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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Sea quien fuere el o los responsables, la agresión que sufriera Eduardo De la Torre Jaramillo, candidato del PAN a la diputación local por Xalapa urbano, da una idea del nivel de incivilidad, intolerancia y nulo respeto para los electores, que alcanzara un proceso electoral amañado, desaseado y corrompido desde sus inicios, por decir lo menos en la entidad veracruzana.

Los varios meses de intercambio de lodo, agresión de palabra y obra a la inteligencia de los veracruzanos llega su fin. La elección del próximo domingo, a su vez punto de partida para la negociación de la sucesión del inepto gobernador Duarte de Ochoa, correrá la misma suerte que las campañas de proselitismo, expresiones antidemocráticas de un régimen que se quedara anclado en un turbio pasado.

Si asumo que la irrupción de la imagen del llamado “candigato Morris”, es expresión velada del descontento y el hartazgo de un importante segmento de la población ofendida, debo asumir entonces que en  la fiesta cívica no serán pocos los que en las urnas se inclinen a favor de un castigo ejemplar a una clase política que, salvo contadas y honrosas excepciones que el pueblo tiene presentes, se le identifica como corrupta, acomodaticia, simuladora y pedestre. El voto de castigo se hará presente y los ciudadanos cumplido su deber y ejercido un derecho electoral inalienable, festinarán con gozo el triunfo de la nulidad del sufragio.

Esta sería la lógica en la construcción de un escenario electoral y post electoral viciado y repudiado de origen. Más sin embargo, en una sociedad plural, con un muy bajo nivel de cultura política, no podemos hacer de lado al voto duro legal o extralegal, aquel que respondiendo a intereses personales y de grupo, sumiso e ignominiosamente de antemano otorga su voto al partido que como priístas de abolengo dicen  no sólo les da de comer, también la oportunidad de participando en el festín del triunfo esperado les ofrece no pocas oportunidades de enriquecerse a costa del erario y bien público, o en muchos casos, acaso migajas.

En este orden de ideas, es de esperarse entonces que la contienda electoral del 2913 en Veracruz, se resuelva entre el voto duro de los partidos y candidatos participantes.  Quien o quienes ganen  en esta confrontación, arrastrarán consigo la mancha de la ilegitimidad de un proceso electoral disputado entre minorías y diseñado y operado para someter a las mayorías.

Honestamente no puede esperarse otra cosa. Del total del padrón electoral vigente que para el presente año asciende a más de cinco millones de electores potenciales, menos de la mitad del total de sufragios se distribuirá entre los candidatos triunfadores y sus oponentes. El partido que se alce con el triunfo no obtendrá posiblemente ni siquiera el 20 por ciento del total del padrón.

Y si en suerte le tocara al PRI declararse ganador, el número de votos obtenidos pondría en evidencia la limitada legitimidad del Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa, gobernador y primer prísta de Veracruz, frente a una base social mayoritaria descontenta y harta de simulación.

Así lo quiso Fidel Herrera Beltrán, artífice perverso de un proceso electoral como pocos en la historia política de la entidad, en la que la falta de respeto a la inteligencia y voluntad ciudadana, ha sido la constante.

Puedo estar equivocado y ojala así sea, Veracruz no se merece ser arrastrado a la ingobernabilidad  por una clase política que no ve, no escucha y mucho menos percibe la dinámica de una sociedad que ya no quiere más de lo mismo.

Hojas que se lleva el viento

Como para los Shows de televisa, el saqueo de bodegas del PRI en Catemaco, Veracruz en las que se resguardaba desde electrodomésticos hasta dinero en efectivo,  presuntamente para ser repartidos entre la población el próximo domingo. Y aún hay más, no se lo pierda.

Y seguramente más de un partido o candidato se saldrá con su domingo siete burlando las reglas establecidas de la contienda electoral defraudando a la ciudadanía y a las aspiraciones democráticas. Está en su naturaleza, pero no hay porqué alarmarse, las mismas reglas vigentes establecen que de ser sorprendidos, tras un largo litigio legal todo quedará en una multa al infractor, algo así como estacionarse en lugar prohibido deliberadamente. Todo se arregla con dinero y este en política  no es problema, como se observa en los excesos de gastos de campaña de un candidato cuya  imagen aparece hasta en el papel con el que envuelven las tortillas.

Cumplamos con nuestro deber sufragando y a otra cosa mariposa.- Xalapa, Ver., julio 3 de 2013.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

En medio del tendero público de trapos sucios, las campañas de proselitismo de partidos y candidatos transitan sin pena ni gloria en territorio veracruzano. Mientras éstos cubiertos de un manto de simulación ofrecen y prometen, un sector importante del electorado circula en sentido contrario, expresando  malestar y rechazo.

Lo que se percibe en el entorno mediático de un régimen político en franca descomposición, no es nada halagüeño. Es más lo que hay que reclamar y condenar que lo que pudiera tener de positivo en el imaginario popular el ofertar más de lo mismo.

Sin embargo, en tal escenario, una elección no es cualquier cosa. El elegir a la representación popular y a quien habrá de gobernar el municipio, lleva de por medio algo más que expectativas y esperanzas, confianza en el futuro ó la otra cara de la moneda, frustración, desanimo, desconfianza y pérdida de credibilidad en las instituciones, también ofrece la oportunidad para el electorado de refrendar la reivindicación de larga data de la democratización de la vida política y social.

Luego no es tarea fácil tomar una decisión sensata frente a las urnas ni conveniente el simplemente descalificar y darle la espalda a un proceso electoral amañado, desaseado y pedestre, en el que lo que cuenta es el número de votos y no la calidad de candidatos en contienda. El no ejercer el derecho al voto, implica renuncia tácita y flagrante a la lucha permanente por hacer de la vida en democracia marco propicio para alcanzar mayores niveles de libertad y bienestar individual y colectivo.

Contra desconfianza y rechazo, la decisión de no ceder terreno en los logros históricamente conquistados, obliga a sufragar. Los resultados de la elección, con antelación previstos, es otro cantar, un nuevo reto al que enfrentar en el largo camino de la construcción de democracia y ciudadanía. Llegará el momento en el que la auténtica correlación de fuerzas políticas, expresada en la conciencia y voluntad popular, conduzca al rescate de lo que hoy se nos tiene secuestrado.

Es por ello que vale la pena echar un ligero vistazo, ya no a partidos y candidatos, propuestas y promesas de campaña, sino al comportamiento de quienes con su voto a la par que materializan la defensa del sufragio libre, hacen o no hacen suyo el ejercicio de un derecho universal plasmado en nuestra Carta Magna, como es el de votar y ser votado como sustento de un gobierno del pueblo por el pueblo y para el pueblo. Soberanía popular hoy en manos de una representación espuria y servidores públicos que le dan la espalda a los electores.

Como en botica, hay de todo. No obstante y por lo que se refiere específicamente a la capital veracruzana, me llama la atención la confusión de los presuntos electores frente a los candidatos. Unos piden, esperando que de lo alto caiga el maná que les permita ratificar o incrementar status personal y familiar, anteponiendo el interés egoísta, personal o de grupo, a un solidario anhelo por hacer de nuestra ciudad un lugar digno para vivir y formar a nuestros hijos. Sin parar mientes que con ello hacen factible el que para la clase política sea más útil y redituable comprar votos que convencer.

Otros, con mayor conciencia y conocimiento, con visión de largo aliento exigen respuestas claras y contundentes a la problemática cotidiana de una ciudad víctima del atraso y abandono y, porqué no, también del saqueo de aquellos que dando la espalda a sus conciudadanos, se han enriquecido a costa del futuro del municipio y su cabecera.

Entre el pedir y exigir media una gran distancia en términos democráticos. El que pide se conforma con lo que le den, el que exige contribuye a la construcción de ciudadanía y al fortalecimiento de la democracia.

Para nuestro infortunio, quienes lejos de pedir exigen, es una minoría. Quizá por ello es que corrupción, impunidad y simulación salen triunfantes en las urnas.

La indiferencia es otro patrón de conducta frente a una elección. No son pocos los que optan por quedarse en casita a disfrutar el enajenante transcurrir de las horas frente  al televisor; ni les va ni les viene, con su presunto rechazo a la política, cómodamente aceptan lo que le dan, ni se benefician ni benefician a los demás, sino todo lo contrario. Son estos los que alimentan con su indiferencia el dejar hacer, dejar pasar, fortaleciendo a una clase política parasitaria que ofreciendo y no cumpliendo, vive y medra al amparo del silencio cómplice del indiferente.

Es la condición humana, muchos afirman, la que determina la conducta a seguir por cada quién frente a una elección. Cada cabeza es un mundo, dicen otros, a lo que yo agregaría  que cada bolsillo es un universo. Entre el tener o no tener para satisfacer necesidades básicas, nos da la diferencia. Lo grave del asunto es que tanto los que piden, los que exigen y los indiferentes, no dejan de ser considerados por la clase política como un mal necesario, utilitario accesorio en la pugna por el poder.

El resultado electoral iguala a los desiguales, otorgando parejo a unos y otros el más de lo mismo que se opone a un cambio auténtico que posibilite desandar el camino, rescatar y avanzar por un nuevo sendero que asegure el bienestar colectivo. Con la salvedad de que son más los excluidos de los beneficios que la minoría que se despacha con la cuchara grande en la mesa de los vencedores.

Ya los estudiosos se tomarán el tiempo para una disección precisa de votantes y ciudadanos frente a una elección. Baste entonces concluir que partidos, candidatos y medios de comunicación, les resulta más redituable el poner el énfasis en destacar virtudes y confrontar limitaciones de los contendientes en campaña, que tratar de escuchar, conocer y entender a quienes habrán de emitir su voto.  De ahí las sorpresas.

Hojas que se lleva el viento

Patético el esfuerzo de los muy contados medios informativos impresos y electrónicos que aún insisten en tapar el sol con un dedo, pretendiendo ocultar que es el antipriísmo el que anima a la sociedad veracruzana en la actual contienda electoral. Solos en la brega, desde sus “ocho columnas”, gacetillas cartones y columnas periodísticas ponen su mejor empeño para denostar a los adversarios políticos del tricolor y sus comparsas, bordando en un vacío que ya no tiene retorno. Se respeta y se justifica, es su negocio en el marco del libre mercado, pero no por ello son dignos del aplauso ciudadano cuando cotidianamente ponen más leña al fuego en el cochinero de la guerra sucia que enloda a Veracruz.

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La revista «Semblanza» de la periodista, Virginia Durán Campollo, festejará su séptimo aniversario el próximo miércoles 19 de junio, a las 18 horas, en el Centro Recreativo Xalapeño. Nuestras felicitaciones a Vicky, sostener una publicación contra viento y marea no es tarea fácil.

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Agradecemos a los enanos del tapanco su interés por sacar de la red de redes al semanario pulsocritico.com. Con sus travesuras de aprendiz de brujo, se incrementa simpatía, aprecio y comprensión de nuestros amables lectores para un modesto medio independiente y sin fines de lucro.- Xalapa, Ver., junio 16 de 2013.

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