos porcentuales al de 52.30 por ciento anual, también promedio, que las mismas instituciones cargaron a sus usuarios de tarjeta en octubre de 2007, de acuerdo con datos de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros.


“La inflación ya rebasó el incremento que han tenido los salarios, y eso significa menos dinero disponible para la gente”, expuso el especialista de Scotiabank. El alza en los alimentos, combinada con mayores tasas de interés provoca que las personas enfrenten mayores costos que hasta hace algunos meses, mientras el poder adquisitivo de sus ingresos cuando conservan el empleo es menor, explicó.


Hasta febrero de este año los incrementos en los salarios contractuales fueron negociados entre trabajadores y patrones ligeramente arriba de la inflación. Tal situación se invirtió a partir de marzo y especialmente desde abril. A octubre, el incremento a los salarios fue en promedio de 4.8 por ciento, con una inflación ya cercana a 6 por ciento anual. Pero específicamente la inflación de alimentos, un tipo de productos que por su naturaleza no se puede dejar de adquirir, llegó el mes pasado a 8.5 por ciento anual, de acuerdo con datos del Banco de México.


Para el próximo año, según los cálculos de Scotiabank ofrecidos ayer por Francisco Gutiérrez, la economía formal apenas creará 54 mil empleos, una situación que también tendrá un efecto en la capacidad de consumo de las familias.


El menor ingreso disponible de las familias afecta el consumo, como también lo inhibe el crecimiento de la tasa de interés, expuso Gutiérrez.


Los datos presentados ayer por el analista indican que en 2000 el nivel de endeudamiento de las familias era equivalente a 8.7 por ciento del producto interno bruto. Creció a 10 por ciento del PIB en 2003, justo cuando las instituciones del sistema financiero comenzaron a liberar créditos para hipotecas y consumo, luego de que el financiamiento había estado limitado desde la crisis de 1995.


Antes de llegar al nivel actual, el endeudamiento de las familias con el sistema bancario fue equivalente a 12.5 y 13 puntos porcentuales del PIB en 2006 y 2007, respectivamente.


“Aunque el nivel de endeudamiento de las familias es hoy el más alto de la historia, el riesgo de esa deuda es menor al que existía, por ejemplo, durante la crisis de 1995 y 1996”, añadió el especialista.


La Jornada. 27/11/08

Juan Antonio Zúñiga y David Carrizales. La Jornada.

El gobierno federal salió al rescate de Vitro, uno de los principales fabricantes de vidrio en el mundo, al facilitar 100 millones de dólares a través de un fideicomiso constituido en el Banco Nacional de Comercio Exterior (Bancomext) con “activos no productivos en bienes inmuebles” de este corporativo.

En un comunicado a la Bolsa Mexicana de Valores (BMV), Grupo Vitro, una compañía con más de mil 242 millones de pesos en pérdidas al tercer trimestre del año y problemas de liquidez por su exposición en instrumentos derivados, informó que con el objetivo de mejorar su liquidez a niveles normales de operación, “ha aportado activos no productivos en bienes inmuebles a un fideicomiso y ha recibido un pago inicial de 100 millones de dólares por parte de un banco de desarrollo”.

Esta estructura, explicó, “permite a Vitro hacer inmediatamente líquidos estos activos para restaurar su posición en efectivo, así como contar con el tiempo suficiente para maximizar el monto que Vitro puede recibir por los activos que serán vendidos”.

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Al calor de las especulaciones en torno a la crisis económico financiera global y sus nocivos efectos en la vida cotidiana de sociedades y personas, diversas agrupaciones religiosas están tratando de llevar agua a su molino, contribuyendo al clima de temor e incertidumbre propalando apocalípticas visiones sobre el fin del mundo, en las que involucran a un Dios vengador y a su contraparte, el demonio, en sus diversas representaciones, sin más finalidad que incrementar su mermada feligresía.

En efecto, no tiene parangón en la historia del capitalismo y ya evolucionó a recesión económica global. Pero de ninguna manera apunta a la desaparición del sistema, y mucho menos a la debacle de la sociedad humana y del planeta que le cobija. Pero tampoco es responsabilidad de ningún Dios o de un demonio desatado; simplemente es resultado de las contradicciones del capitalismo internacional, generadas por hombres de carne y hueso que en su desmedido afán de acumulación de riquezas, propicia desequilibrios en las esferas de la producción y el consumo; exacerbándolas con cuestionables operaciones de coyuntura que los expertos califican como especulativas, y que no guardan relación con el valor real de bienes y servicios.

Luego si el problema se genera en el ámbito de lo humano, corresponde al hombre encontrarle solución y no a Dios o al demonio. Lo mismo se trate de la sociedad en su conjunto que a nivel del individuo o la familia. Así que no procede el que cunda el pánico y se caiga en la situación de inmovilismo o parálisis, en espera de los designios de la divinidad. Como se ha dicho, todos vamos en el mismo barco y todos debemos aportar a la búsqueda de soluciones o, cuando menos, a que se puedan paliar de la mejor manera posible los efectos de un fenómeno del que la inmensa mayoría no participáramos en su gestación y su ulterior desarrollo, pero que en la medida que nos lastima nos involucra a todos.

Podría pensarse que no está en nuestras manos, como personas comunes y corrientes, el atemperar los efectos de la crisis. Yo en lo personal considero que no es así. A cada país, familia o persona le afecta o habrá de afectarle de diferente manera y en diferentes circunstancias, por lo que cada quien en su particular esfera de competencia, debería prever y tomar medidas concretas para “blindarse” contra sus efectos de la mejor manera posible.

Lo que a mi juicio no procede, es el tratar de combatir fuego con fuego, enfrentándole con los mismos criterios e instrumentos que le generaran, cuando está visto que la visión neoliberal que minimiza el papel del Estado frente al mercado, fracasó.

El individualismo neoliberal enfrentando al hombre contra lo humano ya no es opción; debiéndosele ceder el paso a la solidaridad colectiva para, con racionalidad, mesura, austeridad. y honestidad, hacer de una crisis que afecta a todos, oportunidad para todos. En ello va implícito el papel a jugar por la llamada sociedad civil y por el gobierno, representante y administrador del Estado-Nación. No se puede permitir que con base en las reglas del libre mercado, los que más tienen ganen más, auspiciados y apoyados por un Estado débil y consentidor, en tanto que las mayorías terminen pagando los platos rotos, bajo el pretexto de rescatar las fuentes generadoras de empleo riqueza y reproducción del capital privado.

Se me ocurre que en tal ámbito de previsión para la acción, el Estado debería recuperar su carácter rector y de regulación, fortaleciéndose; subordinando los intereses privados de unos cuantos al interés más general de toda la sociedad. Debiéndose rescatar experiencias históricas de desarrollo comunitario en la orientación de la inversión y el gasto corriente; implementando políticas con visión de Estado y programas de promoción productiva y bienestar social que a nivel regional y micro regional, auspicien la participación organizada, consciente, y responsable de la población en la búsqueda de soluciones y aplicación de medidas específicas a sus requerimientos particulares de infraestructura, producción y consumo. Eliminando el contratismo e intermediarismo innecesario, asignándole a cada comunidad el hacerse cargo de manera directa de la construcción y operación de caminos de mano de obra, de aulas, de casas de salud, de huertos familiares, unidades frutícolas, granjas pecuarias, riego y drenaje, fabricación de materiales de construcción, o servicios comunitarios como introducción y operación de alcantarillado, agua potable, electrificación, centrales de maquinaria, seguridad pública, entre otros, bajo la supervisión y apoyo técnico y financiero del gobierno. Fijando a la población en sus lugares de origen, multiplicando el empleo e ingreso, reduciendo costos económicos y sociales, y asegurando un mínimo de bienestar comunitario y familiar.

Para darle viabilidad a este esfuerzo colectivo de cogestión solidaria, la condición sería frenar la inercia de las políticas públicas neoliberales. “Blindando” a la población contra el síndrome político electoral de la partidocracia, que todo lo que toca pervierte y corrompe. Ese sería el gran reto a asumir hoy frente a la crisis y sus efectos.

Mi reconocimiento al Senador Dante Delgado, por su valor, congruencia y patriotismo.

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En días pasados mi amigo Pancho, muy preocupado, me preguntó si podía decirle dónde estaba el dinero que mes tras mes venía guardando para su vejez, pues se enteró de que, de acuerdo con la información más reciente de la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar), entre agosto y septiembre del presente año los ahorros de los casi 39 millones de trabajadores que mantienen cuentas en las diferentes Afore –operadas por instituciones privadas– mostraron una reducción de casi 12 mil millones de pesos y su rendimiento real, es decir, la tasa de interés real que pagaron a sus cuentahabientes, fue negativa.

Debo decirles que mi amigo Pancho tiene 44 años y ha trabajado desde hace 26. Y como no ha sido diputado, senador, alcalde, gobernador ni funcionario público de alto nivel vive modestamente, por lo que todo lo relativo a su pensión le aflige sobremanera.

Por ello, ante lo complejo de su pregunta y con el propósito de poder ayudarlo, le traté de explicar lo siguiente. Le dije: “Mira, Pancho, a partir del mes de marzo de este año la Consar estableció la creación de cinco ‘fondos básicos’ que manejarían los ahorros de los trabajadores de acuerdo con su edad. En tu caso, te corresponde el fondo tres”.

Y añadí: “Esto, a decir de la Consar, se hizo para diversificar los valores en los que colocarían los ahorros de los trabajadores, estableciendo la posibilidad de que, dependiendo de su edad, pudieran invertirse en ‘instrumentos, valores, acciones o deuda’ que pagan mayor tasa de interés, pudiendo ser adquiridos tanto en el mercado nacional como en el internacional”.

Le tuve que señalar que si bien los rendimientos de estos instrumentos eran más altos por ser variables, también podían generar “pérdidas”. Y que esto dependía de las condiciones del “mercado”, por lo que usualmente se establecía que “a mayor rendimiento más riesgo”.

Así, por ejemplo, el fondo uno es el de menores posibilidades de “diversificación”, es decir, de menores posibilidades de inversión en renta variable (menos riesgo). Se estableció para personas no mayores de 56 años. Y así, sucesivamente, hasta llegar al fondo cinco, para personas menores de 26, que permite una mayor diversificación de los ahorros, pero a su vez es el que “mayor riesgo presenta”.

En ese momento, en la cara de mi amigo Pancho, era evidente la preocupación, pero también expresaba gran alegría, pues empezaba a sentirse como un genio financiero por lo que estaba aprendiendo.

Proseguí con mi respuesta y le comenté que gran parte de la crisis financiera en Estados Unidos se originó porque los bancos otorgaron por mucho tiempo préstamos “hipotecarios” (para comprar casas) a personas con muy poca capacidad de pago, llamadas ninjas, pero fue tal el éxito de esos préstamos que todos los estadunidenses, ninjas y no ninjas, estaban comprando casas, muchas de ellas demasiado costosas respecto de su capacidad de pago.

Sin embargo, como consecuencia de este éxito, a los bancos estadunidenses se les acabó el dinero y para seguir prestando crearon unas figuras llamadas Trusts o Founds, que emitieron “instrumentos, valores, acciones o deuda” que pagaban una tasa de interés fija o variable y les permitieron tener dinero para seguir prestando a los ninjas y no ninjas.

En este punto, mi amigo Pancho exclamó: “¡Qué estúpidos, eso nos pasó en México con el Fobaproa. Ni parecen gringos!”

Continué diciéndole que, debido a la globalización y a que las autoridades de la Consar lo habían permitido con el propósito de mejorar el rendimiento que recibía por su ahorro para el retiro, parte de sus ahorros se invirtió en esos Trusts o Founds, que a su vez habían llegado al Bank of Texas y que éste se los había prestado a un ninja que vive en San Antonio.

Añadí que con otra parte de sus ahorros, dado que la misma Consar así lo dispuso, se adquirieron “instrumentos, valores, acciones o deuda” de otras empresas, como Comercial Mexicana, Cemex o Maseca, que a su vez resultaron severamente afectadas por sus deudas en dólares y por la crisis financiera en Estados Unidos, y sus acciones en la bolsa de valores se hicieron añicos.

En ese momento, a pesar de los conocimientos financieros obtenidos, la cara de mi amigo Pancho reflejaba enojo, frustración, indignación, preocupación y coraje, entre otros sentimientos.

Enloquecido, me pidió que le consiguiera la dirección del ninja que vive en San Antonio, Texas, para ir en su búsqueda y decirle que pagara. También me solicitó los datos de Lorenzo Zambrano, dueño de Cemex, para hacerle la misma petición.

Pero ante mi incapacidad para decirle quién tenía su dinero le llamó al gerente de su Afore y éste le dijo que, debido al “comportamiento del mercado”, se esfumaron buena cantidad de miles de millones de pesos, entre los cuales estaba parte de los ahorros de Pancho.

Al final sólo le dije: “Mira, amigo, todos estamos pagando las imprudencias y mala fe de muchos banqueros, supervisores y de todos los políticos que no quisieron o no pudieron ponerle un paro a la avaricia de algunos”.

Por eso le sugerí que fuera con Felipe Calderón y le exigiera la devolución de su dinero y bienestar, ya que tanto en ocasiones anteriores como actualmente a muchas grandes empresas y a banqueros los apoya con disminuciones de impuestos o a través de esquemas como el Fobaproa, la compra de deuda o “contratitos” con el gobierno. O bien, como ahora, entregándoles el petróleo del país.

Al final, Pancho me dijo que pronto, muy pronto, tanto él como muchas personas que están en su misma situación seguramente lo harán.

La Jornada. 02/11/08