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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Si en Francia el “populismo” de centro derecha gano la elección presidencial en segunda vuelta, no es de extrañarse que en México pueda darse el caso de que sea el “populismo” de centro izquierda,  con Morena,  el que en el 2018 se levante con el triunfo.   

La gente, aquí y en una gran parte del mundo  ya no quiere más de lo mismo. El descontento y hartazgo popular frente a los partidos políticos tradicionales es más que evidente; trátese de institutos políticos de derecha, izquierda o centro, ya no se consideran opción viable en las expectativas electorales de las mayorías.

Esto quizá explique a mi juicio, el por qué entre más se insista en descalificar a Morena o a su líder moral, más crece la empatía y aceptación del partido de nuevo cuño, surgido del Movimiento de Regeneración Nacional que diera la pelea en contra de las llamadas “reformas estructurales” que auspiciaran la privatización del petróleo y la energía eléctrica, así como la pérdida de soberanía al abrírsele las puertas a las poderosas trasnacionales de los energéticos.

Fenómeno nuevo en el que el análisis tradicional sobre el curso de una elección, ya no tiene cabida. Factores decisorios como “estructura partidista”, “voto duro”, “imagen mediática de partidos y candidatos”, entre otros, quedaron atrás. Por primera vez en la historia de este país, es la gente con sus percepciones y su participación consecuente,  la que define el curso definitorio de un proceso electoral que desembocará con la elección del sucesor de Peña Nieto.

Muy cierto que la gente suele equivocarse. Son muchos decenios en los que se votara por proyectos partidistas contrarios al interés nacional, luego de sufragarse en favor de Morena y esta decisión resultara fallida, sería una equivocación más, con la salvedad de que ello contribuiría a elevar la conciencia política de los mexicanos. Y si al contrario, los resultados obtenidos por la opción “populista” de centro izquierda fueran positivos, por primera vez en muchos años se vislumbraría como viable el anhelado cambio que la gente exige, a la par que se fortalecería la participación popular y el ejercicio del derecho ciudadano a elegir lo que más convenga al interés de las mayorías.

La moneda está en el aire y, pese a  la alianza tácita de los partidos tradicionales en contra de la muy posible elección de Andrés Manuel López Obrador como presidente de México, todo indica que la gente está comparando y diferenciando la opción de Morena con la de años de simulación, corrupción, impunidad y secuestro de la democracia representativa por oscuros intereses de la partidocracia, en un régimen caduco soportado por el PRI, PAN y la llamada “morralla” partidista.

La gente está diciendo ¡Basta!, lo mismo en el Estado de México, Nayarit, Coahuila y sin duda Veracruz. Frente al más de lo mismo y a sabiendas de que al PRI o al PAN se les puede derrotar en las urnas, ve en Morena al “rayito de esperanza”. Nos guste o no, el “populismo” está tomando las calles.

Los mexicanos no somos tontos. Sabemos que en la vida política nacional la corrupción impune es denominador común, ningún partido político se salva de esta lacra y Morena no es la excepción, empero, hay de corrupción a corrupción y la gente lo valora tras ser del dominio público aquellos extremos a los que se llegara con auténticos saqueadores  emanados de las filas priístas, panistas y perredistas. La diferencia entre Morena y los partidos tradicionales es tal, que no deja lugar a dudas entre los electores potenciales. De entre lo pésimo, lo menos peor podría ser la respuesta como se confirmara en EE. UU con Trump, o en Francia con Emmanuel Macron, electo presidente por el voto del hartazgo el pasado domingo.

Que tanto pesará el voto ciudadano frente a la orquestada andanada del PRIAN desde Los Pinos, es la interrogante. De lo que sí podríamos estar seguros es que la guerra sucia como argucia electorera, desgasta ante la opinión pública a quienes la propician, revertiéndoseles. La sociedad ya es otra y la crisis de credibilidad en las instituciones y aparatos propagandísticos al servicio del statu Quo, se deja sentir hasta en los sectores políticamente más atrasados o menos informados.

Será el tiempo el que dicte la última palabra.

Hojas que se lleva el viento

Cerrar los ojos ante una realidad contundente, también es un derecho que hay no solo que tolerar sino respetar. Bienvenidos sean los senadores Yunes Landa y Yunes Zorrilla a una contienda que, en el 2018, se da de antemano perdida para el PRI.

Cd. Caucel, Yucatán, mayo 11 de 2017

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Pulso crítico

Enrique Olivera Arce

El sorpresivo triunfo electoral de Morena en Xalapa y Coatzacoalcos, tiene necesariamente que inscribirse para su análisis no sólo en la permanencia de Andrés Manuel López Obrador en el ánimo de los votantes, como factor nacional, y el trabajo pie a tierra, casi subterráneo, de los candidatos en un caldo de cultivo estatal de descontento y rechazo social, propicio para enfrentar con relativo éxito a sus adversarios. También y de manera determinante, en una coyuntura en la que tanto el PRI como el PAN en Veracruz subestimaron a Morena a la hora de seleccionar sus candidatos.

Sin menosprecio del triunfo con el que se estrena Morena en Veracruz o de sus candidatos, así como de la capacidad vigente de convocatoria del lópezobradorismo, otro gallo cantaría si los candidatos ganadores se hubieran enfrentado a adversarios de mayor nivel y presencia, que los hay, postulados por el PRI y el PAN. Luego no cabe ni triunfalismo ni el escuchar el falso canto mediático de las sirenas, y sí, con toda responsabilidad, hacer un balance de aciertos y errores, casilla por casilla en el mapa electoral de resultados en los distritos conquistados, aprendiendo de este primer ejercicio como Instituto Político con registro nacional.

Aceptando que la magra pero suficiente votación para salir airosos, no es la suma de un voto duro propio ni consecuencia de un trabajo electoral a fondo, sino fruto de circunstancias que le favorecieran. Aprender para crecer en el marco adverso de unas reglas del juego dispuestas para obstaculizar y frenar electoralmente, a una oposición consecuente que refleje malestar, rechazo y resistencia de amplios sectores de una sociedad que, exigiendo un cambio auténtico del régimen político vigente, le apuestan a nuevas alternativas para avanzar.

Aprender de los errores y aciertos propios, pero también los de sus adversarios, su estrategia y su maquinaria electoral construida a lo largo de más de medio siglo, si es que Morena en Veracruz aspira a crecer y participar con relativo éxito en elecciones venideras. Sin perder de vista que la fuerza electoral del nuevo partido descansaría en su vinculación con la sociedad y, específicamente, en los movimientos sociales surgidos del seno de los sectores más desprotegidos a los que el partido aspira a representar, y no en una estructura burocrática remedo de la existente en prácticamente todos los partidos políticos a los que se opone y enfrenta.

El hacer suyas, sin temor, las reivindicaciones y aspiraciones de los sectores movilizados, evadiendo posiciones soberbias de dogmatismo así como prácticas clientelares o excluyentes que reproduzcan el fenómeno tribal del PRD, es a mi modesto entender el camino para Morena. Esto sustentado en un programa mínimo que sin perder de vista el amplio horizonte del largo plazo en una estrategia de transformación y cambio, en la coyuntura electoral responda a denominadores comunes que auspicien liderazgo, organicidad, unidad y congruencia en el amplio movimiento social contestatario, hoy fragmentado y disperso.

Esto, entendiendo que izquierda como etiqueta, es solo eso, una manida etiqueta y no una forma de vida partidista, colectiva e individual que se construye con participación y compromiso cotidiano entre toda la militancia, bajo los auspicios de una dirección respetuosa e incluyente.

La suma aritmética de militantes y simpatizantes no hace al todo; partido, programa, militancia y dirección es el edificio a construir en el día a día. La unidad en torno a ello es el crisol ético y moral en el que se funde la fuerza política a que se aspira. De no avanzarse en estos campos, el triunfalismo sin sustento y el ondear de banderas al paso del viento, es el camino al fracaso.

Un paso a la vez. Hay tiempos para reír y tiempos para llorar; que el trabajo cotidiano haga la diferencia. El voto llegará por añadidura.

Hojas que se lleva el viento

De los resultados de la elección del7 de junio, los votantes también tenemos mucho que aprender, asimilar la experiencia y reflexionar sobre la diferencia entre un voto mecánico y un voto razonado. El gobierno peñista, con pleno conocimiento de causa, intencionalidad y propósitos, logró su objetivo obteniendo la ansiada mayoría para Peña Nieto en la Cámara baja del Congreso de la Unión. Su estrategia de dividir y dispersar la opción electoral le funcionó; con diez opciones partidistas y “n” número de candidatos independientes, dividió a los electores; así como también le diera resultado el fortalecer la intencionalidad del sufragio a favor del PRI y sus satélites en los distritos con menor densidad de población de clase media urbana, poniendo en el asador toda la carne previamente sazonada en el medio rural con programas sociales inductivos y amenazas de cancelar beneficios. La pregunta obligada es si el voto de la pobreza a favor del PRI y sus satélites, es equiparable al beneficio tangible y medible que esperan recibir los que votaron a favor de lo mismo.

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La señal mandada por el gobernador de Veracruz de dar por cerrado el capítulo de las denuncias en contra de la corrupción y saqueo durante la gestión de Fidel Herrera y la suya propia, se hace acompañar del silencio de la Contraloría Superior de la Federación. A buen entendedor pocas palabras, de ahí que insista en que ya no hay nada que decir en torno al gobernante fallido. Seguir dándole vueltas a la noria sería necedad, pérdida de tiempo e infantilismo político. Si el pueblo acepta y confía en el borrón y cuenta nueva, que con su pan se lo coma.

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Pulso crítico

Enrique Olivera Arce 

El domingo próximo pasado se desató la parafernalia electoral que desembocará en la elección del 7 de junio. En cada una de las entidades federativas el proceso tomará cauces diferentes. De acuerdo al sapo será la pedrada sin perder su carácter atípico, nada será igual a experiencias similares en el pasado.

La sociedad mexicana ha cambiado y el régimen político que conocemos sigue siendo el mismo; los mismos rostros, las mismas mañas y la misma cauda de corrupción impune. No más empatía y correspondencia entre sociedad y un régimen político caduco y corrupto que ha perdido credibilidad y sustento social.

De ahí a mi juicio lo atípico del proceso electoral en curso. Ya no será la clásica contienda entre los partidos políticos que conforman la partidocracia para repartirse el pastel, este escenario quedó atrás con el cuestionado triunfo electoral de Enrique Peña Nieto y secuencia de desavenencias entre el poder formal y la sociedad.  Luego es de esperarse que partidos y candidatos hayan de confrontarse de principio a fin con una ciudadanía que ya hace sentir  el peso específico de la movilización social, el descontento y el hartazgo.

Habiendo permanecido ciego, sordo e insensible ante el cambio social, el régimen político y  la partidocracia se enfrentan hoy no sólo a su propia fecha de caducidad. La elección de diputados federales evidenciará la profundidad de su crisis de legitimidad frente a una sociedad que  por principio rechaza el más de lo mismo y que así lo hará sentir a lo largo del proceso.

A los dueños de las canicas las reglas del juego dispuestas para mantener secuestrada a la voluntad popular, pienso habrán de revertírsele. A mayor número de opciones electorales mayor dispersión del sufragio y, con ello también pulverización y dispersión de la base social en que se sustenta cada partido. Luego es de esperarse que ningún partido político en contienda alcance una sumatoria destacable de votos que le acerque a un mínimo de legitimidad democrática.

Si a ello se agrega abstencionismo, «candidatos independientes» y votos nulos, en su conjunto el espectro partidista en la elección del 2015 no alcanzará  más del 50% del padrón electoral vigente, quedando en minoría frente al resto de la sociedad.

Habrá ganador, la simulada democracia mexicana así lo dispone en las reglas del juego que no contemplan segunda vuelta, dándose por sentado que el PRI se levantará con el triunfo electoral, pero éste representará en la Cámara de diputados a una minoría de mexicanos que socialmente será insuficiente para legitimar objetivos y propósitos del presidente Peña por más control que tuviere del Congreso de la Unión.

Las primeras encuestas en el proceso electoral en curso, señalan que las campañas de partidos y candidatos inician con una intención del voto favorable al PRI. Con un 33 % de votos potenciales en el arranque el partido gobernante se enfrenta a un 67% de intención negativa fragmentada y dispersa. De continuar creciendo la falta de credibilidad y confianza, así como la percepción de inseguridad (67.9%) en la población, el 33 % a favor del PRI podría derrumbarse para terminar el 7 de junio con un escaso 20%, suficiente para un triunfo legal pero insuficiente para alcanzar el mínimo de legitimidad democrática requerido para frenar la caída en la aceptación de la sociedad de un Enrique Peña Nieto, que ya no resiente lo duro sino lo tupido.

El Sr. Peña y sus asesores  lo saben o lo intuyen. No es circunstancial que se valga del “partido del niño verde” para intentar construir mayoría en la Cámara baja. Siempre es sano y deseable tener la bacinica bajo la cama por lo que pudiera ofrecerse.

La mayoría dispersa, hombres y mujeres de a pie, en la calle y mostrando el músculo, antes y después de los comicios habrá de marcar la agenda en la vida política de la nación; frente a la escalada en la profundización de la movilización social de protesta y resistencia la partidocracia impotente, será incapaz de controlar y contener a una fuerza política que viene por lo suyo.

Renglón aparte del grado de incertidumbre social existente en torno al proceso electoral y sus resultados en las urnas, cabe considerar que cantidad y calidad de los candidatos participantes en la justa electoral son imagen y semejanza de los partidos que les postulan. La gente lo sabe, de antemano les descalifica y se prepara para actuar en consecuencia. Si se vota el 7 de junio no es por convicción de que las cosas van a mejorar y, mucho menos de que el proceso electoral tenga significado trascendente en la construcción de una auténtica democracia representativa. Se vota porque no hay de otra y  porque participar ejerciendo el derecho al sufragio es el pase de lista de cada mexicano comprometido con su país. Es hacerse presente como  primera fuerza política ante un régimen político tan sordo, ciego, caduco y corrupto, como incapaz de brindar esperanza y expectativas de cambio real para una sociedad frustrada que exige mejor destino.

Partidocracia versus sociedad, es la tónica. Peña Nieto y el partido gobernante  perderán ganando la elección. Difícilmente se recuperará en las urnas confianza y credibilidad en un régimen político que ya no da más. La revolución silenciosa y pacífica de un pueblo retomando el sendero democrático está en marcha.

¿Y Veracruz?

Respecto a la aldea poco queda por decir. La percepción generalizada es de una nueva y abrumadora derrota cuantitativa y cualitativa para el PRI. El Sr. Duarte de Ochoa y la quiebra de las finanzas públicas estatales bien se han encargado de ello sin medir las consecuencias.- Cd. Caucel, Yuc., 08/04/2015

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Sea quien fuere el o los responsables, la agresión que sufriera Eduardo De la Torre Jaramillo, candidato del PAN a la diputación local por Xalapa urbano, da una idea del nivel de incivilidad, intolerancia y nulo respeto para los electores, que alcanzara un proceso electoral amañado, desaseado y corrompido desde sus inicios, por decir lo menos en la entidad veracruzana.

Los varios meses de intercambio de lodo, agresión de palabra y obra a la inteligencia de los veracruzanos llega su fin. La elección del próximo domingo, a su vez punto de partida para la negociación de la sucesión del inepto gobernador Duarte de Ochoa, correrá la misma suerte que las campañas de proselitismo, expresiones antidemocráticas de un régimen que se quedara anclado en un turbio pasado.

Si asumo que la irrupción de la imagen del llamado “candigato Morris”, es expresión velada del descontento y el hartazgo de un importante segmento de la población ofendida, debo asumir entonces que en  la fiesta cívica no serán pocos los que en las urnas se inclinen a favor de un castigo ejemplar a una clase política que, salvo contadas y honrosas excepciones que el pueblo tiene presentes, se le identifica como corrupta, acomodaticia, simuladora y pedestre. El voto de castigo se hará presente y los ciudadanos cumplido su deber y ejercido un derecho electoral inalienable, festinarán con gozo el triunfo de la nulidad del sufragio.

Esta sería la lógica en la construcción de un escenario electoral y post electoral viciado y repudiado de origen. Más sin embargo, en una sociedad plural, con un muy bajo nivel de cultura política, no podemos hacer de lado al voto duro legal o extralegal, aquel que respondiendo a intereses personales y de grupo, sumiso e ignominiosamente de antemano otorga su voto al partido que como priístas de abolengo dicen  no sólo les da de comer, también la oportunidad de participando en el festín del triunfo esperado les ofrece no pocas oportunidades de enriquecerse a costa del erario y bien público, o en muchos casos, acaso migajas.

En este orden de ideas, es de esperarse entonces que la contienda electoral del 2913 en Veracruz, se resuelva entre el voto duro de los partidos y candidatos participantes.  Quien o quienes ganen  en esta confrontación, arrastrarán consigo la mancha de la ilegitimidad de un proceso electoral disputado entre minorías y diseñado y operado para someter a las mayorías.

Honestamente no puede esperarse otra cosa. Del total del padrón electoral vigente que para el presente año asciende a más de cinco millones de electores potenciales, menos de la mitad del total de sufragios se distribuirá entre los candidatos triunfadores y sus oponentes. El partido que se alce con el triunfo no obtendrá posiblemente ni siquiera el 20 por ciento del total del padrón.

Y si en suerte le tocara al PRI declararse ganador, el número de votos obtenidos pondría en evidencia la limitada legitimidad del Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa, gobernador y primer prísta de Veracruz, frente a una base social mayoritaria descontenta y harta de simulación.

Así lo quiso Fidel Herrera Beltrán, artífice perverso de un proceso electoral como pocos en la historia política de la entidad, en la que la falta de respeto a la inteligencia y voluntad ciudadana, ha sido la constante.

Puedo estar equivocado y ojala así sea, Veracruz no se merece ser arrastrado a la ingobernabilidad  por una clase política que no ve, no escucha y mucho menos percibe la dinámica de una sociedad que ya no quiere más de lo mismo.

Hojas que se lleva el viento

Como para los Shows de televisa, el saqueo de bodegas del PRI en Catemaco, Veracruz en las que se resguardaba desde electrodomésticos hasta dinero en efectivo,  presuntamente para ser repartidos entre la población el próximo domingo. Y aún hay más, no se lo pierda.

Y seguramente más de un partido o candidato se saldrá con su domingo siete burlando las reglas establecidas de la contienda electoral defraudando a la ciudadanía y a las aspiraciones democráticas. Está en su naturaleza, pero no hay porqué alarmarse, las mismas reglas vigentes establecen que de ser sorprendidos, tras un largo litigio legal todo quedará en una multa al infractor, algo así como estacionarse en lugar prohibido deliberadamente. Todo se arregla con dinero y este en política  no es problema, como se observa en los excesos de gastos de campaña de un candidato cuya  imagen aparece hasta en el papel con el que envuelven las tortillas.

Cumplamos con nuestro deber sufragando y a otra cosa mariposa.- Xalapa, Ver., julio 3 de 2013.

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J. Enrique Olivera Arce

Conforme se han ido dando a conocer en Veracruz las listas de quienes oficialmente están registrados para contender como titulares o suplentes en la elección de diputados locales uninominales y plurinominales, así como de alcaldes, síndicos y regidores para los 212 municipios de Veracruz, el consenso entre la ciudadanía crece y se manifiesta en amplios círculos sociales de la entidad: la elección del siete de julio próximo nada bueno dejará a los veracruzanos.

Las razones para aglutinar la opinión pública en torno a esta percepción, son más que obvias. No hay necesidad de atender a costosas campañas de proselitismo, analizar o confrontar propuestas y promesas de campaña, las listas de presuntos  hablan por sí mismas.  Rojos con piel de cordero y vestimentas azules, amarillas o naranja,  entremezclados con azules de hirsuto pelaje disfrazados de caperucita, todos formando parte de un espectro cromático difuso en el que destaca el gris al desnudo del engendro del pestilente y repudiado movimiento de los 400 pueblos.

¿Por quién votar? ¿Por los rojos, los azules, los amarillos, los naranjas? ¿O por el tendero de la esquina que haciendo de tripas corazón, a regañadientes hoy nos da fiado y mañana también? Difícil decisión por asumir en las urnas.

Hay quien dice, por el menos peor, en tanto otros de plano aseguran sufragarán a favor del voto nulo o, más pesimistas, un buen se inclina por no hacer de la fiesta cívica asunto de su incumbencia. Sin faltar los ingenuos que le apuestan a candidatos no registrados, sin parar mientes que con ello dispersarán el sufragio, favoreciendo a los que afirman con descaro que en democracia se gana por un voto.

Estando así las cosas en el peor cochinero político electoral de las últimas cinco décadas, qué se puede esperar entonces de aquellos que resulten triunfadores de este tianguis antidemocrático. Sí, antidemocrático porque a usted, a usted, al vecino y al de más allá, nadie les consultó sobre la idoneidad de tal o cual candidato. Las cúpulas partidistas, amén de quienes mecen la cuna, atendiendo a sus intereses simplemente dijeron: por estos vas a votar el siete de julio y la mayoría lo aceptamos sin chistar.

Nada positivo para el estado, sus ciudades y pueblos, la economía y el bienestar social y cultural de las grandes mayorías. Los ganadores se cebarán sobre los perdedores en el enlodado coliseo, prepararán su próximo salto previo engorde del cochinito, y a otra cosa mariposa. Unos quizá por tres años completos y los otros constitucionalmente premiados por cuatro.

Veracruz y sus nobles habitantes, seguirán siendo los paganos del aquelarre jarocho, obteniendo a cambio del voto estancamiento y retroceso económico, pésima infraestructura y servicios comunitarios, así como un acelerado deterioro de los niveles de bienestar social, con énfasis en los sectores más vulnerables.

Cuando reclamemos,  a tan espurio ramillete de representantes populares, la respuesta es también obvia: ¡Y yo porqué! ¡Que el de atrás o el que viene que pague la cuenta!

Luego entonces, ¿a que esperar?

Lo que no harán por nosotros tenemos que hacerlo por nosotros mismos. No hay de otra, o nos avocamos todos al rescate de Veracruz o nos llevan al baile las muchachas.

Un conocido líder empresarial de la capital veracruzana, a quien preguntara el porqué de la anemia económica de nuestra ciudad, fue tajante en su respuesta: “…el gobierno es el motor de la economía, si este se frena todo se estanca; si a proveedores de bienes y servicios no se les contrata o paga con oportunidad, se frena inversión y reinversión, se incrementan las quiebras, castigo al salario y despidos, y no queda más que acogerse a la informalidad. Es un círculo vicioso del que no hemos podido salir en los últimos años”.

Xalapa y los xalapeños no podemos seguir entonces cruzados de brazos a expensas de un gobierno estatal insolvente e ineficaz, tampoco asumiendo una actitud contemplativa ante el pésimo desempeño de una alcaldesa que le vale. Si las autoridades no hacen lo suyo, ¡que esperamos! Hagamos nuestro el rescate de nuestra ciudad, a rascarse con nuestras propias uñas, asumiéndonos como ciudadanos responsables en el hogar, el trabajo o en la escuela.

Tomemos en nuestras manos cada calle, cada colonia; que el trabajo solidario entre vecinos de a nuestra ciudad lo que el gobierno no le da.

Empecemos de manera organizada por poner la basura en su lugar, pintemos fachadas y enderecemos banquetas, rescatemos espacios públicos para solaz y esparcimiento familiar y racionalicemos el uso del agua, energía eléctrica y el automóvil. Lo demás, por añadidura, vendrá en respuesta a la participación organizada vecinal.

¡Qué esperamos!

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Hojas que se lleva el viento

Emotivo y merecido homenaje a dos grandes del periodismo veracruzano a cargo de la Red de Comunicadores Independientes que preside la Directora del semanario impreso “Abriendo brecha” Leonor de la Miyar Huerdo. Froylán Flores Cancela y Ernesto Rizzo Murrieta, paradigmas vivientes en pleno ejercicio del noble oficio de la comunicación de masas en la entidad, fueron objeto ayer martes de reconocimiento, amistad y gratitud por parte un buen número de tundeteclas y de algunos de los muchos amigos que, a lo largo de medio siglo, recibieran de ambos decanos la mano tendida siempre generosa y con singular afecto.

Un aplauso para los organizadores y mis parabienes para los homenajeados, con agradecimiento por sus enseñanzas y ejemplo a seguir como hombres de bien que con pasión y entrega pusieran su pluma al servicio de los veracruzanos todos. Xalapa, Ver., junio 5 de 2013.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

En la lucha contra la pobreza, “hay que ponerle calor militante, de compromiso: José Mujica, Presidente uruguayo.

Como lo he expresado de manera reiterada, el actual proceso electoral en Veracruz que desembocará el 7 de julio próximo con la elección de diputados locales y 212 ediles, no merece a nuestro juicio el mínimo de confianza. Es un verdadero cochinero antidemocrático y exhibe la crisis terminal de un sistema de partidos políticos en México rebasado por la realidad presente y expectativas de futuro de las mayorías. En congruencia, por tanto, no estamos ni a favor ni en contra de partidos y candidatos. Que con su pan se lo coman.

No obstante y dado el interés superior de Veracruz y en especial Xalapa, no deja de ser ajeno a mi preocupación el curso que toma el proceso a unos días de iniciadas las campañas de proselitismo de quienes aspiran a los cargos de representación citados.

Llamándome la atención la recurrencia a lugares comunes y slogans que no dicen nada a la ciudadanía, reflejando en forma y fondo que es más el interés de los aspirantes por alcanzar una migaja de poder, acceso a la manipulación ciudadana y manejo de recursos públicos, que un interés real por servir a los veracruzanos. Flaca caballada en contienda que en sus “elaboradas propuestas” y promesas de campaña, expresan pobreza conceptual y una franca miseria de conocimiento y capacidad para enfrentar la problemática de un estado y una ciudad capital cuya complejidad les rebasa.

Salvo algunas respetables excepciones que el pueblo conoce y reconoce, se percibe que los ahora candidatos o candidatas, están más cerca del triunfalismo sin sustento de quien ahora gobierna a la entidad y de quien en su carácter de alcaldesa de Xalapa, marchan de espaldas a una realidad abrumadora que habla de estancamiento y retroceso en todos los órdenes de la vida económica y social de la entidad, que de la más mínima intención y voluntad de cambio.

Así las cosas, no es de dudar que los resultados del proceso electoral arrojarán más de lo mismo, profundizando el estado de cosas que hoy prevalece en la sociedad veracruzana.

Es curioso, pero así es, nadie en campaña se ocupa de enmarcar propuestas y promesas en la estrategia de gobierno del presidente Peña y, por lo consiguiente, en el llamado plan nacional de desarrollo y su equivalente para el estado de Veracruz aprobado por el Congreso local.

Grave a mi juicio, las reformas constitucionales aprobadas por el Congreso de la Unión pasan necesariamente por el aval de las legislaturas locales y en nuestro caso específico por la diputación que será elegida el 7 de julio. Y ni que decir de su implementación en la célula básica de la administración pública a cargo de los alcaldes.

Tanto diputados como ediles actuarán por consigna y de espaldas a la ciudadanía en temas del mayor interés para la Nación. Su compromiso para con Veracruz es coyuntural y meramente circunstancial, en tanto que el cargo para el que serán electos, será apenas un escalón más en el encumbramiento político personal de los hoy aspirantes, en su mayoría “chapulines”.

La reforma laboral, la educativa, la de comunicaciones, y las que vienen en materia financiera, fiscal y energética, así como la cruzada peñista contra el hambre, no figuran en la agenda de campaña de los candidatos y candidatas. A lo sumo y de manera más declarativa que de compromiso, se hace referencia al combate a la pobreza y al abatimiento de desempleo, informalidad e inseguridad, sin ofrecer el como y con qué habrán de enfrentar tales fenómenos económicos y sociales en la entidad y en los 212 municipios veracruzanos, siendo estos temas los de mayor relevancia para las mayorías que pretenden representar.

En nuestra ciudad capital en donde clase política y medios de comunicación concentran con mayor intensidad las escaramuzas de  una guerra sucia sin sentido, se privilegia la exhibición de la mugre de los trapos propios y ajenos, evitándose o desconociéndose el carácter integral y multidimensional de la problemática de una ciudad que ya no da para más. El candidato de la coalición que encabeza el PRI, declara que el problema de la vialidad no frenará el desarrollo de la capital veracruzana, sin reconocer que el caos vial es consecuencia de la inviabilidad de todo proceso de racionalización y modernización de una ciudad que, por principio de cuentas, carece de plano regulador y visión de conjunto, así como de una iniciativa privada con serias carencias de iniciativa y disposición para invertir productivamente para generar empleos de calidad.

Xalapa está muerta y sus habitantes exigen sea resucitada. Ello implica no sólo cuantiosas inversiones en infraestructura urbana que hagan de las colonias colgadas de los cerros espacios habitables y seguros, se requieren además fuentes sustentables de trabajo, salarios remunerativos y, sobre todo, visión de futuro, compromiso y voluntad de cambio en sus autoridades. El qué, el cómo, el cuando, en donde  y el con qué, no se percibe en el discurso de campaña y mucho menos en slogans mediáticos que no dicen nada a los ciudadanos, salvo que nos espera más de lo mismo, o mucho peor en el caso de los xalapeños excluidos, a los que se les ofrece hoy una despensa o una lámina de cartón a cambio de pignorarles el futuro.

Y por si fuera poco, borrón y cuenta nueva. Los desmanes de Elizabeth Morales en su desempeño al frente de la comuna xalapeña, quedarán en el olvido. Corrupción e impunidad no se tocan, concluirá impertérrita su mandato y no hay candidato que le ponga cascabel al gato demandando rinda cuentas ante la justicia.

Frente a esta percepción me pregunto si vale la pena entrarle al juego del apapacho o descalificación de partido o candidato alguno. La respuesta es más que obvia, para quien esto escribe no vale ni tiempo  ni esfuerzo, ya los ciudadanos valoraran en su momento la calidad de su voto. De ellos dependerá apostarle al más de lo mismo o expresar su deseo y voluntad de cambio en las urnas.

La interrogante entonces la dejo en el aire: ¿De los candidatos impuestos por la partidocracia, alguno merece ser votado en respuesta a ese deseo y voluntad de cambio de la ciudadanía?

Hojas que se lleva el viento

Quien esto escribe y el semanario en línea “Pulso crítico.com”, se unen al cúmulo de felicitaciones que ha recibido el portal informativo “Crónica del Poder” con motivo de su quinto aniversario en la Red de redes, expresando nuestro sincero reconocimiento  a sus fundadores y sus actuales directores, Felipe Hakim Simón, Francisco Saucedo Ramírez  y Marco Aurelio González Gama, por su compromiso  para con el ejercicio de la libertad de expresión y servicio a la ciudadanía, agradeciéndoles su generosidad al brindar un espacio valioso a los maquinazos del suscrito.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

“Peña Nieto parece entender mejor que sus rivales en qué año vive. Y a qué mexicanos les está hablando”: Ciro Gómez Leyva

No hay dinero más caro que el que no se tiene, dice la conseja popular, lo cual podría aplicarse a la incipiente democracia en México, cuando se observa la pobreza de contenido del mensaje mercadológico de las ofertas de partidos y candidatos en la contienda por la presidencia de la República.

Unos más unos menos, lo que ofrecen al electorado nada tiene que ver con la realidad en la que se vive en un país dominado por la corrupción, pobreza y la desesperanza. El no contar con una democracia representativa auténtica y sustentada en la participación conciente y consecuente de la ciudadanía, resulta demasiado caro para un México que históricamente aplica grandes esfuerzos en su intento por salir del subdesarrollo.

A unos días de que inicien formalmente las campañas proselitistas, todo está listo para que el pueblo de México se vea bombardeado por spots televisivos, planas enteras en la prensa e intenso intercambio de lo mismo sesudos análisis de reconocidos politólogos, que trivialidades y lugares comunes. Todos partiendo de la premisa de que el mensaje a emitir va dirigido a un receptor inteligente, informado y pensante que, participando en el libre juego democrático, en su momento sabrá discernir si su voto está a favor de mercancía chatarra o a favor de una renovada esperanza sobre un futuro bonancible de progreso y bienestar para todos.

Lo cierto, salvo mejores opiniones, es que el México y los mexicanos electores potenciales al cual está enfocado el mensaje electoral a emitir, de acuerdo con lo aprobado por el IFE, no se corresponde con la realidad presente que la mayoría percibimos pero que políticamente no procesamos de manera consecuente.

Con índices de pobreza y pobreza extrema arriba del 40% de la población nacional, el subdesarrollo del país está  muy lejos del México ideal que nuestra clase política contempla, punto de partida éste para las campañas políticas de proselitismo que iniciarán el 30 del presente. Las promesas a ofertar habrán de referirse a un deseable futuro y no a un pasado y presente con atraso estructural no superado. Se reivindicará una ilusión y se guardará una vez más en el baúl del olvido reivindicaciones que en la memoria histórica nos remiten a una Revolución Mexicana interrumpida, desviada y traicionada en propósitos y objetivos de desarrollo con justicia social.

La modernidad como ilusorio escenario democrático de una sociedad del bienestar en un país que, históricamente, tiene como asignatura pendiente remontar el atraso y subdesarrollo que se pretendiera superar allá en los albores del siglo pasado por hombres y mujeres que ofrendaran su vida por un México mejor, más justo y más humano. Vana ilusión cuando en nombre de ese futurismo especulativo a que nos remiten partidos políticos y candidatos, se propone dar marcha atrás en lo que con sangre derramada fuera conquistado como irrenunciable, lo mismo en derechos individuales y sociales que en soberanía e independencia nacional.

Espejitos y abalorios artificiosamente envueltos en papel de seda, cuando es sabido que sin importar el ropaje, el mono, mono se queda.

Pareciera que me contradigo con lo ya expuesto en entregas anteriores sobre Andrés Manuel López Obrador, a quien considero guarda entereza, visión, esperanza y congruencia en sus propuestas. No es así. A mi juicio pese a considerarlo el mejor contendiente por la presidencia de la República, el político tabasqueño también parte de premisas falsas en el mensaje que emite a la ciudadanía; pecando de exceso de optimismo o ingenuidad, al estimar que el receptor de su propuesta electoral en su mayoría es un mexicano libre, informado, pensante, y dispuesto a sumarse al esfuerzo de transformación del país que propone, cuando la realidad indica lo contrario.

La libertad para manifestarse en las urnas, está subordinada a la necesidad creciente de un pueblo orillado a la pobreza y a la subcultura política de la simulación y el engaño. A mayor pobreza en el país, mayor es la posibilidad de que la presunta libertad se vulnere una vez más, sometiéndose la voluntad ciudadana a prácticas electoreras perversas como la compra del voto por partidos y candidatos. Prácticas que a su vez hacen nugatorio el propósito ideal de que la ciudadanía se exprese sufragando con información, conocimiento de causa y discernimiento sobre lo que más conviene al México real en el que en suerte nos toca vivir.

La sociedad mexicana está muy lejos del ideal democrático en que Andrés Manuel López Obrador sustenta su propuesta electoral. El  listado de candidatos de la Coalición de las llamadas izquierdas, tanto al Senado como a la Cámara baja, salvo contadas y respetables excepciones, son evidente reflejo del pantanoso y corrupto escenario antidemocrático nacional que precede a la campaña política formal del tabasqueño.

Ojala y no me equivoque en esto último ni se tome a mal interpretándose mis palabras como pedestre subestimación peyorativa de un pueblo que, pese a su condición de pobreza y pobreza extrema,  constantemente da muestra de fortaleza y amor a México. Pero no es posible ignorar una realidad que pesa y determina en todo proceso electoral, Cuantimás en el presente, en el que la corrupción, el dinero y no la libre voluntad del elector parece ser la constante en un régimen político agotado, en crisis terminal que ayuno de rumbo y visión de Estado, nos arrastra en su caída.

Ni el electorado en su gran mayoría es libre para expresar su voluntad en las urnas ni la política apunta a la construcción de una democracia representativa sustentada en la búsqueda del bien común. Ausencia de ciudadanía y perversidad política van de la mano. Sin participación en la toma de aquellas decisiones que le afectan y competen, el pueblo de México seguirá siendo rehén de la partidocracia rampante.

En política todo lo que se compra con dinero es barato, afirmaba cínicamente Fidel Herrera Beltrán, resumiendo una verdad insoslayable en la realidad del México de hoy. Lo que el electorado en respuesta al mensaje de partidos y candidatos debería expresar en las urnas es que la democracia no está en venta. Pero no puede hacerse de lado que la democracia simulada está al alcance del mejor postor. Y, desafortunadamente, todo parece indicar que  ésta última le resulta en extremo barata a un régimen político que ya no da más.

“Dinero mata carita”, paradigma de nuestro tiempo en el imaginario popular. El mensaje electorero a emitir, presuntamente parece apostarle a la imagen mediática de un México inexistente cuando la realidad indica que el partido y el candidato ganador será el que más dinero aplique a la compra de conciencias y voluntades de un inerme electorado que, a cambio, recibirá más de lo mismo: espejitos y abalorios como espejitos y abalorios nos ofertarán partidos y candidatos.

Hojas que se lleva el viento

Veracruz paradigma de capacidad de convocatoria en turismo gracias al Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa. Ni la misa oficiada por el pontífice Benedicto XVI en Guanajuato, con 640 mil asistentes, pudo opacar la multitudinaria afluencia de visitantes a la Cumbre Tajín 2012, la mejor, más vistosa y más ilustrativa de las profundas raíces de los veracruzanos, desde que se instituyera este evento como el más importante de la entidad. Y viene lo mejor: Semana Santa, festividad a la que se espera confluyan en nuestras playas más de cuatro millones de paseantes, incluido el turismo tradicional de jícama y horchata que es atraído con despensas y paraguas tricolores.

Mérida, Yuc., a 25 de marzo de 2012

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Cuando la población carece de información oportuna, suficiente, transparente y creíble, el rumor y la especulación se encargan de la construcción de percepciones diversas, contradictorias, hasta absurdas, en la opinión pública. Así que no debe extrañarnos el que, nos guste o no,  el tema de la seguridad pública ya esté en el ánimo de segmentos importantes de la sociedad veracruzana, no obstante que objetivamente la situación que se vive en Veracruz no se aproxima ni con mucho a la que priva en otras entidades del país, asoladas por un constante sobresalto resultante del clima de violencia que en estas se vive.

El crimen perpetrado en contra de un conocido matrimonio en Xalapa es motivo de comentarios, especulaciones y descabelladas teorías sobre su motivación lo mismo en tertulias de café que en los centros de trabajo o en el hogar de no pocas familias que relacionan el hecho casi de manera automática con el escenario de violencia que coloca a México entre los países más inseguros del orbe; magnificándose con el desgarre de vestiduras que se promueve en la entidad veracruzana con claro tinte y fines político electorales.

Generándose en la población una falsa percepción de inseguridad y temor fácilmente capitalizable políticamente en el marco de un proceso electoral atípico, ríspido y propicio para dar por sentado, sin el mayor análisis, que la elección del cuatro de julio habría de darse en medio de un clima de violencia e inseguridad para los potenciales votantes. Imponiéndose por sobre la razón un desagradable e inconsecuente “sospechosismo” en torno a intereses oscuros que con ello pretenden llevar agua a su molino,  o bien, “subvertir” el orden público como recientemente afirmara  el gobernador Herrera Beltrán.

Vale la pena entonces considerar que esto de las percepciones en el imaginario popular es bastante subjetivo y, aún más, relativo como para estimarse como algo absoluto.  Para hablar de inseguridad tendríamos que definir cual es la amenaza a la seguridad que se cierne sobre personas, sus bienes materiales, ó su status social y económico. Baste señalar que para la mayoría de los veracruzanos la principal amenaza social a su seguridad, no lo es aún la violencia delincuencial, organizada o común; por sobre esta se impone el desempleo y la pobreza, atentando de manera paulatina pero constante en contra de la seguridad personal y familiar.  Matan lentamente, casi sin sentir, esperanzas, expectativas de progreso y la propia vida, afectando de manera impactante a la presente y subsiguientes generaciones.

Los candidatos no lo ven así. Capitalizan el temor coyuntural infundado, diagnostican, denuncian, proponen, y la manipulación de las conciencias termina por imponerse.

Coincidiendo con quienes consideran que el asunto del incruento crimen debe manejarse con tiento, evitando su politización y partidización para no enrarecer aún más un proceso electoral en el que ya se dan manifestaciones de odio y encono, no puedo sino reconocer que el asunto ya se dirime en la arena política. No obstante considero que el tema  de la inseguridad, a partir del crimen en cuestión, no tendría la mayor relevancia en términos político electorales, si el tema de la inseguridad en Veracruz no estuviera inscrito en el falso escenario que, de manera reiterada tanto el Maestro Fidel Herrera Beltrán, el presidente estatal de su partido y el candidato a la gubernatura, Sr. Javier Duarte de Ochoa, mediáticamente han construido a partir de la idea de que en nuestra entidad “no pasa nada”.

Tanto se ha insistido en este idílico escenario, ocultando a la opinión pública información sobre hechos sintomáticos de un proceso de descomposición social al que no le es ajena la violencia criminal, que cuando hoy, dominados por la percepción de lo inmediato, nos vemos en la tesitura de tener que aceptar que la versión oficial sobre seguridad pública no se corresponde con la realidad; el rumor y la especulación cobran presencia política revertiéndose en contra de la idea que pretendieran vendernos desde la cúpula del poder estatal. Generándose un caldo de cultivo propicio para que los partidos políticos que se oponen a la alianza electoral que encabeza el PRI, capitalicen electoralmente indignación, descontento y rechazo ciudadano.

Fuentes dignas de todo crédito nos comentan que la tendencia a favor de Duarte de Ochoa en los círculos empresariales y  universitarios se está modificando, inclinándose a favor tanto de Miguel Ángel Yunes Linares, candidato del PAN y el PANAL a la gubernatura de Veracruz, como de Dante Delgado Rannauro, gracias a que estos reconocen la existencia de un clima de inseguridad en diversas regiones y sectores de la geografía veracruzana, manifestándose dispuestos a combatirla si son favorecidos en las urnas por la voluntad popular.

Pero esto no se queda aquí, la voluntad popular es veleidosa. El rumor y la especulación trasciende el ámbito electoral, cobrando fuerza la percepción entre círculos políticos, empresariales y de intelectuales, de que con el desgarre de vestiduras y partidización del hecho criminal que conmocionara a Xalapa, se prepara un “veracruzanazo” por parte del gobierno federal, en contra de la administración pública estatal que preside el Maestro Fidel Herrera Beltrán. Percepción que se apoya tanto en la reiterada intervención presidencial en la vida política interna de las entidades federativas, como en la declaración del gobernador en la que afirmara que los próximos 23 días serían los más delicados y difíciles de su carrera política.  “Si la primera autoridad en el estado escucha pasos en la azotea, es por algo”, se comenta.

Como si lo que aconteciera en Michoacán pudiera sin más repetirse en nuestra entidad, pero que deja entrever cierto grado de desconfianza y pérdida de credibilidad en un gobernador que próximo a su salida, se da aún el lujo de reiterar que cuenta con el 92 % de aceptación entre los veracruzanos, cuando el comportamiento de la ciudadanía en su inclinación político electoral a favor de partidos diferentes al del gobernante, indica lo contrario.

La sola idea de un presunto “veracruzanazo” es grave. Estaríamos hablando de una confrontación a fondo entre el gobierno de Calderón Hinojosa y el de Veracruz que, en términos electorales, confirmaría la idea de que los veracruzanos enfrentamos una elección de Estado. Si para la ciudadanía el IEV, árbitro de la contienda electoral en curso, carece de autoridad y credibilidad, el hacer extensiva tal percepción para con el gobierno responsable de la conducción social y política de Veracruz, sería el acabose, terminando por incidir y afectar la marcha del estado e indudablemente en el resultado de una elección que está ya a la vuelta de la esquina.

Luego un hecho lamentable, como el acaecido en nuestra ciudad capital y centro neurálgico de la política veracruzana, que no debería  juzgarse a priori más allá de un hecho aislado del fuero común, ni trascender más allá de su manejo por parte del ámbito de la procuración de justicia, adquiere una connotación política que no se puede minimizar ni desdeñar. Frente a una percepción ciudadana sustentada en el “sospechosismo” y que da lugar a tanto rumor y especulación, es de exigirse cuanto antes resultados eficaces, transparentes y creíbles, por parte de la Procuraduría General de Justicia del estado. Esperemos que así sea.

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