Pulso crítico
José Enrique Olivera Arce
En apunte anterior consideraba a que a mi juicio el principal reto para Morena como naciente partido político, es al más corto plazo el democratizar su vida interna. Condición sine qua non para trascender en la vida política de México.
Tras observar el comportamiento de la partidocracia dominante, cómplice en el Congreso de la Unión de la traición a México impulsada desde Los Pinos, parece que el reto planteado está fuera de lugar en un escenario en el que poco o nada tiene y puede hacer el partido naciente como oposición electoral y legislativa.
Ha quedado demostrado con creces con un episodio de los más negros de la historia de México, que la vía institucional en el país está cerrada para una izquierda auténtica y consecuente. Luego en términos prácticos la democracia partidista, encasillada en sus propios límites termina por ser vulnerada y presa de un sistema que no acepta el libre tránsito más allá de lo permisible por sus propias reglas, objetivos y propósitos antidemocráticos.
Autoritarismo, imposición y talante antidemocrático bajo las reglas del juego de los dueños de las canicas, es el marco dominante. La voz disidente en el estrecho marco institucional cae en tierra estéril. Se legisla a modo, a conveniencia y y en franca connivencia del PRI con el PAN, acatándose de espaldas a la voluntad popular inconsulta la consigna de un presidencialismo que vuelve por sus fueros. El debate parlamentario es letra muerta; por sobre el diálogo y razón de Estado se impone el interés de una minoría de notables ejerciendo dictatorialmente “el derecho” que deviene del secuestro de la voluntad ciudadana en una democracia representativa simulada.
A este escenario se suma por voluntad propia Morena, habiendo de entrada aceptado reglas del juego antidemocráticas que le condicionan tanto en lo electoral como en el ámbito legislativo no le es dado avanzar en un proceso de cambio verdadero. En tal condición, el nuevo partido terminará por jugar el papel de comparsa del PRI y del PAN en tanto no cuente con la mayoría en el Congreso de la Unión y su equivalente en las entidades federativas. Mayoría que teóricamente se obtiene en las urnas y que por principio le será vetada o escamoteada sujetándole a un marco jurídico que le es adverso, como está previsto en las reglas del juego que aceptara.
La única opción institucional valedera, sería cambiar tales reglas adecuándolas a las necesidades de avance y consolidación de nuestra incipiente democracia, con sustento en la participación consciente y responsable de las mayorías en un proceso ascendente de construcción de ciudadanía. Implicando ello enfrentar tanto a la partidocracia dominante como al poder público depositado en un poder ejecutivo federal contrario a los intereses más caros de la nación.
Contra la pared, aherrojado, las reglas aceptadas se lo impiden, o su comportamiento es modosito y dócil o pierde el registro y a otra cosa mariposa.
De ahí que más allá de la imprescindible democratización partidista que asegure largo aliento a Morena, está el reconocer por este y actuar en consecuencia, que bajo las reglas del juego aceptadas en el ámbito electoral y legislativo nació para perder.
Lo cual implica que en su arribo a la vida política institucional requiera de algo más que el protocolario tránsito de la vía electoral para avanzar en la búsqueda del cambio verdadero que propone Andrés Manuel López Obrador, razón de ser del nuevo partido como expresión política de oposición desde las izquierdas; y ese algo más considero que es el mantener simultáneamente el carácter de partido político y de movimiento social con una estrategia incluyente de frente amplio, haciendo suya sin sectarismo alguno la lucha reivindicatoria de las mayorías empobrecidas que se debaten entre el descontento, hartazgo y rechazo a un régimen neoliberal que “moderniza” para oprimir y vender a México.
Sin un programa y una acción consecuente de frente amplio que le vincule en la calle a las movilizaciones sociales, Morena, al igual que en su momento el PRD, doblaría las manos para terminar cediendo en el rejuego político electoral y legislativo dominado por la partidocracia. Ganar la calle navegando en el filo de la navaja, fortaleciéndose para pesar de manera determinante en la correlación de fuerzas con vías al rescate de la democracia representativa, es a mi juicio el camino.
Esta es mi opinión personal, faltaría ver si Morena no pierde de entrada el camino cayendo en un sectarismo de capilla como reflejo de impotencia de toda minoría electoral y parlamentaria, lo que daría al traste con lo que hoy muchos estimamos como esperanza para México. El tiempo lo dirá.
Hojas que se lleva el viento.
Tan respetable como vehemente la defensa de lo indefendible que la Sra. Doctora Zaida Alicia Lladó Castillo como priísta de cepa hace en su último artículo publicado bajo el título “Pobres o ricos, todos contamos en este país “. Está en su derecho y su vida entregada al PRI así se lo exige. El tiempo y y el fruto de la traición se encargarán de demostrar que la minoría de notables que gobierna en México navega en sentido contrario al sentir nacional, dividiendo y polarizando a los mexicanos en perjuicio del progreso y la anhelada prosperidad de un pueblo empobrecido.
-ooo-
Sin necesariamente estar de acuerdo con los contenidos de los artículos autoría de la periodista Claudia Guerrero Martínez, con ella me solidarizo y sumo a la indignación y repudio a que ha dado lugar la agresión que ésta destacada comentarista sufriera a manos de la agrupación lumpen autodenominada “de los 400 pueblos” y liderada por Cesar del Ángel. No sólo se vulnera una vez más en Veracruz el derecho a la libertad de expresión, más grave aún, se confirma con la impunidad que el gobierno del estado brinda a esta pandilla de agresores la ausencia del Estado de Derecho en la entidad y la incapacidad de la administración pública para ofrecer seguridad y justicia a la gran familia veracruzana. Chelem, Yuc., 31/07/2014