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Pulso crítico

Enrique Olivera Arce

Me pregunto si para aquellos que en la elección para gobernador de dos años votaran por la alianza PAN-PRD, cifrando sus esperanzas en un cambio orientado al rescate de una administración pública quebrada por un gobierno corrupto y fallido, hoy a cien días de la toma de posesión del Sr. Miguel Ángel Yunes Linares estos mismos electores guardan las mismas expectativas de cambio y de progreso con las que concurrieran a las urnas el año próximo pasado.

La respuesta está a flor de labios de estos esperanzados electores. Sólo ellos podrán afirmar a ciencia cierta, si su voto contribuyera a un cambio tangible en propósitos y objetivos del gobierno de la alternancia, o, por el contrario, su respuesta es negativa.

Empero, más allá de la respuesta explícita, para el observador cuenta lo que se percibe; más si se considera que socialmente toda percepción conlleva un alto contenido político que por sí mismo refleja el estado de ánimo de la sociedad. Y, en este caso concreto, todo pareciera indicar que existen más dudas que respuestas. El gobierno de la alternancia no responde aún a las expectativas de esa minoría social que sufragara a favor de la alianza y éstas se mantienen a la expectativa,  estando muy lejos de respaldar el quehacer de la administración en lo que va del mandato del Sr. Yunes Linares.

El beneficio de la duda que inspirara en la gente un nuevo gobierno dispuesto a imprimir cambios significativos en la tarea de rescatar a la administración pública veracruzana, se diluye e incluso, los partidos políticos que como tales llevaran al triunfo electoral a la alianza expresan públicamente más escepticismo que confianza; las dirigencias partidistas tanto en el ámbito nacional como en la aldea, guardan silencio y están dejando solo en el atolladero al gobernador al imponerse una ominosa realidad por sobre expectativas y esperanzas.

Más ahora, ya inmersos en el proceso electoral en el que los intereses personales y de grupo pesan más que interés y voluntad política de un gobernante empantanado en sus propias contradicciones. Miguel Ángel Yunes Linares está solo tanto en su combate contra fantasmas del pasado que en la difícil tarea de gobernar.

Se dice que ello es resultado de su estilo personal de gobernar, que está en su naturaleza pelearse contra todos y por todo. En justicia habría que insistir que por encima de tal consideración, están los factores adversos que, lo mismo en el entorno internacional que nacional y sin duda en nuestra propia entidad federativa se oponen a un terso rescate de la administración pública veracruzana; a todos consta que la federación respalda a Veracruz de dientes para afuera, dejó hacer y deshacer a su antojo a la pandilla de depredadores y hoy consiente impunidad y olvido forzando al gobernador a aceptar que en el régimen político vigente todo cambio es para permanecer igual.

Igualmente me pregunto si las mayorías que votaran en contra de la alternancia, lo hicieran para mantener el statu quo apostándole nuevamente al dejar hacer dejar pasar o, por el contrario, conscientes de que con la alianza Pan-PRD el esperado cambio y rescate de la administración pública estaría vedado, saliendo de guatemala para entrar a guatepeor. Esto sin contar en que para muchos el sufragar en contra, inercialmente mantendría la hegemonía priísta en la innoble tarea de gobernar saqueando pero salpicando.

El cómo esta mayoría lo mismo se mantiene indiferente que apostándole al más de lo mismo,  aceptando sin chistar las candidaturas partidistas a los gobiernos municipales que notablemente apuntan hacia un retorno al pasado, también para el observador se percibe poco o nulo respaldo al gobierno de la alternancia como opción de buen gobierno, manteniéndose al margen o bien, socavando con su silencio, en el mejor de los casos, la tarea que se echara a cuestas el gobernador de dos años.

Si esto es así, tanto para la minoría como para las mayorías, la base social de apoyo y respaldo en que se sustentaría el gobierno de la alternancia, a cien días de mandato para efectos prácticos podría afirmarse que es nula; cayendo en suelo estéril la semilla de unidad, compromiso y esfuerzo solidario que el gobernador reclama de la ciudadanía.

Cada quien para su santo, es la tónica dominante en el seno de una sociedad escéptica que aún no logra asimilar el cómo es que dejara que una pandilla de delincuentes diera al traste con una administración pública, arrastrando consigo a toda la entidad.

Así las cosas, pasarán otros cien días y otros más sin que el ansiado cambio y rescate se concrete; antes al contrario, el pronóstico es que las cosas irán para peor, incrementándose el deterioro político, económico y social en demérito de gobernabilidad y gobernanza en la entidad y, por lo consiguiente del bienestar de los veracruzanos. En todos está el dejar hacer dejar pasar nuevamente, o hacer posible el cambio desde abajo gobernando con una participación responsable a quienes gobiernan. Llegó la hora de rescatar la política y con ello la democracia representativa. Mañana será demasiado tarde.

El que calle hoy no tendrá cara para reclamar mañana.

Hojas que se lleva el viento

Histórico.  Para Ripley, la mayoría en el Congreso Veracruzano le dijo no a la solicitud del gobernador  de reestructuración de la deuda pública. La razón se impuso por sobre el voluntarismo de Yunes Linares complicando el arranque del gobierno de la alternancia.

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Escudado en un mediocre y triste desempeño como senador de la república, Héctor Yunes Landa más en un afán protagónico que con la intención de aportar algo positivo a la turbulenta vida política de la entidad, sin más  y en referencia a los primeros cien días del gobierno de la alternancia, afirma que a Veracruz le iba mejor con Javier Duarte. A él sin duda, para los veracruzanos tal aberrante aseveración sonó, con perdón de mis cuatro lectores, como mentada de madre. Por muy que el gobierno de Yunes Linares apunte a ser una administración fallida más, no puede comparar ésta con el inmisericorde saqueo impune, cinismo y desvergüenza del fidelismo-duartismo sin pecar de demagogo. Y aun así guarda la absurda esperanza de alcanzar en el 2018 la nominación como candidato del PRI al gobierno de la entidad. Aunque como andan las cosas de descuajaringadas en el seno de la partidocracia, todo es posible.

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Y a propósito de la partidocracia, en su expresión aldeana en su momento señalamos que el Movimiento de Regeneración Nacional al transformarse en partido político aceptaba tácitamente someterse a las reglas del juego de los dueños de las canicas, sumándose al juego de la partidocracia, sus contradicciones, mañas y trastupijes electorales, renunciando a sus orígenes. Lo que se observa en su participación como instituto político de interés público en el proceso electoral en curso, confirma nuestra aseveración; Morena, con sus asegunes,  ya es un partido más, bailando al ritmo de la descomposición política en la que Veracruz es nítida expresión del “desmadre nacional” de un régimen político que pide a gritos ser colocado en el basurero de la historia.

Xalapa, Ver., marzo 15 de 2017

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Los rumores corren y el malestar aumenta. Duarte ya no es gobernador, la relación con sus gobernados está agotada, carece de credibilidad y de capacidad de diálogo y de maniobra para atemperar la crisis que él mismo propiciara, es la versión que se escucha lo mismo en la calle que en los círculos políticos y periodísticos, en tanto que se afirma que quien resulte ser el sucesor del gobernador fallido no estará en condiciones de enderezar el entuerto heredado, empezando por la liquidación de adeudos a la UV, contratistas, proveedores, prestadores de servicios, escuelas, becarios, pensionados, profesores, músicos e incluso a servidores públicos de nivel medio para abajo.

Si no se paga esta deuda contingente en lo que resta del año, ésta podría no ser reconocida por el gobernador de dos años, se comenta con insistencia.

Cuando el río suena, es que agua lleva, reza la conseja popular, por lo que lo que por ahora es rumor que anida en el imaginario colectivo, podría desembocar en una angustiosa realidad y en no pocas explosiones de inconformidad fuera de control. Nada deseable esto último, pero no puede echarse en saco roto.

No puede hacerse de lado que rumor genera percepción y esta, en política cuenta.

Lo que más allá del rumor se considera como una realidad objetiva, es que el clima de incertidumbre que tiende a generalizarse, está afectando a un proceso electoral que de por sí arrastra vicios de origen. La credibilidad en partidos políticos, precandidatos, candidatos y hasta en las instituciones electorales, está dañada y tiende a deteriorarse aún más entre los votantes potenciales; haciendo nugatorios esfuerzos y recursos aplicados a las campañas de proselitismo internas y externas, a la par que afirma la convicción de que la única manera de que el PRI de Héctor Yunes Landa gane la elección de gobernador y diputados locales, es la reiterada fórmula del compra de votos y conciencias en los sectores más vulnerables de los partidos opositores y de la población en general. Para eso si hay dinero, se afirma, poniéndose en duda tanto la legalidad de los comicios de junio próximo como la certeza de que con el cambio de estafeta las cosas cambiarán para bien en Veracruz.

Escenario nada grato tanto para nuestra incipiente democracia, ahora secuestrada por la partidocracia, como para aquellos que aspiran a gobernar a Veracruz. Marco dentro del cual habría que incluir la pésima opinión que los veracruzanos tenemos de un Congreso local que, de manera reiterada, por comisión u omisión ha sido cómplice del gobernador Duarte de Ochoa en sus trapacerías y pésimo mandato.

Así las cosas, los comicios de junio en Veracruz no serán los que el Sr. Peña espera como respaldo tanto entre gobernadores como en la Cámara de diputados a su multicuestionado proyecto transexenal. Más que plebiscito de aceptación y respaldo, el tiro podría salir por la culata. El reservorio de votos que se dice existe en Veracruz podría no ser tal en la magnitud esperada y si, exhibir que el descontento y el hartazgo pesan más que estructuras y estrategias partidistas.

La escalada de violencia criminal crece y el saqueo impune a las arcas públicas también. ¿A cuánto social y económicamente ascenderá el daño al final del sexenio duartista? La interrogante está en el aire, justificando el clamor popular que diciendo basta, pide la renuncia de Javier Duarte. Peña Nieto tiene la palabra. ¿O seguirá haciendo como que la virgen la habla en tratándose del gobierno fallido de Veracruz.-

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Javier Duarte de Ochoa

Javier Duarte de Ochoa

Tras un prolongado y madrugador pre proceso electoral 2016, formalmente arranca la contienda por la absurda minigubernatura de Veracruz que, de manera arbitraria, el congreso local le aprobara a Javier Duarte. Pre proceso que entre otras cosas, a más de desgastante, se viera descarrilado por el propio gobernante en su afán de dar continuidad al proyecto transexenal de Fidel Herrera Beltrán. A ello se suma el estira y afloja en torno a la designación de candidatos a la diputación local que entre otras cosas, habrá de calificar la elección de gobernador.

En consecuencia y en congruencia con usos y costumbres veracruzanos, toda la atención de la llamada clase política y por lo consiguiente la prensa de la entidad, está puesta en el proceso que iniciando el pasado lunes está arropado por un clima negativo de especulación, chismes y rumores, lo mismo al interior de los partidos contendientes que al exterior de éstos. Bombardeando con dimes y diretes a un electorado potencial que, por principio mirón de palo, se mantiene al margen alimentando lo mismo desconfianza que rechazo a una actividad político electoral que no le merece credibilidad.

Incredulidad, desconfianza y rechazo que se ha ganado a pulso una partidocracia simuladora y rapaz, alejada de los intereses más caros de una ciudadanía que no se siente representada en la toma de decisiones que le competen.

Aspirantes y expectativas en el arranque

Son tantos los que queriendo alcanzar la gubernatura estatal, aspiran a la soñada nominación como candidatos por sus respectivos partidos o por la vía de candidatos independientes, y hasta sin registro oficial, que el arranque del proceso es un verdadero galimatías en el que lo único que genera en la percepción ciudadana, es que todos aspiran al poder por el poder mismo. Mucho ruido mediático y pocas nueces en el sube y baja de personajes conocidos unos y desconocidos otros para la población, que el objetivo central que debería importarnos, como es el rescate y reconstrucción de Veracruz se pierde en el río de tinta vertido para hacer pesar mediáticamente a uno u actor beligerante..

Acostumbrados a la rancia dinámica inercial del juego electoral, todo se hace girar en torno a los personajes que de manera directa o indirecta, cuentan con mayores posibilidades de éxito en su propósito. Lo mismo para ensalzarlos que para exaltarlos o denostarlos y descalificarlos, a la par que éstos, afanosamente muestran el músculo con la clásica movilización y concentración de simpatizantes y presuntos seguidores ávidos de escuchar y aplaudir el manido discurso, preñado de promesas y lugares comunes, incluído el hoy de moda que habla de crítica y distanciamiento para con el gobernador fallido.

Paradójicamente, aspirantes, seguidores y amanuenses a modo, coinciden en destacar del discurso la hueca alusión al cambio y rescate, enriquecida con la vana promesa de ejemplar castigo para los prevaricadores. Paradójico, en tanto que cambio, rescate y reconstrucción no pasan por la vía electoral ni los aspirantes se expresan con claridad en lo que para cada uno significa el sacudir a Veracruz de su marasmo y ponerlo en el camino correcto, con más ánimo de expresar lo que la audiencia quiere escuchar que de tomar con autenticidad el toro por los cuernos.

Verdadera Torre de Babel que anidada en el ruido mediático, hace de la palabra hablada o impresa cortina de humo tras la cual se oculta ausencia de voluntad política para afrontar con seriedad y al costo político implícito, las tareas que exige un proceso real de cambio y tranformación para la entidad. Lo cual dentro de la turbiedad de la contienda electoral que desembocará en la elección de julio del 2016, resulta hasta cierto punto lógico. Nadie en sus cabales se comprometería a transformar la realidad presente con un límite de tiempo acotado, en el mejor de los casos, de no más de 15 meses calendario.

Y tan es así esto último, que no hay nada que verse sobre propuestas fundadas en un diagnóstico puntual, sectorial y regional, a partir del cual trazar un curso de acción viable cuando menos para crear las condiciones necesarias para que, en los años posteriores al absurdo de dos años, se cuente lo mismo con brújula que con rumbo cierto para encauzar a la entidad en las tareas del crecimiento y desarrollo. Esto bajo la premisa de que las finanzas quebradas de la administración pública no constituirán palanca alguna para un plan o programa aceptable para limpiar el cochinero, antes al contrario.

Pero aún hay más. No basta con un buen diagnóstico del estado que guarda la vida económica y social de la entidad para sustentar un plan emergente de gobierno. A ello obligatoriamente habría que sumarle en previsión, las tendencias más generales de la estrategia neoliberal peñista que inciden o no para avanzar o retroceder y, con mayor razón, aquellas tendencias que en el marco del mundo globalizado, amenazan al todo y, por ende a las partes, con transitar por un periodo de tiempo no cuantificado de estancamiento, recesión y deterioro social que a partir del 2016, condicionan la marcha de la sociedad planetaria.

Sin este marco de referencia, sea cual fuere el llamado a gobernar a Veracruz en el mini periodo de dos años, a juicio de quien esto escribe, toda propuesta, programa o promesa no pasaría más allá de un simplista onanismo retórico y esto, es desafortunadamente lo que a estas alturas se alcanza a percibir lo mismo en partidos, coaliciones y aspirantes a candidatos que en el coro mediático. Lo cual debería parecernos grave y preocupante en tanto el futuro de Veracruz nos atañe a todos.

El V informe

Y es en este escenario turbio y desalentador que Javier Duarte de Ochoa, en un acto más de triunfalismo sin sustento y exaltada simulación, rinde su V informe de gobierno sin el mínimo de honestidad y conocimiento de causa de una realidad que le rebasa y abruma. Con el más bajo índice de aceptación, popularidad y credibilidad, el gobernante fallido se exhibirá desnudo ante sus gobernados, firmemente convencido de que vistiendo atuendo de finos hilos de oro y pedrería sin par, justifica la prosperidad de los veracruzanos que sólo anida en su mente desquiciada

Y al final del día, prolegómeno del nuevo año de mal gobierno, despilfarro, corrupción impune y desvaríos, de su V informe sólo quedará en el imaginario colectivo la interrogante de donde quedó el dinero que hoy es deuda.

Xalapa, Ver., 14 de noviembre de 2015.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

En un clima viciado por el rejuego electoral anticipado, insisto, el darle vueltas y más vueltas a la noria y el fluir de ríos de tinta mediática en torno a la crisis financiera de la administración pública estatal, hace perder de vista lo principal, destacando lo accesorio.

Una economía estancada con tendencia recesiva, deriva en desempleo, bajos salarios y esto, en más pobreza y deterioro del tejido social, cerrándose el círculo perverso con el retroceso de poder de compra y consumo interno, deteriorando aún más la dinámica económico productiva de la entidad. Espiral inserta en una crisis nacional y globalizada, que niega oportunidades de reactivación y crecimiento.

Y si bien las finanzas públicas, evidentemente quebradas, son importantes y no se pueden obviar en el contexto, en tanto estas dejan de retribuirle a la sociedad lo que en calidad y cantidad le corresponde aportar al aparato gubernamental, no es el único factor que negativamente incide en el proceso económico estancado y recesivo.

El gobierno por sí no genera empleos ni abate pobreza y, aunque su papel es de estimulador, dinamizador, regulador y auspiciador, valiéndose lo mismo del gasto que de políticas públicas, es a los sectores privado y social de la economía a quienes correspondería directamente el hacerse cargo del complejo problema del crecimiento en el ámbito de su competencia.

La planta productiva, actual en la entidad pasa por una crisis de capacidad instalada ociosa y obsoleta y, potencialmente de espaldas al ahorro, capitalización, formación y calificación del recurso humano, e innovación tecnológica, lo mismo en los sectores primario y secundario que en el de servicios. Dándose la impresión de que se pretendiera que el gasto público por sí solo, resolviera un déficit histórico que coloca a Veracruz entre las entidades federativas con mayor atraso relativo no obstante su rico bagaje en recursos naturales y ubicación geoeconómica de frente al mercado.

Esto último parece hacerse de lado en especulación, chismorreo, dimes y diretes, golpes bajo la mesa, fuego amigo e invento de fantasmagóricos enemigos, en torno al tema de la deuda pública y corrupción impune, en el marco de la adelantada campaña por la sucesión en el gobierno de Veracruz.

De ahí que si se habla de rescate, éste se limite a una administración pública indolente, desordenada e ineficiente, por decir lo menos, haciéndose de lado lo verdaderamente relevante como lo es el aparato productivo y su incidencia en la dinámica económica de la entidad.

Algunas voces se levantan atribuyendo estancamiento y desequilibrio a una crisis nacional y globalizada, que por cierto no se previó con oportunidad no obstante las tempraneras señales. El mal es de todos, es el país y el mundo entero y, por tanto, no hay por donde hacerse para librar sus efectos, dicen. Ejemplos y experiencias de otras entidades federativas que van en el mismo barco, les desmienten, pues si no hay solución para un fenómeno salvaje y globalizado, cuando menos se observa que hacen el intento con resultados medibles y encomiables sumando el esfuerzo conjunto del sector gubernamental, privado y social.

Veracruz requiere de un despertar generalizado. La política política, con énfasis en lo electoral, ni funciona ni es la solución ante una economía postrada. Quién alcance la gubernatura de dos años, sin una visión de conjunto y de futuro, seguirá dándole vueltas a la noria, por muy capaz y eficiente que sea como servidor público. Más, si la estrategia proselitista está orientada a satisfacer a todos, con promesas vanas, a sabiendas de que muchos son los llamados pero pocos los que en verdad serán beneficiados con el pretendido rescate de la administración pública estatal y municipal. Lo hoy prometido será exigencia y reclamo no satisfecho mañana. Que necesidad.
De lengua me como un plato, dice el refrán. Lo difícil y con un alto costo es hablar con verdad, viendo de frente a una realidad real lacerante que no aguanta más mejoralitos asistenciales. O se atiende al aparato productivo con nuevos enfoques, compartiendo y distribuyendo responsabilidades, o Veracruz seguirá siendo la fábrica de pobres que hoy no queremos ver y mucho menos aceptarlo como un fenómeno del que todos por comisión u omisión, somos responsables.

Hojas que se lleva el viento

Lastimoso en verdad el intercambio verbal entre el gobierno estatal y Universidad Veracruzana en torno al subsidio que la sociedad otorga a nuestra máxima casa de estudios. La rectoría atendiendo a sus responsabilidades exige y la administración pública, sin el menor pudor, regatea un recurso que por ley le obliga. Pagando los platos rotos no solamente la comunidad universitaria, también la sociedad veracruzana que impotente y al margen del falso debate, observa como asfixiando a la Universidad el gobierno duartista sin visión de futuro atenta contra la educación superior pública y contra la formación profesional de calidad del recurso humano que la entidad requiere para su crecimiento y desarrollo.

Los veracruzanos no podemos quedarnos cruzados de brazos, el diferendo entre Javier Duarte y la Universidad Veracruzana nos compete a todos, estando en la obligación de exigir que el subsidio a nuestra máxima casa de estudios no sea potestativo para el gobierno, como afirma el secretario de planeación y finanzas, sino obligación insoslayable.

La sociedad no puede quedarse callada ante la soberbia de un gobernador omiso que con todo desparpajo dice: “No le debo nada a la Universidad”.
Xalapa, Ver., 11 de septiembre de 2015.

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Pulso crítico

 Enrique Olivera Arce

Siempre dentro del marco de la especulación, rumorología y dimes y diretes mediáticos en torno a la deuda pública de Veracruz, a mi parecer destacan tres vertientes en las que amplios sectores de la opinión pública están coincidiendo y que podríamos resumir en igual número de interrogantes:

  1. Aceptando sin conceder que el monto total de la deuda es la cifra que oficialmente diera a conocer el Sr. Duarte de Ochoa, ¿en que se empleó un recurso público que obviamente no benefició a los veracruzanos?
  2. ¿En que contribuyó el multimillonario endeudamiento gubernamental al crecimiento económico y soberanía alimentaria, así como al abatimiento de desigualdad, pobreza, analfabetismo, desempleo y pérdida de calidad de vida de los veracruzanos, fijados como objetivos en el Plan Estatal de Desarrollo?
  3. ¿La reestructuración y negociación disminuirá o incrementará el monto total de la deuda pública, y en que medida resolverá en lo que resta del sexenio fallido la ineficiencia e ineficacia del gobierno duartista?

A estas interrogantes que la población hace suyas, se habría que añadir la convicción que anida en el imaginario colectivo, de que el endeudamiento es consecuencia de la corrupción y el enriquecimiento explicable e impune de un puñado de servidores públicos.

En medio de la opacidad, desinformación y defensa de lo indefendible, la obviedad de las interrogantes y las posibles respuestas, con el contundente análisis de Hilario Barcelata Chávez (Veracruz. Las falacias de la deuda pública), deja ya poco margen para seguir hilando en torno al tema del monto global de la deuda pública veracruzana. Más o menos deuda, para el caso es lo mismo, elevándose el nivel de la discusión y el debate entre la opinión pública interesada, a lo verdaderamente relevante para la vida social, económica y política de la entidad:

¿Cuándo, dónde, como, en qué, se aplicaron los miles de millones de pesos que conforman la deuda pública existente?

¿A quiénes benefició el endeudamiento con obras y servicios públicos de calidad?

La reestructuración.

Y para los que saben del paño, ¿en qué beneficia o perjudica una reestructuración de la deuda bancaria y bursátil? Toda vez que se da por sentado que la negociación implica sumar al principal tanto comisiones como capitalización de intereses y, de ninguna manera, quita o, en su caso, absorción de adeudos por parte del gobierno federal. Negociándose plazos y tasas de interés sin que disminuya y sí se incremente el monto total de la deuda.

Luego da igual si corresponde al gobierno del estado o al senador Yunes Zorrilla, el tomar la iniciativa en la negociación.

Quedando entonces la impresión en la opinión pública que lo único que se persigue con la reestructuración es que la administración pública estatal culmine el sexenio duartista libre de tropiezos y sinsabores. Dejándole el tiradero al mini gobierno entrante que recibirá una hacienda pública mermada en liquidez, y capacidad para obtener nuevos créditos, así como en capacidad de pago y garantías ante la disminución creciente de aportaciones federales y captación de recursos fiscales propios.

Amén de que el gobernador de dos años tendrá que bailar, ahora sí, con la más fea, política y socialmente, obligándose a una estrategia de austeridad y disciplina en el ejercicio del gasto que repercutirá en propósitos, objetivos y metas de crecimiento económico, en perjuicio de los sectores más vulnerables de la población.

Pues por mucho que fuere el ahorro al apretarse el cinturón, el tiempo y recursos perdidos nadie los repone, quedando imposibilitada la nueva administración para dar un nuevo y renovado impulso a crecimiento económico y bienestar social de la población.

La discusión y el debate en la opinión pública tienen para largo y el bombardeo mediático que le alimenta, no cesará en tanto la deuda sea tema del discurso proselitista de quienes aspiran a suceder al Sr. Duarte de Ochoa. Por lo pronto, y más allá de la especulación, dimes y diretes, Veracruz, en su economía y tejido social, profundiza su crisis sin que la política política frente al desastre anunciado, la pueda frenar o evitar.

¿O sí?

Hojas que se lleva el viento.

Nada esperanzador el cambio de jinetes a mitad del río en el gabinete legal del Sr. Peña Nieto. Más de lo mismo con los mismos rostros, las mismas ineptitudes y, sobre todo, con el mismo proyecto de nación sustentado en reformas y políticas públicas que la población por principio rechaza. El mismo grupo de exquisitos elitistas, aprendices de brujo e intérpretes de los intereses y recetas de los organismos financieros internacionales, pese a los propósitos del partido gobernante por enmendar la plana seguirá conduciendo al país por el negativo derrotero neoliberal de achicar al Estado mexicano en beneficio del capital extranjero. Con la agravante de que la presunta y mermada base social de apoyo con que cuenta el peñismo, se muestra decepcionada y escéptica frente a los enroques aplicados.

Para la mayoría de los medios de comunicación, el “ajuste” en el gabinete ofrece la oportunidad de especular en torno a la sucesión presidencial. Para el Sr. Peña un intento fallido por mejorar imagen y aceptación, en tanto que para la mayoría empobrecida de la población, más desigualdad, desempleo y pobreza es la expectativa para lo que resta del sexenio.

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A río revuelto, ganancia de pescadores” reza el refrán, refiriéndose a aquellas personas que sacan provecho de las situaciones de confusión o desorden, y esto es lo que se observa en la cúpula del empresariado veracruzano que aprovechando la crítica situación por la que atraviesan las finanzas gubernamentales, como decía mi abuela, se quieren agandallar trasladando el efecto del impago de bienes y servicios por parte de la administración duartista, a indefensos consumidores de a pie.

Si de alguna manera repercute en empresas y hombres de negocios la deuda pública estatal, que paguen los platos rotos los que menos tienen, vía desempleo e incremento de precios. Fórmula cómoda de la cúpula empresarial para presionar a las autoridades y quedar bien con sus agremiados.

Xalapa, Ver., agosto 30 de 2015.

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Pulso crítico

Enrique Olivera Arce

En la política estatal como en el clima, la primavera inicia lloviendo sobre mojado.

Tanto se ha abusado de la crítica, el cuestionamiento y la denuncia mediática de lo que en lo interno y externo abruma a una administración pública estatal que con el Sr. Javier Duarte de Ochoa ha venido transitando sin rumbo, sin brújula y sin proyecto claro y contundente, que todo lo que pudiera decirse está dicho y todo lo que pudiera tener de punible a la luz de un auténtico Estado de derecho, “ni perjudica ni beneficia sino todo lo contrario”.

No pasa nada ni pasará, el fracaso de un gobierno, corrupción impune y simulación compartida, vacunados.

Crítica y denuncia al paso del tiempo, se transformó para la opinión pública en un lugar común irrelevante. A lo hecho pecho, indiferencia y cinismo en los de arriba, rabia e impotencia en los de abajo, es la triste y terca realidad que hoy se vive en Veracruz.

Frente a lo reiterativo nada pasa y si pasa, el hilo se revienta por lo más delgado, se castiga a quien agarra la pata y se premia a quien la mata. La corrupción impune se impone por sobre lo que la gente pudiere pensar sobre una administración pública fallida.

Si acaso, este lugar común sirve al interés partidista en un año electoral y/o al anticipado proselitismo con vías a las elecciones del 2016 y 2018. Utilizado como herramental mediático de descalificación y posicionamiento de tal o cual actor en el ánimo de votantes potenciales.

En tanto que la crítica fundamentada, denuncia, señalamiento, especulación y denuncia no hacen la menor mella en los círculos del poder público estatal, no contribuyendo a una sana autocrítica del gobernador para corregir y enderezar el rumbo, si contribuyen a una mayor opacidad, al cinismo y descaro, operando a favor de un gatopardismo en el que el más de lo mismo se impone, desgastando todo intento bien intencionado de los veracruzanos por salvar el bache de una crisis económica y social que se profundiza.

La nula atención gubernamental a marchas, plantones, ignominiosa desnudez femenina en la vía pública, y exigencias de diversos sectores de la población, es otro lugar común que no sirve para otra cosa que justificar el talante crítico que la audiencia espera de los medios de comunicación. Ni se observa ni se escucha, bajo el manido criterio o estrategia mediática de una administración pública convencida de que ocultar la realidad con un dedo es sinónimo de gobernabilidad. Aquí no pasa nada y, si pasa, que mejor que achacar el entuerto a la caída del precio del petróleo, el recorte presupuestal federal, o al descalabro del peso frente al US dólar. La quiebra financiera, moral y política que en el gobierno del Sr. Duarte de Ochoa se vive, se ventila ante la opinión pública como consecuencia de factores externos y no como ineficiencia, improvisación, ignorancia y evidente corrupción; la irritación por la paja en el ojo ajeno es mayor que la ceguera que la viga en el propio impide aquilatar el peso de una necia realidad.

La cuantiosa deuda nunca aclarada, el triunfalismo sin sustento, la quiebra de las arcas públicas, la incapacidad para llevar a Veracruz a buen puerto, no cuentan, no existen en el catálogo de problemas e insuficiencias del gobierno a cargo del Sr. Duarte de Ochoa. Corrupción, opacidad e impunidad sólo anidan en la mente aviesa de los agoreros del desastre, o es tema intrínsecamente argumentado con fines electorales.

En este escenario en el que los lugares comunes cierran un círculo perverso, Veracruz se debate entre la incertidumbre y la duda, esperando una respuesta clara y contundente a una compleja problemática en la que más allá de los escollos nacionales, consecuencia de una crisis global mucho más amplia que la simple ineficacia de un gobierno que transita por senderos equívocos, se genera y sustenta hoy día lo mismo en la ausencia de gobierno que en la omnipresente corrupción e impunidad que campeando en todo lo alto califica la gestión del Sr. Duarte de Ochoa.

¿Qué sigue?

Se pregunta la gente, a la par que expresa un no más a crítica, cuestionamiento y denuncia estériles, esperando una respuesta válida al ¿qué hacer? para retomar rumbo.

No más discurso y especulación sobre un oscuro pasado, es la exigencia popular a partidos, clase política y medios de comunicación, cuando ya no se puede desandar lo andado. Los veracruzanos quieren luz al final del túnel no ramplonas “reingenierías” ni promesas de hacer valer el peso de una ley que no sea la de Herodes para limpia el cochinero. Ya nos jodieron, ¿qué hacer para que no nos vuelvan a joder?

No queda otro camino que el de propuestas viables enriquecidas con participación responsable y consecuente de todos. Respuestas concretas al ¿qué hacer?, surgidas desde abajo y con el peso político que la sociedad otorga a quienes comprometidos están por rescatar democracia, bien común y buen gobierno. Propuestas ciudadanas para salir del bache, aquí, hoy y no para un mañana incierto, es el reclamo.

¿Estarían dispuestos los veracruzanos a afrontar el reto? Por el bien de todos, espero que así sea.

Hojas que se lleva el viento.

Más que anticipado el “destape” por interpósita persona del senador Yunes Zorrilla para la candidatura priísta al gobierno de dos años, tras igual número de años de un obvio proselitismo que más que fortalecerle en sus aspiraciones, lo ha venido exhibiendo ante la opinión pública como uno más de los aprendices de brujo que bajo paradigmas neoliberales han hundido a México. Co artífice como presidente de la Comisión de Hacienda y Crédito Público del Senado, lo mismo de “reformas estructurales” que no inciden en los problemas estructurales sustantivos que históricamente arrastra el país, como de políticas públicas equívocas y fallidas que más que combatir y abatir desigualdad y pobreza, conducen economía y empleo al despeñadero, nada nuevo y relevante para enderezar rumbo en la entidad oferta a los veracruzanos. Más de lo mismo, si acaso, prolongando la agonía de un Veracruz que exige mejor destino.

Lo reitero, con un Yunes, rojo, azul o tornasol, o un Juan de los Palotes, dos años no son suficientes para barrer bajo la alfombra, restaurar solvencia en las arcas públicas y corregir rumbo para recobrar confianza y credibilidad en el hoy fallido gobierno veracruzano. Con su tempranero destape “Pepe” Yunes avala hoy y no mañana el perverso juego transexenal de Herrera-Duarte, reflejado en la anti popular gubernatura de dos años para un Veracruz tendido en la lona. Seis años o nada, debería ser en congruencia a lo que le apuesten quienes realmente estén dispuestos a servir con honestidad y buen juicio a los veracruzanos todos.

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“Desde el Ayuntamiento de Xalapa impulsamos una política incluyente, con perspectiva de género, para fortalecer los derechos y valores de las mujeres en nuestra sociedad”, afirma Américo Zúñiga Martínez, alcalde de Xalapa. Quizá por esa política incluyente es que tolera en nuestra ciudad capital el bochornoso e indigno espectáculo de Cesar del Ángel y sus pupilas desnudas en la vía pública.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Gobernador de Veracruz

Gobernador de Veracruz

La Auditoria Superior de la Federación (ASF) destapó la Caja de Pandora en Veracruz (La Jornada en Veracruz 24/03/2014). Una más que presunta ola de corrupción en la administración pública estatal queda al descubierto.

El Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa, por su parte alimentó rumor y especulación con el cese fulminante de dos cercanos colaboradores “por haber traicionado la confianza del gobernador”, confirmándose de hecho lo que siempre se ha negado en el discurso oficial: una pésima administración y el saqueo sin límite a lo largo del mandato de Fidel Herrera Beltrán y en lo que va del actual gobierno duartista, dio pie al déficit en obra y finanzas públicas y su correspondiente ajuste vía endeudamiento creciente.

Hoy no hay dinero en las arcas públicas estatales. Pagar quincenalmente la nómina gubernamental, atender reclamos de acreedores de corto plazo, contratistas y proveedores y cubrir servicio de la deuda es un verdadero calvario. La obra pública estatal brilla por su ausencia y se atiende a necesidades reales y sentidas de la población con saliva.

Si el gobierno de Veracruz prácticamente se sostiene con aportaciones federales al presupuesto autorizado por el Congreso local, esta fórmula no da para más. Elementos de juicio sobran para justificar la pérdida de confianza del gobierno estatal ante la federación y, por ende, tal aportación fluirá por goteo y observada con lupa, o bien, será el gobierno federal el que se haga cargo de la ejecución de obras y servicios de conformidad con su orden de prioridades y no otro.

Adicionalmente, los recursos propios sustentados en el tributo de los veracruzanos, corren el riesgo de venirse abajo. Los contribuyentes no cautivos con justa razón habrán de oponerse a seguir contribuyendo a la inversión y gasto de un gobierno corrupto. Incrementándose informalidad tanto en el aparato productivo como en servicios y consumo.

Y lo más grave. Con el destape federal de la Caja de Pandora, la desconfianza del gobierno del Sr. Peña en el gobierno de Veracruz se reflejará en la actitud por asumir de una población engañada y lastimada que no confiará más en un gobierno fallido que hace del saqueo, impunidad y simulación regla de oro de un Estado de derecho que, en la entidad, sólo existe en el papel. Gobernanza y gobernabilidad a base de saliva y bombardeo mediático, no son ya garantía para paliar el temporal; tampoco marco propicio para crecimiento y desarrollo.

Y en este escenario, en lo político sobra decir que en el 2015 y 2016 las contiendas electorales no serán miel sobre hojuelas. No se puede hacer de lado que los partidos políticos hasta ahora existentes, han sido juez y parte de la corrupción impune y desaciertos gubernamentales y ni qué decir de los senadores priístas, aspirantes naturales a suceder al Dr. Duarte de Ochoa, que avalando a éste, al desorden administrativo, y al saqueo e impunidad, propalan que en Veracruz no pasa nada.

Éstos últimos, parafraseando a conocido columnista, al igual que el gobernador veracruzano, flotan en el espacio en calidad de astronautas. Desde las alturas del espacio sideral ven llover y no se mojan; ignorando la realidad hoy destapada por la Auditoría Superior de la Federación y puesta a la libre interpretación de los veracruzanos. No ven, no escuchan, haciéndose cómplices del saqueo.

Mal momento para Veracruz. A dos años y medio del relevo del Dr. Duarte la población está indefensa frente a un gobierno fallido. Estancamiento y retroceso en todos los órdenes, pese a la panacea de las presuntamente estructurales reformas del Sr. Peña que habrían de incidir positivamente en la entidad. Lo expresado por el gobernador en la rueda de prensa del pasado lunes, son ominoso anuncio de tormenta en suelo veracruzano. Su optimismo desbordado pretendiendo seguir tapando el sol con el dedo, no oculta los negros nubarrones en el horizonte inmediato.

Destapada la Caja de Pandora, Duarte de Ochoa está llamado a poner en la cárcel a quienes han defraudado no su confianza, sino la de los veracruzanos todos, o tirar el arpa pidiendo una licencia que es hoy por hoy lo obligado como primer responsable de desorden, ineficacia y saqueo en su gobierno.

Su partido con vista al 2015 y 2016 se lo agradecería.

Hojas que se lleva el viento

Por donde se le quiera ver, la pensión universal, iniciativa de Peña Nieto y aprobada por la Cámara de Diputados, constituye un engaño mayúsculo al pueblo de México, en tanto que el seguro de desempleo un vil saqueo a los ahorros para vivienda de los trabajadores. La ley de marras, ahora por aprobarse en el Senado, sí que es el robo del siglo.

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Ya lo dijo el santo Papa y algo de eso le toca a Xalapa: «… el desempleo es la consecuencia de un sistema económico que ya no está capacitado para crear trabajo, porque ha puesto en el centro a un ídolo que se llama dinero». El pontífice Francisco añadió que «el trabajo es un bien de todos y tiene que estar disponible para todos», y defendió «la dignidad de llevar el pan a casa», instando a los sectores políticos, económicos y sociales a que favorezcan una economía basada en la «justicia y la solidaridad» que garantice a todos «la posibilidad de desarrollar un trabajo digno».

Sin empleo y salarios dignos y remunerativos que fortalezcan capacidad real de consumo de la población, no hay crecimiento económico ni mejoramiento en la calidad de vida. Sin trabajo que ofrecer a sus habitantes, Xalapa está condenada a ser pueblo mágico en el que se sobreviva de milagro. Ojo señores planificadores.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Como en los matrimonios desavenidos, el llevar diferencias y discusión al límite de la pérdida de respeto de uno para con el otro, o entre ambos, pone fin a la posibilidad de diálogo civilizado y constructivo entre las partes. Así podría interpretarse el pleito al interior de la cúpula de Acción Nacional.

Habiendo subido de tono acusaciones, dimes y diretes entre las diferentes facciones del panismo, es muy difícil, si no imposible, que puedan alcanzar un acuerdo duradero que permita el rescate y reconstrucción de un partido que cuenta ya apenas con el mínimo legal necesario de militantes para conservar su registro.

Podrá lograrse una tregua, un adiós a las armas de dientes para afuera pero, este será tan coyuntural como transitorio, en tanto no se retorne a los orígenes del partido y este asuma responsablemente su carácter ideológico y programático de oposición de derecha, con el consenso pleno de todas las facciones en pugna. Lo cual, desde mi modesta opinión, en los tiempos que corren parece ser más que imposible. La simulación, pragmatismo, corrupción y gatopardismo, así como el sometimiento y colaboracionismo con el régimen peñista, parece ser la constante.

El poder marea y evita aprender de los errores propios y ajenos. Doce años fueron más que suficientes para que el “partido de la gente decente y las buenas conciencias” alejándose de ideología y programa para la acción, perdiera las formas y exhibiera el cobre mostrando los mismos vicios del PRI, partido al que en el pasado combatieran encarnizadamente. Hoy día nadie se atrevería a negar que la corrupción y la simulación le iguala con sus adversarios de siempre.

La crisis del PAN ya se veía venir. En el marco de la crisis general del régimen político y decadencia de los partidos en que se sustenta, el añejo conservadurismo decimonónico para el neo panismo, pragmáticamente constituye un obstáculo en el Congreso de la Unión para lograr la unidad y consenso en las bancadas blanquiazules para oponerse o seguirle el juego al gobierno del Sr. Peña.

El instrumento meta institucional, creado y sostenido desde las cúpulas de los tres más importantes partidos políticos en México a instancias del presidente Peña, secuestra, de hecho, al cuerpo de la estructura militante de los institutos signantes, a la par que coloca al Congreso de la Unión como simple oficialía de partes. Lo cual reduce en la vida institucional de la Nación el peso específico,  tanto del PAN como del PRD  como oposición  frente a un  PRI que se siente dueño de todas las canicas.

Inaceptable condición para la vieja guardia, que confronta a la cúpula del PAN, ahora como partido de masas, con la tradición histórica de su militancia como partido de cuadros, al igual que sucede al interior del PRD con una dirigencia ya rebasada por lo más radical de sus militantes.

En otra ocasión comentamos que para el país representa  un riego mayor el que el PRI no cuente con fuerzas políticas opositoras. La tentación autoritaria de irse por la libre para un partido que lejos de evolucionar involuciona, no puede ignorarse y así parece estarlo entendiendo más de una fracción del panismo. Esto, a mi modesto entender, más que estar de por medio la pugna por el poder y el dinero (que no es poca cosa), es la manzana de la discordia entre el pragmatismo de unos y el radicalismo conservador de otros en las filas blanquiazules.

Lo complejo del asunto, es que frente a la ciudadanía el régimen político en su conjunto ya es obsoleto e inoperante. Sin excepción partidos y clase política son cuestionados y señalados como corruptos y contrarios a los intereses de la Nación. Sin autoridad moral, representatividad democrática y credibilidad, los escándalos de unos y otros ventilados en los medios, son su “Talón de Aquiles”. En este escenario, cualquier intento de rescate, saneamiento e innovación del régimen político, es visto con desconfianza y calificado de gatopardismo demagógico. El PAN está inmerso en este marco,  su protagonismo en hechos de descomposición y corrupción partidista, le resta capacidad de maniobra para su recuperación y legitimación democrática.

Caso similar al del PRI en los procesos electorales del  2000 y 2006, cuando la gente dudó de la renovación del tricolor y le dio la espalda. Con la diferencia de que las circunstancias eran otras. Hoy la correlación real de las fuerzas políticas, no la que asume Enrique Peña Nieto ofreciendo la zanahoria a una partidocracia corrupta, es distinta; el equilibrio está roto y las mayorías populares aunque de manera aún dispersa y desorganizada, están haciéndose escuchar. El freno ya casi en desuso de la manipulación  partidista., descansa únicamente en un frágil pacto cupular.

La prueba de fuego para el PAN será la presentación, debate y aprobación de las iniciativas de reformas hacendaria y energética, que van de la mano, se retroalimentan y una sin la otra significaría el fracaso de la estrategia peñista.

En la encrucijada tendrán que decidir si se suman pragmáticamente al PRI atendiendo a su vocación de derecha, o se oponen arriesgando el poco oxígeno que les proporciona el Sr. Peña por conducto del Pacto  Entre la espada y la pared, como partido, tendrán que estar a favor o en contra del PRI y de los intereses de la Nación.

El presidente Peña ha sido claro, o están conmigo o contra mí. Los tiempos de las medias tintas están contados. Para el segundo semestre del año, concluido el proceso electoral en curso, por conducto del pacto por México se presentarán y definirán los alcances de las iniciativas claves de ambas reformas y, para entonces, no sólo el PAN, también el PRD, deberá haber resuelto su disyuntiva.

De la conducta que asuma en su momento, dependerá su futuro. Si se suma al PRI no podrá parar el reclamo de de una base electoral plural que hoy le sostiene. Si opta por oponerse, le levantarán la canasta privándole del oxígeno que hoy les prolonga la vida tras la derrota del 2012. Compleja y difícil  decisión, cuando lo que está en juego es su supervivencia como expresión política de la reacción.

Hojas que se lleva el viento

Inútil esfuerzo del candigato Morris. Las ratas son como la cosecha de mujeres, nunca se acaba. El dominio de las ratas está en su naturaleza, la gestación de la hembra dura de 22 a 24 días con 8 a 12 nidadas por año. Cada nidada posee de 8 a 12 individuos con una supervivencia de 12 a 20 individuos por hembra al año. A eso agréguele los ratones que no por ser depredadores menores causan menor daño al entorno.

Si no puedes con ellas ¡Úneteles! votando por la rata de tu preferencia.

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De acuerdo a la opinión de Ricardo Ahued, candidato del PRI a la diputación local por el distrito Xalapa urbano,  los “detractores” de las finanzas públicas estatales se quedan cortos en su estimación de la deuda pública.. No son 35 mil ni cuarenta mil millones de pesos, sino alrededor de 85 mil entre los que destacan las obligaciones de corto plazo que impactan sobre disponibilidades líquidas para operar. De ser correcta la apreciación del candidato priísta, los espectaculares anuncios sin sustento y nunca concretados vertidos por el Sr. Dr. Duarte de Ochoa a lo largo de su mandato, han salido más caros que las albóndigas. Sin obra pública de mérito, pésimos servicios públicos y corrupción evidente, en lenguaje llano el gobierno de Veracruz está en quiebra técnica tanto en el orden financiero como en el político. Y aún así, se destinan recursos humanos, técnicos y financieros a respaldos poco claros a las campañas políticas de un selecto grupo de aspirantes a diputados locales y autoridades edilicias.

Ya lo dijo el santo papa en histórica ocasión, sólo Veracruz es bello y, para muestra, su pendón de corrupción.

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Lastimosa actitud de un candidato a alcalde que medrando a costa del sufrimiento ajeno, se publicita como la “Madre Teresa”, auxiliando a la población afectada por los aguaceros que trajera consigo la tormenta tropical “Barry”.  Patético, pero a Veracruz le conviene. -Xalapa, Ver., junio 23 de 2013.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Concluye 2012 con noticias nada halagadoras para Veracruz. La bursatilización de deuda municipal en el 2010-2011 y por lo consiguiente las obligaciones financieras mensuales que de ello se derivan, pusieron a un buen número de ayuntamientos veracruzanos contra la pared. No habiendo dinero para cubrir conclusión de obra pública, prestación de servicios municipales y pago de aguinaldo, el gobierno estatal entra a su rescate. El Dr. Dr. Javier Duarte de Ochoa, autoriza 176 millones de pesos para paliar temporalmente la crisis financiera edilicia en los ayuntamientos con mayor endeudamiento… Ya mañana Dios dirá.

Y en tanto se materializa el apoyo extraordinario, la Legislatura local aprueba el presupuesto de egresos 2013 para la administración pública estatal por un monto de 90 mil 42 millones 600 mil pesos; apoyada en supuestos de ingresos fiscales más virtuales que reales.

Curándose en salud, la Legislatura local se toma el cuidado de advertir en el proyecto de presupuesto aprobado que: “En el caso de que los ingresos recibidos sean inferiores a los determinados en la Ley de Ingresos, o se presenten situaciones económicas y financieras extraordinarias que afecten las finanzas públicas estatales, se aplicarán los ajustes presupuestales y medidas de contención del gasto que el Ejecutivo Estatal establezca para contrarrestar dichas situaciones”.

Como es lógico suponer, los egresos aprobados estarían destinados a infraestructura, crecimiento económico y “desarrollo social”, en el camino de la consolidación mediática de una prosperidad que no existe salvo en la mente del gobernador de Veracruz.

Como también es lógico estimar, dado que todo es virtual en el gobierno próspero, que los rubros prioritarios del presupuesto autorizado para un año electoral, estarán subordinados a la elección de diputados locales y alcaldes, ahora de cuatro años.

Si la información oficial propalada no miente, lo anterior se confirma. El  Instituto Electoral Veracruzano (IEV) dispondrá de 658 millones 300 mil pesos en tanto que la promoción e impulso a crecimiento económico apenas contará con 668 millones 500 mil pesos sumados los presupuestos autorizados para Desarrollo Agropecuario, Rural y Pesca, Desarrollo Económico y Portuario, Turismo, Cultura y Cinematografía y, Comunicaciones.

Previéndose entonces que si el aporte del gobierno estatal a las tareas del desarrollo en el año venidero serán de saliva, el triunfalismo mediático sin sustento real debe incrementarse, por lo que el gasto presupuestado en Comunicación Social se eleva a 75 millones de pesos, cantidad  que indudablemente será sumada de hecho al gasto electoral previsto, dando soporte propagandístico al PRI para que el gobernador Duarte de Ochoa se saque la espina tras la derrota de Enrique Peña Nieto en Veracruz.

Señoras y señores diputados, concientes de lo desproporcionado de los rubros presupuestados, se cobran caro el favor. Despachándose con la cuchara grande le asignan al Poder Legislativo ni más ni menos que 541 millones 850 mil pesos, más 164 millones 900 mil pesos que absorberá el Órgano de Fiscalización Superior del Estado (en teoría dependiente del Congreso local).

 Demasiado caro para los contribuyentes el sostener dos elefantes blancos con los que se simula democracia representativa y transparencia administrativa en una entidad federativa que, tras seis años de bailar al son de la “barca de oro”, afronta hoy una administración pública estatal  endeudada en extremo, encargada de levantar la basura, lavar la mugre y taparle el ojo al macho. Lo comido y lo bailado en tiempos de Fidel tuvo su costo y hoy, la deuda pública ahoga a la administración duartista y, de paso, obliga a todos los veracruzanos a pagar los platos rotos durante los 20 años venideros.

Corresponderá a la prensa diaria, en su mayoría cooptada, desglosar y justificar la Ley de Egresos 2013 aprobada por la diputación local. Lo que será casi imposible es que logren trasmitir con veracidad a la opinión pública a cuanto ascienden anualmente comisiones e intereses a pagar como servicio de la deuda contratada con la banca o a los bonos de deuda producto de las bursatilizaciones y, obligadamente, a deducir del gran total aprobado. El monto neto de las disponibilidades reales para obras y servicios públicos se conservará en la opacidad.

La prensa oficialista no se atreverá a ser llamada mentirosa por el Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa. Así que el tema de la deuda, podría afirmarse a ciencia cierta, es tabú; miente quien lo toque; ventilarlo públicamente no entra en la estrategia mediática gubernamental, ni el periodismo boletinero “autocontrolado” tiene interés alguno en alborotar más el cotarro.  

Lo que sí queda claro es el favor mediático de la diputación al Gobernador. Para un estado próspero leyes de ingresos y egresos prósperas, así sean estas más virtuales que reales. Si los montos autorizados no se corresponden con las disponibilidades fiscales, siempre queda la posibilidad de nuevos endeudamientos, ajustes y reestructuraciones, eso sí, hasta donde lo permita el gobierno federal y el cuerpo aguante.

Hojas que se lleva el viento

Para la sociedad norteamericana la fórmula para tapar el pozo tras el niño ahogado es: Lo único que detiene a un hombre malo con un arma es un hombre bueno con un arma»: (Asociación Nacional del Rifle).

Quien esto escribe desea a sus estimados lectores, amigos y sus apreciables familias felices fiestas decembrinas, haciendo votos por que la paz y la alegría reinen  en sus hogares. Mérida, Yuc., a 23 de diciembre de 2012.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

En una sociedad plural, aquejada por síntomas de exclusión, pobreza y desigualdad, es muy difícil, si no es que imposible, el obtener consensos en torno a problemas comunes, propuestas o percepciones individuales o colectivas que configuran un imaginario popular diverso, confuso y contradictorio. Se necesita algo más que simples llamados a la unidad para en base a denominadores comunes motivar, encauzar y concretar el consenso. Siempre habrá algo, un imponderable, que divida y polarice. De ahí que resulte absurdo el pretender imponer unanimidad de pensamiento lo mismo por decreto que por la vía del ablandamiento mediático, sin atender a aquello que más que unirnos nos divide.

En tanto el abatir pobreza y exclusión constituya un reto para los propósitos gubernamentales, como señala el Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa, y no resultado de acciones concretas encaminadas no a modificar estadísticas sino a reducir la brecha de la desigualdad, el consenso en torno a la acción de gobierno resulta utópico. Quizá esa sea la razón por la que en vísperas del informe del segundo año al frente del poder ejecutivo estatal, para el gobernador resulte un verdadero reto, no su loable propósito de abatir la pobreza en un 50% a lo largo de su mandato como lo ofreciera a los veracruzanos, sino el convencer de que se avanza en el logro de los objetivos y metas propuestos en el llamado Plan de Desarrollo de Veracruz.

De ahí, pienso yo, el que en su desesperación por lograr lo imposible, juzgue como nocivo fantasma a la opinión de quienes pensando diferente, perciben con mayor nitidez lo negativo que todo lo que de positivo tiene la labor de la administración pública estatal en estos dos últimos años, que sin duda lo tiene pero que no se percibe con la profundidad y claridad deseada. Es más sencillo aceptar que el gobierno estatal cuenta con arcas públicas quebradas, habida cuenta del abultado endeudamiento público que el propio gobernante y el Congreso local han admitido,  que reconocer una inversión pública estatal, en el año que corre, del orden de los 40 mil millones de pesos aplicada a la atención de la educación, la salud, infraestructura y combate a la pobreza.

Cada quien ve y habla sobre lo que observa en su entorno y así lo registra atendiendo a su ubicación social y económica. Para unos tiene mayor relevancia una carretera en buen estado, un puente o, entre otras cosas, un nuevo hospital, que un piso de cemento en el humilde jacal de una familia campesina que habita en alguno de los municipios con mayor índice de desarrollo relativo. Para esta familia y sus vecinos, lo relevante es asegurar su alimento a lo largo del año y no la carretera o el piso de cemento.

Estadísticamente cuenta el número de viviendas con piso de cemento, agua potable, drenaje y electrificación como indicadores de bienestar y avance contra la pobreza y la exclusión, pero eso queda en el papel. En la vida cotidiana de miles de familias, el contar con un empleo remunerado, techo y una comida caliente al día, la percepción de su pobreza es diferente y no olvidemos, percepción es política con toda la connotación que ello implica.  Todo es según el color del cristal con que se mira, diría el clásico.

Luego no cabe la impaciencia y el malestar del gobernante frente a la crítica. Mucho menos y en ello he insistido, el tratar de convencer con anuncios espectaculares de un triunfalismo sin sustento. La modestia, el reconocer con humildad que frente a lo deseable lo posible es el camino, convencería más acercándonos al necesario consenso para, en un esfuerzo común, solidariamente empujar parejo para tratar de sacar al buey de la barranca.

Por lo que toca a quien esto escribe, no veo en mis opiniones ningún ensabanado fantasma. La única vez que tuve la oportunidad de hablar con el Dr., siendo éste gobernador electo, fui claro: sería un crítico de su gobierno si a mi juicio ello era procedente. No podía ignorar que fue impuesto por el peor gobernador que ha tenido Veracruz. Y he ejercido la crítica con toda libertad, sin cortapisas, sin maiceo ni reclamos por parte de la administración pública estatal, dando la cara y poniendo un insistente énfasis en las políticas públicas erróneas de comunicación social, lado flaco del régimen actual.

No se puede convencer con dinero mal empleado de lo que la realidad objetivamente niega. Veracruz va a la zaga y no a la vanguardia en crecimiento económico, generación de empleos remunerativos, respeto al medio ambiente, bienestar social, expectativas de progreso a futuro de las nuevas generaciones, así como en transparencia en el manejo del erario público, esta es la percepción dominante a lo largo y ancho de la entidad. Mediáticamente, con recursos públicos no sujetos al escrutinio de la sociedad, se nos dice lo contrario.

 Lejos de convencer con discurso tras discurso de los que se hace eco la prensa adornándolos profusamente con la imagen del gobernante, genera duda y rechazo  alentando en la audiencia-objetivo incredulidad, rumores y chascarrillos de mal gusto, alejándonos del tan necesario como urgente consenso en torno a la necesidad de la unidad de pueblo y gobierno, frente a una crisis que ya está presente en  México sin que Veracruz sea la excepción.

. Estando por concluir el primer tercio de la gestión del gobernador Duarte de Ochoa, es hora de corregir. No más engaño mediático y simulación, por el bien de todos.

Hojas que se lleva el viento

Parece un absurdo, pero no lo es en tanto que sólo se reduce a un juego que ocupa únicamente a la llamada clase política y medios de comunicación. Me refiero al lúdico proceso preelectoral que desembocará con la selección de candidatos a las alcaldías de 4 años y a las diputaciones locales. Todos especulan, todos anticipan, todos apuestan, mientras al grueso de la población ni le va ni le viene quien o quienes habrán de contender por los diversos partidos políticos, nacionales y bodrios locales, al fin que para el caso es lo mismo, mirones de palo sin opción de participación para decir esta boca es mía.

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