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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Los gobiernos de Estados Unidos y México jugando al gato y al ratón. El primero no queriendo queso sino salir de la ratonera, le da muchas vueltas al tema de la migración para seguir evitando el ingreso de más mexicanos que compitan por un empleo. El segundo, rogándole a Dios se aliviane la política migratoria de nuestros vecinos del norte para seguir expulsando mano de obra.

En ambos casos el Talón de Aquiles es el desempleo. Así de simple, no hay vuelta de hoja. Mientras el desempleo siga creciendo los dos gobiernos seguirán dándole vueltas a la rueda del hámster.

Pero el desempleo es efecto, no causa. Apenas es pálido reflejo de economías que no crecen y de ahí la preocupación del presidente Peña sobre el tema, quien atento a las recomendaciones de la OCDE nos dice: “Incrementar la productividad en México debe ser un reto, pero también una responsabilidad compartida por todos los actores de la sociedad, es imprescindible que incorporemos nuevas tecnologías, que innovemos en nuestros procesos productivos, que le demos un uso más rentable a los recursos y que incentivemos la creación de empresas más eficientes”.

Tácito reconocimiento presidencial de una realidad que en sus propuestas de reformas estructurales ha desdeñado. El problema de fondo es que el modelo económico neoliberal que profundiza pobreza y desigualdad, encoge la democracia y amplía el privilegio de la minoría, para México está agotado. No podemos avanzar insistiendo en transitar en el mundo globalizado de hoy, en crisis, contra la corriente. Ignorando que la ruta del libre comercio en el contexto internacional es cosa del pasado frente a una nueva versión de proteccionismo en el que el Estado, como actor económico, vuelve por sus fueros porque así conviene al sistema.

Antes que sustentar el reto de mantener a flote la economía en el mercado externo, la mayoría de los países está optando por fortalecerse en lo interno, restringir sus importaciones e incrementando ingreso y consumo de sus habitantes. China está a la cabeza de este renovado paradigma.

Cuando la razón indica que ya es hora de “cambiar de caballo  a mitad del río”,  México y otros países afines constituyendo minoría, se aferran al empobrecido jamelgo neoliberal, pretendiendo que con reformas llamadas estructurales, se pueda remontar la corriente cuando la estructura económica y social del país, a gritos y sombrerazos ya indica que su problemática tiene mar de fondo, tiene carácter histórico, es sistémica, y no aguanta más parches discursivos.

No puede seguir sosteniéndose la ilusoria percepción de que los mexicanos estamos jodidos pero felices, como lo afirma la OCDE. (CNN Expansión 28/05/2013). Para las mayorías algo ya huele mal y hay que limpiar la casa, no se puede seguir viviendo de buenos deseos y falsas esperanzas.

Si para el gobierno la desconfianza en autoridades y políticas públicas que por diversos canales expresan las mayorías empobrecidas de este país, resulta irrelevante y digna de ser, por ende, ignorada, grave resulta tratar con el mismo talante a los dueños del capital. La información dada a conocer sobre la transferencia por mexicanos de de más de 20 mil millones de dólares al extranjero en los últimos tres meses, da que pensar. A quienes deberían estar invirtiendo en México, generando empleos y riqueza, les gana la desconfianza, el Sr. Peña y sus reformas no convencen.

Y tan no convencen que el propio presidente Peña, atendiendo a las recomendaciones de la OCDE y del Banco Mundial, duda de sus efectos en el corto plazo, transfiriendo sus efectos a un horizonte más lejano, como es el lograr que en un futuro incierto se sustente el crecimiento económico en un utópico cambio cultural que haga de los mexicanos entes más educados, productivos y sobre todo, rentables para sus empleadores.

Buen propósito que el Sr. Peña llama a compartir por todos los actores de la sociedad, pero que queda en eso, un buen propósito frente a una realidad que se le niega. Al llamado presidencial el México pobre, bronco y profundo, no tiene más respuesta que el silencio.

Un país en el que más de la mitad de sus habitantes se debate entre la pobreza y el hambre, no puede aspirar a ser productivo en los términos recomendados por los organismos internacionales. Un país en el que los dueños del capital dejando de invertir transfieren su dinero al extranjero, no puede aspirar a ser productor eficiente, innovador y competitivo.

Es triste reconocerlo, pero la terca realidad lo expresa a voz en cuello. O se cambia de modelo de país o veremos escurrir el tiempo entre los dedos, sin más esperanza que un ramillete más de buenos propósitos en el archivo de planes y programas sexenales. En ello deberían pensar las nuevas generaciones, no merecen el México que les estamos heredando.

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Pulso crítico

José Enrique Olivera Arce

«No quiero ni imaginarme dónde estaría la economía mundial sin el paquete de estímulo de China»: Christine Lagarde, directora gerente del FMI

 “Don Miguel Alemán hace un momento señalaba: México se ha distinguido en los últimos 15 años por la gran estabilidad macroeconómica que tiene, que lamentablemente todavía no se ve hoy reflejada en suficiencia en la economía familiar, en lo que pueda significar condiciones de mayor bienestar, especialmente a sectores que están en condición de mayor marginación. 

Pero ésta es una fortaleza: la estabilidad macroeconómica. Y más la aquilatamos cuando observamos las distintas crisis que en otras regiones y latitudes se han presentado, precisamente que tienen que ver con el entorno macroeconómico. Pero hoy quisiéramos que México no sólo tuviera este acierto, este beneficio en su haber; sino también que sirviera, insisto, a lograr mayor crecimiento económico, crecimiento económico sostenido, y que se viera reflejado ese crecimiento en la economía familiar”, expresó el presidente electo en el marco de la X Cumbre de Negocios en Querétaro.

 Ratificando ante la cúpula empresarial en México lo que ofreciera en su gira por América Latina y Europa, Enrique Peña Nieto también comprometió su propuesta económica de mantener el “impulso al libre comercio y no aplicar medidas proteccionistas como otras naciones”.  

 Más claro ni el agua, a contracorriente de las tendencias mundiales, enfatizadas en USA,  China, Rusia y la Eurozona, el nuevo gobierno mantendrá su política de más de lo mismo. No porque el Sr. Peña quiera que el crecimiento económico se vea reflejado en la economía familiar, que no pasa de ser un buen deseo, sino porque tales propósitos entran en franca contradicción con el nuevo escenario internacional jalonado por la reelección de Barack Obama y los resolutivos del XVIII Congreso del Partido Comunista de la República Popular China. Dadas las condiciones de la crisis global, las grandes potencias, rectoras de la economía mundial, dan la espalda al libre comercio para arrinconarse como Estado-nación en la fortaleza del enorme potencial de su mercado interno.  

 Frente a la crisis, el optimismo del Sr. Peña se sustenta en la fortaleza de la estabilidad macroeconómica de México, no obstante que los indicadores apuntan a su paulatino deterioro, precisamente por no atender al mercado interno fortaleciendo la economía familiar; ignorando el peso específico de nuestra principal debilidad estructural: con una masa salarial deprimida, sin capacidad real de compra y consumo de una población de más de 50 millones de pobres,  el crecimiento económico y el empleo se ven limitados a la capacidad instalada actual del aparato productivo, su cada vez menor aprovechamiento y su retracción ya apuntada por el INEGI  

 México llegó tarde al neoliberalismo y se quedó estancado en este modelo económico y social caduco cuya obsolescencia en los países del primer mundo y en la mayoría de los llamados emergentes, está a la orden del día. Para concretar un crecimiento económico sostenido con justicia social que acerque la macroeconomía al bolsillo de la mayoría de los mexicanos, a mi juicio se requiere de un proceso de transformación integral de la estructura económica nacional y eso, con perdón de nuestra chata clase política, no se logra con estériles debates en el Congreso de la Unión ni con leyes cosméticas.

 No son las “reformas estructurales” en el papel lo que auspicia un auténtico cambio de rumbo, es la reducción de la pobreza y desigualdad así como la adecuación del aparato productivo y políticas públicas  a las nuevas condiciones y exigencias de la aldea global. 

 El mercado, como rector de la economía dejó de ser operante una vez dominado, controlado y conducido al fracaso por la especulación financiera. Contrariamente a las tesis neoliberales, parece que lo obligado hoy es más Estado y menos mercado; sin el control de la economía por los Estados-Nación, por ahora la crisis sistémica parece no tener salida; con mayor razón un país que depende del mercado de una economía en decadencia como la de nuestro principal socio comercial.

 Peña Nieto y su equipo no lo ven así, insistiendo en más libre comercio en un mercado mundial que tiende a cerrarse, dando continuidad a las políticas públicas neoliberales instauradas desde los tiempos del presidente priísta Miguel de la Madrid, cuando lo deseable es proteger desde el Estado lo rescatable de nuestras fortalezas, entre otras, el petróleo, sustento de la macroeconomía  y de las finanzas públicas que tanto se presumen.  

 Estamos a unos días del cambio de estafeta. Si Calderón fracasó en su utópica estrategia de combatir la violencia con la violencia sembrando muerte, inseguridad e incertidumbre, esperemos que el nuevo gobierno y la continuidad del más de lo mismo,  no nos conduzca al despeñadero económico en una sociedad que ya no aguanta más pobreza, desigualdad y corrupción.

Hojas que se lleva el viento 

 Es de llamar la atención el que en los círculos políticos y periodísticos del próspero Veracruz, se muestre más énfasis y preocupación por conocer quienes serán los elegidos para integrar el gabinete de Peña Nieto, que conocer alcances y posibles consecuencias del proyecto de gobierno de la próxima administración federal.  Entre otras cosas, se apuesta a que Manlio Fabio Beltrones será el próximo secretario de gobernación, cuando todo apunta que este añejo y siniestro personaje se mantendrá en la Cámara baja para pastorear a los diputados y lograr salgan avante las iniciativas de ley del aún presidente electo.

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 Al inaugurar el Consejo Político de la Confederación Nacional Campesina Pedro Joaquín Coldwell criticó al gobierno saliente por haber llevado al extremo el liberalismo, pues la rentabilidad se convirtió en la causa exclusiva de las operaciones agropecuarias. Flaca memoria la del líder priísta, los que desmantelaron el campo privilegiando la ganancia de unos cuantos terratenientes y empresas privadas del sector, fueron los gobiernos emanados del  tricolor.

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 Parafraseando al columnista y director de La Jornada de San Luís,  Julio Hernández, el segundo informe de gobierno del Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa al frente del gobierno de Veracruz, tendrá lugar mañana miércoles 15, en medio de un “alborozo popular tan grande que hasta ahora nadie lo ha querido manifestar”.

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 Si el orden público en la capital de Veracruz es un caótico desorden y el descontento popular es ya un artefacto explosivo en ciernes, de conformidad con el decreto que modifica el artículo 373 del Código Penal de la entidad, nada se puede hacer para alterarlo, salvo que se demuestre fehacientemente ante la autoridad que no se actúa con falsedad al propalar por cualquier medio, que el desorden existente en nuestra ciudad es tal que la presunta alarma o perturbación del orden público efectivamente producida, está más que justificada. Si el gran mimo Cantinflas no hubiera muerto, ahora sería diputado, si esa fuera su intención.

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 En vísperas de la preselección de candidatos a contender en las próximas elecciones locales de alcaldes y diputados, al PRI se le está haciendo engrudo el tepache. No se sabe aún si el palomeo de las listas estará a cargo del primer priísta de Veracruz como marcan los cánones o quedara en manos de Videgaray, Osorio y Caram como artífices del “nuevo PRI”. Por lo pronto, en lo que toca a la capital veracruzana la caballada está más que flaca, descartado Ricardo Ahued para la alcaldía sólo queda Américo Zúñiga, joven junior al que mandarán a perder. ¿Y para la diputación por Xalapa urbano? Pues nada menos que nuestra amiga Elizabeth Morales, actual alcaldesa de la que fuera capital de Veracruz. Nada por que preocuparse, dicen los priístas, la oposición esta peor, aunque expertos politólogos afirman que la lectura de los asientos de café indican que en nuestra  próspera entidad todos los partidos patean para el mismo lado, se alimentan en el mismo pesebre y todo se reduce a un simple juego de valores entendidos. ¿Será?

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