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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Teniéndose en alta estima al que paga, y entre mejor pague mayor mérito, diversos medios informativos descuidando a sus lectores no dudan en faltarles a éstos el respeto que se merecen, subestimando la inteligencia de aquellos a los que, en teoría, deberían servir. Cosas de un moderno periodismo-empresa en el que la censura y la autocensura tienen valor de cambio.

En este marco, es explicable, aunque en lo personal no justifico, el que con motivo del I Informe de gobierno del alcalde xalapeño, se oculten ineficiencias y carencias, destacándose la imagen de un Américo Zúñiga que, afirman, estando haciendo bien las cosas merece reconocimiento público y aceptación de los xalapeños. “A mí me trata bien, cosa que le agradezco, afirma el diputado federal perredista Uriel Flores Aguayo, haciendo eco de lo que la mayoría de la prensa oficialista difunde.

Lo que bien se guarda y se esconde tras la autocensura, es que la añeja problemática de la ciudad capital, desde tiempos de Reynaldo Escobar Pérez, seguido de David Velasco Chedrahui, Ricardo Ahued y Elizabeth Morales, no ha pasado de un simple manoseo mediático en el que un superficial maquillaje no basta para solucionar lo sustantivo de una ciudad que languidece en medio del atraso económico, carencias de infraestructura urbana, asentamientos irregulares, caótica vialidad y comercio informal, así como un palpable abandono oficial.

En el primer año de cuatro, con Américo Zúñiga al frente de la comuna, la tónica del gobierno municipal no ha cambiado. La pavimentación e introducción de drenaje en algunas calles o la “manita de gato” en parques y jardines, no es respuesta a una problemática que se incrementa con el desordenado crecimiento de la mancha urbana.

Lo más evidente en las “cuatro Xalapas” que conforman la capital veracruzana, es el problema de la seguridad pública, seguido de la basura, el comercio informal y la cada vez más complicada vialidad en la que toda calle es estacionamiento vehicular. Temas recurrentes a los que hace alusión la población en referencia a su vida cotidiana. Minimizándose la ausencia de un crecimiento urbano ordenado, así como la existencia de cientos de colonias periféricas cuyas calles siendo lodazales intransitables, en ellas se asientan humildes viviendas que careciendo de servicios básicos, hacen de sus moradores clientela electoral segura siempre dispuesta a entregar su voto a cambio de migajas.

No todo es responsabilidad única del alcalde en turno. Para el gobierno estatal Xalapa es el patito feo de Veracruz. Lo malo es que los dos órdenes de gobierno se tapan con la misma sábana, priorizando la proyección de imagen y no la búsqueda de soluciones reales a una problemática que rebasa su capacidad de gestión. Es más útil, para el gobernador y el alcalde, pagar por el silencio a modo, censura y autocensura mediática, que sentar las bases para un crecimiento y desarrollo sostenido. Nada extraordinario, siendo esto último el pan de todos los días, generó ya conformismo en una sociedad que exigiendo poco, muy poco recibe.

Hojas que se lleva el viento

El “buen fin” conspiró contra la tradicional alegría de las fiestas decembrinas. De la clase media “media” para abajo, el aguinaldo, cuando lo hay, apenas alcanza para pagar deudas contraídas en el jolgorio consumista pre navideño. Ya en pleno puente “Guadalupe Reyes”, ha caído como balde de agua fría la noticia de que el incremento al salario será más que insignificante, por lo que el inicio del 2015, es difícil, muy difícil, que a las mayorías les ofrezca torta bajo el brazo. Y en esas estamos, cuando el gobernador de Veracruz turna al Congreso local una iniciativa tendiente a eliminar la tenencia vehicular. Medida pensada para calmar las malas vibras de una clase media que haciendo verdaderos malabarismos para sostenerse en el alambre, ha retirado su simpatía, apoyo y aceptación al régimen duartista. No se pagará tenencia pero el impuesto predial para el año venidero se incrementa, así están las cosas y ni para donde hacerse.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

De acuerdo con las reglas del juego impuestas por la partidocracia, en materia electoral palo dado ni dios lo quita. Enrique Peña Nieto es presidente y no hay vuelta de hoja, por más que se compruebe a toro pasado que para asumirse triunfador de la elección presidencial del 2012, incurriera en falta al excederse en 12 veces el gasto de campaña autorizado. Con el estoque adentro sólo queda la satisfacción de que, en su oportunidad ante lo evidente una mayoría contestataria pusiera el grito en el cielo dándose por robada frente al fraude percibido.

Así que ni llorar es bueno. Sólo queda ante “el fraude”, ahora comprobado, del entonces candidato del PRI a la presidencia de la república, reconocer que de acuerdo a las reglas del juego vigentes su mandato es legal; pero no por ello es legítimo y, por tanto, obligado está el Sr. Peña a ganarse la confianza ciudadana con un buen desempeño.

Lo que obviamente no está haciendo al obtener en el corto tiempo de su gestión más rechazo que aceptación al imponer reformas legislativas presuntamente estructurales que, a más de impopulares, no están incidiendo positivamente en mejorías tanto en el orden económico como en un deteriorado tejido social dominado por la desigualdad, pobreza, inseguridad, corrupción y barruntos de gobernanza fallida.

Peor aún, la ilegitimidad de su mandato polariza a los mexicanos;  dividiéndoles más que acercarlos a un principio de unidad y consenso en torno a instituciones republicanas y políticas públicas, con el propósito de  impulsar crecimiento y desarrollo para salir del bache del subdesarrollo. En este escenario, las reformas aprobadas no aterrizan, perdiéndose oportunidad e ímpetus iniciales ahora reducidos a manido discurso reiterativo y ruido mediático que aleja más que acercar a la ciudadanía.

El lastre del subdesarrollo.

Tras cada traspiés legislativo y reforma planteada y aprobada, surge la necesidad de muchas más que den viabilidad a las primeras, mientras el país entero espera resultados que ni por asomo llegan.  Si bien no se le puede ni debe regatear sus hasta ahora exitosos logros en el combate a los varones de la delincuencia, éstos no son suficientes para tranquilizar el ánimo de la ciudadanía; descontento y hartazgo ya pesan más que los aún efímeros  resultados cortoplacistas del Sr. Peña.

El histórico rezago estructural se impone al ambicioso proyecto de modernización y consolidación neoliberal del mandato de un Peña Nieto  enfrentado  -parafraseando  a Vicente Fox-, hoy, hoy a la amarga realidad de patos por doquier disparándoles a las escopetas. El libre mercado como paradigma de su gobierno, no resuelve por sí lo que el lastre del subdesarrollo dependiente construye en el día a día de la pobreza y desigualdad, antes al contrario, lo agudiza.  A mayor valor de la riqueza producida, mayor en México es su concentración en pocas manos,  fórmula que traduciéndose en una  también mayor indefensión económica y social de un pueblo postrado y expoliado, hace nugatorias las reformas presuntamente estructurales por muy ambiciosas que estas sean.

Estado de derecho.

Para fortuna del PRI y sus micro satélites, la oposición perdida en sus propias contradicciones internas, dividida y confrontada en torno a las rebanadas del pastel que las reglas del juego le asignan, carece de fuerza, voluntad y autoridad moral y política para afrontar con energía lo que, en otros países medianamente civilizados sería motivo para desconocer el mandato presidencial. El excederse  en más de cuatro mil millones de pesos en gastos de campaña, además de ruin y escandaloso,  rompe con los principios de equidad,  legalidad y certeza de una elección presuntamente democrática. Con ello, el Estado de derecho se vulnera y hace de la impunidad regla de oro para un país sin ley.

Pero estamos en México. La ley es tan elástica como el titular del poder ejecutivo federal quiera y convenga. A estas alturas, Peña Nieto con el sartén por el mango, hace lo propio. Como también está en sus manos, sin oposición al frente, el ofertar a México en el tianguis internacional del capital. Está en su derecho, visto esto desde la óptica de las reglas del juego político de quienes son los dueños de las canicas.  Más no siendo legítimo, debe aceptarse que en la pseudo democracia representativa ante mirones de palo audacia es el juego  y al que no le guste es, en lenguaje coloquial, “su pedo”.

Y sobre estos últimos, que no son precisamente uno ni dos, vale la pena preguntarse si reconociendo la legalidad del mandato del Sr. Peña, pero convencidos de que carece del mínimo de legitimidad, estarían dispuestos a aceptar sumarse a un cuestionado liderazgo que más que pedir, exige e impone el peso de la autoridad para obtener magros consensos y unidad en torno a un proyecto económico y social del que se derivan reformas legislativas y políticas públicas contrarias al interés nacional y al espíritu del pacto social que el Estado mexicano se ha dado.

A toda acción corresponde una reacción.

Y en este marco, cabe preguntarse también cuál será la respuesta de una indignada, frustrada y lastimada ciudadanía  frente a las urnas en las próximas contiendas electorales,  a sabiendas del  carácter fraudulento y antidemocrático de éstas. Mi opinión es que seguramente no será favorable ni al PRI ni a sus candidatos, juzgados ya desde ahora como delincuentes electorales. Pero tampoco favorable al PAN o al PRD que cogobiernan, si es que tiene validez alguna aquella conseja popular que nos dice que tanto peca el que mata la vaca como el que le agarra la pata. Desde ya la balanza se inclina a favor de la abstención y el voto en blanco.

Salvo, claro está, que nuevamente nos falle la memoria. Estamos en México y esto suele suceder para nuestro infortunio como país,  con harta frecuencia.

Hojas que se lleva el viento.

Si algo caracteriza al Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa es su proclividad a ser políticamente inoportuno. Con la filtración de la información al diario local de mayor circulación en la capital veracruzana sobre el cese de dos connotados funcionarios públicos de primer nivel -por cierto muy cercanos anímicamente al ex gobernador Fidel Herrera Beltrán y públicamente señalados por su ostentoso enriquecimiento-, el Dr. Duarte le gano la de ocho a Peña Nieto y su celebración del 78 Aniversario de la Expropiación Petrolera. Fue mayor el interés que despertara en la opinión pública veracruzana el “manotazo” que todo lo que tenía que decir el Sr. Peña en Cosoleacaque.

-ooo-

El alcalde de la capital veracruzana está invitando a la ciudadanía a participar en los foros previos a la elaboración y, en su caso, aprobación del Plan Municipal de Desarrollo. Lo que en principio suena bien, abonando a las buenas intenciones del joven Américo Zúñiga, sin embargo surgen de inmediato dudas: ¿La invitación va acompañada del diagnóstico sobre la situación que guarda el Municipio de Xalapa, que a estas alturas ya debe estar sobre el escritorio del munícipe? ¿Con cuanto contante y sonante contaría el Ayuntamiento para financiar un plan de cuatro años? Estas y otras más que surgen cuando se habla de un ambicioso plan en el que deben considerarse el qué, por qué, para qué, cómo, quién, en que tiempo  y con cuánto.

Sin un marco de referencia que centre participación y debate, una vez más se estaría bordando en el vacío y tapándole el ojo al macho con una manifestación más de simulación. Tenemos no una Xalapa, sino cuatro, con necesidades reales y sentidas de primer orden  cuya prioridad es limpiar el cochinero existente antes que hablar de grandes y ambiciosos proyectos. ¿A qué orden de prioridades deben atender entonces los participantes en el foro?, partiendo del supuesto de que hay más deudas que dinero líquido en las arcas públicas municipales. ¿Lo explicitó el alcalde xalapeño al invitar a participar?

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J. Enrique Olivera Arce

Por elemental sentido común, para los no priístas debería valernos un cuerno lo que en la estructura y organización interna del PRI les compete a sus militantes. Si se conducen con espíritu democrático, o todo lo contrario plegándose a la imposición por dedazo de sus dirigentes y cuadros partidistas, es asunto de ellos en tanto no afecten como está de moda decir, a terceros sin vela en el entierro.

Ya bastante tenemos con soportar que como primera minoría el partido del presidente Peña nos lleve al baile sin invitación previa y formal, como era costumbre entre familias de bien en la sociedad decimonónica.

Lo que si es de nuestra incumbencia en tratándose de la vida interna del PRI, específicamente en Veracruz, es que el gobernador sin atender a razones, imponga como presidente del Comité Directivo Estatal del PRI ni más ni menos, que a una persona no grata para la sociedad xalapeña. Insisto, a los no priístas nos debe valer gorro más no por ello, deberíamos aceptar sin más que la primera autoridad de la entidad se burle de los habitantes de la capital veracruzana,  premiando a quien durante los últimos tres años agravió con corrupción, soberbia e insolencia a los xalapeños.

Tiempo ha que los xalapeños y quizá la mayoría de los ciudadanos de la próspera ínsula duartista, decidimos no aceptar seguir siendo tratados como menores de edad, minusválidos mentales a los que impunemente se les puede jugar el dedo en la boca. Luego si con su pretensión el Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa persiste en subestimar a sus gobernados, que con su pan se lo coma. En su momento, ya veremos si priístas o no priístas en las urnas otorgarán su voto a un partido en mala hora presidido por Elizabeth Morales García y su cohorte de arribistas.

Lo más lastimoso es que con la decisión del gobernante veracruzano, ignorando el pensar y sentir de la sociedad xalapeña, quién saldrá raspado es Américo Zúñiga Martínez, recien desempacado como alcalde de Xalapa, pues si se le está concediendo el beneficio de la duda es con la esperanza de que más temprano que tarde exhiba corruptelas y trastupijes de su antecesora, avocándose a enderezar entuertos heredados rescatando confianza, credibilidad y buena marcha de la ciudad capital.

Así sea de dientes para afuera, el agachar la cabeza y acatar el dar por saldado el déficit de buen gobierno que hereda, sumándose a la cargada a favor de Elizabeth para que esta se haga cargo de la conducción del PRI en Veracruz, de antemano se descalifica rechazando el beneficio que le otorgan sus coterráneos.

Su disciplinada actitud e inmerecidos elogios sobredimensionando el desempeño del gobernador, confirma el manojo de valores entendidos que desde aciagos tiempos de Fidel Herrera Beltrán, se construyeran para cederle a Elizabeth el paso a la alcaldía y él, confiado quedar en lista de espera para el siguiente período. Mal antecedente para quien se propone transformar a la ciudad que gobierna y que nos guste o no, sea de nuestra incumbencia o no lo que el PRI haga o deje de hacer, será la capital veracruzana la que pague nuevamente los platos rotos.

Calladito se hubiera visto más bonito. Pero como ya apuntáramos en maquinazo anterior, obligado está a intentar ser ducho alambrista para equilibrar afanes a favor de la ciudadanía y compromisos adquiridos con antelación ante el que se dice gobierna en Veracruz. Lo declarado en los medios, es su primer traspié en el alambre y aún le falta un largo trecho por recorrer.

Vistas así las cosas, el daño colateral a terceros afectados está a la vista. Luego aunque el sentido común recomiende lo contrario, si hay razón para ocuparnos y preocuparnos por lo que acontece al interior del nunca renovado viejo PRI. Ya veremos si en próximas elecciones pasamos la factura o le seguimos apostando al más de lo mismo.

Hojas que se lleva el viento.

El Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa perdió la oportunidad de conocer de primera mano el primer informe de resultados de Rolando Zapata Bello, gobernador de Yucatán quien contando con la presencia de la secretaria de turismo, representante personal del presidente Peña, así como de secretarios de estado, gobernadores, el Jefe de gobierno del D.F., legisladores y la plana mayor nacional del PRI, este domingo en el Centro de Convenciones Siglo XXI de la capital yucateca, dio cuenta de los logros alcanzados en los últimos quince meses por los tres órdenes de gobierno en esa entidad federativa. Seguridad pública, paz social, educación, investigación tecnológica, empleo, turismo, atención al campo, a los trabajadores del mar y a la micro y pequeña empresa, así como vialidad, infraestructura comunitaria, deportiva, cultural y de recreación familiar en el marco de finanzas públicas estables, fue lo destacado. Sin falsos triunfalismos, con  humildad, reconociendo los límites de la realidad de lo posible, Rolando Zapata convocó a la construcción de un nuevo pacto social de los yucatecos sustentado en la unidad, esfuerzo compartido y visión de futuro, dejando entrever el por qué Yucatán avanza con rumbo cierto, sin tropiezos de importancia, por el camino que sus habitantes reconocen como propio.

Lástima, al gobernador veracruzano le hubiera servido de mucho enterarse que la prosperidad se construye paso a paso, librando obstáculos en una realidad adversa y con hechos concretos que se reflejen en el bienestar de la gente..- Cd. Caucel, Yucatán, enero 19 de 2014.

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J. Enrique Olivera Arce

Desayunando con Elizabeth Morales en compañía de mis buenos amigos Felipe Hakim y Alfredo Bielma,  le hice ver a la alcaldesa de la capital veracruzana que para un alto porcentaje de la población, Xalapa empieza en la puerta de su casa, su calle o su barrio. La primera impresión con el contacto cotidiano de una realidad que no se puede ocultar conforma una percepción que, de tanto repetirse, da lugar a un imaginario popular que ó habla bien de la gestión de la autoridad edilicia, o en su defecto, todo lo contrario como viene sucediendo. 

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Mi bella Xalapa enpieza en mi calle

Naturalmente, la alcaldesa se queda con la percepción positiva, aduciendo que con menos recursos presupuestales ha superado en mucho a la gestión de Reynaldo Escobar, Ricardo Ahued y David Velasco, aclarando que recibió de éste último deuda pública que incluye obligaciones por cubrir resultantes de la bursatilización de las finanzas municipales. Esto merma la capacidad operativa al Ayuntamiento, destacó. 

Xalapa es otra muy distinta a la que recibí, afirmó Elizabeth, enlistando todo lo que se ha venido haciendo a favor de la imagen urbana, turismo, vialidad, saneamiento, recuperación de espacios públicos, etc., etc. 

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Esto, gracias a que la administración a mi cargo ha sabido bajar recursos complementarios de distintas fuentes federales, destinados a obra pública, mejora en la prestación de servicios públicos y promoción de turismo, entre otros rubros, afirmó. 

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Debe considerarse, aclaró, que tres años son insuficientes para resolver todos los problemas de una ciudad como Xalapa, cuyo diseño original se le opone a cualquier esfuerzo de modernización. Para Américo Zúñiga, la tarea será más fácil con cuatro años de administración.

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Por cuanto al problema de seguridad pública, vialidad vehicular y transporte público urbano y suburbano, el argumento aducido fue tajante. Ese es problema a resolver por el gobierno del estado. Policía y tránsito ya están fuera de la esfera municipal. 

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La argumentación de Elizabeth Morales, no descalifica  mi percepción. ¿Xalapa empieza en la puerta de nuestra casa, o no? De la respuesta a esta interrogante, es que a mi juicio se sustenta a su vez la percepción de cada xalapeño respecto a su ciudad y de lo que para el municipio y su cabecera es la imagen deseable.

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Por ende, de la opinión construida sobre la gestión de las autoridades para sacar a la ciudad de su atraso, pobreza y abandono, o de su indiferencia frente a la problemática de una ciudad que poblacional y territorialmente crece anárquicamente en medio del caos, dependerá la calificación que la ciudadanía otorgue a Elizabeth Morales, al día de hoy o al término de su gestión. 

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Puedo estar equivocado. Está en cada habitante del municipio y la ciudad capital, coincidir o no con mi percepción personal, sin perder de vista que cada quién habla de acuerdo a como le va en la feria ya que no se puede ni debe generalizar.  

No obstante, por lo que se observa y escucha, todo indica que para una gran mayoría de los xalapeños, sin distingo de clase social o ubicación en la mancha urbana, nuestra ciudad capital va de mal en peor, en demérito de la calidad de vida de la población y de las expectativas de inversión, creación de nuevas fuentes de trabajo y empleo. Amén de la pérdida de espacios públicos y entorno ecológico. 

La Sra. Elizabeth Morales está de salida. Los pequeños y grandes problemas que aquejan a nuestra ciudad capital, se quedan. La elección de un nuevo alcalde podría ser la oportunidad para sacar al buey de la barranca. Sin embargo, el clima de descontento y desconfianza para con la autoridad municipal que deja la joven alcaldesa, hace dudar de tal oportunidad, salvo la mejor opinión de la Dra. Zaida Alicia Lladó Castillo.

No está la solución en los políticos, es la opinión consensuada de un importante segmento de la población preocupada por el presente y futuro de la capital veracruzana. En lo personal estoy convencido de ello, sin la participación consecuente y responsable de una ciudadanía conciente, propositiva y exigente, Xalapa seguirá anclada en el atraso y abandono.

Cerrar filas solidariamente para hacer valer el nosotros en beneficio de todos por sobre el individualismo egoísta, personal o de grupo, es la tarea. 

Hojas que se lleva el viento 

Da tristeza escuchar opiniones en el sentido de que en la actual contienda electoral, el PRI será el triunfador en la mayoría de distritos y municipios de la entidad veracruzana, gracias a la compra del voto. Aquello de que «en política lo que se compra con dinero es barato», como lo expresara en su momento Fidel Herrera Beltrán, sigue vigente para muchos. Mil pesos por voto es una fortuna para quien no tiene para comer y una bicoca para el PRI, se argumenta, poniéndose ejemplos de cómo opera el tianguis electoral antes, durante y después de la elección. Honestamente espero se equivoquen y prevalezca en la ciudadanía un mínimo de honestidad y dignidad que por el bien de todos, salve a un proceso electoral más que cuestionado.

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El Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa, en pleno proceso electoral públicamente se sacó de la manga espacios adicionales en la matrícula de  la Universidad Veracruzana, beneficiando a más de mil  800 jóvenes rechazados. Plausible en términos de oportunidad para los jóvenes que aspiran a acceder a la educación superior, pero no se vale si se toma en cuenta el “Adéndum·” signado en el llamado Pacto por México. Todo a su debido tiempo. 

Lamentable también el que para ciudadanos informados del tejemaneje electoral, sea un secreto a voces el que  los integrantes del gabinete legal y ampliado del gobernador de Veracruz, estén asignados a distritos electorales específicos, como coordinadores responsables de la operación política al servicio del partido tricolor, en demérito de su función y de los recursos destinados a obras y servicios en favor de todos los veracruzanos. – Xalapa, Ver., junio 19 de 2013.

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J. Enrique Olivera Arce

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Peña Nieto y Javier Duarte

Puede más el glamour y la proyección de imagen que la sensibilidad política. Razón esta por la que el World Trade Center de Boca del Río,  se ha constituido de facto en la capital de Veracruz. Como centro neurálgico de la vida política y social veracruzana, ha desplazado de los reflectores a Xalapa que hoy por hoy, se le reconoce como la ciudad capital más atrasada y con mayores índices de abandono del Sur-Sureste de México. Tan es así que el presidente Peña, envuelto por el falso oropel de la parafernalia política de los veracruzanos, se tomó la libertad de identificar a la conurbación Veracruz-Boca del Río como la capital de la entidad jarocha, ignorando a la otrora conocida como “La Atenas Veracruzana”.

Lo que ya se tiene en la picaresca nacional como una pifia más del Sr. peña, a mi juicio no es otra cosa que una sutil y deliberada manifestación de ninguneo a quien conduce los destinos de Veracruz. Se trataba de una visita presidencial del más alto nivel para un gobierno necesitado de recursos y apapacho del gobierno federal y, como respuesta, el gobernador obtuvo un presunto desconocimiento de la geografía política de Veracruz por parte del presidente de la república.

El Presidente Peña vino a lo que vino como parte de su agenda de promoción e impulso a su reforma educativa, y no para manifestar su respaldo a un gobierno local con el que no se tiene química. Y así lo manifestó con su “pifia”, ignorando a  Xalapa, ciudad que le diera la espalda en la reciente elección.  No hay otra lectura, para el Sr. Peña el gobierno de Veracruz y la capital de la entidad  no están en su ánimo.

Como tampoco está en el ánimo de los xalapeños el que su ciudad no figure para el presidente Peña como la capital de una de las entidades federativas de mayor peso en el concierto nacional, a decir del Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa. Y, peor aún, que el gobernante se avergüence de la capital veracruzana siguiendo la misma tónica que sus antecesores, Miguel Alemán Velasco y Fidel Herrera Beltrán, dándole la espalda a nuestra ciudad.

Lo que queda como un pasaje anecdótico más de las pifias culturales del Sr. Peña, para Xalapa es medida del grado de deterioro y abandono en que hoy se encuentra tras una década de fallidos gobiernos municipales priístas. Nuestra ciudad no es merecedora a ser exhibida ante propios y extraños como la digna capital de Veracruz.

Y con sobrada razón. Ninguna otra ciudad capital en el centro y sur sureste de México ha recibido tan mal trato de los gobiernos priístas. Abandono e indiferencia por parte de las autoridades es lo que hemos recibido a cambio de la demanda ciudadana y eso tiene un costo político como ya se observa en relación a otra pifia, no del Sr. Peña sino del Dr. Javier Duarte de Ochoa.

No hay peor sordo que el que no quiere escuchar. El horno no está para bollos con una actitud crítica de los xalapeños que se extiende y profundiza, como para que el gobernante hubiera aceptado un nada desinteresado reconocimiento por parte de la  Asociación Mexicana de Editores de Periódicos (AME), “por su papel en garantizar la libertad de expresión”, a sabiendas de que el tema siendo una asignatura pendiente de su gestión no resuelta a satisfacción de la opinión pública estatal y nacional y, de paso, anuncia un relanzamiento de la recién creada Comisión Estatal de atención y protección a periodistas, aceptando de hecho que esta y nada ha sido lo mismo.

La indignación del gremio periodístico, pese al control ejercido por la Coordinación de Comunicación Social sobre los medios informativos, ante lo que se considera simulación y provocación por parte del gobernador, ha sido mayúscula y, precisamente coincidiendo con la visita presidencial y presencia en la entidad de la prensa nacional.

Tal ha sido el ruido, que lo tratado en el foro sobre educación que presidiera el presidente Peña, en todo Veracruz quedó en segundo término. Lo airado de la crítica en las redes sociales y notas informativas en medios independientes de comunicación, deja mucho que decir del nivel de aceptación que para los veracruzanos tiene el Sr. Dr. Duarte de Ochoa y su administración.

La expresión de indignación y rechazo ya le dio la vuelta al mundo y,  sin embargo, el gobernador no ve, no escucha, resbalándole sin más el tono de una  crítica que no le es favorable. Insistiendo en su negativa estrategia mediática de anuncios triunfalistas que ya no hacen mella en una opinión pública que no cree más en cuentos chinos. Lo que nos lleva a preguntar: ¿El Sr. Peña y la administración pública federal a su cargo, si se tragan el anzuelo?

Más temprano que tarde el tiempo nos dará la respuesta. Por lo pronto, en el terreno electoral el PRI, pese a ir prácticamente sólo a la elección de julio próximo, ya encendió los focos rojos. La descalificación del gobierno estatal priísta se hace extensiva al reciclaje de candidatos chapulines.

Hojas que se lleva el viento

Mucho ruido y pocas nueces. En los tiempos que corren, en Veracruz hasta un corrupto papanatas puede ser “premio nacional de periodismo”, luego no deberíamos sorprendernos de que un gobernador compre un reconocimiento y lo festine.  Si, indignarnos, preocuparnos y ocuparnos de la no solución de los grandes problemas que aquejan a la entidad. Estancamiento económico, desempleo, pérdida del valor adquisitivo del salario, economía informal, atraso social, baja calidad educativa, prensa entregada al mejor postor y deuda pública impagable, entre otros, debería tener mayor jerarquía en el orden de prioridades que el alimentar a una farándula política ávida de chismes, escándalos y bacinicazos. Xalapa, Ver., abril 7 de 2013

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J. Enrique Olivera Arce

¿Se está o no se está con el “Pacto por México”, es la pregunta que se le hace a la bancada del PRI en el Senado, tras el anuncio de Emilio Gamboa Patrón de que se pedirá la destitución del senador panista que ocupa la presidencia de la Mesa Directiva de ese cuerpo colegiado. Lo que mal empieza mal acaba.

Pero ese es otro cantar que dará mucho de que hablar.  Mi comentario de hoy versa sobre  la nada extraordinaria efervescencia en los círculos políticos en torno a la sucesión en el gobierno de la capital veracruzana.

Llama la atención que entre dimes y diretes, a estas alturas bacinica en ristre surjan acusaciones de actos anticipados de campaña, cuando ni siquiera se ha procedido por parte de los partidos políticos a la “consulta”  previa a la designación de candidatos a la alcaldía. Nada nuevo bajo el sol, la efervescencia político-electoral es el pan de todos los días de la clase política veracruzana, anteponiendo intereses personales y de grupo a los intereses más caros de la entidad y, en particular, de un municipio postrado que no encuentra su camino para salir del atraso.

Así, en tanto que los “adelantados” que aspiran a suceder a Elizabeth Morales, con nada que legalmente se los impida alzan la mano para decir públicamente yo quiero, en paralelo, con mayor autenticidad, la llamada sociedad civil viene poniendo sobre la mesa la discusión y debate en torno a los problemas más ingentes de Xalapa. Organizaciones no gubernamentales, con talante crítico y propositivo, expresan un legítimo interés por aprovechar la oportunidad del relevo para participar activamente en el diseño y conducción del rescate del municipio, independientemente de quien resulte beneficiado en julio próximo por el voto ciudadano. Esto al margen de colores partidistas, antes al contrario, tocando madera y poniendo en tela de juicio, que una vez más recaiga el gobierno municipal en manos de un político profesional.

Los políticos profesionales oyen pero no escuchan el clamor popular, lo mismo proveniente de los sectores más afortunados que los más desprotegidos y vulnerables. Ajenos a criterios técnicos de valía y a propuestas concretas de atención a necesidades reales y sentidas de la población, su interés es meramente clientelar, electorero y futurista.

Basta observar a los políticos “adelantados”, haciendo como que la virgen les habla, a lo suyo, recurriendo a lo que saben hacer: guerra sucia para descalificar a cuanto adversario de peligro contemplen se les pone enfrente. Absteniéndose de participar con seriedad en el debate ciudadano, convencidos de que la última palabra la tiene el que dicen manda en Veracruz y a ello está orientado el madrugador protagonismo; a la vez que propalan que la elección se gana con dinero no con ideas, propuestas y cercanía con los que pretenden gobernar. “No más un político profesional al frente de la administración municipal”, es lo que se escucha.

Caminos opuestos en un recorrido paralelo que desemboca en diálogos entre sordos y confrontaciones estériles. Ni la clase política escucha y entiende, ni la llamada sociedad civil logra hacerse escuchar y hacer entender a su contraparte que para abatir desigualdad, pobreza y falta de oportunidades, la ciudad capital y su entorno regional requieren de cirugía mayor para su desenvolvimiento y no más placebos cosméticos.

Recién el Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa, en una más de sus ocurrencias, declaró que su gobierno trabaja por generar más y mejores oportunidades para los veracruzanos. Posiblemente si, pero para los habitantes de la conurbación Veracruz-Boca del Río, o Tuxpan, joyas de su corona virreinal, porque para los xalapeños, las declaraciones del gobernador quedan en eso, simple verborrea que en nada beneficia a la otrora ciudad de las flores, por más esfuerzos mediáticos que se apliquen para mostrar el maquillaje urbano tras el que se oculta ineficiencia desinterés, y abandono.

 No mejora la calidad de vida para los habitantes de la capital del estado, no se observan medidas gubernamentales serias, de fondo y con visión de futuro para atender la demanda ciudadana. En la coyuntura Xalapa no destaca por la promoción del crecimiento económico y el empleo, camino para abatir desigualdad, pobreza y atraso.

De dientes parea afuera se hace ruido en torno al potencial turístico de la capital, como dinamizador de la economía municipal y regional, destacándose sus  fortalezas pero ignorándose debilidades que se ocultan bajo la alfombra. El maquillaje urbano que niega el interés del gobierno estatal por la dignificación de la capital veracruzana, es flor de un día. Son mayores las demandas de infraestructura urbana e industrial, empleo, salarios decentes, vialidad expedita, orden y seguridad, que todo lo que de positivo pueda tener el reconstruir algunas calles o el rescate de espacios públicos que, por cierto, bajo la óptica de la industria sin chimeneas no tienen el menor impacto.

Madrugar participando

Lo positivo del madrugar es que crece tanto la participación y organización ciudadana pugnando por construir unidad de propósitos, así como por encausar la voluntad colectiva para tratar de salir de un  marasmo que ya acusa décadas de inmovilismo y abandono.

En torno a fortalezas y debilidades gira el debate ciudadano, cada vez más participativo, consciente y sustentado, mientras en los círculos políticos se tunden unos y otros en busca del ansiado botín de cuatro años. Si México ya es otro, Xalapa no se queda atrás, está en el mismo paquete en cuanto a cuestionamientos críticos y fundados del quehacer gubernamental y de la clase política en que este se sustenta. El voto de castigo en la pasada contienda presidencial es apenas la cúspide visible de un iceberg de múltiples vértices y aristas.

Tras el silencio y el rumor soterrado, aparente indiferencia y desinterés ciudadano, la legítima preocupación y deseo de participar, anida en cada vez mayor número de xalapeños que buscan organizarse para hacer valer su voz en el momento propicio. Los adelantados en la misma tesitura que autoridades y partidos políticos, ni lo ven ni lo escuchan, a tambor batiente dan por sentado que tienen a Xalapa en un puño.

No sería nada extraordinario que en julio próximo quede en evidencia que ni la parafernalia dispendiosa de las campañas políticas, el gran dedo elector, el clientelismo tradicional en las colonias más humildes colgadas de los cerros y barrancas, o la compra del voto, fueron suficientes para contrarrestar conciencia y voluntad de cambio de una población organizada. En ello debería pensar el racimo de “adelantados” que avivan cotidianamente el mal endémico de la política electoral.

Hojas que se lleva el viento

El presidente Peña ya dio a conocer su largo listado de buenos deseos que presentara a los reyes magos. Toca ahora al Congreso decir con qué ojos mi querido tuerto, y al gabinete informar del cómo materializarlos en escasos seis años. Por lo pronto como anticipo navideño el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP) ya apuntó que prometer no empobrece…

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No más mentiras sobre el creciente endeudamiento de la administración pública veracruzana, pide el gobernador Duarte de Ochoa. Lo bailado nadie nos lo quita reza la propaganda oficial. Así que a otra cosa mariposa que el que nada debe nada teme.

 

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Tianguis Avenida Orizaba. Xalapa, Ver.

Considerándome una víctima más del desorden urbano que priva en nuestra entrañable ciudad, estoy de acuerdo en que poco o nada hacen las autoridades municipales por resolver un problema administrativo, como el reglamentar el ambulantaje escuchando la opinión de los terceros afectados. Más no puedo estar de acuerdo en que, como algunos señalan, deba recurrirse a la fuerza de la autoridad para “acabar con la economía informal” que, en Xalapa, se hace presente en los tianguis, mercados sobre ruedas y puestos callejeros. Todo el peso de la ley, claman con criterio represivo y sin mayor análisis, pretendiendo hacerse eco de la opinión de la mayoría, cuando en realidad hablan en nombre de una minoría que se ve afectada en sus intereses económicos.

El fenómeno del “ambulantaje” o comercio callejero,  es expresión de otro, más profundo de orden económico, social y, por ende también de competencia política, como lo es la economía informal, en una sociedad que se manifiesta incapaz de proporcionar al ciudadano empleo remunerativo o, en su caso,  alicientes para ganarse la vida honestamente dentro de una formalidad regulada por leyes, reglamentos, códigos, usos y costumbres. Lo que habría que preguntarse entonces es porqué la economía informal crece en demérito de la bien entendida formalidad, antes de someter a la picota pública al “ambulantaje”.

La respuesta no es, sin duda alguna, el que la autoridad lo permite. En este caso específico, el Ayuntamiento xalapeño presidido por Elizabeth Morales.

Es demasiado simplista el considerarlo así, cuando en la capital veracruzana se acusa un alto grado de desigualdad, pobreza y remuneraciones salariales deprimentes para quienes tienen oportunidad de estar empleados, sin que ello necesariamente sea responsabilidad, sin distingo partidista,  de la autoridad edilicia o del próspero gobernador en turno. Vamos, ni siquiera del “presidente del empleo” al que hoy juzgamos por los pésimos resultados de su gestión. Es un problema estructural más del subdesarrollo que se viene arrastrando históricamente y que, en los años que corren, se agudiza como consecuencia de un crecimiento prácticamente nulo de la economía nacional.

La economía informal no es un fenómeno nuevo, viene de muy atrás, una veces por una mala costumbre heredada, otras por evasión al fisco deliberada o por ignorancia y, las más, simplemente por necesidad. En nuestra ciudad como en muchas otras, las razones se entremezclan generando en los hechos una competencia desleal para quien se acoge a la formalidad lo mismo en la producción y distribución de bienes y servicios, que para el contribuyente cautivo que por desempeñar un trabajo remunerado ve mermado su salario por contribuir obligadamente al fisco y la seguridad social.

La responsabilidad de las autoridades reside, en todo caso, en no saber, no poder, sujetarse a compromisos políticos creados, corrupción ó no querer tomar al toro por los cuernos aceptando la realidad y actuar en consecuencia, para ordenar un fenómeno económico y social por ahora inevitable, privilegiando el bien común evitando la afectación de terceros.

Pero también, y no dejaré de insistir en ello, es responsabilidad de todos. Tenemos la ciudad que nos merecemos dejando hacer, dejando pasar en tanto no se afecten nuestros personales o familiares intereses. Más allá de la consideración de fondo, a la economía informal contribuimos todos, bien como ofertantes, que como demandantes de bienes y servicios al margen de la formalidad, bajo el supuesto real o virtual de que así conviene a nuestro bolsillo.

Sin una demanda real, justificada ante una mejor oferta en términos de disponibilidad, calidad y precio al alcance del bolsillo de las mayorías, tianguis y mercados sobre ruedas no tendrían razón de existir en nuestra ciudad.  No se ignora que, en el caso de los mercados sobre ruedas, la oferta de productos perecederos procedentes de otras regiones del estado o fuera de este, responde a las necesidades y disponibilidades económicas de las amas de casa. Suprimirlos por disposición de la autoridad sería absurdo, mal visto y contrario al interés de la mayoría.

Son más los ofertantes y demandantes de escasos recursos que se benefician de la economía informal que los que tienen oportunidad y capacidad para desenvolverse en la formalidad. Y tan lo sabe la autoridad municipal que lo capitaliza electoralmente manipulando, tolerando desorden y corrupción, pero también callando las razones últimas por lo que se da el fenómeno de la economía informal. En una ciudad pobre como Xalapa, no hay empleo ni capacidad real de compra en la mayoría de quienes habitamos en la capital de Veracruz, tampoco inversión pública y privada para revertir el fenómeno.

Lo hemos dicho, contamos con una iniciativa privada carente de iniciativa para emprender negocios productivos generadores de empleo remunerativo. Tampoco disposición para pagar salarios dignos. Por ahí habría que enfocar el fenómeno de la economía informal en nuestra ciudad y, de paso, de nuestro estancamiento.

No caigamos en el juego de la simulación, Xalapa es una ciudad de pobres, con gobernantes, políticos y comerciantes prósperos, aceptemos las cosas como son, exigiendo, eso sí, que la autoridad ordene el uso de espacios públicos para tianguis y mercados sobre ruedas, escuchando a quienes se sienten afectados. Podría mejorar un poco nuestra ciudad y otro tanto la imagen de una alcaldesa que no ha sabido ganarse la buena voluntad de los gobernados.

Hojas que se lleva el viento

 “Ese fantasma que muchas veces gira sobre la imagen de Veracruz, que no tenemos recursos, que estamos quebrados y no sé qué tantos rollos más,  que nada tiene que ver con una connotación política, pero queda claro que a pesar de condiciones complejas, Veracruz va para adelante, sigue construyendo su futuro, desarrollando su infraestructura y cumpliéndole a la gente con programas importantes”: Javier Duarte de Ochoa.

Menos mal que el fantasma que recorre Veracruz de noche como de día, es sólo eso, rollo insustancial. Si tuviera connotación política el PRI no gobernaría a la entidad ni habría tema para un periodismo crítico creador de fantasmagóricos rollos. O quien sabe…

 Por cierto, Veracruz es una cosa y su gobierno otra muy distinta.

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En Perspectiva

J. Enrique Olivera Arce

Podemos ir en paz. La bufonada electoral, por lo que toca a las instancias estatales, ha concluido. Contamos ya con gobernador, diputados y alcaldes electos y una vez más el respetable tras ser burlado por la partidocracia se da por satisfecho. Cada quien, solo o con su cada cual, puede ya reincorporarse en sus respectivas comunidades a sus actividades habituales, con la satisfacción del deber cumplido.

Por lo que toca a quienes residimos en la oficial aunque no de facto capital de Veracruz, a seguir disfrutando del atraso, la anarquía, los baches, las pésimas autoridades municipales, y los salarios de hambre y nulas prestaciones que nuestros empresarios cuentachiles le recetan a la mayoría de sus colaboradores de tienda.

Panorámica de Xalapa

Hace algunos meses afirmé que Xalapa es ingobernable. Nuestra flamante alcaldesa electa, Elizabeth Morales, no logra convencerme o convencernos de lo contrario. Ajena a nuestra cotidiana realidad y más preocupada por mantener en alto su imagen personal, en una campaña mediática que no cesa, la agraciada damita se mantiene en su dicho, la verborrea mata congruencia. Cuando los xalapeños únicamente piden agua potable, drenaje y saneamiento, seguridad pública, transporte público decente, y un sistema vial que contrarreste las limitaciones de calles y avenidas diseñadas para carretas, en su constante bla, bla, bla, pretende convencernos de que en tres años de gobierno accederemos al primer mundo.

El Municipio le queda chico. Convencida de que tiene tamaños para llegar a gobernar a Veracruz, habla y habla sobre como transformará a la capital veracruzana en un vergel agropecuario; centro industrial, comercial y turístico de primer orden; ciudad del conocimiento, y una renovada “Atenas” cultural, cuyo intenso color rojo le distinga de entre todas las metrópolis del orbe.

Alimentado su ego por la falsa apreciación de que fue electa por la voluntad mayoritaria de la ciudadanía xalapeña, Elizabeth no logra, o quizá ni lo intente, poner los pies sobre la tierra. Xalapa hoy por hoy, es ingobernable, insisto. El divorcio entre ciudadanos y autoridades es evidente. El Ayuntamiento hace como que gobierna y la población hace y deshace como si no existieran autoridades. El “tontín del palacio de enfrente” va en una dirección, la que le marca su todopoderosa familia, y la población marcha en contrario. Eso sin contar con la ineludible topografía de lomas y barrancos en que se asienta la ciudad, la escasez de presupuesto para atender la demanda ciudadana, y la carencia absoluta de un plano regulador que establezca un mínimo de orden y racionalidad a la expansión de la mancha urbana.

Ya no digamos la maraña de intereses políticos y clientelares que auspician el arbitrario sistema de transporte público, ejercicio del comercio informal, talleres en la vía pública, invasión de terrenos, asentamientos irregulares en zonas de riesgo, pandillerismo, basureros a cielo abierto, deforestación de nuestras ya muy reducidas áreas verdes,  y un largo etcétera, etcétera. Intereses que cobrarán factura a nuestra joven damita en comento, porque en ellos se apoyó para medrar electoralmente con la pobreza de miles de xalapeños que habitan en ya varios cientos de colonias colgadas de los cerros.

Si bien le va, y a nosotros, los sufridos xalapeños también, entre los muchos logros por alcanzar en apenas tres años, será el rescate de Xalapa como capital de Veracruz. No más “Trade Word Center” en Boca del Río y, para ello, tendrá que contar con la aquiescencia de Javier Duarte de Ochoa, virtual próximo gobernador, para el cual Elizabeth no es santo de su devoción. El que la campaña de la hoy alcaldesa electa haya sido apoyada por empresarios panistas que auspiciaran el voto en contra del Dr. Duarte de Ochoa, no se olvida.

Quedan algunas semanas para que Elizabeth Morales entienda que debe bajarse del ladrillo, tome conciencia de la realidad de una ciudad que no le ve con simpatía y, para cuando tome las riendas del municipio, acepte que gobernar no es repartir despensas.

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