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Category Archives: Descomposición política

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

En la antesala de las definiciones político electorales para las elecciones del 2018, en las que por cierto el grueso de la ciudadanía no toca baranda, tanto un PRI desdibujado como el frente integrado por el PAN y una pseudo izquierda venida a menos, patéticamente pretenden trascender arando en el desierto.

Ignorando lo mismo una realidad nacional agobiante inmersa en un contexto internacional adverso, que una percepción generalizada de hombres y mujeres comunes de una más que evidente necesidad de cambio en su vida económica y social, anteponen intereses coyunturales partidistas a respuestas congruentes a los grandes problemas estructurales de la nación, sin encontrar eco entre una ciudadanía que se debate entre la incertidumbre, la inseguridad, el desempleo y la pérdida de expectativas de progreso.

El gastado y manido discurso, rescoldo de un pasado ominoso, no permea más allá de los estrechos círculos de la llamada clase política y sus adláteres vinculados al clásico salpique de beneficios y prebendas que consigo acarrea el clima de corrupción dominante. Propósitos y objetivos ofertados, reflejando un más de lo mismo, cambiando para seguir igual, caen en el vacío social.

El PRI, sin rumbo, brújula y timonel, fiel a la consigna de un presidente de la república sin respaldo de las mayorías, pretende convencer de la bondad de un proceso de continuidad de políticas públicas derivadas de las llamadas reformas estructurales, fiasco empobrecedor de la actual administración; a la par que respalda la profundización de desigualdad, exclusión y entrega de soberanía.

En tanto que el frente opositor, perdido entre sus propias contradicciones coyunturales de intereses partidistas aparentemente disímbolos, no encuentra fórmula idónea de conciliación entre un PAN cada vez más a la derecha del espectro político nacional y una pseudo izquierda que, apostándole a una transversalidad ayuna de sustento ideológico y programático, se muestra incapaz de resistir a ser relegada a simple comparsa.

Ambas fuerzas político-electorales, sembrando semilla en tierra infértil. Ni una ni otra generan empatía entre las mayorías, dejándole libre el campo a Morena que, sin ser necesariamente de izquierda, enarbolando banderas de un tibio reformismo avanza como bola de nieve capitalizando descontento y hartazgo ciudadano.

Hojas que se lleva el viento

En el variopinto juego de las adivinanzas, orientado más a descubrirle el rostro al “tapado” que a dilucidar las bondades programáticas ofertadas por partidos y coaliciones que habrán de postular al sucesor de Peña Nieto, no se está tomando en cuenta la encrucijada a que, a mi juicio, se está enfrentando el titular de la administración pública federal: o la balanza se inclina por la continuidad y profundización de las llamadas reformas estructurales con un candidato idóneo neoliberal y tecnocrata, o rescata al PRI de su debacle con un candidato de amplio espectro surgido de la política política tradicional.

No se necesita ser Nostradamus para apreciar por donde viene la jugada, cuando Peña Nieto afirma que el candidato del tricolor no necesariamente será el más aplaudido, cuando en el inicio del proceso electoral del 2018 quienes menos aplausos y aceptación reciben de la ciudadanía son precisamente los tecnócratas encabezados por los secretarios de relaciones exteriores y de hacienda que, sin miramiento alguno, le recetan al pueblo políticas públicas que lo mismo agudizan desigualdad y pobreza que malestar, descontento y hartazgo.

Las llamadas reformas estructurales van, y ese el propósito último en el que coinciden los signantes del famoso “pacto por México”, oponiéndose a toda costa a una salida “populista” como la ofertada por Andrés Manuel López Obrador.

Encrucijada en la que habría que ubicar la decisión presidencial respecto a a la sucesión del minigobernador de dos años en Veracruz.

Cd. Caucel, Yuc., noviembre 23 de 2017

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

La violencia física, verbal o gráfica, es fruto innegable de la impotencia ante la incapacidad real o supuesta para enfrentar la realidad agobiante. La pedestre propaganda con la que el mandatario estatal de Veracruz anticipa el informe de su primer informe de Gobierno lo refleja.

Rebasado por una realidad que le es adversa, Miguel Ángel Yunes Linares pretende convencer a los veracruzanos de un proceso de cambio que sólo anida en su cerebro. Ira y Venganza así como un absoluto desprecio a sus gobernados,  se expresa nítidamente en los espectaculares propagandísticos con los que, a lo largo y ancho de la entidad, anuncia el fracaso de una gestión  mandatada en las urnas para dos años.

Pero no solo eso, víctima de su impotente obcecación, quien resultara electo por una escasa primera minoría, arremete moral, ética y políticamente contra el estado de derecho levantándose o paradoja, como el adalid del imperio de la ley. Haciéndose acreedor al desprecio y repulsa de una indignada ciudadanía. Salvo claro está de aquellas personas que, ignorantes per se o por conveniencia, son víctimas del morbo y manipulación por parte de un gobernador que se asume ministerio público, juez y verdugo al margen de lo dispuesto en la Constitución Política que jurara defender.

Sólo le falta asumirse como custodio en los penales en los que en espera de juicio y sentencia  Javier Duarte y “su pandilla” están bajo resguardo. Pero los veracruzanos no son ni sordos ni ciegos, “El Estado soy yo” perdió vigencia con la Revolución Francesa.

Era de esperarse, cuando teniendo el “pinche poder” parafraseando a Fidel Herrera su eterno enemigo,  a lo largo de once meses y medio y en vísperas de su primer informe de gobierno para los veracruzanos e incluso más allá de nuestras aldeanas fronteras, Yunes Linares no ha sabido gobernar. A los espectaculares pedestres de grosera propaganda me remito.

Evaluación

Así como a las pruebas se remiten los veracruzanos. Si de evaluar el desempeño del gobierno de la alternancia se trata, los logros alcanzados, que sin duda los hay, no significan nada frente a metas y tareas comprometidas en campaña y no cumplidas. Tan es así que no son pocos los que afirman que con el cambio de estafeta no solo se sigue igual que endenantes, sino peor. Lo mismo tratase de rescatar del desorden y la corrupción impune a la administración y finanzas estatales que de imprimir un mínimo respiro a la economía de la entidad. Ni que decir de la seguridad pública maniatada por una criminalidad que lejos de parar va en ascenso.

Evaluar el desempeño de la administración yunista necesariamente nos remite al mal llamado “Plan Estatal de Desarrollo. En las condiciones actuales ya no es válido comparar el presente con el pasado duartista. La ley mandata evaluar propósitos, objetivos y metas comprometidas en un mamotreto elaborado por la Universidad Veracruzana y aprobado por el Congreso local para un periodo de gobierno determinado. Para el caso da igual evaluar que pasarse de largo, si el dichoso plan carece de seguimiento y control por quienes lo aprobaran no hay nada que evaluar, salvo la simulación, opacidad y ausencia de rendición de cuentas.

Seis meses se dio como plazo Yunes Linares para restablecer el estado de derecho, retornar a la normalidad democrática y encauzar administración y economía para recuperar confianza y credibilidad ciudadana tras 12 años de saqueo. Los resultados están a la vista de todos por más que un grupúsculo de texto servidores de todos  conocidos,  diga lo contrario o pretenda ocultar la realidad con distractores de todo tipo referidos a un pasado cuyo nefasto lastre, cual fantasma pervive en palacio de gobierno.

Poder para no poder. El paquete le resultó demasiado grande a la alternancia del cambio. Aunque vale aclarar que lo de “alternancia” es simple etiqueta electoral. Ni el PAN ni el PRD tocan baranda imprimiendo ideología y programa partidista a políticas públicas; el gobierno en turno es unipersonal, patrimonial y abusivo. Todo indica que a los veracruzanos que confiaran en una transición democrática que sacara al buey de la barranca, le está saliendo más caro el caldo que las albóndigas.

Aunque es de justicia reconocer en descargo a Yunes Linares que el empresariado veracruzano, sin iniciativa y cual plañidera, a diferencia de otras entidades federativas más que asumir riesgos, lejos de contribuir al crecimiento económico y a la restauración del clima de paz y seguridad social, a lo largo de once meses y medio se la ha pasado llorando.

Cd. Caucel, Yuc., noviembre 12 de 2017

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

En recuerdo de David, Eunice, Mariana y Felipe

En el convulso reacomodo geopolítico  de un sistema económico, político y social que tiene de cabeza al planeta entero no es de extrañarse  el que hombres y mujeres comunes,  no le encontremos  la punta al mecate. 

Entre “postverdad” y “postmentira”, el exceso de información y contra información lejos de aclarar dudas les incrementa, haciendo nugatoria la búsqueda de algo que pudiera dar luz al clima de incertidumbre  en el que discurre la cotidianeidad de vidas y haciendas.

Quizá por ello una inmensa mayoría opta por hacer caso omiso de lo que la prensa,  internacional, nacional y local, difunde sobre lo que para ésta estaríamos obligados a  entender como contexto trascendente para ubicarnos en una realidad agobiante.

Cual habitantes de la Torre de Babel, en la que cada cabeza es un extraño mundo que no se comparte, vivimos encerrados en nosotros mismos, tratándole de sacar el mejor partido a nuestra gris existencia refugiándonos en trivialidades, por cierto diseñadas como punto de fuga legitimador de nuestra condición de subordinados.

Sobrevivir es el juego. Rascándose cada quién con sus propias uñas, sin intentar ver más allá de nuestro ombligo, ante el temor de confirmar el vacío de una vida sin futuro halagüeño en un mundo que no más nos es propio. Mundo en el que a miles de millones de seres humanos se  les impone la etiqueta de desechables sin opción al reciclaje. El que no consume es prescindible para la sociedad de mercado, no tiene derecho a la vida.

Extraña reflexión, empero obligada en una terca realidad cuya interpretación nos es impuesta por un poder real concentrado en una escasa minoría que,  ideológica, económica, política y culturalmente,  subordina a su interés la vida entera en el planeta.

No hay más sentido de pertenencia para las mayorías empobrecidas material y espiritualmente. Nada a que aferrarse,  somos y no somos a voluntad de nuestro dueño común.

Si, extraña reflexión en la que ganándome el pesimismo, en estas fechas dedicadas a la muerte viene a mi mente el recuerdo de camaradas que en la flor de su juventud fueran masacrados por las fuerzas represivas de la reacción, cuando acaso solo aspiraran a un mundo mejor.

Empero, no pierdo la esperanza, valorando en todo lo que vale la resistencia como expresión rebelde de un querer retornar de hombres y pueblos a la libertad y disfrute pleno en armónica consonancia con la naturaleza, utópica confirmación de la esencia  humana hoy aherrojada con la sutil cadena de las leyes del mercado.

Rebeldía y resistencia, individual y colectiva, destacada en formaciones sociales originarias o indígenas cuya presencia confirma dominación y subordinación,  en un estado de cosas impuesto más allá de nuestra imaginación en la perenne confrontación del hombre contra lo humano. Dominación y subordinación que en su relación dialéctica parece recrearse en el tiempo, cerrando el perenne círculo perverso de una humanidad sin futuro.

Y sin embargo, todo lo que es muere, como en estas fechas se pone en primer plano. La esperanza también muere pero muere al último.

Hojas que se lleva el viento

Con el inicio del proceso electoral 2018 en Veracruz, la batahola matraquera que mediáticamente ocupa a políticos y periodistas se incrementa exhibiendo el peso del Tarot, las güijas  y las bolas de cristal como  instrumentos de análisis para definir el incierto futuro de la vida político electoral nacional y local. Lo singular del estruendoso ruido, es que la llamada clase política y salvo honrosas excepciones en la prensa estatal, a diferencia del resto de la ciudadanía parece importarle un bledo presente y futuro económico y social de la entidad.

Hablar de partidos políticos, de alianzas y trastupijes, personajes iluminados y presuntos resultados de la contienda que hoy inicia, es el tema de moda en tanto que lo sustantivo y determinante para 2018, la economía veracruzana y el deterioro del tejido social concatenado, está ausente en el ánimo y quehacer de los aprendices de brujo.

La desigualdad, pobreza y desasosiego, también juegan.

-ooo-

Desde endenantes consideramos que a nuestro modesto pensar Morena, como nuevo partido político emergente,  estaba obligado a sumar y no a restar en su relación con los movimientos sociales que en resistencia defienden territorios y formas de vida comunitaria. No sucedió así, antes al contrario, respetando las reglas excluyentes  de la partidocracia se distanció de éstos. Ahora sus dirigentes se rasgan las vestiduras acusando al EZLN y al Consejo Nacional Indígena de competir electoralmente con MaryChuy, su vocera y aspirante a una candidatura presidencial independiente para restarle votos a la izquierda,  cuando en realidad electoralmente no es competencia ni modificará los nomios que hoy señalan a López Obrador como puntero indiscutible en la contienda por la presidencia de la república. Los pueblos originarios en resistencia y  organizados desde abajo, sólo muestran el camino para un México incluyente y sin prejuicios atávicos. Morena está a tiempo de reflexionar y corregir.

Cd. Caucel, Yuc., noviembre 2 de 2017

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Cuando se concurrió a las urnas en Veracruz para elegir a un gobernador de dos años, se hizo porque no quedaba de otra. Así estaba dispuesto en la legislación electoral y había que solventarle y no necesariamente porque se considerara que,  en un tiempo tan breve de gestión gubernamental,   la entidad retomara el rumbo perdido tras 12 años de saqueo de las arcas públicas, engaño y simulación.

El voto se dividió entre optimistas, pesimistas e indiferentes, dándosele el triunfo a la coalición PAN-PRD como primera minoría, abriéndole el camino a un gobierno que ofreciera un tránsito terso de la corrupción como estilo patrimonialista de gobernar a una honesta y eficaz alternancia esperanzadora. Comprometiéndose los partidos políticos perdedores a ejercer una oposición responsable y constructiva, todos por el bien de Veracruz.

Enderezar la nave de la administración pública estatal y municipal erradicando corrupción e imprimiendo honestidad, austeridad, eficiencia y eficacia; rescate de las finanzas agobiadas por una escandalosa deuda pública; recobrar seguridad, credibilidad y confianza de la ciudadanía, así como crear las condiciones mínimas para un ulterior rescate de  una economía postrada y con visos recesivos,  marcada esta por el desempleo  y baja productividad, fueron los propósitos explícitos del nuevo gobierno.

Y, como corolario, restablecer el clima de legalidad extraviado, imponiendo el peso de la justicia a los prevaricadores que a lo largo de dos sexenios hundieran a Veracruz.

Al gobernador electo, se le concedió el beneficio dela duda -la burra no era arisca-,  aprobándole el Congreso local un mal llamado “Plan Estatal de Desarrollo” contemplado para el corto y mediano plazo y a cuya ejecución se comprometiera el titular del poder ejecutivo en sendas declaraciones públicas, dándose un plazo de seis meses para ofrecer los primeros resultados.

Lástima Margarito, diría el clásico. A Don Miguel Ángel Yunes Linares le ganó la sed de venganza, trastocó el orden de prioridades, se rodeó de un equipo de grises e ineptos funcionarios en el primero y segundo nivel de la administración; se olvidó de gobernar emprendiendo una selectiva cacería de brujas en contra de fidelistas y duartistas que, por cierto,  aún no cesa. Quedando el compromiso asumido  estampado en el costoso “Plan de Desarrollo” como simple letra muerta, anticipo de un fracaso anunciado y que, para algunos nos representara ejemplo viviente del “ejercicio del poder para no poder”.

Hoy a escaso un mes de concluir la primera mitad de una gestión ya de por sí acotada en tiempo, disponibilidad financiera y entorno nacional e internacional adverso, el fracaso de la alternancia es un hecho que, por su obviedad,  es reconocido hasta por los veracruzanos más optimistas.

Ni ha sido terso y transparente el tránsito,  ni por asomo se ha cumplido a cabalidad con el compromiso asumido. Don Miguel Ángel Yunes Linares le queda debiendo a los veracruzanos.

El gobierno estatal sigue en las mismas, o peor dirían algunos al no haberse frenado su deterioro; no es del dominio público,  en forma y fondo, el resultado del proceso de entrega y recepción de la administración estatal saliente y entrante, como tampoco lo es el monto total de la deuda pública heredada e incrementada en el período prevaleciendo opacidad en la obligada rendición de cuentas.

No se observa austeridad, eficiencia y eficacia en el pesado aparato gubernamental ni tampoco resultados en ampliación y mejora de obra y servicios públicos; no existe recuperación en credibilidad y confianza, mucho menos en el controvertido tema de la seguridad pública con una criminalidad en ascenso que tiene en jaque a la población; la percepción sobre corrupción impune en el ejercicio de gobierno toma consenso generalizado, y la gobernabilidad pende de un hilo al imponerse autoritarismo y represión por sobre un diálogo constructivo lo mismo en  la administración de conflictos que en control de daños.

El crear las condiciones mínimas para allanar el camino  a un ulterior rescate de la economía en su conjunto, ha quedado en el tintero como compromiso no cumplido. Se mantiene el clima recesivo y la productividad sectorial y regional se abate día con día, incrementándose desempleo, desigualdad y pobreza, incidiendo esto negativamente en la salud del tejido social.

En suma, los once primeros meses de gestión, salpicados por algunos logros que deben reconocerse, conforman ya una condición de administración fallida en la gestión gubernamental de la “esperanzadora” alternancia, enmarcada por los prolegómenos de la ante víspera del proceso electoral que desembocará en la sucesión en el gobierno de Veracruz ya normalizada de seis años. Proceso que parafernalia partidista de por medio, casi en automático pone a la administración gubernamental en segundo plano.

Malas cuentas que empero, no se pueden ni deberían compararse con los 12 años de los dos últimos gobiernos priístas, como lo hiciera el senador Héctor Yunes Landa con su desafortunada afirmación, propalando mediáticamente que Veracruz padece el peor gobierno de su historia. Las condiciones distintas del entorno doméstico y circunstancias específicas que determinan un estado de cosas generalizado en casi todo el territorio nacional, no dan cabida a comparaciones de tal naturaleza sin pecar de oportunismo electorero.

El tiempo útil prácticamente se agotó para el gobierno de la alternancia. En el segundo año de gestión en medio de la guerra sucia que se espera en un todos contra todos, no se logrará recuperar lo perdido. Es mi opinión.

Xalapa, Ver., 27 de octubre de 2017.

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J. Enrique Olivera Arce

 “El peor error que se puede cometer es mirar el pasado con condescendencia”. Toni Doménech

Teniendo como fondo un escenario nacional de incertidumbre en los terrenos de lo económico y social, el estruendo de la batahola matraquera de mil y un huijas pronosticando el futuro, en los círculos políticos y periodísticos afines de la entidad veracruzana, especulando a cual más, se intercambian apuestas en torno a las aún no definidas candidaturas a la presidencia de la república y gubernatura estatal.

Como en el juego de “Juan Pirulero”, cada quien atendiendo a su sapiencia y dominio del ritual electoral que,  a lo largo del tiempo,  ha ido definiendo su actual descompostura, mete baza, habla de estadísticas, de circunstancias, estrategias, de estructuras partidarias, de compadrazgos y hasta de la vida privada de encumbrados personeros de la política federal y estatal, para afirmar sin empacho “quien es el bueno” para lo que viene en el 2018.

Como si el domingo primero de julio del año próximo estuviera a la vuelta de la esquina. Clásico deporte veracruzano, el de la grilla como entretenimiento y cómoda manera de pasar el tiempo. A la par que también comodina conducta de obviar lo obvio ignorando o pretendiendo ignorar que la última palabra en materia electoral corresponde a la cúspide de los poderes fácticos, siendo ésta la que determina rumbo y destino del país en función de sus intereses particulares, y no a los mirones de palo que votan pero no eligen.

Poder real por encima del institucional, que se encuentra en una encrucijada y en torno a la cual se alinean intereses: o se continúa por el camino de un modelo económico y social neoliberal presuntamente agotado o se asume el cambio de época, apostándole a un proceso de transformación acorde con las nuevas realidades del mundo globalizado. O se sigue por el mismo sendero de lento y magro crecimiento económico, finanzas y políticas  públicas insuficientes para atender las necesidades crecientes de un país que aspira a acceder al primer mundo,  y un tejido social en franca y efervescente descomposición, o se asume el riesgo de un cambio de modelo de crecimiento y desarrollo que, con todas sus consecuencias, recobre el dinamismo perdido y se eleven tasas de ganancia y acumulación a la par que se recupera control del Estado  y administración de conflictos en el seno de una sociedad que amenaza con desbordarse.

En el marco de esta encrucijada, es a mi juicio el que para el 2018, debería contemplarse propósito y fin último de la elección más compleja de que se tenga memoria en el país, y no en el tejemaneje de una partidocracia corrupta y acomodaticia que, tiempo ha habiendo dejado de responder a las necesidades políticas y sociales de la élite dominante, vive una crisis de obsolescencia.

La liturgia electoral a que se nos tenía acostumbrados, es cosa del pasado. Si queremos cuando menos tratar de entender el presente y otear lo que el futuro puede depararnos, hay que romper la burbuja. De otra manera seguiremos anclados en el limitado fondo de una realidad que ya no existe. Demos vuelta a la página y aceptemos que ya no hay huija matraquera que valga. Hay que intentar ver más allá del estrecho horizonte que nos ofrece nuestro aldeano ombligo.

Tiempo al tiempo que las piezas del rompecabezas solitas buscarán acomodo. El pueblo llano así lo entiende, clase política y ruido mediático ni le van ni le vienen cuando el día a día de la vida cotidiana lo mismo marca agravios, expectativas y esperanzas. Sabe su propio cuento y en su momento sabrá optar entre el más de lo mismo o  encaminar sus pasos hacia nuevos horizontes.

Ya mañana Dios dirá que más seguro es lo comido,  recomienda la conseja.

Hojas que se lleva el viento

El inicio en territorio rebelde en Chiapas de la campaña de propaganda y despertar de conciencias emprendido por el EZLN y el Movimiento Nacional Indígena por conducto de su vocera y aspirante a la candidatura testimonial independiente para la presidencia de la república, no se quiere ver ni escuchar. Son indígenas, que más puede pasar, se dice en el México racista y excluyente.

Xalapa, Ver., octubre 20 de 2017

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J. Enrique Olivera Arce

Entre terremotos  y huracanes Veracruz sigue al garete. Sacudida la entidad, la desigualdad, la pobreza, la inseguridad, corrupción impune, vulnerabilidad del estado de derecho,  y la ausencia de rumbo cierto, se evidencia ante los embates de la naturaleza a la par que nuestra aldeana clase política exhibe ineptitud y ausencia de visión de Estado.

Lejos de tomarse conciencia del grado de profundidad de la crisis que se vive en Veracruz, la política, si es que se le puede llamar política, se regodea en torno a la especulación, el rumor, dimes y diretes y la maledicencia que nunca falta en una interminable guerra sucia,  sin más propósito de sus actores que ocupar un lugar en el rejuego electoral del 2018.

Sin más límite que lo limitado de su visión, política y políticos, siguen anclados en el aquí no pasa nada que inercialmente arrastramos del pasado reciente. Atención a economía recesiva, deterioro social y efervescencia en torno a descontento y hartazgo de la población, no figuran en la jerarquización de prioridades. Política y políticos, secundados por una prensa igual de miope, se ocupan y preocupan por lo que habrá de acontecer dentro de los límites de una coyuntura marcada por los tiempos electorales, desdeñando un presente que, en primera y última instancia, determinará lo que el futuro depara.

Los efectos del huracán “Katia” y del sismo del jueves 7 de los corrientes  sobre la realidad estructural de la entidad, lejos de considerarse advertencia a tomarse en cuenta para tiempos venideros, se capitalizan por la política y políticos como oportunidad para medrar. “El desastre” al fin producto inevitable de la naturaleza, bajo esta óptica así se contempla en la coyuntura sin parar mientes en  forma y fondo de cómo estos fenómenos habrán de incidir en la profundización de la crisis existente. Más pobreza, más desigualdad, mayor deterioro del tejido social, sin respuesta alguna por ninguno. Como si el asistencialismo clientelar de ocasión, operara mágicamente sobre los grandes desequilibrios estructurales que tienen postrado a Veracruz.

En esas estamos, día con día, resultando ya chocante la voz crítica de un Rafael Árias Hernández que machaconamente insiste en exigir peras al olmo, como si en el gobierno de la alternancia la transparencia, eficiencia y eficacia en el manejo de la cosa pública estuviera la respuesta a los males habidos y por haber, sin parar mientes o ignorando que por sobre los avatares de una administración pública quebrada y fallida, pesa y determina la realidad acumulada de un atraso estructural histórico que nadie quiere ver y que hoy, gracias al “desastre” se exhibe en toda su amplitud.

De ahí que llame a risa el que los partidos políticos, solos o en alianza, crucen apuestas respecto al futuro botín, sin antes conocer en donde están parados. Todos atienden a la coyuntura electoral y ninguno se toma el trabajo de elaborar un diagnóstico puntual serio de la realidad de la entidad federativa que pretenden gobernar. Política y políticos demasiado pequeños, torpes y ciegos para apenas entender lo que los efectos de los fenómenos naturales vividos expresan de nuestra realidad.

Mal de muchos, dirían… Puesto que a nivel nacional se transita por la misma tesitura. El Interés personal o de grupo se impone por sobre razón y visión de Estado, contribuyendo a la agudización de la crisis que México entero padece, pretendiendo mediáticamente imponer la idea de que aquí no pasa nada cuando la realidad y los ciudadanos de a pie,  dicen todo lo contrario.

Hojas que se lleva el viento

He considerado que en el momento en que el Movimiento De Regeneración Nacional pasa a ser partido político, se obliga a jugar bajo las reglas de la partidocracia dominante. Situación que ya se observa cotidianamente tanto en la vida interna de MORENA como en su quehacer público restándole mayor aceptación y penetración a lo largo y ancho del país. De ahí que a mi juicio el novel instituto político para mantenerse como puntero en las preferencias electorales, tendrá que buscar diferenciarse del resto de los partidos políticos nacionales con reglas, usos y costumbres propias y acordes con lo que la ciudadanía exige de nuestra incipiente democracia representativa. MORENA tiene que ir más allá de los límites electoreros y vincularse a los diversos movimientos sociales de lucha y resistencia al modelo de desarrollo  neoliberal y defensa del territorio para seguir creciendo.

-ooo-

En todos lados se cuecen habas. En Yucatán se presume de un crecimiento económico muy por arriba del promedio nacional, empero bien se guarda de destacar el que la desigualdad en el ingreso es su Talón de Aquiles. Crecimiento con desigualdad y pobreza no es el mejor camino para alcanzar el bienestar de las mayorías.

Cd. Caucel, Yuc. Septiembre 13 de 2017

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J. Enrique Olivera Arce

En abierto, sin tapujos, Peña Nieto inicia su sexto año de gestión provocando polarización y encono entre los mexicanos ante el proceso electoral 2018 que formalmente inicia en noviembre próximo.

Enrique Peña Nieto (La Jornada 03/09/2017) aseguró que hace muchos años que el país no se encontraba ante una encrucijada tan decisiva y determinante como la actual. “La disyuntiva es muy clara: seguir construyendo para hacer de México una de las potencias mundiales del siglo XXI o ceder a un modelo del pasado que ya ha fracasado’’. Afirmación en clara alusión al “populismo” que se dice colocaría a México en igual o peor tesitura que lo que se vive en Venezuela.

Frenar a López Obrador y Morena a cualquier costo es el propósito ya explícito del gobierno peñista y su partido, como se pusiera de manifiesto al afirmar Peña que respeta al tabasqueño pero difiere de su modelo económico, dando lugar a una orquestada andanada de descalificaciones al partido de reciente creación y su líder nacional.  Destacando las declaraciones del secretario de educación, Aurelio Nuño Mayer (La Crónica 010917),  quien llamó a los priistas “… a la unidad y a dar la batalla para que el legado del presidente Enrique Peña Nieto en materia educativa continúe en 2018 y así convertir a México en la Corea del Sur del siglo XXI y no tomar el camino que nos lleva a resultados populistas como los que vemos en Venezuela”.

Nueva versión de “López Obrador un peligro para México”, ahora sustentada en una deformada idea mediática de “populismo” y en presuntos nexos de López Obrador con el gobierno venezolano de Maduro. Ello enmarcado en la posición injerencista del gobierno de México en los asuntos internos de la nación sudamericana.

Con la diferencia de que el México de hoy no es el que gobernaran Vicente Fox y Felipe Calderón. Como tampoco la presidencia de la república y el PRI cuentan con respaldo suficiente para rescatar la hegemonía de antaño, como para pretender  arrebatarle  el posible triunfo a  un López Obrador cuya popularidad y aceptación va en ascenso.

Fruto de la impotencia y la desesperación la estrategia peñista lejos de ser exitosa no solo podría revertírsele en el último año de su gobierno, también y eso acusa extrema gravedad, el que la sociedad se polarice sumando encono entre los mexicanos cuando ya de si no estando el horno para bollos, México se debate en una espiral de violencia que cuestionando a un endeble estado de derecho, lo mismo merma gobernabilidad que capacidad para administrar un conflicto que rebasando a las instituciones republicanas tiene como caldo de cultivo desigualdad, pobreza y deterioro del tejido social en ascenso.

La mayoría del pueblo de México ya no se mueve por consigna dictada desde la cúpula de la élite. La estructura poblacional en lo social, así como la económica caracterizada por una profunda desigualdad en el ingreso, ya no se corresponde con el discurso oficial ni responde a pie juntillas a intencionalidad y propósito del poder formal y fáctico dominante, luego pretender alcanzar unidad nacional en base a una supuesta disyuntiva que equivale  a dos sopas, “o estás conmigo o estás contra mí”, oponiendo el negro al blanco sin ponderar los medios tonos, a mi juicio no solo cae en los terrenos de lo absurdo, también divide y agudiza los conflictos en un país que en su conjunto y salvo pequeñas islas que confirman la regla, sin rumbo claro, timonel y brújula, a partir de la violencia criminal impune, ronda peligrosamente el camino de la anarquía.

Atendiendo al bajo nivel de aceptación que registra Peña Nieto y su gestión, confirmado con la indiferencia de la mayoría de los mexicanos ante un V Informe de Gobierno plagado de triunfalismos sin sustento, mentiras y verdades a medias, en qué cabeza cabe, sin desvariar u optar por un autoritarismo a ultranza, el oponer como una disyuntiva que parte de premisas falsas,  la continuidad de un modelo neoliberal fracasado, entreguista y empobrecedor al retorno al pasado. ¿Cuál pasado? ¿Aquel al que el partido hegemónico con sus luces y sus sombras nos sometiera a lo largo de décadas? ¿A los gobiernos panistas de Fox y Calderón? Vaya manera tan simplista de contemplar la historia de México en aras de dar continuidad a lo que las mayorías rechazan.

México ni es Corea del Sur ni es Venezuela. Cuenta con su propia historia, su propia circunstancia en el orden nacional e internacional, pero sobre todo cuenta con un pueblo que, en las encrucijadas más álgidas de la historia nacional ha sabido encontrar su propio camino. De ahí a que viene entonces la dicotomía planteada, si no es con el propósito explícito no solo de confundir a sectores desinformados de la población, también el de encontrar un respaldo social que no se tiene, en una clase media alta que contempla como peligro a sus aspiraciones de ascenso económico y social el que López Obrador sea un Maduro más en América Latina.

El mismo juego que en Venezuela opone a la clase media alta con las mayorías populares con el resultado por todos conocido. ¿Eso es lo que queremos para México?

Insistiré una vez más: Andrés Manuel López Obrador no es el revolucionario que se sataniza; tanto el cómo Morena son simple expresión de un reformismo progresista que se identifica con el descontento y hartazgo que ha generado un régimen político obsoleto y caduco que, para una población de 130 millones de mexicanos, ya no responde a las necesidades presentes de nuestras realidades.

Ya experimentamos con el PRI y el PAN en el gobierno, por qué entonces se nos quiere negar la opción que ofrece Morena, si no es para seguir igual o peor que endenantes.

Hojas que se lleva el viento

Patética la andanada mediática del priismo en Veracruz  condenando la ausencia de democracia interna en Morena, como si el tricolor tuviera calidad política, ética  y moral para asumirse como paladín de la democracia. Despotrica contra la paja en el ojo ajeno sin tomar conciencia de la viga que nubla su tuerta visión. Todo sea por alcanzar un pedazo de pastel en el 2018.

Cd. Caucel, Yuc., septiembre 3 de 2017

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Cae más pronto un hablador que un cojo, más en la casa del jabonero, en donde el que no cae resbala… Sabia conseja popular que para todo y en todo se acomoda sin más sustento que el sentido común que suele superar en no pocos casos a la filosofía, hermana mayor que de tanto incursionar y profundizar en lo que pudo haber sido y no fue, termina por perderse en el laberinto de su propia soledad. Si, la sabiduría popular en épocas de pragmatismo a ultranza, confusión ideológica e incertidumbre frente a un futuro incierto, suele quedar como anillo al dedo cuando la política deja de tener sentido en el imaginario colectivo,  como es el caso de lo que se está viviendo en Veracruz.

Sin rumbo ni brújula, con un timonel ajeno al bien común, la sociedad veracruzana navega al garete. El discurso proselitista que tantas expectativas levantara,  quedó en eso, simple herramienta retórica con la pretensión de decir lo que los veracruzanos querían escuchar. A nueve meses de distancia de su toma de posesión como gobernador de dos años, Miguel Ángel Yunes Linares es juzgado por la opinión pública como un hablantín pendenciero, incapaz de sustentar sus dichos con hechos palpables que apunten a un desempeño eficiente y eficaz del gobierno de la alternancia.

Creyó a pie juntillas que con enfocar sus baterías en contra de sus adversarios políticos con Javier Duarte a la cabeza, los veracruzanos reconocerían su férrea voluntad por sanear a una administración pública postrada y saqueada. Se equivocó. Para el imaginario colectivo el combate a la pandilla de corruptos servidores públicos, no pasa de lo anecdótico alimentando mediáticamente el morbo de lo más atrasado de la sociedad, cuando el interés general exige un buen gobierno, capaz de enderezar la nave escorada retomando el rumbo del bienestar general, expresado éste en inversión pública y privada, empleos, mejores salarios, seguridad y servicios públicos de calidad.

Gobierno implica conducción y gobernabilidad,  entendida esta como estrategia y praxis de gobierno  convertidas en ejercicio del poder institucionalizado con implicación social y económica,  trascendiendo como paradigma político. Otra cosa muy distinta cuando no se observa conducción y el poder institucionalizado se decanta y diluye perdiéndose gobernabilidad. Veracruz con Miguel Ángel Yunes Linares se encuentra en tal tesitura en una espiral de violencia que pone en entredicho lo mismo al estado de derecho que el fin último del gobierno de dos años.

Si su interés residiera únicamente  en rescatar y sanear a la administración y finanzas públicas estatales, el tiro le ha salido por la culata. Para sus gobernados se percibe no solo el no cumplimiento de tal propósito, sino todo lo contrario. Perdiéndose un tiempo valioso en tanto que el deterioro económico y social en la entidad sigue cuesta abajo, arrastrando consigo al quehacer político cuya mediocridad en vísperas del proceso electoral del 2018, es más que evidente. Tanto que se da como un hecho el que por sobre la razón de Estado, Yunes Linares imponga como candidato a sucederle en la gubernatura a uno de sus vástagos.

Faltándole escasos 15 meses de gestión al frente del gobierno de Veracruz, no solo cual invitado a la casa del jabonero resbala, también peca de soberbia ignorando la conseja popular que nos dice que más pronto cae el hablador que el cojo. Soberbia que su partido no ignora y que su aliado, el PRD, mirando para otro lado se hace como el tío Lolo.

Partido político este último que bien se guarda de decir esta boca es mía, salvo por las esporádicas declaraciones del politólogo, destacado operador político y ahora filósofo, Uriel Flores Aguayo, que invita a no ver todo en blanco y negro, sino ponderar los medios tonos, puesto que “ni todo está mal ni todo está bien” con el gobierno de la alternancia, sino todo lo contrario.

De ahí que la interrogante obligada del momento, alimentada por la idea de que el gobernador de Veracruz sería nominado como candidato plurinominal al senado en el 2018, es si éste obtuvo el poder institucionalizado para no poder o es una expresión más de la descomposición generalizada en el país de un régimen político cuya fecha de caducidad está vencida.

Cd. Caucel, Yuc., agosto 26 de 2017

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J. Enrique Olivera Arce

Pérdida de empleos y deterioro del poder adquisitivo del salario, aunado al clima de violencia criminal e inseguridad, pesan más en el ánimo del colectivo nacional que un escándalo de corrupción y saqueo que simplemente confirma lo que es de todos conocido.

Lo evidente mata especulación. Es tal el deterioro y retroceso que en todos los órdenes acusa Veracruz que el discurso especulativo de una clase política corta de miras, encabezada por el gobernador de la entidad, resulta superfluo frente a la terca realidad. Perdida en dimes y diretes en torno al destino último del saqueador de moda  y sus cómplices, no alcanzan a percibir que más importante y relevante para los veracruzanos es la incertidumbre frente a lo que el futuro nos depara que un pasado que ya se fue, que ya no está más que en el herramental con el que se manipula morbo, ignorancia  y sed de venganza en pro de oscuros intereses.

Pasado ominoso que operando como distractor, cortina de humo que pretende ocultar la terca realidad de desigualdad, pobreza, exclusión e inseguridad que acompañan a una economía que se va a pique y, frente a la cual, la incapacidad de los tres órdenes de gobierno para paliarla, es más que evidente; antes al contrario, auspiciando su profundización la ignoran o se sirven de esta para, en río revuelto, satisfacer intereses particulares o de grupo que atentan contra soberanía e independencia nacionales.

Es por ello que llama la atención el que Don Miguel Ángel Yunes Linares afirme que el “affaire” Duarte de Ochoa es tema de primer orden en la vida nacional, cuando no es así. El seguir dándole vueltas a la noria en torno al ex gobernador de Veracruz y sus presuntos cómplices, incluida esposa y amantes, cuando éste ya está a buen recaudo como “vinculado a proceso”, figura únicamente como prioridad en quien confunde venganza con buen gobierno.

Un escándalo más en suelo patrio de los muchos que empañan la vida de la nación, reflejo, insisto, del agotamiento de un régimen político caduco cuya legitimidad se cuestiona cotidianamente.

Para aquellos medianamente informados y para quienes padecen la precariedad de un salario venido a menos, en la jerarquización de prioridades está puesto el énfasis en el renglón económico. El modelo adoptado por los gobiernos neoliberales se agotó; las reformas estructurales están operando en contra, y la crisis de una economía que no crece no obtiene respuesta positiva por parte de los aprendices de brujo del gobierno central. Pérdida de empleos y deterioro del poder adquisitivo del salario, aunado al clima de violencia criminal e inseguridad, pesan más en el ánimo del colectivo nacional que un escándalo de corrupción y saqueo que simplemente confirma lo que es de todos conocido.

“El país vive una situación generalizada de desesperación…” (Orlando Delgado Selley, La Jornada 27/07/2017)

Los veracruzanos ya no se chupan el dedo. Así que a quién quiere engañar el gobernador de dos años, cuando arremetiendo contra Andrés Manuel López Obrador cuestiona a este por no darle la importancia debida al tema que no le deja dormir, afirmando que el silencio del líder de Morena es silencio cómplice resultante de la “untada” de mano que recibiera de Javier Duarte de Ochoa.

A sabiendas de lo que estaba por recibir de ganar la elección, Yunes Linares, candidato a la gubernatura de dos años, se comprometió a dar la debida atención a tres temas prioritarios: el rescate y reordenación de la administración pública estatal, el rescate de la vida económica de la entidad, y el restablecimiento de la seguridad pública.

A casi ocho meses de gestión, el gobierno de la alternancia se ha desentendido de tales prioridades. La administración con una hacienda pública quebrada y asediada por acreedores es un verdadero desbarajuste; la economía veracruzana en franca recesión agudizando su crisis, y la inseguridad ciudadana es ya pan de todos los días a la par que se incrementa el deterioro social dominando desempleo y pobreza.

Trastocado el orden de prioridades, la persecución y acoso por todos los medios disponibles a los aún presuntos saqueadores de la hacienda pública veracruzana, tienen prevalencia.

La alternancia, sin rumbo ni brújula, en vísperas de una renegociación del TLCAN en la que están en juego los principales renglones de la economía veracruzana, hoy por hoy se da por fallida, mientras el titular del ejecutivo da palos de ciego combatiendo a periodicazos fantasmas del pasado.

“Es la economía…” gobernador, tome nota.

Cd. Caucel, Yuc., 27 de julio de 2017

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J. Enrique Olivera Arce

Teniendo como escenario la barbarie criminal que tiene en ascuas a la sociedad veracruzana, la vida pública gira en torno a más circo y menos pan para las mayorías empobrecidas. Es lo que en síntesis podría resumirse como clima dominante en lo que va de la gestión de Miguel Ángel Yunes Linares al frente del poder ejecutivo estatal. Y aunque parezca absurdo, no son pocos los veracruzanos que se prestan al juego, desestimando la problemática toral de la entidad y no queriendo ver más allá de su ombligo se alimentan de especulaciones, rumores y chismes de barandilla.

El rescate de Veracruz ha quedado en simple retórica y juegos pirotécnicos electoreros, mientras crece desigualdad, pobreza y desempleo,  pretendiéndose tapar el sol con un dedo magnificando resultados de un raquítico asistencialismo a modo que, lejos de impulsar inversión, producción, empleo y bienestar hunde más a Veracruz. Economía y finanzas públicas en crisis dan cuenta de ello.

Hojas que se lleva el viento

Fuera de toda duda, no es recomendable arrojar piedras al patio del vecino cuando el techo de nuestro hogar es de cristal. O en pocas palabras, hay que cuidar de no pisarse la  cola. Lo cual viene a cuento ante uno más de los escándalos mediáticos, distractores a modo administrados paso a pasito por el gobierno estatal. Si, distractor a modo pues no se puede calificar de otra manera el que sin decir agua va, se exhiba lo mismo al Congreso que a la Universidad Veracruzana por destinar recursos públicos a publicidad y propaganda sirviéndose de medios de comunicación “fantasmas”.

Una raya más al tigre en el desempeño faccioso del gobierno de la alternancia, magnificada por medios y comunicadores que a diferencia de pasados y oscuros tiempos, no figuran de manera relevante en el listado de convenios de publicidad ahora del dominio público.

Si son empresas “fantasmas”, queda a la autoridad correspondiente y no a quien esto escribe, el dilucidarlo y actuar en consecuencia.  Empero no puede dejarse de considerar que lo que hoy es motivo de escándalo es y ha sido a lo largo del tiempo pan de todos los días, en la relación entre gobierno y medios de comunicación; estableciéndose convenios de publicidad y propaganda sin mediar elementos técnicos de juicio que determinen la importancia de cada medio y la contraprestación correspondiente, valorando periodicidad, tiraje,  circulación y grado de penetración e influencia en la población objetivo, trátese de prensa impresa o electrónica.

Convenios que independientemente de los signados por medios de comunicación con partidos políticos, sindicatos, ONGS o personeros de la vida política en lo individual como medio de manipulación social y política así como de  proyección de  imagen y presencia en la sociedad, se establecen discrecionalmente entre los tres órdenes de gobierno y empresas periodísticas.

Una mano lava a la otra, conformándose una relación gobierno-prensa que en la más absoluta opacidad ronda los terrenos de la corrupción, cuando está de por medio el pago con recursos públicos de presuntos servicios prestados cuya eficacia cuantitativa y cualitativamente deja mucho que desear así sean éstas respaldadas por destacados comunicadores, cuantimás tratándose de “empresas fantasmas”.

Compadrazgo, amiguismo y “moche”, van por delante.

En los señalamientos de corrupción y enriquecimiento inexplicable que se formulan en contra de Gina Domínguez y Alberto Silva, cuestionándose su desempeño como coordinadores de comunicación social de la administración duartista, hay mucho de eso.  Corruptor y corrompido van de la mano en una telaraña de interés mutuo en la más completa opacidad.

Hoy por intereses políticos, se exhibe al Congreso y a la Universidad Veracruzana. Pero me pregunto cuál sería la reacción de medios y comunicadores, si en un afán de transparentar la relación gobierno-prensa se dieran a conocer los convenios vigentes durante las administraciones de Fidel Herrera y Javier Duarte, signados por los tres poderes del gobierno estatal o por los más destacados ayuntamientos de la entidad.

¿Se daría el mismo desgarre de vestiduras? O se guardaría silencio cómplice al grito de “no hagan olas”.

Como reza una bomba yucateca, “… dices que no comes tierra y esa barriga que tienes, es de la tierra que comes”.

Xalapa, Ver., 17 de julio de 2017

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