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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

En la antesala de las definiciones político electorales para las elecciones del 2018, en las que por cierto el grueso de la ciudadanía no toca baranda, tanto un PRI desdibujado como el frente integrado por el PAN y una pseudo izquierda venida a menos, patéticamente pretenden trascender arando en el desierto.

Ignorando lo mismo una realidad nacional agobiante inmersa en un contexto internacional adverso, que una percepción generalizada de hombres y mujeres comunes de una más que evidente necesidad de cambio en su vida económica y social, anteponen intereses coyunturales partidistas a respuestas congruentes a los grandes problemas estructurales de la nación, sin encontrar eco entre una ciudadanía que se debate entre la incertidumbre, la inseguridad, el desempleo y la pérdida de expectativas de progreso.

El gastado y manido discurso, rescoldo de un pasado ominoso, no permea más allá de los estrechos círculos de la llamada clase política y sus adláteres vinculados al clásico salpique de beneficios y prebendas que consigo acarrea el clima de corrupción dominante. Propósitos y objetivos ofertados, reflejando un más de lo mismo, cambiando para seguir igual, caen en el vacío social.

El PRI, sin rumbo, brújula y timonel, fiel a la consigna de un presidente de la república sin respaldo de las mayorías, pretende convencer de la bondad de un proceso de continuidad de políticas públicas derivadas de las llamadas reformas estructurales, fiasco empobrecedor de la actual administración; a la par que respalda la profundización de desigualdad, exclusión y entrega de soberanía.

En tanto que el frente opositor, perdido entre sus propias contradicciones coyunturales de intereses partidistas aparentemente disímbolos, no encuentra fórmula idónea de conciliación entre un PAN cada vez más a la derecha del espectro político nacional y una pseudo izquierda que, apostándole a una transversalidad ayuna de sustento ideológico y programático, se muestra incapaz de resistir a ser relegada a simple comparsa.

Ambas fuerzas político-electorales, sembrando semilla en tierra infértil. Ni una ni otra generan empatía entre las mayorías, dejándole libre el campo a Morena que, sin ser necesariamente de izquierda, enarbolando banderas de un tibio reformismo avanza como bola de nieve capitalizando descontento y hartazgo ciudadano.

Hojas que se lleva el viento

En el variopinto juego de las adivinanzas, orientado más a descubrirle el rostro al “tapado” que a dilucidar las bondades programáticas ofertadas por partidos y coaliciones que habrán de postular al sucesor de Peña Nieto, no se está tomando en cuenta la encrucijada a que, a mi juicio, se está enfrentando el titular de la administración pública federal: o la balanza se inclina por la continuidad y profundización de las llamadas reformas estructurales con un candidato idóneo neoliberal y tecnocrata, o rescata al PRI de su debacle con un candidato de amplio espectro surgido de la política política tradicional.

No se necesita ser Nostradamus para apreciar por donde viene la jugada, cuando Peña Nieto afirma que el candidato del tricolor no necesariamente será el más aplaudido, cuando en el inicio del proceso electoral del 2018 quienes menos aplausos y aceptación reciben de la ciudadanía son precisamente los tecnócratas encabezados por los secretarios de relaciones exteriores y de hacienda que, sin miramiento alguno, le recetan al pueblo políticas públicas que lo mismo agudizan desigualdad y pobreza que malestar, descontento y hartazgo.

Las llamadas reformas estructurales van, y ese el propósito último en el que coinciden los signantes del famoso “pacto por México”, oponiéndose a toda costa a una salida “populista” como la ofertada por Andrés Manuel López Obrador.

Encrucijada en la que habría que ubicar la decisión presidencial respecto a a la sucesión del minigobernador de dos años en Veracruz.

Cd. Caucel, Yuc., noviembre 23 de 2017

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

La violencia física, verbal o gráfica, es fruto innegable de la impotencia ante la incapacidad real o supuesta para enfrentar la realidad agobiante. La pedestre propaganda con la que el mandatario estatal de Veracruz anticipa el informe de su primer informe de Gobierno lo refleja.

Rebasado por una realidad que le es adversa, Miguel Ángel Yunes Linares pretende convencer a los veracruzanos de un proceso de cambio que sólo anida en su cerebro. Ira y Venganza así como un absoluto desprecio a sus gobernados,  se expresa nítidamente en los espectaculares propagandísticos con los que, a lo largo y ancho de la entidad, anuncia el fracaso de una gestión  mandatada en las urnas para dos años.

Pero no solo eso, víctima de su impotente obcecación, quien resultara electo por una escasa primera minoría, arremete moral, ética y políticamente contra el estado de derecho levantándose o paradoja, como el adalid del imperio de la ley. Haciéndose acreedor al desprecio y repulsa de una indignada ciudadanía. Salvo claro está de aquellas personas que, ignorantes per se o por conveniencia, son víctimas del morbo y manipulación por parte de un gobernador que se asume ministerio público, juez y verdugo al margen de lo dispuesto en la Constitución Política que jurara defender.

Sólo le falta asumirse como custodio en los penales en los que en espera de juicio y sentencia  Javier Duarte y “su pandilla” están bajo resguardo. Pero los veracruzanos no son ni sordos ni ciegos, “El Estado soy yo” perdió vigencia con la Revolución Francesa.

Era de esperarse, cuando teniendo el “pinche poder” parafraseando a Fidel Herrera su eterno enemigo,  a lo largo de once meses y medio y en vísperas de su primer informe de gobierno para los veracruzanos e incluso más allá de nuestras aldeanas fronteras, Yunes Linares no ha sabido gobernar. A los espectaculares pedestres de grosera propaganda me remito.

Evaluación

Así como a las pruebas se remiten los veracruzanos. Si de evaluar el desempeño del gobierno de la alternancia se trata, los logros alcanzados, que sin duda los hay, no significan nada frente a metas y tareas comprometidas en campaña y no cumplidas. Tan es así que no son pocos los que afirman que con el cambio de estafeta no solo se sigue igual que endenantes, sino peor. Lo mismo tratase de rescatar del desorden y la corrupción impune a la administración y finanzas estatales que de imprimir un mínimo respiro a la economía de la entidad. Ni que decir de la seguridad pública maniatada por una criminalidad que lejos de parar va en ascenso.

Evaluar el desempeño de la administración yunista necesariamente nos remite al mal llamado “Plan Estatal de Desarrollo. En las condiciones actuales ya no es válido comparar el presente con el pasado duartista. La ley mandata evaluar propósitos, objetivos y metas comprometidas en un mamotreto elaborado por la Universidad Veracruzana y aprobado por el Congreso local para un periodo de gobierno determinado. Para el caso da igual evaluar que pasarse de largo, si el dichoso plan carece de seguimiento y control por quienes lo aprobaran no hay nada que evaluar, salvo la simulación, opacidad y ausencia de rendición de cuentas.

Seis meses se dio como plazo Yunes Linares para restablecer el estado de derecho, retornar a la normalidad democrática y encauzar administración y economía para recuperar confianza y credibilidad ciudadana tras 12 años de saqueo. Los resultados están a la vista de todos por más que un grupúsculo de texto servidores de todos  conocidos,  diga lo contrario o pretenda ocultar la realidad con distractores de todo tipo referidos a un pasado cuyo nefasto lastre, cual fantasma pervive en palacio de gobierno.

Poder para no poder. El paquete le resultó demasiado grande a la alternancia del cambio. Aunque vale aclarar que lo de “alternancia” es simple etiqueta electoral. Ni el PAN ni el PRD tocan baranda imprimiendo ideología y programa partidista a políticas públicas; el gobierno en turno es unipersonal, patrimonial y abusivo. Todo indica que a los veracruzanos que confiaran en una transición democrática que sacara al buey de la barranca, le está saliendo más caro el caldo que las albóndigas.

Aunque es de justicia reconocer en descargo a Yunes Linares que el empresariado veracruzano, sin iniciativa y cual plañidera, a diferencia de otras entidades federativas más que asumir riesgos, lejos de contribuir al crecimiento económico y a la restauración del clima de paz y seguridad social, a lo largo de once meses y medio se la ha pasado llorando.

Cd. Caucel, Yuc., noviembre 12 de 2017

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Tiempo ha, tanto que se pierden los recuerdos, representando a la dirigencia nacional de la CNC en el Plan Chontalpa, Tabasco, tenía como tarea sustantiva el auxiliar al Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización y a la Comisión del Río Grijalva de la SRH, en  la promoción social y económica, organización y consolidación de 22 ejidos colectivos y su integración como Unión de Ejidos Colectivos, primera en su género en el país. Tarea nada fácil en la que tras un fracaso previo de autoritarismo e imposición por parte del gobierno de Díaz Ordáz, había que remontar la experiencia negativa y resistencia fruto de la desconfianza, a base de convencimiento tanto en lo individual y familiar como en asambleas plenarias en cada ejido.

Ello enfrentando simultáneamente resistencia y boicot por parte del gobierno estatal y poderosos intereses privados, que veían con malos ojos tanto la colectivización en el medio rural como el paulatino empoderamiento político y económico del sector ejidal en la región.

En estas andanzas, el trabajo sustantivo estaba en campo, podría decirse que a pie de surco; desde el amanecer hasta bien entrada la tarde el equipo integrado por entusiastas  jóvenes promotores del DAAC y la CNC, recorríamos todos y cada uno de los ejidos objetivo, sin más propósito que convencer de las bondades económicas y sociales de la organización y capacitación, a la par que estableciendo vínculos entre la organización social para el trabajo y la organización colectiva de las actividades productivas.

El esfuerzo aplicado tanto por las promotorías como por los propios ejidatarios integrados en la Unión de Ejidos Colectivos “Lázaro Cárdenas del Río”, rindió frutos positivos. Las actividades productivas colectivizadas y sustentadas en la ganadería, la agricultura mecanizada, industria azucarera, explotación forestal y rescate y consolidación de la producción cacaotera y arrocera, así como el transporte ejidal y servicios de educación, salud y comercio interior, contribuyeron a elevar la calidad de vida en las 22 cabeceras de igual número de ejidos participantes. Empero, este resultado duró poco. Habiéndose previsto un proceso de 12 años para la consolidación del proyecto, al concluir el sexenio de Luís Echeverría el gobierno federal decidió ponerle fin, suspendiendo el respaldo técnico y  financiero, auspiciando el retorno a la parcelación y dando entrada a la explotación petrolera en las 32 mil hectáreas del plan.

Al día de hoy, ni el recuerdo queda de un ambicioso proyecto que muchos llegaran a considerar como el “niño bonito” del echeverrismo. De López Portillo a Peña Nieto el gobierno federal le dio la espalda, dejando el plan a su suerte como una víctima más de las actividades petroleras en La Chontalpa y Región Lagunar del Estado de Tabasco.

Todo esto viene a cuento porque en mis constantes encuentros con ejidatarios del Plan y habida cuenta de que trabajaba para la CNC en un proyecto presidencial sin ser priísta, uno de los argumentos manejados para convencer era el que debería tomarse conciencia de que el gobierno echeverrista era como un ferrocarril en el que había que treparse en tanto éste fuera para adelante, mejorando las condiciones de vida del ejidatario y su familia; ver en el gobierno federal, a la CNC y al PRI como aliados, compañeros de camino a los que había que concederles el beneficio de la duda. Pero una vez que el ferrocarril se desviara y tomara un rumbo distinto, cual ágil saeta había que abandonarle y esperar el arribo de otro medio de transporte que acercara a los 22 ejidos y a su Unión  al destino deseado.

Este símil fue entendido en parte, la mayoría de los 22 ejidos colectivos se bajaron del trenecito, optaron por el reclamo y la resistencia desconfiando de un gobierno que les daba la espalda. Dejaron al PRI, se olvidaron de la CNC y cambiaron de camiseta sumándose al PRD. La minoría no se bajó a tiempo, retornó al trabajo parcelado rascándose cada quién con sus propias uñas, y hoy pagan las consecuencias por confiar en un gobierno que ni les ve ni les escucha.

Algo similar está sucediendo en los tiempos que corren. El campesinado nacional, abandonado por el gobierno federal, desmantelada la infraestructura productiva, traicionado por líderes espurios, y dejado a su suerte, se está bajando del ferrocarril oficial, consciente de que las instituciones agrarias son una farsa, la CNC es un cascarón vacío y el PRI extravió el rumbo abandonando la lucha por la justicia económica y social en el campo. Si alguna vez el sector ejidal fuera la base social de apoyo y respaldo del gobierno y del PRI, esta condición está perdida y, con ello, el voto duro o clientelar que legitimara los triunfos electorales del tricolor.

El campesinado nacional con la paciencia infinita que le caracteriza, al pie de la vía espera el arribo de un nuevo ferrocarril que les acerque a un mejor destino. La pregunta obligada es si en el 2018 hombres y mujeres de nuestro campo  encontrarán un tren que satisfaga sus crecientes necesidades.

Cd. Caucel, Yuc., noviembre 8 de 2017

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

En recuerdo de David, Eunice, Mariana y Felipe

En el convulso reacomodo geopolítico  de un sistema económico, político y social que tiene de cabeza al planeta entero no es de extrañarse  el que hombres y mujeres comunes,  no le encontremos  la punta al mecate. 

Entre “postverdad” y “postmentira”, el exceso de información y contra información lejos de aclarar dudas les incrementa, haciendo nugatoria la búsqueda de algo que pudiera dar luz al clima de incertidumbre  en el que discurre la cotidianeidad de vidas y haciendas.

Quizá por ello una inmensa mayoría opta por hacer caso omiso de lo que la prensa,  internacional, nacional y local, difunde sobre lo que para ésta estaríamos obligados a  entender como contexto trascendente para ubicarnos en una realidad agobiante.

Cual habitantes de la Torre de Babel, en la que cada cabeza es un extraño mundo que no se comparte, vivimos encerrados en nosotros mismos, tratándole de sacar el mejor partido a nuestra gris existencia refugiándonos en trivialidades, por cierto diseñadas como punto de fuga legitimador de nuestra condición de subordinados.

Sobrevivir es el juego. Rascándose cada quién con sus propias uñas, sin intentar ver más allá de nuestro ombligo, ante el temor de confirmar el vacío de una vida sin futuro halagüeño en un mundo que no más nos es propio. Mundo en el que a miles de millones de seres humanos se  les impone la etiqueta de desechables sin opción al reciclaje. El que no consume es prescindible para la sociedad de mercado, no tiene derecho a la vida.

Extraña reflexión, empero obligada en una terca realidad cuya interpretación nos es impuesta por un poder real concentrado en una escasa minoría que,  ideológica, económica, política y culturalmente,  subordina a su interés la vida entera en el planeta.

No hay más sentido de pertenencia para las mayorías empobrecidas material y espiritualmente. Nada a que aferrarse,  somos y no somos a voluntad de nuestro dueño común.

Si, extraña reflexión en la que ganándome el pesimismo, en estas fechas dedicadas a la muerte viene a mi mente el recuerdo de camaradas que en la flor de su juventud fueran masacrados por las fuerzas represivas de la reacción, cuando acaso solo aspiraran a un mundo mejor.

Empero, no pierdo la esperanza, valorando en todo lo que vale la resistencia como expresión rebelde de un querer retornar de hombres y pueblos a la libertad y disfrute pleno en armónica consonancia con la naturaleza, utópica confirmación de la esencia  humana hoy aherrojada con la sutil cadena de las leyes del mercado.

Rebeldía y resistencia, individual y colectiva, destacada en formaciones sociales originarias o indígenas cuya presencia confirma dominación y subordinación,  en un estado de cosas impuesto más allá de nuestra imaginación en la perenne confrontación del hombre contra lo humano. Dominación y subordinación que en su relación dialéctica parece recrearse en el tiempo, cerrando el perenne círculo perverso de una humanidad sin futuro.

Y sin embargo, todo lo que es muere, como en estas fechas se pone en primer plano. La esperanza también muere pero muere al último.

Hojas que se lleva el viento

Con el inicio del proceso electoral 2018 en Veracruz, la batahola matraquera que mediáticamente ocupa a políticos y periodistas se incrementa exhibiendo el peso del Tarot, las güijas  y las bolas de cristal como  instrumentos de análisis para definir el incierto futuro de la vida político electoral nacional y local. Lo singular del estruendoso ruido, es que la llamada clase política y salvo honrosas excepciones en la prensa estatal, a diferencia del resto de la ciudadanía parece importarle un bledo presente y futuro económico y social de la entidad.

Hablar de partidos políticos, de alianzas y trastupijes, personajes iluminados y presuntos resultados de la contienda que hoy inicia, es el tema de moda en tanto que lo sustantivo y determinante para 2018, la economía veracruzana y el deterioro del tejido social concatenado, está ausente en el ánimo y quehacer de los aprendices de brujo.

La desigualdad, pobreza y desasosiego, también juegan.

-ooo-

Desde endenantes consideramos que a nuestro modesto pensar Morena, como nuevo partido político emergente,  estaba obligado a sumar y no a restar en su relación con los movimientos sociales que en resistencia defienden territorios y formas de vida comunitaria. No sucedió así, antes al contrario, respetando las reglas excluyentes  de la partidocracia se distanció de éstos. Ahora sus dirigentes se rasgan las vestiduras acusando al EZLN y al Consejo Nacional Indígena de competir electoralmente con MaryChuy, su vocera y aspirante a una candidatura presidencial independiente para restarle votos a la izquierda,  cuando en realidad electoralmente no es competencia ni modificará los nomios que hoy señalan a López Obrador como puntero indiscutible en la contienda por la presidencia de la república. Los pueblos originarios en resistencia y  organizados desde abajo, sólo muestran el camino para un México incluyente y sin prejuicios atávicos. Morena está a tiempo de reflexionar y corregir.

Cd. Caucel, Yuc., noviembre 2 de 2017

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